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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>13 de octubre 2012</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>Capitalismo<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Multinacionales y trabajo
esclavo<BR></DIV></STRONG></FONT>
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size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>Ascenso (¿y
caída?) de Adidas</FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Kumar Ashok<BR>Europe
solidaires<BR><A
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href="http://www.europe-solidaire.org/">http://www.europe-solidaire.org/</A></STRONG><A
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Traducción de Viento
Sur<BR><A
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href="http://www.vientosur.info/">http://www.vientosur.info/</A></STRONG><A
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<DIV><FONT size=2 face=Arial><STRONG>
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<DIV>Adidas, conocida empresa multinacional de ropa deportiva y accesorios, se
ha convertido en una marca global que, al mismo tiempo, evita todo escrutinio
público de las condiciones de trabajo de su mano de obra. Ashok Kumar explora el
desarrollo el movimiento mundial contra el trabajo esclavo y muestra cómo dos
décadas de lucha han culminado en una campaña internacional contra la empresa.
Este artículo se publicó originalmente en Ceasefire Magazine.</DIV>
<DIV>
<HR>
</DIV></STRONG>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG><BR>En septiembre de 2000, cuando los
activistas asediaban la cumbre del FMI y del Banco Mundial en Praga, el ministro
de Hacienda de Sudáfrica, Trevor Manual, reflexionó sobre la pertinencia de
protestar contra un sistema que parecía inevitable: "Sé contra qué están, pero
no tengo ni idea qué es lo que propugnan." A diferencia de la ambigüedad de
buena parte del movimiento anticapitalista de entonces, el movimiento contra el
trabajo esclavo siempre ha permanecido firme en sus reivindicaciones. Primaban
cuestiones como la dignidad en el trabajo, la libertad de asociación y salarios
suficientes. El problema no era que los trabajadores y militantes no supieran
qué propugnaban, sino cómo conseguirlo.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El ascenso de Adidas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Una de las cuestiones más apremiantes de la
subcontratación es el impago de la indemnización legal por despido. En 2011, la
fábrica PT Kizone de Indonesia, que producía para Nike, Adidas y Dallas Cowboys,
tuvo que cerrar y dejó en la calle a 2.700 trabajadores. Como señala un informe
de Workers Rights Consortium (WRC), Nike y Dallas Cowboys aceptaron de inmediato
pagar su parte de lo adeudado, 1.000.000 y 33.000 libras esterlinas,
respectivamente. Adidas, sin embargo, que debe 1.200.000 libras, sigue negándose
a pagar, alegando que "no mantenía ninguna relación con la fábrica en el momento
del cierre", cosa que según el informe de WRC "carece de todo fundamento", ya
que Adidas siguió cursando pedidos durante dos meses enteros después de que
comenzaran las infracciones. Hace poco, Adidas ha ofrecido un bono para la
compra de comida por importe de 20 libras, equivalente al precio de venta de un
balón de fútbol de su marca, en sustitución de lo que debía. Los trabajadores
han rechazado de plano la oferta. La actitud de Adidas es coherente con su bien
documentado historial de abusos de los derechos laborales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La empresa se creó a la sombra del Tercer Reich de
Hitler. El fundador, Adolph "Adi" Dassler, miembro activo del partido nazi,
reconvirtió su fábrica de calzado en una fábrica de armas cortas durante la
segunda guerra mundial. En las décadas posteriores, el Grupo Adidas creó una de
las marcas más potentes y rentables del mundo. Supera a cualquier otro
patrocinador olímpico y goza de un "buen nombre" a los ojos del público, de
acuerdo con el índice de marcas de 2012 de YouGov. Ha conseguido implantarse con
éxito en todos los sectores del mercado y en todo tipo de actividad social y
cultural de un modo que ninguna otra marca ha logrado. Los beneficios de Adidas
han aumentado vertiginosamente y en estos momentos pasa por ser una marca "a
prueba de recesión". En 2005, la empresa absorbió a su rival, Reebok, en el
marco de una nueva estrategia encaminada a dominar el mercado mundial de ropa
deportiva. Adidas ha experimentado un aumento del 18% de las ventas en los
últimos doce meses, alcanzando una facturación anual de 13.300 millones de
dólares en 2011 y espera crecer casi otro tanto (del 12 al 17%) en 2012.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estos beneficios son fruto de una ofensiva de marketing
encaminada a llevarse una mayor tajada de cada importante encuentro deportivo,
desde el contrato de 11 años de duración por 400 millones de dólares como
proveedor oficial de la NBA hasta su patrocinio con 100 millones de dólares de
los Juegos Olímpicos de 2012. Los beneficios de Adidas no hacen más que crecer.
