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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT face=Arial><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>8 de marzo 2013</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: </FONT><A
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<DIV align=justify><FONT face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG><FONT
size=3>Venezuela<BR><BR>Balance matizado</FONT></STRONG><BR><BR></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial>José
Natanson*</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Brecha, Montevideo,
8-3-2013</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><A
title="http://www.brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.brecha.com.uy/"><STRONG><FONT
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face=Arial>http://www.brecha.com.uy/</FONT></STRONG></A></DIV><FONT size=2
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<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify>Un hombre es siempre muchas cosas. En el caso de Hugo Chávez,
beisbolista aficionado, lector voraz aunque de gustos dispersos, militar
habituado a ver el mundo en términos de táctica y estrategia, cristiano cada vez
más convencido, showman, self-made man, cantor y pintor
aficionado...</FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Podría haber sido, también, un héroe. En la tarde del 11
de abril del 2002 las fuerzas armadas rodeaban el Palacio de Miraflores, luego
de que una manifestación antichavista liderada por empleados de Pvdsa se
desviara hacia la sede presidencial y se enfrentara a un grupo de partidarios
del presidente, con choques entre policías y militares y francotiradores que
dejaron dos docenas de muertos de ambos bandos. Con un sector de los militares
cercándolo, las comunicaciones con los más leales interrumpidas y un panorama
internacional confuso -Estados Unidos y España apoyaban el golpe, la Argentina
de Duhalde se oponía, Brasil aguardaba-, Chávez decidió no combatir. Todavía no
sabía que sus funcionarios le jurarían lealtad, todavía los canales privados de
televisión no transmitían dibujos animados para ocultar a los miles y miles de
chavistas que bajaban de las laderas caraqueñas para respaldarlo, y todavía,
decisivamente, no era consciente de que una parte importante de las fuerzas
armadas, sobre todo de la Marina y el Ejército, se negaban a sumarse a la
asonada.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En este contexto confuso, Chávez ordenó a su guardia
personal no enfrentar a los militares sublevados y se entregó sin disparar un
solo tiro. Al hacerlo, Chávez actuaba racionalmente, midiendo relaciones de
fuerza, calculando probabilidades y recurriendo a la enorme astucia de no dejar
nada por escrito: se rindió, por supuesto, pero se negó a firmar la renuncia
formal que los golpistas nunca pudieron exhibir en público, en uno de esos
gestos aparentemente menores pero que revelan la intuitiva sagacidad del
verdadero político. Porque renunciando sin combatir, Chávez hacía algo más que
evitar el destino trágico de Allende, que se pegó un tiro con la ametralladora
obsequiada por los cubanos cuando las tropas de Pinochet entraban a La Moneda.
En aquel momento, en una decisión que a la larga se revelaría acertada, Chávez
sí renunció a algo: renunció al destino de héroe para ser, desde ahí y hasta el
final de sus días, un político.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>(Lo interesante es que
el consejero definitivo de esa decisión, según el mismo Chávez contaría después,
era, él sí, un héroe: Fidel Castro, al teléfono desde La Habana, le sugería que
no se inmolara, que se entregara mientras pudiera porque, intuía bien, todavía
había chances de un retorno al poder. En una de esas vueltas interesantes que a
veces nos trae la historia, el héroe le aconsejaba a Chávez que actuara como un
político.)</DIV>
<DIV align=justify><BR>De entre todos los ángulos posibles para analizar a
Chávez, elijo entonces éste: Chávez podrá haber sido un buen o un mal
presidente, pero no fue un héroe ni un tirano. Por eso, aunque la tan de moda
comparación con Fidel resulte tentadora, también puede ser engañosa: a
diferencia del cubano, un exponente de la Guerra Fría que lideró la epopeya de
una revolución triunfante a 90 millas de La Florida, Chávez fue un político del
siglo XXI que llegó al poder por los votos y se mantuvo ahí 14 años gracias al
apoyo popular evidenciado en una seguidilla de trece elecciones impecablemente
ganadas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y fue también el primer gran líder de la etapa
posneoliberal de América latina. Asumió la presidencia en 1999, en plena
hegemonía del Consenso de Washington, y comenzó a explorar un camino por el que
luego avanzarían otros países. No por una especial clarividencia, o al menos no
sólo por eso, sino porque el estallido económico, la crisis social y el derrumbe
del sistema de partidos (las marcas de fábrica de la transición pos neoliberal)
que en Argentina se produjeron en 2001, en Bolivia en 2003/2004 y en Ecuador en
2004/2005, en Venezuela sucedieron en 1989, cuando el Caracazo cambió para
siempre el paisaje de un país que, en la tibieza de una socialdemocracia
autocomplaciente, se había creído a salvo de traumas sociales y golpes de
Estado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde su llegada al poder y la asombrosa puesta en escena
de su primer juramento ("juro por esta moribunda Constitución", dijo para dejar
bien clara su intención de reformarla), Chávez maniobró hábilmente -siempre
midiendo, calculando, sopesando- hasta alcanzar, en sus últimos años, un
ambicioso proyecto de reforma política, social y en menor medida también
