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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>27 de mayo 2013</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Colombia</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El campo: primer acuerdo político
entre Gobierno y Farc en 30 años de negociaciones</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El acuerdo anunciado en Cuba el
domingo es de hondo calado y le da al proceso de paz un segundo
aire<BR></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Álvaro Sierra
Restrepo</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=2 face=Arial>Semana, Bogotá,
26-5-2023</FONT></STRONG></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Calibri></FONT> </DIV>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial>El proceso de paz entre el gobierno y
las FARC recibió este domingo un poderoso impulso. Después de seis meses de
conversaciones, las partes anunciaron que habían llegado a acuerdos en torno al
punto de desarrollo rural, el primero de los cinco de la agenda, y que pasarán
al segundo, el de participación política, a partir del 11 de junio, en la
siguiente ronda de conversaciones.<BR><BR>El anuncio, que visiblemente las
partes quisieron resaltar de manera especial, al encargar a Noruega y Cuba, los
países acompañantes, de que leyeran por primera vez su comunicado conjunto ante
la prensa, tiene, a la vez, una profunda significación y un poderoso impacto
coyuntural. <BR><BR>Se trata del primer acuerdo político entre un gobierno y las
Farc en una historia de negociaciones que empezó con Belisario Betancur hace más
30 años, con el célebre -y fallido- proceso que tuvo lugar entre 1982 y 1987 y
dio origen a los acuerdos de La Uribe que incluyeron la creación de la Unión
Patriótica, posteriormente aniquilada. Desde entonces, ninguna de las
negociaciones que tuvieron lugar con las FARC había producido un acuerdo de
fondo, y ninguna lo hizo sobre un punto esencial como el agrario.<BR><BR>El jefe
del equipo negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, declaró lo convenido
"histórico". Rodrigo Granda, de las FARC, calificó los acuerdos logrados como
"demasiado importantes".<BR><BR><STRONG>Un acuerdo que puede saldar la deuda del
Estado con el campo</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR>El acuerdo no es solo de honda
significación por ser el primero de su tipo desde los años 80. La sola
designación de lo convenido da una idea de su calibre: "Hacia un nuevo campo
colombiano: reforma rural integral", se denomina. <BR><BR>De volverse realidad,
lo acordado este domingo no sólo puede cambiar radicalmente las cosas en el
campo colombiano, sino que provocará redobladas polémicas con el uribismo, que
encarna sectores del agro que pueden sentirse lesionados con estos acuerdos,
como los ganaderos.<BR><BR>El agro es la razón de ser de las FARC, que se
fundaron no con un programa político amplio, sino con el llamado "Programa
Agrario de los Guerrilleros", de 1964. Y, en un país que en el siglo XXI sigue
exhibiendo en el campo uno de los índices de inequidad más notables del planeta
y siempre se resistió a hacer una reforma agraria, abre la posibilidad de que el
Estado salde su gran deuda con la modernidad.<BR><BR>El acuerdo tiene como
"piedra angular", como lo señaló de la Calle, el pequeño campesino, el más
pobre. <BR><BR>Se creará un fondo de tierras para entregarlas a los que no las
tienen. Se formalizarán los títulos de propiedad, se creará un jurisdicción
agraria para protegerlos y se modernizará el castastro, una tarea pendiente
desde hace 30 años. Se prometen planes para suplir las deficiencias en
educación, vivienda, salud e infraestuctura en el campo. Según dijo De la Calle
(las FARC no se refirieron a esto), se "vigorizarán" las zonas de reserva
campesina, pero no se les dará autonomía, como quería la guerrila. Y se plantea
el cierre de la frontera agrícola -es decir, el fin de la expulsión de pobres y
campesinos sin tierra a los márgenes del país donde prosperan las economías
ilícitas, que ha sido la base del 'desarrollo' rural por un siglo y un motor del
conflicto armado.<BR><BR>Aún está por verse la letra menuda de lo acordado, que
ocupa múltiples páginas, según se sabe. Pero, en un claro mensaje a los actores
poderosos del campo, el jefe negociador del Gobierno precisó que estas