A pesar de este éxito, Adidas sigue siendo líder del sector en términos de
violación de los derechos de sus más de un millón de trabajadores, que producen
en 1.236 fábricas proveedoras de 63 países. Adidas mantiene una política de
"tolerancia cero" con respecto a los trabajadores que se organizan o a toda
actividad sindical en cualquiera de sus fábricas subcontratadas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Indonesia es un importante país proveedor, y allí los
trabajadores de Adidas a jornada completa ganan menos de 2 dólares al día, y
algunos de ellos informan de que "cada día hay alguien en la fábrica que se
desmaya por fatiga." En 2005, docenas de dirigentes sindicales de la fábrica PT
Panarub de Indonesia fueron despedidos y puestos en la lista negra por
participar en una huelga legal. La fábrica es uno de los proveedores más grandes
del mundo de calzado y zapatillas de Adidas. En 2006, Adidas redujo sus pedidos
a la fábrica, con el consiguiente despido de un millar de trabajadores. Más o
menos por la misma época, la fábrica Hermosa de El Salvador se vio forzada a
cerrar después de que los trabajadores crearan un sindicato y Adidas anulara
abruptamente los pedidos. Fueron despedidos 260 trabajadores, que no cobraron
las indemnizaciones que les correspondían por valor de 535.000 libras. Hoy en
día, muchos de aquellos trabajadores siguen en la lista negra y no encuentran
empleo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 2006, menos de un año después de que Adidas comprara
Reebok, cerraron dos fábricas que suministraban a Reebok en Indonesia, PT Spotec
y PT Dong Joe. Como es norma en las fábricas que producen para Adidas, los
dirigentes sindicales entraron en la lista negra y 10.500 trabajadores se
quedaron sin empleo. Un informe de 2010 reveló que 9.000 de estos trabajadores
seguían sin empleo a pesar del "compromiso de recolocación" de Adidas. La
Asociación de Fabricantes de Calzado de Indonesia reveló que Adidas/Reebok no
habían aumentado los pagos a sus proveedores durante los cinco años anteriores
al cierre, mientras que al mismo tiempo los ejecutivos de Adidas alardeaban de
haber conseguido un beneficio neto del 27% en el segundo trimestre gracias a la
absorción de Reebok.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre el 24 y el 29 de junio de 2011, 93.000 trabajadores
de una importante fábrica proveedora de Adidas, Pou Yen, de Vietnam, hicieron
huelga reclamando la mejora de los salarios y condiciones de trabajo. Más de una
veintena fueron detenidos y tres jóvenes militantes sindicales fueron condenados
a penas de cárcel de casi una década por su implicación en la organización de la
huelga. Esta misma semana, el periódico Daily Mail informaba de que el Comité
Organizador de los Juegos de Londres se proponía investigar a Adidas después de
que se revelara que trabajadores que viven hacinados han afirmado que ganan 61
dólares al mes por ocho horas de trabajo diarias durante seis días a la semana
para producir prendas relacionadas con las Olimpiadas. A diferencia de otros
casos, el más reciente de PT Kizone ha dado lugar a una marea de protestas en
Indonesia y en todo el hemisferio norte. Las tácticas y estrategias de las
campañas mundiales actuales, centradas en empresas concretas, son fruto de las
lecciones aprendidas durante dos décadas de lucha contra el trabajo
esclavo.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Dos décadas de lucha contra el trabajo
esclavo</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Durante la era industrial, la regulación y el control
efectivo de la mayoría de existencias y flujos, y en particular de las
mercancías, el dinero y el capital a lo largo y ancho de territorios
delimitados, eran los factores que conferían un mayor poder de negociación a los
trabajadores sin riesgo de fuga de capitales. A partir de mediados de la década
de 1970, sin embargo, los países del Norte conocieron una "revolución
