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<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>30 de noviembre 2012</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
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<HR>
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Brasil/San Pablo</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Mafia y
escuadrones</FONT></STRONG> </FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>La violencia urbana en Brasil
no para de crecer. En San Pablo, sólo en octubre hubo 571 homicidios, 54 por
ciento más que en el mismo mes del año pasado, y en lo que va del año rondaron
los 4 mil. El papel de la Policía Militar paulista, reconocida como una de las
más violentas del mundo, y el de los renacientes grupos paramilitares en el
incremento de la criminalidad están en pleno debate. Así como su estrategia de
guerra frontal contra el Primer Comando de la Capital PCC), una estructura
mafiosa en plena expansión. Pero las principales víctimas de la represión
pertenecen a las 3 P: pretos (negros), pobres y
periféricos.</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR><STRONG>Mário Augusto Jakobskind,
desde Rio de Janeiro <BR></STRONG></FONT><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Brecha,
Montevideo, 30-11-2012</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><A
title="http://www.brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.brecha.com.uy/"><FONT
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title="http://www.brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://www.brecha.com.uy/</STRONG></FONT></A></DIV><FONT
face=Calibri></FONT><FONT face=Calibri></FONT>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2 face=Arial> <BR>Poco antes de ser
sustituido en el cargo de jefe de la Policía Civil paulista, Marcos Carneiro de
Lima reveló que varias de las personas que murieron en las últimas noches en San
Pablo (y fueron muchas) podrían haber sido víctimas de policías que las buscaron
adrede para ejecutarlas: los antecedentes judiciales de esas personas habían
sido consultados en las computadoras de la Secretaría de Seguridad del estado.
No hay manera de saber quién hizo la consulta, pero que existió, existió, y muy
poco antes de que las muertes se produjeran. La Secretaría de Seguridad Pública
de San Pablo, cuya cúpula acaba de ser removida, sostiene que se trata de meras
coincidencias, pero las sospechas se han ido acumulando. Para Amnistía
Internacional no hay duda alguna: los escuadrones de la muerte han regresado a
la escena brasileña.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR>Lo cierto es que sobre todo en
San Pablo, la mayor megaurbe de América del Sur y una de las mayores del mundo,
hay instalado un cuadro a la mexicana, de violencia criminal y contra-violencia
estatal, homicidios múltiples y cada vez más macabros. </FONT></DIV><FONT size=2
face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Según un informe de la Secretaría de Seguridad Pública
del Ministerio de Justicia divulgado por el diario O Globo, la estructura
criminal del PCC se ha ido expandiendo por todo el país, y hoy está
presente en 21 estados y en el Distrito Federal. El grupo moviliza decenas y
decenas de millones de dólares anuales y tiene a unos 13 mil integrantes
rentados, 6 mil de los cuales están hoy detenidos en cárceles que se han
convertido en sus bases, otros 2 mil en las calles de la capital del estado y
los 5 mil restantes esparcidos por el resto del territorio. Más una cantidad
indeterminada de periféricos que superan en mucho a los rentados. "La vida se
paga con vida, la sangre se paga con sangre", es la divisa del comando, que ha
instruido a sus integrantes para que cada vez que uno de los suyos caiga un
policía del mismo cuerpo responsable de esa muerte sea ejecutado. Enfrente, la
policía responde con la misma moneda. Y más aun. Por haber perdido totalmente el
control de las tropas de la pm, el encargado de la Secretaría de Seguridad del
estado, Antonio Ferreira Pinto, fue depuesto de su cargo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El gobernador paulista, el conservador Geraldo Alckmin,
no se cansa de repetir que el Estado controla la situación, pero la realidad
demuestra lo contrario. Y no es de hoy que las denuncias sobre "desbordes" de la
pm copan la actualidad: en 2006, cuando el Primer Comando de la Capital
prácticamente paralizó la ciudad de San Pablo con una serie de ataques contra
las fuerzas de seguridad, la Policía Militar respondió con una violencia
