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<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>16 de abril 2013</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT></STRONG><BR><STRONG>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></STRONG></FONT><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Venezuela<BR><BR>Petróleo, religiosidad
y política</FONT></STRONG><BR><BR></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG>Horacio González<BR>Página/12, Buenos Aires,
16-4-2013<BR><A
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title="http://www.pagina12.com.ar/ CTRL + clic para seguir el vínculo"></STRONG></A></FONT></DIV><FONT
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<DIV align=justify><BR><BR>Nunca es fácil describir la desazón o la pérdida de
una expectativa. En estos momentos, el PSUV -el partido de Chávez en Venezuela-
se halla sumido en una ardua discusión. ¿Qué pasó con los miles de votos antes
chavistas que movieron su aguja hacia los caudales de Capriles? ¿Las razones son
una súbita percepción ocurrida en numerosos sectores populares de que Chávez era
irremplazable? ¿Maduro no representó acabadamente el "legado"? ¿O, al contrario,
lo sobrerrepresentó? ¿Hay motivos económicos que corroyeron silenciosamente la
vida doméstica popular como efecto de las devaluaciones, algo que apenas fue
mencionado (ciertamente, mucho más por Capriles)? Hoy, pensar respuestas
adecuadas para lo que no fue una derrota material, pero sí un severo desacople
con la realidad que se esperaba, corresponde a un ejercicio de la imaginación
política que recorre -debe recorrer- todos los procesos populares de la
región.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Maduro se presenta como Hijo de Chávez, y éste es el
"supremo eterno", esto es, el Padre, que se situó en la publicidad del gobierno
como un oráculo que se plasmaba en venerables imágenes de episodios del pasado.
Sobre todo del golpe que en el mismo mes de abril de hace varios años habían
intentado muchos de los ahora felices poseedores de casi la mitad del padrón
electoral venezolano, entre ellos, Capriles. Al regresar Chávez de su prisión en
un célebre helicóptero, los locutores de la televisión pública, que por cierto
no están desposeídos de entusiastas chispas discursivas, rebautizaron este hecho
como "la resurrección del comandante". No ya el reintegro ni el rescate.
Agréguese a esto que Maduro se refirió a aquella antigua gesta como un modo de
comportamiento popular (miles y miles de personas actuaron en pos de un objeto,
sin ninguna clase de coordinación), posible de definirse en términos de un
"misterio popular". "El pueblo es misterioso", dijo. Más allá del interés
intrínseco que tienen estas frases para una historia de la discursividad
litúrgica en los movimientos sociales, se configuraba un triángulo de
pensamiento místico basado en las figuras del Padre, del Hijo y del Misterio
Popular (o Espíritu Santo), que establecía ciertas diferencias con las
religiosidades populares del más diverso tipo, para estacionar la apelación
política en una estructura que semejaba inconscientemente al cuerpo de Cristo,
donde la sociedad entera se reflejaba.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La televisión pública ayudó a la creación de estas
aureolas mítico-políticas ancladas en iconos ya fijados de un estrato de tiempo
anterior, de características, en verdad, casi sacras. El efecto reiterativo de
ciertos arquetipos icónicos de la televisión ayuda mucho a asimilar el presente
complejo a un exorcismo o a un rezo. No es que estas teologías políticas sean
desdeñables, pues son la sal y el cimiento palabreril de los movimientos
sociales de todas las épocas. Aun más en esta Venezuela cuyo subsuelo cristiano
tiene ensambles de todo tipo, tanto evangélicos como credos de remotos sustratos
africanos u orientales, reciclados en la era de los medios de comunicación, que
aportan sus propios fetichismos. Maduro se movió en esas dimensiones auráticas
suponiendo, con razón, que siendo el heredero no podía dejar de superponer
estrictamente su palabra a la Palabra, su voz a la Voz. No hacerlo era un riesgo
para la enorme añoranza que no cesa respecto de una ausencia crucial, pero el
ausente sin embargo está expuesto en la iconografía de sus ciudades como un
demiurgo omnipresente. En las múltiples fachadas de las viviendas sociales
construidas en todos los rincones de Caracas, sus ojos siguen contemplando la
ciudad presente como una mirada paternal, suavizando las palabras de orden con
la fantástica imagen postrera de su cuerpo bailando bajo la lluvia. La ausencia
del hombre que marca con su nombre a los demás, se rebela frente a la muerte y
no quiere saber de su impotencia. Por eso siempre se postula que esa falla,
origina frente a lo ineluctable la frase más comprensible de todas. "Chávez está
vivo", "Está en nosotros", "Somos Chávez". Sólo quien no supiera emocionarse con
estas manifestaciones de la angustia frente a la desaparición de las grandes
figuras históricas -aun cuando sea el Estado el que organiza el culto-, podría
arriesgarse a críticas insustanciales.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Aquí queremos decir otra
cosa. El sincretismo chavista había agregado la noción de socialismo del siglo
XXI y otros elementos de la teoría política contemporánea, como democracia
participativa y autogestión comunitaria, dándoles muchas veces alcances que
remitían no tanto a la crucifixión sino a una bibliografía que al propio Chávez
le gustaba exhibir en actos públicos. No sólo mostrar el libro de la
Constitución, acto con cierta reminiscencia maoísta, pero para recordar el Popol
Vuh de la cultura maya, sino también exhibir en público la gran novela de Uslar
Petri, Lanzas coloradas, para ejemplificar con las dificultades de los espíritus
más aventurados lanzados al azar de la batalla.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Maduro se vio conminado a ejercer una efectiva mímesis.
