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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>10 de enero 2013</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Italia<BR><BR>Sin solución para los
"esclavos" de Rosarno<BR></FONT><BR></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>A finales de 2009, los africanos que trabajaban en
los campos de Calabria se sublevaron contra las condiciones de vida y de trabajo
inhumanas, con lo que se reavivó el debate sobre el trabajo estacional. Tres
años después, las iniciativas públicas han fracasado y se sigue explotando a los
inmigrantes. <BR></STRONG><BR></DIV></FONT><STRONG><FONT size=2
face=Arial></FONT></STRONG>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=2 face=Arial>Giuseppe Salvaggiulo <BR>La
Stampa, Turín, 10-1-2013<BR>Presseurop</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><A
title="http://www.presseurop.eu/es/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
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title="http://www.presseurop.eu/es/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://www.presseurop.eu/es/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR><BR>Los que dicen que todo ha
vuelto a ser como antes en Rosarno, tres años después de la revuelta de los
inmigrantes, los saqueos, la contra-revuelta de los italianos, la caza de
hombres y por último la deportación de los africanos, se equivocan. Hoy la
situación es aún peor.</FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Los africanos vuelven a llegar al millar, como hace tres
años. Llegaron en otoño y se marcharán en primavera, tras haber recogido
cítricos por 25 euros al día, aunque los patrones prefieren pagarles por pieza,
para aumentar su rendimiento: un euro por la caja de mandarinas y 0,50 euros por
la de naranjas, cuando cada una puede pesar de 18 a 20 kilos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En temporada alta, trabajan tres o cuatro días a la
semana, según el trabajo que haya y siempre que paguen tres euros al capataz
para que los lleve al alba en una furgoneta. Los días en los que no trabajan, se
les ve dando vueltas en bicicleta por la llanura, comprando en el supermercado,
cociendo arroz y alas de pollo en bidones oxidados, emborrachándose con cerveza
y peleándose entre ellos.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Promesas que se quedan en eso</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Los gigantescos dormitorios comunes en las ruinas de las
antiguas fábricas dejaron de existir hace tres años. Uno se cerró y se abandonó,
el otro se demolió. Tras los sucesos, había que borrarlo todo y no sólo
psicológicamente. Pero hoy, el nuevo enclave de chabolas entre Rosarno y San
Ferdinando es si cabe aún peor. Las placas recogidas en los vertederos
industriales que abundan en Calabria hacen añorar esos esqueletos de cemento y
las paredes de chapa. Ahora los tejados son de celofán, de cartón, de plástico
reciclado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Unos terraplenes de veinte centímetros de alto sostienen
estos refugios precarios, invadidos por el lodo en cuanto caen unas gotas de
lluvia. Las letrinas están al fondo a la derecha: dos fosas de un metro por
cuarenta centímetros cavadas en la tierra, a cielo abierto y sin ninguna
protección. En la tienda más grande, que mide diez por cinco metros, se cuentan
no menos de cien camas, o más bien cien colchones enmohecidos y camastros. El
olor es indescriptible. Sin agua, ni desagües ni electricidad. Unos montones de
basuras hacen las veces de tabiques.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Una situación indigna, vergonzosa, un horror", vocifera
Domenico Madafferi, alcalde de San Ferdinando. Basándose en un informe sobre las
condiciones de higiene "prácticamente inexistentes", esa "situación peligrosa
para salud", el "deterioro de esas barracas" y de esas "construcciones salvajes,
carentes de las condiciones mínimas de viabilidad" que "podrían ser focos de
infecciones", firmó personalmente una ordenanza de expulsión. "Una forma de
poner entre la espada y la pared a la región y al Gobierno, tras reuniones
inútiles, llamamientos y reclamaciones por escrito", explica. "Pero no ha
cambiado nada. Sólo eran promesas".</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>El modelo Rosarno, ¿un milagro?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Y sin embargo, en este lugar, hace sólo un año, las
autoridades inauguraron un campamento modelo: 280 plazas, tiendas amplias, una
para cada cuatro personas, estufas de aceite, televisión por satélite, aseos de
camping, iluminación en los pasillos, una recogida organizada de los cubos de
basura, un comedor y una cocina, asistencia médica. Un trozo de Suiza en la
llanura de Gioia Tauro.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La región desembolsó 55.000 euros para la gestión; la
provincia pagaba la electricidad y los alcaldes, Elisabetta Tripodi de Rosarno y
Domenico Madafferi de San Ferdinando, se encargaban del resto. Las asociaciones
más diversas y más voluntariosas, ya fueran católicas, laicas o evangélicas, se
prodigaban para ofrecer asistencia, comidas, mantas, gracias a la ayuda
voluntaria de miles de personas, sin que fuera visible ni un ápice de racismo.
El campamento de tiendas se añadía a los contenedores instalados en febrero de
2011: 120 inmigrantes repartidos en módulos para seis personas, con cocina y
aseos en las habitaciones. No sólo se habían desmantelado los guetos, sino que
el "modelo Rosarno", toda una primicia, proporcionaba albergue y refugio a cada
inmigrante por un coste de dos euros al día y por persona, en contraposición a
los 45 que solía gastar Protección Civil.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y así, aunque con un número de plazas insuficientes (400,
un tercio de las necesarias), en una región en la que el estado de excepción es
permanente (hace algún tiempo, las tres principales administraciones municipales
llegaron a disolverse por la mafia), haber encontrado una solución urgentemente,
aunque fuera de forma temporal, parecía un milagro. Pero pronto se desveló su
verdadera naturaleza: se trataba de un intermedio fugaz.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR><STRONG>Retomar la
gestión del campamento</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Junio de 2012: con el agotamiento de la financiación
regional, se cerró y se abandonó el campamento de tiendas, a la espera de la
siguiente temporada agrícola. En agosto, los alcaldes se dirigieron al Gobierno
y a la región para organizarse con tiempo, pues de lo contrario volvería a
reinar el caos. Y es efectivamente lo que sucedió. A finales de octubre, cuando
comienza la recogida de mandarinas, el campamento, sin gestión ni
administración, rápidamente fue ocupado y saturado por los inmigrantes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Se instalaron seis por tienda, pero a ellos se les
unieron rápidamente otros recién llegados. Los alcaldes exigían ayuda. No
contaban con los medios, ni las estructuras, ni el personal para controlar la
situación. "El Gobierno y la región se muestran renqueantes, el ministro [de
Cooperación Internacional e Integración] Andrea Riccardi no responde, solo la
presidencia de la República muestra algunos signos de atención, con la compra y
el envío de mantas, que además son inadecuadas", afirma el alcalde con rabia.
Después de unas semanas, el comedor se convirtió en un enorme dormitorio. Ya no
había espacio y los últimos en llegar se pusieron a construir un poblado de
chabolas adosado al campamento original.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin ningún tipo de mantenimiento, los desagües no eran
suficientes para una población que se cuadruplicó. Los módulos equipados con
aseos rápidamente se convirtieron en cloacas inutilizables, las cocinas se
cerraron y los contenedores de basuras explotaron. Bastarían de 50.000 a 70.000
euros para volver a controlar la gestión del campamento, para que funcione de
forma decente y eficaz hasta la primavera. Para ello sólo se necesitaría un
0,000006% del gasto público italiano y de las promesas que se escucharon hace
tres años. ¿Es pedir demasiado para Rosarno?
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>