equivalente que derivó en asesinatos extrajudiciales en cadena. Hubo 50 muertos
en filas policiales y unos 400 en filas de los delincuentes, muy pocos de ellos
en enfrentamientos reales, una versión brasileña de los "falsos positivos"
colombianos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En cuanto al PCC, su fuerza está desbordando hacia otros
estados, a partir de los presos pertenecientes al comando que de hecho han
tomado el control de las cárceles de Mato Grosso del Sur (centro oeste) y Paraná
(sur), regiones estratégicas en función de su cercanía con las fronteras con
Paraguay y Bolivia, por donde circulan drogas en un sentido y en otro. En los
últimos años Brasil se convirtió en un poderoso mercado de consumo, lo que
resultó en un crecimiento exponencial de los grupos narcos, que han adaptado sus
estructuras de organización y gerencia financiera. La industria de la seguridad
ha crecido de manera paralela, de forma que, por ejemplo, los grandes centros
comerciales de las mayores urbes, en especial San Pablo, se han transformado en
búnqueres, verdaderas fortalezas plagadas de guardias.<BR><BR>Observadores
políticos prevén que para las elecciones presidenciales y legislativas de 2014
la cuestión de la seguridad interna y de la violencia urbana sean temas
prioritarios de la campaña, por primera vez en muchos años. El PSDB, opositor al
gobierno central, que administra el estado de San Pablo desde hace 20 años pero
que acaba de perder la intendencia de la capital, va a hacer seguramente de la
mano dura contra la delincuencia su principal caballito de batalla, en una
carrera desesperada por evitar una derrota en el principal estado del país. El
publicista João Santana, encargado del marketing de Lula en 2006 y de Dilma
Rousseff en 2010, sugirió el lanzamiento de la candidatura del ex presidente
para la gobernación de San Pablo, lo que por un lado catapultaría
definitivamente a la actual mandataria para un segundo período presidencial y
por otro casi que aseguraría el pasaje del estado más rico del país a la órbita
del actual oficialismo. Habrá que ver con qué receta.
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>"Hay una guerra no declarada, y es
una guerra de clases"</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Pobres, pretos y
periféricos<BR></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Nazaret Castro, desde San Pablo *</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Brecha, Montevideo, 30-11-2012</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Débora Maria Silva se enteró por la radio de que habían
matado a su hijo. Ella ya se lo barruntaba: aquel domingo, Día de la Madre y
cumpleaños de Débora, le pidió precaución a Rogério, de 29 años, padre de un
niño de 3. Él la tranquilizó, aunque la calle estaba brava, en Santos como en
todo el estado de San Pablo, desde que la organización criminal más poderosa del
país, el Primeiro Comando da Capital (PCC),** había decretado la guerra a las
autoridades, sacado a sus hombres a las calles y ordenado matar policías, atacar
comisarías y quemar autobuses. El estado respondió con mano dura y lógica
militar: en ocho días, la Policía Militar (pm) mató a cerca de 500 jóvenes en
favelas y periferias. Seis años después, nadie pagó por los crímenes de mayo de
2006.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Después de aquella fatídica mañana, Débora se convirtió
en una zombi. Dejó de comer. La hospitalizaron. Un día despertó. La ira se había
transformado en furiosa indignación. Así que salió a la calle y buscó, una por
una, a las madres de las víctimas de aquellas ejecuciones. Desde entonces, las
Madres de Mayo pelean no sólo por la investigación de aquella masacre, sino por
el fin de la violencia estatal contra la población pobre. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La defensora pública, Daniela Skromov, señaló que la
policía, y muy especialmente la pm, es responsable del 20 por ciento de los
homicidios en San Pablo. Las fuerzas del estado de San Pablo cercenan cada año
entre 500 y 600 vidas. El goteo de muertes se convirtió en cotidianidad para
esta megalópolis de 20 millones de habitantes. Pero, de vez en cuando, la
violencia repunta y vuelve a los quioscos de la Avenida Paulista.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Entre los meses de junio y julio pasados se registraron
586 homicidios dolosos en la capital paulista, 22 por ciento más que en el
primer semestre de 2011. Esas cifras no incluyen la letalidad policial: según la
