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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>7 de enero 2013<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>México<BR><BR>Contrainsurgencia y
resistencia zapatista</FONT></STRONG><BR><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Neil Harvey
*</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>La Jordana,
México, 31-12-2012</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV style="CLEAR: both">Las marchas silenciosas de miles de zapatistas en cinco
cabeceras de Chiapas, el 21 de diciembre, lograron recordar a la sociedad dos
cosas: la capacidad organizativa del EZLN y su vigencia política. Contra
aquellos que decían que el zapatismo era cosa del pasado, los aproximadamente 40
mil indígenas que participaron en las movilizaciones demostraron el fracaso de
la estrategia contrainsurgente que han aplicado los diferentes gobiernos durante
los pasados 18 años. La marcha también demostró la renovación de las bases del
movimiento, con la participación de nuevos cuadros de jóvenes hombres y mujeres
que han crecido en el mismo periodo y, a pesar de todas las agresiones en contra
de sus comunidades autónomas, mantienen vivas las demandas. Como en otras
ocasiones, los zapatistas escogieron un día fuera del calendario de los partidos
políticos para llevar a cabo estas marchas. Al contrario, celebraron el inicio
de una nueva era maya y al mismo tiempo afirmaron la actualidad y vigencia de
las luchas de los pueblos indígenas por sus derechos colectivos y la
autonomía.<BR> <BR>Aunque la movilización demuestra una vez más su
capacidad organizativa, es preciso no olvidar las consecuencias de las
agresiones en su contra a lo largo de estos 18 años. El zapatismo ha tenido que
defenderse del Ejército Mexicano y de los diversos grupos paramilitares, los
cuales, dentro de una política contrainsurgente implementada desde enero de
1995, han intentado desgastar a las bases de apoyo y crear las condiciones
propicias para dividir comunidades y sembrar el miedo. El alto grado de
organización que los zapatistas demostraron el 21 de diciembre también se ha
manifestado en casi dos décadas de resistencia para no caer en las provocaciones
de sus opositores y así seguir construyendo alternativas
autónomas.<BR> <BR>Por lo tanto, es preocupante que los grupos
paramilitares sigan operando en el estado. A lo largo del 2012 las cinco Juntas
de Buen Gobierno (JBG) zapatistas difundieron varias denuncias de agresiones de
grupos armados que buscan quitarles tierras o robarles los productos del trabajo
de las comunidades. Un ejemplo reciente es la agresión de miembros del grupo
Desarrollo, Paz y Justicia a la comunidad Nuevo Poblado Comandante Abel, ubicada
en el municipio autónomo La Dignidad (oficialmente, Sabanilla) en la zona norte
de Chiapas.<BR> <BR>Según el Informe de la Caravana de Solidaridad y
Documentación al Nuevo Poblado Comandante Abel, el 6 de septiembre unos 55
agresores armados llegaron a la comunidad y tiraron balas para agredir a los
zapatistas. El grupo invasor construyó su propio campamento y trincheras a la
orilla de un río donde se posicionaron para amenazarlos con armas. En pocos
días, el número de este grupo creció a 150 y sus integrantes tomaron la mitad de
las 147 hectáreas de la comunidad. Los observadores de la caravana constataron
que las balas habían alcanzado las paredes de la escuela autónoma y las tiendas
cooperativas. En vez de enfrentar a los agresores, la mayoría de las bases de
apoyo zapatistas salieron y, después de caminar en el monte por dos a tres días,
encontraron refugio en otra comunidad, San Marcos. Durante este lapso, las
mujeres y niños sufrieron enfermedades y hambre, mientras los zapatistas que se
quedaron en la comunidad no pudieron salir a sus milpas. Una situación similar
vivieron cuatro familias que tuvieron que salir de la comunidad Unión Hidalgo
debido a amenazas de un grupo de priístas. Historias como estas eran muy comunes
en los años 90, sobre todo durante las semanas después de la ofensivamilitar del
9 de febrero de 1995, ordenada por el entonces presidente Ernesto Zedillo. El
hecho de que estas agresiones aún ocurran con frecuencia debe llamar la atención
para que se tomen acciones con la finalidad de detenerlas y, en su lugar, poner
en práctica los Acuerdos de San Andrés.<BR> <BR>Cabe señalar que uno de los
logros de las JBG ha sido la creación de mecanismos autónomos para resolver
conflictos. Varios estudios sobre la autonomía zapatista han documentado la
importancia de estos espacios para que los grupos no zapatistas puedan resolver
disputas sin costo y con personas de la misma comunidad y posición
socioeconómica. Los zapatistas también reconocen la necesidad del acceso a la
tierra de otras familias que no participan en la organización. Ejemplo fue la
fundación del mismo Nuevo Poblado Comandante Abel en mayo del 2012, cuando la
comunidad de San Patricio decidió reubicarse en un predio distinto y así evitar
mayores conflictos. Como explica un comunicado de la JBG de Roberto Barrios (11
de septiembre), la decisión de reubicarse fue "para que ellos tengan su parte
porque también tienen derecho a la vida".
(enlacezapatista.org.mx).<BR> <BR>Sin embargo, como hemos mencionado, las
agresiones continúan debido a los intereses políticos que buscan desgastar a las
bases de apoyo zapatistas. No obstante, la resistencia sigue, como dicen los
integrantes de la JBG en la zona norte: "lo que nos hace el mal gobierno
intentando invadir, es su manera de guerra y desgaste para rendirnos. No dejamos
nuestra lucha y no nos vamos a rendir; ellos piensan que sí, pero no nos vamos a
rendir. Nuestra lucha es por la tierra y la nación". (Informe de la Caravana de
Solidaridad y Documentación).<BR> <BR>Los zapatistas, al no aceptar el
asistencialismo del gobierno, han demostrado que sí es posible poner en práctica
diversos proyectos autónomos que respondan a las necesidades sociales,
económicas y políticas de las comunidades. Por eso los gobiernos han tratado de
reprimir, achicar, dividir, cooptar o, ante la imposibilidad de todo esto,
simplemente ignorar su presencia. Ante esta realidad, las recientes marchas dan
cuenta de la vitalidad de la autonomía indígena que, a pesar de las agresiones,
sigue siendo una alternativa con amplio respaldo popular en Chiapas, en México,
y un ejemplo para el mundo.<BR> <BR>* Neil Harvey, columnista del diario La
Jornada de México, es profesor-investigador de la Universidad Estatal de Nuevo
México, autor del libro La rebelión de Chiapas.</DIV></DIV>
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