económica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Detengámonos un momento en el balance. Desde el punto de
vista social, el saldo es positivo: prácticamente todos los indicadores
mejoraron, se los mida como se los mida, en los 14 años de chavismo. Desde el
punto de vista económico, en cambio, el balance es más matizado: Chávez no logró
romper la monodependencia de un país que sigue exportando básicamente un solo
producto -petróleo- a básicamente un solo destino -Estados Unidos-, aunque es
lícito preguntarse si alguien podría haberlo hecho con un barril que se obstina
en ubicarse por encina de los 100 dólares. Como sea, Venezuela ha registrado un
crecimiento desparejo, acumula preocupantes tensiones macroeconómicas (alta
inflación, déficit fiscal, un mercado cambiario caótico) y sigue descansando en
una estructura productiva más parecida a la de Nigeria o Arabia Saudita que a la
de Argentina o Brasil. Desde el punto de vista político, el saldo del chavismo
es un formato institucional difícil de definir pero muy novedoso, una especie de
hiperdemocracia plebiscitaria en la que la evidente legitimidad del líder
convive con no menos evidentes esfuerzos por debilitar el componente republicano
-y en menor medida el liberal- propio de cualquier sistema democrático. En
concreto: Venezuela es el único país latinoamericano -a excepción de Cuba- que
no contempla límites al ejercicio permanente del poder por la misma persona, y
al mismo tiempo celebra periódicamente elecciones limpias en las que, cuando el
líder pierde, como sucedió en el referéndum del 2007, reconoce su derrota.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Y por último, desde el
punto de vista de las relaciones internacionales, Chávez fue el principal
impulsor de una integración latinoamericana concebida como una articulación
solidaria entre iguales, que no cayó en el típico esquema centro-periferia que
caracterizó a las relaciones con Gran Bretaña, Estados Unidos e incluso, por
momentos, Brasil, pero que a la vez encontró enormes dificultades para
cristalizar en acuerdos concretos y duraderos. Una integración presidencial que
aún no ha coagulado en procesos institucionalizados a la altura de sus
intenciones (no tenemos ni Banco del Sur ni moneda única ni aduanas armonizadas
ni un Parlamento), pero que de todos modos supone un desafío a Estados Unidos.
Pero un desafío contenido, administrado. Sucede que, pese a su prédica
antiimperialista, Chávez evitó jugar con los dos temas más sensibles en la
estrategia exterior de Washington (cooperó siempre en materia de lucha contra el
narcotráfico y no mantuvo con las FARC más contactos que los necesarios para
resguardar sus fronteras, como por otra parte también hace Brasil), en el
contexto de una relación comercial estable y mutuamente beneficiosa (la única
vez que Chávez dejó de enviar petróleo al imperio fue -paradojas de la historia-
cuando la oposición conservadora paralizó Pdvsa).</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Resulta difícil, en
medio de la avalancha de análisis y tras 14 años en el poder, ensayar un balance
del chavismo. Lo central, creo, es evitar que las necesarias miradas panorámicas
oculten los matices y las contracciones de un régimen que podrá ser de trazo
grueso, pero al que el trazo grueso no alcanza para describir. Y que además
-aunque apenas se reconoce- fue mutando en el tiempo, de la fascinación inicial
con la tercera vía al socialismo del siglo XXI, por motivos totalmente
comprensibles: a diferencia de Evo Morales y Lula y al igual que Rafael Correa,
Chávez llegó al poder sin un partido, un movimiento social o una confederación
sindical que lo respaldara, y quiso emprender cambios profundos basándose sobre
todo en su voluntad y su carisma. Y ahí se encontró con la paradoja -otra más-
de intentar implantar el socialismo, aun el del siglo XXI, en una sociedad
amansada en una cultura económica rentista, con una estética que no es la única,
por supuesto -porque Venezuela también es cuna de escritores y pintores
geniales-, pero sí la dominante, de nuevo rico a lo Catherine Fulop; una
revolución en el país que consume más whisky escocés per cápita del mundo
(aunque no produce ni una gota y aunque sí fabrica un ron excelente), donde se
venden más Hammers (a 80 mil dólares cada una) que en Estados Unidos y cuya
capital se ha ido convirtiendo en la ciudad más insegura de Sudamérica (¡más que
Río!), a pesar de que los índices de desigualad han mejorado (en una de esas
contradicciones que ponen en crisis las verdades de los sociólogos, Caracas es
una ciudad más igualitaria pero más peligrosa).</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Volvamos al principio.
Como el resto de los presidentes del giro a la izquierda latinoamericano, Chávez
supo combinar gobernabilidad económica con estabilidad política e inclusión
social, trípode en el que descansa la legitimidad de esta nueva camada de
líderes. Fue, de todos ellos, el que llevó más lejos su vocación transformadora,
aunque las reformas no siempre hayan funcionado y aunque muchas de ellas tengan
pies de barro. Manteniéndose dentro de las amplias fronteras de la democracia y
el capitalismo, Chávez tuvo la vocación de los grandes políticos que quieren
estirar la cuerda al máximo, y en el camino chocó, una y otra vez, con la
realidad de un país que lo quiso tanto como lo odió. Sin caer en disquisiciones
de hegelianismo para aficionados acerca del Hombre y la Historia, si el sujeto o
la estructura, digamos por último que Chávez fue la expresión más potente de un
proceso que lo trasciende, histórica y geográficamente. Sus límites fueron los
de Venezuela y los de las revoluciones impuestas desde arriba.</DIV>
<DIV align=justify><BR>* Director de Le Monde Diplomatique/El Dipló, Edición
Cono Sur.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>