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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>30 de enero 2013</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Países
árabes</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>La revolución, impresa en los muros
de las calles árabes </STRONG></FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>El final de las dictaduras árabes
promueve una explosión del graffiti en los países donde la revolución fue
exitosa<BR></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>En Siria y Bahréin, donde los
levantamientos siguen activos, el fenómeno se consolida como una forma de
expresión del descontento<BR></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Sólo el Líbano y Palestina tenían
tradición de pintadas en los muros antes de la 'primavera
árabe'</FONT></STRONG><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>Mónica G. Prieto, desde Beirut, Líbano</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Periodismohumano</STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><BR>En noviembre de 2011, diez meses después de que la
sorpresiva caída del dictador tunecino Ben Ali a manos de su pueblo activase un
histórico proceso de revoluciones en el mundo árabe, una inquietante pintada
apareció en La Goulette, el principal puerto de la capital. El póster
representaba a un Ben Ali gigante y sonriente, cómodo en la altura desde la que
observaba a sus conciudadanos. Los vecinos de La Goulette se reunieron frente al
mural, inquietos e incómodos, casi asustados por el regreso del tirano, y un
grupo de hombres no tardó en subir al edificio para deshacerse del incómodo
recuerdo: debajo del mismo, un segundo póster les advertía: "Atención, la
dictadura puede regresar. El 23 de octubre, VOTA".<BR> <BR>Una de las
expresiones más visibles del éxito de las primaveras árabes en cuanto al aumento
de libertades se refiere es, precisamente, la aparición masiva de graffitis, una
forma de expresión tajantemente prohibida por dictaduras especializadas en
borrar cualquier amago de disidencia. En los países donde los procesos se
saldaron con la caída de los regímenes autoritarios, como Egipto, Túnez, Libia o
Yemen, hoy las pintadas han convertido los muros de las ciudades en improvisados
periódicos donde cualquiera puede lanzar su crítica o su mensaje. "Antes, aunque
no estaban autorizados, sí existían a muy pequeña escala, pero no eran visibles.
Ahora no se pueden evitar en las calles, hay una verdadera explosión de
mensajes. No se puede decir que el graffiti árabe haya renacido con la
revolución pero sí hay un antes y un después de las revoluciones", explica a
Periodismo Humano Marwan Kraidy, profesor de Comunicacion Global de la
Universidad Pennsylvania y especializado en el graffiti como fenómeno de
expresión, en una entrevista mantenida a su paso por Beirut.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La directora de la fundación Saradar, Tania Helou, una de
las más reconocidas expertas libanesas en el mundo del graffiti -dedicó su tesis
doctoral a analizar el impacto del graffiti en la guerra civil, y dispone de una
vasta colección de fotografías de esta forma de expresión que comenzó en 1975-
coincide con el egipcio Kraidy en lo extraordinario del fenómeno. "En Oriente
Próximo, hasta ahora era una rara forma de expresión contra los regimenes
políticos. En 1975, sólo se vinculaba a la violencia, a la política y a la
guerra. Comenzó en Líbano y en Palestina, y más tarde muy tímidamente en países
árabes como Jordania o el Golfo, donde no es algo generalizado ni reconocido. En
su esencia, es una actividad ilegal en la región. Con la primavera árabe el
fenómeno se ha revitalizado, la juventud revolucionaria ha pasado de forma
espontánea y natural al graffiti como forma de expandir su mensaje en su país y
en todo el mundo".<BR> <BR>Los primeros graffitis animaron al resto, como
lo hicieron el éxito mismo de las insurrecciones sociales en Egipto, Yemen,
Libia o Túnez. Resumían las demandas y las frustraciones del pueblo, señalaban
los fallos del sistema, recuerdan los desafíos pendientes y los rostros de
quienes oprimen y también de quienes dieron la vida por un futuro de esperanza y
no de represión. "El grafiti refleja cambios políticos, pero también es
precursor de lo que puede ocurrir. En Egipto, después de la caída de Mubarak