posindustrial" que comportó el cierre de buena parte de la industria
manufacturera y supuso el final del poder histórico del sindicalismo obrero. La
producción se trasladó a fábricas subcontratadas de los países del Sur, donde la
resistencia obrera se ha topado con la anulación de pedidos y el cierre de
fábricas, con lo que los sindicatos industriales se quedaron impotentes frente
al capital monetario.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La globalización neoliberal ha reforzado radicalmente a
las empresas multinacionales, que han inyectado capital en zonas que antaño
estaban apartadas del capitalismo global. El sector de la confección, calificado
de "industria más globalizada del mundo", ha sustituido los flujos de mercancías
"impulsados por los fabricantes" por otros "impulsados por los compradores", lo
que significa que la geoeconomía está ahora dominada por los comercializadores
de marca (léase compradores) que, gracias a su capacidad de seleccionar a
proveedores de todo el mundo, concentran un poder y unos beneficios enormes, que
se trasladan de los fabricantes de mercancías a los propietarios de las marcas
que las compran. Explotando las diferencias geográficas de costes y jornada
laboral, y modificando la normativa estatal, las multinacionales han sido
capaces de ajustar cada vez más de las complejas cadenas de suministro.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las reacciones iniciales de los militantes al traslado de
capitales incluían la reclamación de más proteccionismo por parte de los
movimientos sindicales anquilosados del Norte, que tendían a culpar a los
llamados trabajadores "baratos" del Sur y apenas hacían nada por desarrollar la
solidaridad entre ambos mundos. En la década de 1990, sin embargo, se produjo
una nueva expansión del capital mundial y con ella la erupción de las campañas
de solidaridad contra el trabajo esclavo, centradas específicamente en las
principales marcas de prendas de vestir. Estas campañas proliferaron cuando las
denuncias de las pésimas condiciones reinantes en las fábricas y entre las
trabajadoras sobreexplotadas y mal pagadas de la confección en el Sur comenzaron
a filtrarse hacia el Norte. A comienzos de la década de 2000 se produjo una
oleada de protestas anticapitalistas de base al socaire de la histórica
convergencia de sindicalistas y ecologistas contra la OMC en Seattle. En ambas
partes del planeta empezó a forjarse un consenso entre activistas
sindicales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En aquellos vertiginosos años noventa, estudiantes y
activistas exigieron que las empresas adoptaran "códigos de conducta", y las
multinacionales respondieron a la oleada de actividades contra el trabajo
esclavo en el Norte introduciendo tales códigos. El modelo de los códigos de
conducta dentro de un régimen de libre elección por parte de los consumidores
sigue caracterizando la estrategia de muchas ONG del primer mundo que condenan
el "trabajo esclavo" o defienden el "comercio justo". Sin embargo, el carácter
voluntario de los códigos de conducta, junto con la certificación de "comercio
justo" por entidades privadas, impiden prácticamente controlar su cumplimiento,
consolidando una dinámica de poder de tipo colonial y sirviendo únicamente de
instrumentos de relaciones públicas de las multinacionales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Tras el fracaso de la estrategia basada en el poder de
elección de los consumidores, algunas ONG cambiaron de orientación y trataron de
proporcionar medios a los Gobiernos para que impusieran sus propias normas
laborales. Se trataba de utilizar el poder normativo de los Estados nacionales
contra la hegemonía del capital. Esto también ha sido, a todas luces, un
fracaso. La razón principal tiene que ver con la relación entre el capital
global y el Estado: el capitalismo mundial ha debilitado a los Estados hasta tal
punto que muchos de ellos socavan conscientemente sus propias leyes para crear
