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<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>31 de mayo de 2013<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo -
Uruguay<BR>Redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Perú</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Hugo Blanco, el legendario
<BR></STRONG></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Por la tierra, por la
Tierra </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Con casi 80 años a cuestas,
el peruano Hugo Blanco, ex líder campesino, ex sindicalista, ex guerrillero,
continúa peleando por la tierra. “Ya no es sólo por la reforma agraria, también
por la defensa del planeta. Ser de izquierda hoy, ser revolucionario, es
defender el ambiente, el acceso al agua, luchar contra la gran minería, las
hidroeléctricas que inundan, contra las causas del cambio climático”, dice. Y
sigue soñando.</STRONG></FONT></DIV></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV class=createdby><FONT size=2><FONT
face=Arial><SPAN></SPAN></FONT></FONT> </DIV>
<DIV class=createdby><FONT size=2><FONT face=Arial><STRONG><SPAN>Sengo Pérez
,desde Lima</SPAN> </STRONG></FONT></FONT></DIV>
<DIV class=createdby><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Brecha, Montevideo,
31-5-2013</STRONG></FONT></DIV>
<DIV class=createdby><FONT size=2 face=Arial><A
href="http://brecha.com.uy/"><STRONG>http://brecha.com.uy/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV class=createdby><FONT size=2 face=Arial></FONT><FONT size=2
face=Arial><BR> </DIV></FONT><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify>No sabía ni imaginaba el hacendado Bartolomé Paz, que nada de
pacífico tenía, que cuando marcó a fuego sus iniciales en la nalga de un humilde
peón llamado Francisco Zamata marcaría también la vida del niño Hugo Blanco,
contribuyendo a crear al más importante líder campesino de la historia de Perú.
Desde entonces el hombre nacido blanco, doblemente, por piel y por apellido,
eligió el cobrizo camino del indio como ruta de vida. </DIV>
<DIV align=justify><BR>“En Cusco impactó mucho la revolución mexicana con su
carga de indigenismo, muchos músicos fueron tocados por eso y empezaron a
componer denunciando la situación; pintores como Sabogal también se ocuparon del
tema, profesores que nos hacían cantar canciones que hablaban del llanto del
indio, mi hermano que me daba literatura social, Jorge Icaza, Ciro Alegría,
Rómulo Gallegos, la tristeza del indio en la guitarra de mi padre, todo eso me
fue educando”, recuerda Blanco en diálogo con Brecha.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Yo estudiaba en el Colegio de Ciencias. Hubo un
dictador, Manuel Odría (que daría un golpe de Estado en 1948), que puso a
pequeños dictadores como directores de los colegios nacionales, un abusivo a
quien le hicimos una huelga y logramos sacarlo. Yo era de base, ahí aprendí algo
importante: a manejar el mimeógrafo.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>A los 20 años, Blanco emigraría hacia Argentina, con las
orejas bien abiertas por las ganas de saber. “Terminé el liceo y me fui a La
Plata, a estudiar agronomía. Allí estaba mi hermano Óscar, que era secretario
general de la célula local del apra. Ahí siguió mi formación, escuchando a gente
como Armando Villanueva, Carlos Enrique Melgar, leyendo a José Carlos
Mariátegui, a Manuel González Prada, a Haya de la Torre. Ahí me enteré de que
había habido una revolución en Bolivia en 1952.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>CON OVEROL. Blanco cambió el aula por la fábrica. “El
aprismo se estaba derechizando y del Partido Comunista mi hermano me hablaba muy
mal. En mi búsqueda, que incluía a disidentes del apra, me quedé con el Partido
Obrero Revolucionario. Después supe que era trotskista. Al tiempo se preparaba
un golpe en Argentina y la clase media estaba a favor, incluyendo al
estudiantado. La atmósfera de la universidad era irrespirable, entonces me metí
de obrero, ahí me sentía bien.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>La idea era juntar plata para regresar a Lima, y eso
hizo. Fue obrero textil, de la construcción, metalúrgico, hasta que encontró una
fábrica grande y con sindicato. Pero llegaba a Perú el vicepresidente de Estados
Unidos Richard Nixon, y los pequeños grupos de izquierda se unieron para
repudiarlo: “Fue tremendo, mucho más grande de lo que habíamos imaginado”. La
imagen de aquel muchacho macetón e indomable empezó a hacerse conocida, y esta