Secretaría de Seguridad de San Pablo, en ese primer semestre se produjeron 283
muertes a manos de la pm y, muy especialmente, de las Rondas Ostensivas Tobias
de Aguiar (Rota), una tropa de elite surgida durante la dictadura militar y muy
temida en la periferia paulista por su letalidad. Movimientos sociales y
asociaciones vecinales contabilizan más de 200 casos apenas en los meses de
junio y julio.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según la versión más difundida por la prensa paulista,
esta ola de violencia se desató después de que, el 28 de mayo, agentes de la
rota matasen a cinco criminales pertenecientes al PCC. Algunos investigadores,
como la socióloga Camila Nunes Dias, apuntan a que el detonante podría ser el
traslado de algunos presos del PCC a cárceles del temido Régimen
Disciplinar Diferenciado. Como en 2006, el PCC decretó ataques contra
policías y comisarías y quema de autobuses. También como hace seis años, el
Estado respondió recrudeciendo la represión contra la población pobre y
periférica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 2006 el PCC demostró que, si quería, podía
paralizar la mayor urbe de América del Sur. Nunca quedó claro cómo consiguió el
Estado poner fin a los ataques; la hipótesis más aceptada por los expertos es
que aquellas negociaciones terminaron de configurar ese delicado equilibrio de
fuerzas entre el mundo del crimen y las fuerzas del Estado que rige en San
Pablo. Eso se extrae de la tesis de Nunes Dias sobre la pacificación de la
ciudad, que en los últimos 15 años experimentó un notable descenso en las tasas
de homicidio. </DIV>
<DIV align=justify><BR>"Las policías siempre se relacionaron con los mercados
criminales", señala la abogada y socióloga Alessandra Teixeira. El estudio "San
Pablo bajo extorsión" evidenció que el detonante de los ataques de 2006 fue la
extorsión de la policía al líder del PCC, Marcos Camacho, alias "Marcola". Lo
cierto es que la propia existencia de la facción no se explica sin la corrupción
de policías, funcionarios y delegados de prisiones. Débora Silva desafía: "El
crimen organizado nació de dentro hacia afuera del Estado, no al revés".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Policía racista y letal. Pequeños y grandes acuerdos
sustentan las imbricadas relaciones entre policías y criminales, pero ese
equilibrio es extremadamente frágil. De vez en cuando se rompe, como sucedió en
Carandirú en 1992, en Castelinho en 2002, en la capital paulista en 2006, en
Osasco en 2010, o ahora. Cuando así ocurre, quien sale perdiendo es
invariablemente la población pobre y negra de las periferias, y fundamentalmente
los varones jóvenes. Porque el sesgo de la letalidad policial es racista y de
clase. "El 'dispara primero y pregunta después' siempre fue la marca de nuestra
policía, y siempre tuvo como objetivo privilegiado a los negros (pretos), pobres
y periféricos. 3 P: esa es la sigla de nuestra política de exterminio", sostiene
el antropólogo Adalton Marques.<BR></DIV>
<DIV align=justify>Con poquísimas excepciones, las muertes provocadas por la pm
son archivadas sin más como "resistencia seguida de muerte" o "autos de
resistencia", esto es, como supuesta defensa propia de los agentes durante la
confrontación con los delincuentes. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La defensora pública ha denunciado la inconsistencia de
las pruebas que sustentan que esas muertes sean efectivamente resultado de
enfrentamientos con la policía. El fin de este tipo de registros fue una de las
propuestas surgida de una audiencia pública que reunió el 26 de julio a
instituciones gubernamentales y movimientos sociales. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Otra de las demandas de los movimientos sociales es la
desmilitarización de la policía, que también sugirió al gobierno brasileño
la ONU tras una reciente visita. Sin embargo, por el momento la pm va
ganando terreno en San Pablo, no sólo patrullando las calles -hay más de 100 mil
agentes de la pm frente a unos 30 mil de la Policía Civil-, sino también en la
organización política de los municipios: en San Pablo, coroneles de la pm están
presentes en 30 de las 31 subprefecturas. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Los militares "se apropian de momentos como el actual
para legitimar su actuación violenta y extralegal", recuerda Alessandra
Teixeira. Y, con la inestimable ayuda de los grandes medios de comunicación, que