hubo una etapa de desilusión durante la toma de poder del SCAF de la que los
periodistas no hablaban, pero sí podías ver graffitis criticando a la Junta
Militar. Cuando no había aún manifestaciones, sí había pintadas. Hay una
relación simbiótica entre lo que se ve en el muro y la realidad", incide
Kraidy.<BR> <BR>Durante los meses que transcurrieron tras la caída de Hosni
Mubarak, se creó un extraño juego en las calles del Cairo: por las mañanas
aparecían cubiertas de graffitis que horas después serían borrados por los
agentes del orden para, a la mañana siguiente, resucitar con más fuerza, más
ironía y más color. "Era como si los muros estuviesen vivos", comenta una
profesora cairota cuya residencia se encuentra cerca de la calle Mohamed
Mahmoud. Las críticas contra el nuevo presidente, el islamista Mohamed Morsi,
que salpican los muros también suelen ser repintadas por la policía.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El pasado septiembre, un mural gigante en una de las
calles próximas a la Plaza Tahrir fue repintado por la policía. A la mañana
siguiente, el mismo muro había sido rellenado con imágenes, muchas de las cuales
criticaban al presidente y a los Hermanos Musulmanes. "Sois un régimen al que le
asustan las brochas y los bolígrafos, oprimís y marcáis a los oprimidos. Si
hiciéseis lo correcto, no estaríais asustados de lo que pintamos. En el fondo de
vuestros corazones, sois unos cobardes", rezaba una de las pintadas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El fenómeno es tan imparable y está tan asociado a la
revolución que, al fin y al cabo, aupó a los Hermanos Musulmanes al poder, que
el primer ministro Hisham Kandil ha condenado la limpieza de pintadas,
argumentando que "va en contra del intento de preservar la memoria de la
revolución".</DIV>
<DIV align=justify><BR>En Egipto, los artistas gráficos implicados en el
graffiti han publicado Wall Talk, un libro que recopila, en sus 680 páginas,
fotografías de los cientos de pintadas que se han realizado en las calles
egipcias desde el 25 de enero de 2011 hasta la actualidad recorriendo así la
revolución de forma gráfica. En Yemen, los mismos que hicieron la revolución
armados con botes de pintura han evolucionado hasta reunirse en un colectivo,
Alwan al Hayah, o Colores de la Vida, para poner color a las calles de Taif
inspirándose en el trabajo del olvidado artista Hashim Ali. En Libia, el
fenómeno sorprendió poniendo color a un país cuyo régimen había negado cualquier
tipo de libertad de expresión a sus ciudadanos: hoy son muchas las pintadas que
se mofan del ex dictador como si sus autores se vengaran de décadas de
represión.<BR> <BR>En Bahréin, donde el desenlace de la revolución está
pendiente, las pintadas son menos sofisticadas dado que siguen siendo
clandestinas: suelen exigir la caída de la dictadura de los Hamad -en el poder
desde hace dos siglos- y muchas veces representan a la Plaza de la Perla, icono
de las manifestaciones multitudinarias que iniciaron la actual revolución
bahreiní y también de la represión d régimen: la plaza en sí fue finalmente
demolida por los autoridades para acabar con el símbolo de los
insurrectos.<BR> <BR>Ocurre algo parecido en Siria, donde la revolución
inicial transcurre en paralelo a la guerra civil que ha promovido el régimen.
Las pintadas son omnipresentes pese la venganza de la dictadura contra sus
autores: no hay que olvidar que fue una pintada elaborada por unos adolescentes
en el muro de su escuela en Daraa -Al shaab yurid isqat an nizam, o El pueblo
quiere la caída del régimen- la que detonó la actual situación. Los alumnos
fueron detenidos y torturados, generando protestas reprimidas con disparos que
no tardarían en extenderse a todo el país.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Según Rana Jarbou, autora del libro Arabian Walls -un
repaso de la historia del graffiti en el mundo árabe que incluye 11 países- el
empleo de esta técnica comenzó en Siria en 2008, con el cortometraje Al Rajool
al Bakhakh, el Hombre del Aerosol, la historia de un graffitero sirio que
comienza una campaña de pintadas contra la contaminación. Termina entregándose a
las autoridades y le encierran en una celda de muros blancos con botes de spray:
su tortura es ver su trabajo cubierto de pintura blanca cada vez que lo termina.