exposición pública motivó que por razones de seguridad el partido decidiera
mandarlo a su Cusco natal.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y allá fue, como siempre buscando algún sindicato. Por
intermedio de su hermana, que trabajaba en un diario, empezó a organizar a los
canillitas, niños de 12 o 13 años. Lo primero fue juntar dinero para hacer algo
tan básico como carnés de trabajo, para evitar la persecución de la policía. “Un
niño descalzo y en la calle era un delincuente. El dueño del periódico me hizo
meter preso, pero los niños hicieron huelga y conseguimos cosas que no
pensábamos.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>En la cárcel conoció a tres campesinos de la zona de La
Convención, que le contaron la situación que padecían. “El feudalismo implantado
por los españoles ahora se llamaba hacienda, y el hacendado era Dios, la
autoridad, el juez. Castigaba, violaba, humillaba, cedía una pequeña porción de
tierra al campesino que a cambio debía servir en sus tierras. Obligada estaba su
familia, incluidos los niños, a trabajar en la cosecha, a veces las mujeres en
la casa. Ellos, los hacendados, decidían cuántos días debían trabajar. Amo
absoluto, si alguno faltaba mandaba al capataz a sacar prendas de la casa del
campesino para pagar la falta. Podían ser ropas o herramientas. Este sistema se
trasladó a La Convención, zona de selva.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ya no había más tierra en la sierra, y con el argumento
de la colonización el gobierno comenzó a ofrecerla a precios irrisorios,
formándose enormes latifundios; pero hacer de la selva terreno cultivable era un
trabajo duro. “Los selváticos no entendían eso de trabajar para otros y se
perdieron en la espesura del monte. Hubo que llevar gente de la sierra, pero no
era su clima, no conocían las enfermedades ni las plantas que las curaban. La
mortandad fue tremenda.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las primeras organizaciones sindicales surgieron para
rebajar la cantidad de días que trabajaban para el patrón, que oscilaban entre
12 y 20 al mes. Los hacendados “considerados” negociaban con los campesinos a
través de abogados. Los “duros” no conversaban, y menos negociaban. “A quién se
le ocurre que voy a discutir con mis indios la forma en que tienen que servirme;
mando presos a los cabecillas y asunto arreglado”, pensaban y decían.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Eran tres de esos cabecillas los que conocí en la
cárcel”, recuerda Hugo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>EL bautismo. Inicialmente resistido en la Confederación
Campesina de Cusco por su filiación trotskista, acusado ridículamente de
imperialista y “pro gamonal” (pro patronal) por quienes no pudieron arrimarlo a
su rebaño, Hugo se ganó el derecho a ser en abiertas batallas callejeras contra
la policía, resistiéndose a ser arrestado, arrestado al fin, haciendo huelgas de
hambre. Finalmente fue reconocido por la Confederación, y el “agitador” del que
hasta entonces se desmarcaban algunos dirigentes fue enviado a organizar
sindicatos por todas partes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y comenzaron las huelgas. “No me daba cuenta entonces,
pero era el inicio de la reforma agraria, los hacendados comenzaron a
desesperarse. Andaban armados, sembrando miedo, amenazando. Si el campesino
recurría a la policía la respuesta era peor: ‘indios sinvergüenzas, todavía
quieren quejarse, el patrón tiene derecho a matarlos como perros’, decían. Ante
esto se estimó necesaria la formación de grupos de autodefensa, y me encargaron
la tarea.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>El no deseado bautismo de sangre era inevitable. El
hacendado Pillco y un guardia civil habían ido tras el sindicalista Tiburcio
Bolaños, y al no encontrarlo le dispararon a un sollozante niño de 11 años que
simplemente no sabía el paradero de su padrino.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El sindicato decidió pedirle cuentas al hacendado. Y allá
fue la comisión sindical, dirigida por Blanco. Pobremente armados sortearon el
primer control policial, pero en el segundo los guardias estaban alertados.
“Entramos al puesto, le relatamos al policía por qué estábamos ahí, le pedí
rendición y quiso sacar el revólver. Disparé primero. Después me enteré de que
ese policía era quien le había dado el arma al hacendado para dispararle al
niño.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Dos policías más murieron en enfrentamientos posteriores.