asumen en sus titulares la tesis de que las víctimas son delincuentes y eluden
contextualizar esas muertes, se instala en la sociedad una visión que acepta la
brutalidad policial como garantía de su seguridad y "da una carta blanca,
aceptación y legitimación de esa violencia", en palabras de Teixeira. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El Estado, antes que combatir este tipo de violencia, la
alienta. En un año electoral, el gobierno conservador enarbola la política de la
"tolerancia cero" contra la delincuencia. El comandante de la pm,
teniente-coronel Salvador Modesto Madia, afirmó por su parte que no le importan
los números de letalidad policial, sino "su legalidad". Cabe recordar que Madia
es apuntado como responsable de más de 70 muertes en la masacre de Carandirú, de
1992.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Grupos de exterminio</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Débora y Danilo César, del Movimiento Madres de Mayo,
denuncian que si bien la violencia policial siempre existió en las favelas y
periferias de San Pablo, recrudeció a partir de 2006. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El asesinato es el extremo de una política de control y
sometimiento de las periferias que inunda la vida diaria de los vecinos de los
barrios pobres: extorsiones a comerciantes, abordajes policiales arbitrarios e
irrespetuosos, toques de queda ordenados por la policía y los grupos
paraestatales. Poblaciones como Osasco, Sapopemba, Capão Redondo o la Baixada
Santista viven en permanente estado de excepción. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La extorsión está "incrustada en el orden de cosas" de la
periferia paulista. Los llamados "grupos de exterminio", formados por agentes o
ex agentes de los cuerpos armados del estado, siembran el pánico y compran
lealtades en las comunidades pobres.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Las Madres de Mayo, así
como la ONU y Amnistía Internacional, llevan tiempo alertando sobre el
fortalecimiento de estos grupos. "El gobierno se acomodó en el discurso de que
estas bandas están formadas por el crimen organizado, pero no es cierto: las
conforman agentes del Estado", denuncia Débora Silva. Por eso ella prefiere
hablar de milicias, como se denominó en Rio de Janeiro a la evolución de esos
grupos de exterminio, cada vez más organizados y poderosos, y también cada vez
más imbricados con los intereses de la clase política y empresarial.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Higienización de la pobreza</STRONG> </DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Para Danilo y Débora, la truculencia policial y la ascensión
de los grupos de exterminio responden a la misma lógica que la política de
encarcelamiento en masa -hay 500 mil presos en Brasil, y la cifra no deja de
crecer- y que los desalojos de favelas, cada vez más habituales en el Brasil que
acogerá al mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. "Es una
política de exterminio, de higienización y criminalización de la pobreza",
denuncia Danilo. </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>La ciudad de San Pablo
vivió recientemente otros episodios de "higienización de la pobreza", como el
brutal desalojo de la favela de Pinheirinho y la expulsión de los sin techo y de
los drogadictos de barrios del centro como Santa Ifigênia. En un contexto de
boom inmobiliario, con los megaeventos deportivos a la vuelta de la esquina y la
necesidad de mostrarle al mundo una ciudad limpia y segura, los intereses
especulativos expulsan a los pobres cada vez más lejos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Hay una guerra no declarada, y es una guerra de clases",
puntualiza Débora Silva. "No es algo de San Pablo ni de Rio: es de todo Brasil.
El país está a punto de estallar. El modelo no aguanta más, y no sabemos muy
bien cuándo ni cómo, pero sabemos que va a explotar", añade Débora. <BR></DIV>
<DIV align=justify>Los millones de personas que habitan las favelas y periferias
de las grandes ciudades, como los campesinos sin tierra, como los indígenas, son
prescindibles para el modelo económico que ha elevado a la economía brasileña a
los primeros puestos del ranking mundial. Sobran. <BR></DIV>
<DIV align=justify>* Periodista brasileña, colaboradora del diario El Mundo
de Madrid y de Le Monde Diplomatique, entre otras publicaciones.
<BR>** Según diferentes investigaciones estatales el PCC podría contar
con 200 mil miembros.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>