un entorno óptimo para la acumulación de capital. De este modo, a la vista de la
creciente impotencia de los Estados nacionales y su posición dentro del sistema
capitalista global, los activistas propusieron revertir los regímenes de
gobernanza transnacionales (acuerdos de libre comercio y OMC), que han acelerado
la capacidad del capital para globalizarse, para que incluyeran una norma mínima
que permita a los trabajadores organizarse y negociar colectivamente.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La reivindicación de los derechos de los trabajadores en
las estructuras supranacionales del capital, como el NAFTA, el GATT y la OMC (el
llamado "debate sobre la cláusula social") tiene, con la excepción del Tratado
de Maastricht europeo, pocos casos documentados de alguna aplicación real. Otros
organismos internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
de las Naciones Unidas, tienen objetivos honrosos, pero también cuentan con muy
pocos ejemplos de aplicación efectiva en la base. Sobre la cuestión de estos
"derechos" contrapuestos, Marx escribió la famosa frase de que "entre dos
derechos" -el de los propietarios a apoderarse de bienes comunes y el de los
desposeídos- "decide la fuerza". Esto también es válido en el contexto
neoliberal, en que los derechos del proceso social dominante de acumulación de
capital a través del intercambio en el mercado se enfrentan a los derechos de
los trabajadores a la democracia política y la acción colectiva.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los modelos de lucha contra el trabajo esclavo descritos
hasta ahora apenas han logrado abrir espacios para que los trabajadores puedan
organizarse. Sobre todo en los sectores más explotadores, como el de la
confección, donde prácticamente no hay ejemplos de sindicalización obrera a gran
escala que no hayan dado lugar al "apaga y vámonos" del capital y al cierre
inevitable de la fábrica subcontratada. Los métodos basados únicamente en la
benevolencia de los consumidores, las ONG o el Estado, o en la aparente
benevolencia del capital internacional, priorizan los derechos del capital sobre
los de los trabajadores. Peter Dickens considera que las mercancías globales
"provienen cada vez más de una compleja geografía de producción, distribución y
consumo". En otras palabras, el punto de consumo en la nueva división
internacional del trabajo es un componente crítico en el combate contra la
relación asimétrica entre el capital y el trabajo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A finales de la década de 2000, activistas de los dos
hemisferios reconocieron la necesidad de lanzar campañas impulsadas por los
trabajadores para reforzar tanto el poder de estos como el de los consumidores.
Muchos de los códigos de conducta que habían propugnado originalmente los
activistas guiaban ahora las campañas impulsadas por los consumidores en
relación con empresas concretas para obligarlas a cumplirlos. Las campañas
actuales de los trabajadores tienen sus raíces en los United Farm Workers (UFW,
trabajadores del campo unidos) de las décadas de 1960 y 1970, que aplicaron una
estrategia impulsada por los trabajadores de huelgas en el campo y piquetes de
comerciantes minoristas en los mercados mayoristas. Al movilizarse contra más de
200 empresas agroindustriales, los UFW destacaron por sus huelgas y boicots
sonados, que les dieron la victoria frente a importantes empresas
vitícolas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta estrategia dio nacimiento finalmente, en 2008, al
sindicato SITRAJERZEESH y a la campaña, lanzada por United Students Against
Sweatshops (USAS, estudiantes unidos contra el trabajo esclavo) contra la
empresa Russell Athletic, filial de Fruit of the Loom. Es un modelo instructivo
de solidaridad internacional efectiva frente al problema históricamente
insoluble de la organización sindical bajo el régimen del capital global.