"Ahora hay un hombre del aerosol en cada ciudad y cada pueblo de Siria. Los
jóvenes saben que su trabajo será borrado inmediatamente, así que lo
inmortalizan en vídeos de YouTube".</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Antes, en Siria, no había forma de hacer graffiti porque
había demasiado miedo", asegura Helou. Uno de los activistas más destacados de
Homs, Al Jedd, detenido por el régimen hace menos de un año en Aleppo, explicaba
a Periodismo Humano que tener un bote de pintura o una cámara de vídeo es
considerado un crimen mucho más grave que tener un arma. Son muchos los
graffiteros que han sido arrestados -Mohamad Khanki en Damasco, Mohamad Ratib en
Homs, o el propio autor del guión de Al Rajool al Bakhakh- pero eso no desanima
a los activistas, que han llegado a establecer una Brigada de Sprayman.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Hasta las revoluciones árabes, no se podía hablar de
graffiti político en el mundo árabe", prosigue la directora de la Fundación
Saradar. Líbano, y sobre todo Palestina, fueron las excepciones durante décadas
a la represión de los mensajes políticos. El muro israelí levantado sobre
enormes sectores de Cisjordania -conocido como el muro del apartheid- ha atraido
a artistas locales e internacionales que han abierto ventanas, con sus diseños,
en las mentes de los cercados por el cemento. En el país del Cedro, el graffiti
atravesó su época más vital precisamente cuando el país se desangraba. "Entonces
se empleaba como forma de división sectaria y política, eran usados para
interferir en los barrios a causa de la inmadurez de los grupos, que pretendían
dominar al resto. La única lección de aquello fue la imposibilidad de
dominación, y eso se refleja en la actualidad, donde la coexistencia es un deber
dado que somos una sociedad multiconfesional", explica Tania Helou. "Ahora suele
llevar mensajes de unidad. Antes delimitaba los territorios de una u otra
milicia, ahora su presencia en toda la ciudad refuerzan la unidad de
Beirut".<BR> <BR>Eso explica que hoy en día, las pintadas en Beirut sean
apolíticas. La novedad en las calles libanesas es la extensión del fenómeno y
también la calidad del graffiti, si bien una iniciativa de Beirut Art Center
-con apoyo de la Fundación Saradar- tuvo mucho que ver. Fue bautizada como White
Walls y tenía como propósito "convertir la ciudad en la continuidad de la
exposición en la galería", explica a Periodismo Humano Shiska, uno de los
graffiteros más conocidos del Líbano. Quince reputados artistas internacionales
decoraron el interior de la galería beirutí y también varios muros esparcidos
por toda la ciudad, convirtiendo a toda la capital libanesa en una exposición
por sorpresa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"El muro blanco del Beirut Art Center se convirtió en los
muros blancos de la ciudad y viceversa. La gente venía, cogía un mapa y
continuaba viendo la exposición en toda la ciudad", continua Shiska. La idea era
concienciar al público sobre lo que suponen los graffitis sin herir
sensibilidades. "No quisimos tocar temas sensibles: ni religión ni política",
continúa el artista durante una entrevista mantenida en la cafetería de la
galería. "Los graffitis de ahora son muy diferentes a los de los años 70 porque
somos una generación harta de ser relacionada con la guerra".<BR> <BR>El
joven admite que, en comparación con cualquier otro país árabe, el Líbano es un
lugar privilegiado para hacer graffitis. Son escasos los casos de detenciones ya
que, en teoría, la técnica es legal, aunque sí se producen arrestos. "Te pueden
detener por dañar la propiedad pública, aunque sólo pasa cuando el mensaje
molesta. Además preferimos cierta dosis de adrenalina mientras trabajamos
porque, si no, no lo disfrutas", dice con media sonrisa. Para Shiska, en
graffiti es una forma de expresión y una forma de arte diferente, porque incluye
vandalismo. "Demuestra la revulsión contra el sistema, puedes destruir un muro y
puedes embellecerlo. Se puede decir que vandalizamos de forma positiva".</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Hay que destacar la evolución del graffiti como arte
callejero, actualmente las técnicas y la creatividad están cambiando la
percepción pública. Era uno de los objetivos de la exposición, embellecer las
calles y dar reconocimiento a graffiteros libaneses como artistas con una
necesidad de expresarse en lugar de vándalos", añade Tania Helou.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Nada que ver con la situación que viven los países donde
las revoluciones no han terminado. "En tiempos de guerra o de cambios mayores,
el vandalismo no tiene sentido", apunta Marwan Kraidy. Para él, uno de los
grandes cambios del mundo del graffiti ha sido la irrupción de Internet, pero no
siempre de forma positiva. "Por un lado, el graffiti viaja por Internet
extendiendo el mensaje. Hay una página Facebook que recopila los graffitis srios
y que está siendo llevada por activistos egipcios, y muchas imágenes son
colgadas con suficiente calidad para que cualquiera pueda imprimirse plantillas
en casa y representarlas en cualquier momento y en cualquier lugar. La parte
negativa es cómo se están creando celebridades de gente que siempre actuó de
forma anónima".
<HR>
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