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<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR></STRONG><FONT color=#800000><FONT size=5><U><FONT
color=#000000 size=4><STRONG>9 de febrero
2013</STRONG></FONT></U><BR><STRONG>Colectivo Militante - Agenda
Radical</STRONG></FONT></FONT><BR><STRONG>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Túnez<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
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size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>Funeral,
resurrección, peligro: El entierro multitudinario de Chukri
Belaid</FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Santiago Alba
Rico</STRONG> <STRONG>*</STRONG></FONT></DIV>
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face=Arial><STRONG>Rebelión</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG><STRONG><A
title="http://www.rebelion.org/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG><BR><BR>Más de un
millón de personas -según datos del ministerio del Interior- acompañó ayer a
Chukri Belaid hasta el cementerio de Al-Yalaz, en lo que es sin duda no sólo el
entierro sino la manifestación más grande de la historia de Túnez. Como dice el
sociólogo Jabib Ayeb, hubo un 6 de enero (la fecha en la que comenzó en 2008 la
revuelta minera), hubo un 14 de enero (día del derrocamiento de Ben Ali) y hay
ahora un 8 de febrero, tercer jalón de un proceso que el asesinato del líder de
Frente Popular puede reconducir y acelerar. Esta enorme movilización, en un país
paralizado por la huelga general, ha tenido sin duda una dimensión catártica: la
re-liberación de ese miedo nuevo que amenazaba con atenazar los corazones y
paralizar, como en tiempos de la dictadura, el pulso popular. El entierro de
Chukri Belaid, tiene razón Gilbert Naccache, es un signo de salud
revolucionaria, de vitalidad intravenosa, la prueba de que el aliento rugiente
que derrocó al dictador no se ha apagado. Un aliento liberador que ha tenido ya
su traducción en una conquista en apariencia diminuta, pero de un alcance
subversivo: por primera vez en la historia de Túnez y quizás de todo el mundo
árabe, contra lo que es la tradición, las mujeres han entrado junto con los
hombres en el cementerio y participado con ellos en el
funeral.</FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Pero la multitudinaria
movilización de ayer tiene también una evidente dimensión simbólica. Hay como un
déjà vu que retrotrae la memoria colectiva al 14 de enero y que, por un
trampantojo mecánico, pero comprensible en el marco de la confrontación actual,
contribuye a identificar de manera engañosa el partido Nahda con Ben Alí, hasta
el punto de que durante algunas horas se difundió en la red -y en algunos medios
digitales- la falsa noticia de que el líder islamista Rachid Ghanouchi había
abandonado el país para refugiarse en Londres. Este trampantojo se ve reforzado
por las propias cifras de participación, que alimentan la conciencia de una
especie de unanimidad nacional. Ahora bien no se debería ceder a la ilusión de
que, frente a Nahda, el pueblo está unido como lo estuvo fugazmente frente a Ben
Ali. En primer lugar porque no hay que olvidar que Nahda, pese a su desgaste,
cuenta con un apoyo que no tenía el dictador y que su criminalización sólo puede
nutrir los sectores más radicales y reaccionarios de esta formación y atizar las
formas más violentas de confrontación. En segundo lugar porque esa aparente
unidad oculta en realidad intereses políticos muy diferentes encarnados en
fuerzas muy dispares vinculadas ayer en el espacio, pero que no lo están ni en
los programas ni en los métodos ni en los objetivos. Basta pensar en las
declaraciones del "viejo zorro" Caid Essebsi, máximo dirigente de Nidé Tunis,
pidiendo la disolución de la Asamblea Constituyente o en algunas llamadas al
golpismo que circulan por la red (a las que la presencia del ejército
protegiendo el sepelio ha dado también alas "revolucionarias"). La gigantesca,
emocionante movilización del viernes pone en manos del Frente Popular un capital
que es suyo sólo de refilón y que podrían utilizar otros actores en dirección
contraria a la que Chukri Belaid deseaba. Es como si a toda velocidad la misma
revolución que derrocó a Ben Ali estuviese ahora a punto de derrocar, o de dejar
a un lado, a la fuerza política que esa misma revolución llevó al poder y que
ayer apareció encogida, arrinconada, con su puñado de seguidores, un poco
afónicos, pidiendo respeto a la legalidad frente al Parlamento del Bardo. Pero
descartar a Nahda, ¿para ir a dónde? ¿Para que gobierne quién?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es aquí donde hay que introducir la otra dimensión, la
propiamente política, que es la que en definitiva va a definir, si lo hay, el
reemplazo a medio plazo de Nahda. El asesinato de Chukri Belaid y la
demostración colectiva de ayer no permiten mantener ni un minuto más el impasse
institucional. La formación de un nuevo gobierno provisional aceptado por la
mayor parte de las fuerzas políticas es la única garantía de que no se produzca
un peligrosísimo vacío de podeer. La insistencia ayer del primer ministro
Jebali, tras el funeral de Belaid, en proponer un gabinete "técnico" y
apartidista plantea algo más que dudas legales de procedimiento. Como sabemos,
no sólo el Frente Popular y las otras fuerzas de oposición, no sólo el
presidente Marzouki, socio de gobierno; también sus propios compañeros de
partido han manifestado su rechazo a esta solución. Lo que el miércoles por la
noche, horas después del asesinato del líder marxista, parecía una iniciativa
valiente y esperanzadora se revela ahora una cabezonería casi suicida. Incluso
si llegara a formar gobierno sin negociaciones previas con los partidos y al
margen de la Asamblea Constituyente, una moción de censura podría dejar sin
efecto sus nombramientos. Por lo demás, la idea de un gobierno de unidad
nacional, propuesta por la coalización de izquierdas, ha quedado hoy refrendada
por la movilización popular. Esa movilización debe servir, en efecto, para
relegitimar la Asamblea Constituyente, única emanación concreta de la voluntad
popular, acelerar la aprobación de la carta magna y celebrar nuevas elecciones
lo antes posible. La prolongación de la incertidumbre abre grandes escotes a las
maniobras de todas las manos negras y alimenta el riesgo de que un nuevo
atentado convierta esa multitud poderosísima de ayer, potencialmente de
izquierdas, en la justificación misma de una trágica involución a la
argelina.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT> </DIV>
<DIV align=justify>* Escritor y filósofo.</DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT></BODY></HTML>