Mediante una estrategia simultánea en dos latitudes, trabajadores en Honduras
atacaron el origen de la producción capitalista mientras activistas en los
centros de consumo lanzaron un amplio boicot coordinado al comercio minorista,
actuando así en el nivel del consumo, la venta, el comercio internacional y la
política en EE UU, Canadá y el Reino Unido. La campaña logró que 110
universidades rescindieran contratos por valor de más de 33 millones de libras,
en lo que fue el mayor boicot colectivo a una marca de prendas de vestir de la
historia y, en un hecho sin precedentes, que reabriera una fábrica de
confección, volviera a contratar a más de 1.200 trabajadores y les pagara una
indemnización de muchos millones de dólares y que Fruit of the Loom se
comprometiera a extender la neutralidad sindical a toda su cadena de suministro
en Honduras. Con ocho fábricas y 10.000 empleados, Fruit of the Loom es la
empresa privada más grande de Honduras, con lo que el acuerdo resulta
trascendental. El gran éxito de la campaña es fruto de su estrategia dirigida
por los trabajadores y basada en la solidaridad en vez del modelo establecido de
las campañas impulsadas por los consumidores.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>El caso Adidas</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Esto nos lleva de nuevo a Adidas, que se ha convertido en
un gigante del poder e influencia de las empresas. Con su bien engrasada
maquinaria de relaciones públicas, sus brillantes informes anuales de
"Responsabilidad Social de la Empresa", su ejército de maestros del enredo que
justifican los abusos aduciendo la "complejidad de la fijación de los salarios",
con presencia en los consejos de administración de grupos kafkianos de primera
línea como la "Fair Labor Organization", junto con insidiosas campañas como
"Girls all in" y una retahíla de afirmaciones de haber vuelto a contratar a
trabajadores despedidos (cosa que no ha ocurrido en ninguna parte), Adidas ha
sabido eludir todo intento de exigirle responsabilidades, asegurando el continuo
abuso sistemático, la humillación y la violenta explotación de sus trabadores
esclavizados en los rincones remotos del globo. Su mensaje es escueto: en
invierno o en verano, seas joven o viejo, flaco o atlético, Adidas está en todas
partes y para todos. Mientras que su principal competidora, Nike, se limita a la
actividad deportiva, Adidas ha logrado la ubicuidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Paseando por cualquier calle del este de Londres se
pueden ver numerosos pantalones luciendo el distintivo de Adidas Originals, en
cualquier barrio dormitorio queda claro que la mochila de Adidas es un accesorio
común para muchos jóvenes de clase obrera y en los gimnasios pijos se ven
yuppies adultos sudando la gota gorda con sus chándales de Adidas en una sesión
de ejercicio o en la sala de aparatos. En la televisión podemos contemplar desde
músicos hasta atletas e iconos de la cultura, desde Katy Perry hasta Andy Murray
pasando por Missy Elliot: Adidas ha conseguido definir una especie de "chic"
universal, una identidad de marca sin apenas fronteras de raza, clase o género
para entrar o salir. Los vibrantes anuncios de tipo documental de Adidas le
permiten llegar a todo el abanico de poder adquisitivo del público, explotando
dialécticamente y al mismo tiempo transcendiendo las estructuras de la
diferencia, reproduciendo relaciones sociales por lo demás fragmentadas para
ampliar su cuota de mercado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta estrategia encaja perfectamente en la lógica
cultural del capitalismo tardío, en que la vida real es inseparable de la
publicidad y la "identidad" se presenta como algo fluido y transitorio, cuya
relevancia se basa únicamente en prácticas de consumo específicas. Las nociones
establecidas de comunidad se degradan y la gente se ve forzada a buscar la
identidad exclusivamente a través de los productos que compra. No solo te dicen
qué debes pensar ("necesito esas zapatillas"), sino también cómo debes sentir.
La mercancía domina; la supuesta "libre elección" ya nos viene dada en gran
medida. Adidas, junto con otras marcas, crean comunidades de uso e imposición
dentro de una cultura que engendra al individuo aparentemente desprovisto de lo
colectivo. De este modo, enfrentarse a ello efectivamente desde abajo mediante
la acción colectiva no es tarea fácil.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El caso de PT Kizone dio lugar a manifestaciones de
cientos de trabajadores y sus familias ante la Embajada alemana de Yakarta,
convirtiéndose rápidamente en una amplia campaña de los USAS con manifestaciones
de solidaridad en España, Dinamarca, Alemania y Austria y amenazas de rescindir
contratos en universidades de EE UU. En el Reino Unido, los grupos War On Want,
People and Planet y Labour Behind the Label han anunciado que se movilizarán
para asegurar que Adidas pague lo que debe a los trabajadores de PT Kizone.
Ahora, los trabajadores y activistas tienen espacio histórico para reflexionar,
reevaluar y darse cuenta de que los fines son los mismos, pero los medios,
distintos. Que en última instancia es la lucha colectiva de las organizaciones
dirigidas por los trabajadores en el lugar de producción, asociada a la
solidaridad internacional en el punto de consumo, la que permitirá a los
oprimidos doblegar la fuerza del capital transnacional.
<HR>
<BR></DIV></FONT></BODY></HTML>