Algunas inflexiones de su discurso son las de Chávez, y además se compromete por
medio de juramentos reiterados ante el jefe muerto, lo que produce un efecto de
plegaria y ritual sollozante, que no lo desmerece -estremece verlo-, pero que es
necesario revisar en este momento profundamente delicado de la nación
venezolana. Escúchense los discursos posteriores al comicio de Capriles y de
Maduro. El primero es terminante, amenazador, da la impresión de un teniente
primero dando órdenes en alguna escena castrense clase B. En cambio Maduro, que
sí visita cuarteles -sobre todo el de la Montaña, que tiene valor de sagrario
mayor, pues allí está el cuerpo de Chávez-, y que participa de reuniones de la
milicia popular donde escucha las inflexiones de la cultura disciplinaria
militar, es un hombre que parece abrumado y frágil. Su responsabilidad será
mucho mayor a partir de ahora. Quizá deba cambiar algunas citas (los libros de
Coelho que exhibió hasta este momento tal vez reclamen un cambio por otras
visiones menos trivializadas del amor individual y colectivo) y, por encima de
todo, promover una nueva izquierda social que debe ser nuevamente activada, en
materia de concepciones sociales que tengan gran heterogeneidad, aunque con un
eje dominante democrático permanentemente autocrítico. Deberá asimismo escapar
de los binarismos políticos fáciles y darle un alcance mayor a la consigna más
relevante del período chavista: una nación es una gran paideia, un gran aparato
pedagógico y de lenguaje. Allí descansan también sus fuerzas productivas
materiales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Uno puede apreciarlo cuando camina por la Caracas
profunda un día de elección. En cada centro de votación hay ciudadanos
informados, con un cierto toque de sabiduría jacobina, y los que remugan por el
"poder chavista", incluso, se saben definir bien como ciudadanos de derecha,
balancean como peritos las posibilidades del golpe, la elección y la
conspiración. Un recorrido le exige al visitante tomar el nuevo funicular. Los
carros colgantes tienen nombre. Nos toca viajar en uno que dice "Patria
socialista". Desde el aire se ven las viviendas que aun esperan dar su salto a
una mejor calidad habitacional, humana y social. Toda ciudad es un gran
montículo de inscripciones. Caracas las tiene de todas sus edades históricas y
son escrituras de esperanza. El petróleo mismo es pensado políticamente como una
forma inmediata de renta social comunitaria. Es necesario afinar estos
pensamientos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Maduro, en su discurso de la noche, cuando los cómputos
esperados habían fracasado, insinuó revisar cuestiones, buscar caminos
alternativos, pensar con mayores destrezas las coyunturas enormemente difíciles
que se verán de ahora en adelante. Deberá salir de su estado de gobierno
acosado, aunque portador de una gran herencia, para pensar esa herencia, y
pensarse él mismo de un modo que, sin abandonar lo que presupone la dificultad
de ser guardador designado y electo del carisma de otro, sepa explorar lo que da
la excepcionalidad de la historia, tan importante como la economía del petróleo,
pero con un sentido de emancipación. Explorar también lo que da la posesión del
Estado, pero para apartar las rutinas más oscuras que todo Estado defiende como
si fueran su secreto más precioso; lo que da dirigir un poderoso movimiento
social latinoamericano, pero recreando su excepcional mediación de un legado.
Ante una derecha que habla desde un reñidero repleto de votos, deberá hallar las
necesarias enunciaciones novedosas que exige la ya develada carga democrática de
las urnas. El destino de las sociedades bipolarizadas exige una nueva discusión
por parte de los que somos la parte de la dicotomía que se proclama más cercana
a la felicidad pública, al reparto equitativo del producto social y a una
eticidad política subjetivamente emancipada. Tenemos que demostrarlo con
renovadas reflexiones sobre las espesuras, el espíritu popular, los grandes
legados humanistas y la constante predisposición crítica.
<HR>
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