decisiones no afectarán la propiedad privada y que, como lo dice el acuerdo,
todos estos procesos tendrán lugar "con sujeción al ordenamiento constitucional
y legal".<BR><BR><STRONG>Un efecto inmediato</STRONG><BR><BR>Más allá de su
signicado de fondo, este anuncio da a las conversaciones en Cuba un respiro del
cual estaban necesitadas luego de seis meses de no producir resultados
contundentes. <BR><BR>Es probable que el respaldo frente al proceso entre la
opinión pública muestre un repunte en las encuestas. Y que, como dijo el senador
Iván Cepeda, lo conseguido reste argumentos a los críticos del proceso. Aunque,
también, les puede dar razones para señalar que se está acordando con una
organización sin legitimidad, como las FARC, la suerte del campo
colombiano.<BR><BR>El caso es que el proceso, que llevaba seis meses en el
primer punto de la agenda, pasa al siguiente. Habrá que ver cuánto tiempo toma
lo que viene, que tiene que ver con el espinoso tema de la participación
política. No sólo la de las FARC -un tema por el que el procurador y el fiscal
ya están enfrentados, pues está ligado al de si los guerrilleros pagan cárcel o
no-. Como lo anunció Iván Márquez el domingo esta guerrilla espera convertir ese
segundo punto en "la apertura al trascendental debate en torno a la democracia
colombiana".<BR><BR>Más allá de las obvias diferencias que aguardan en el
camino, el anuncio tiene un evidente efecto en la pugnaz coyuntura política y la
temprana campaña electoral en las que está inmerso el país. Y le da al proceso
de conversaciones en La Habana un segundo aire. En particular, frente a sus
críticos, quienes se van a ver en dificultades para generar argumentos
convincentes frente a un proceso que arroja su primer resultado
claro.<BR><BR><STRONG>Acuerdo incompleto; lenguaje
común</STRONG><BR><BR>Evidentemente, se trata de un acuerdo en el papel y cuya
aplicación está por verse. Colombia tiene una tradición de intentos fallidos de
cambios profundos en el campo que enfrentaron poderosas resistencias y
terminaron por no concretarse.<BR><BR>Ambas partes dejaron claro que se trata de
un acuerdo aún incompleto, "con salvedades puntuales que necesariamente deberán
ser retomadas", según dijo Márquez. Es decir, pese a que se anunció que pasan al
segundo punto de la agenda, el primero aún no está terminado. Se avanzó en cinco
de los seis subpuntos que componen el tema rural. El sexto, seguridad
alimentaria, y quizá otros elementos, aún están pendientes.<BR><BR>Tanto el
comunicado conjunto como De la Calle en su intervención insistieron en que se
trata de un acuerdo parcial que, de acuerdo con las reglas acordadas, sólo
quedará vigente cuando se acuerden los demás puntos de la agenda. "Nada está
acordado hasta que todo esté acordado" es el mantra de esta
negociación.<BR><BR>Las partes, como es previsible, reivindicaron cada una su
punto de vista. "Allí están plasmadas las ideas de justicia que los de abajo han
querido que se les escuche y se les reconozca", dijo Iván Márquez. De la Calle,
por su parte, señaló que lo pactado puede "crear un círculo virtuoso de
bienestar y estabilidad en el sector rural colombiano".<BR><BR>Más allá de las
obvias diferencias, la decisión de pasar al segundo punto de la agenda aunque el
primero no esté 'redondo' tiene probablemente que ver con las demandas del
proceso frente a la opinión pública, los medios y los tiempos del proceso
político en Colombia. En seis meses, el proceso debía producir algún resultado
contundente y desde hace dos o tres rondas de conversación, venían creciendo las
expectativas por resultados. Con este anuncio, las partes lo proveen y le dan al
proceso un segundo aire.<BR><BR>Y, a un país que empezaba a ver con impaciencia
el pausado ritmo de las conversaciones en La Habana, que empezaron formalmente
el 19 de noviembre del año pasado, le ofrecen, además un resultado subliminal.
Un elemento que quizá pase inadvertido pero que es esencial en toda negociación:
dos partes enemigas, enfrentadas en una guerra de casi medio siglo, no sólo
producen un acuerdo, sino un lenguaje común. Si bien nada puede estar más
alejado que los discursos de las FARC y el Gobierno sobre el agro, su comunicado
conjunto de este domingo deja claro que han logrado, quizá por primera vez en la
historia del conflicto armado, hablar el mismo idioma.
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