Meses después Blanco fue ubicado. Y asumió como jefe del grupo la
responsabilidad por las muertes. Vendrían tres años de detención. Lo llevaron
ante un tribunal militar en Tacna. Lejos de Cusco, y con todas las
irregularidades posibles, la ilegalidad fue la ley.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“¡Tierra o muerte!”, gritó al entrar al juzgado, y en voz
bajita le respondieron “¡Venceremos!”. También sus compañeros, que se habían
negado a declarase analfabetos y engañados por el “comunista” Blanco, como les
sugirieron, esperaban la condena. Pidieron entre 25 años de prisión y la condena
a muerte. Le ofrecieron deportarlo. “De haber aceptado hubiera perdido la
posibilidad de denunciar el sistema del gamonalismo y el rol de la policía. Eso
no se conocía, y la audiencia era pública. Además, hubiera sido traicionar a mis
compañeros, que seguirían presos.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Una campaña mundial con firmas de infaltables notables,
como Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, entre otros, evitó la condena a
muerte: le dieron 25 años de prisión.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Velasco </STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>El ejemplo de Cusco cundió por el resto de Perú. Las tomas de
tierras eran respondidas a balazos por el gobierno. Fue en ese contexto que se
produjo el golpe de Estado nacionalista conducido por el general Juan Velasco
Alvarado, que llevó la reforma agraria a todo el país. En 1970 se le presentó a
Blanco la posibilidad de ser liberado. Pero chúcaro y orejano, el hombre que fue
un dolor de cabeza para los gobernantes de derecha, para los comunistas, para
los apristas, no haría excepción con Velasco. “Depende de ti que salgas mañana,
me dijo una emisaria. ¿Cómo?, pregunté. Si te comprometes a trabajar por la
reforma agraria con el gobierno. No, gracias, ya me acostumbré a estar preso, le
dije. Una cosa es ser diputado, regidor de un consejo menor donde uno es elegido
y puede decir lo que piensa, y otra es ser funcionario público. Pero como otros
presos políticos sí aceptaron la oferta, la amnistía fue general y salí.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ya en libertad, sus compañeros insistían en que debía
colaborar con el gobierno. “‘No puedes quedarte al margen de la historia’, me
decían, y tanto insistían que dije: ‘Bien, sí voy a trabajar, pero con una
condición, que no se haga la reforma agraria que yo quiero pero tampoco la que
quiere el gobierno, que se pregunte a cada sector campesino si ellos quieren
parcelas, comunidades o cooperativas’.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Antes de que alborotara el avispero le prohibieron salir
de Lima, y al poco tiempo el eterno inconformista fue deportado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>De todas maneras reconoce como positivas las medidas del
general Velasco. “Destrozó el latifundio, el semifeudal de la sierra y el
industrial de la costa. Pero no fue un proceso democrático, muchas cooperativas
fueron hundidas por la burocracia. Eso sí, nacionalizó el petróleo, las minas,
la banca.”</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Prisión y exilio</STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Tras un corto tiempo en México, Blanco regresó a Argentina.
Era 1971, gobernaba el general Agustín Lanusse, la última dictadura que
precedería al retorno de Juan Perón. Al mes ya estaba encarcelado. Primero lo
encerraron con los presos comunes, luego en Villa Devoto, y después en la cárcel
donde estaban los militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (erp, de
pasado trotskista como el suyo), en condiciones durísimas. “Otra vez la presión
internacional se hizo presente y me fui al único país donde me podían recibir
bien: el Chile de Salvador Allende".</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero la tranquilidad le era esquiva a este hombre
porfiadamente andino. El golpe de Augusto Pinochet lo lanzó otra vez a la
clandestinidad. Una vez más tuvo suerte, que se le presentó con nombre y cargo:
Harald Edestam, embajador de Suecia. “Me hizo afeitar, me puso el traje de su
hermano, corbata negra, lentes, me sacó una foto y me dio un carné. Me
transformé en Hans Blum, consejero de la embajada sueca.” Y pudo zafar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Me instalé en Suecia y recorrí Europa denunciando la
dictadura de Pinochet. Después fui a Canadá y entré a Estados Unidos, donde hice
una gira denunciando la violación de los derechos humanos en Latinoamérica y la
participación de los gobiernos estadounidenses.” Era 1977, y en Perú una huelga
general hacía tambalear el gobierno de Francisco Morales Bermúdez, quien había
derrocado, con otro golpe, a Velasco Alvarado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Volvieron los exiliados, y volvió él como candidato a la
Asamblea Constituyente por el Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular
(focep). “Los candidatos teníamos un espacio gratuito en la televisión para
exponer nuestros proyectos, y a mí me tocó justamente después de un paquetazo
feroz de medidas de ajuste. En lugar de hablar de mi proyecto llamé a la gente a
plegarse al paro convocado por la central sindical cgtp. A las cinco horas ya
estaba preso. También agarraron a Javier Diez Canseco, a Genaro Ledesma, y nos
mandaron a Jujuy”, en el marco del Plan Cóndor de cooperación entre las
dictaduras de la región.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Lo que Morales Bermúdez no se animaba a hacer quería que
lo hiciera la dictadura argentina de Jorge Rafael Videla: asesinar a Blanco.
“Por suerte un periodista fotografió cuando nos bajaban del avión. Eso nos salvó
la vida. Terminé en un calabozo de Buenos Aires, y otra vez a Suecia.” </DIV>
<DIV align=justify><BR>En Perú, mientras tanto, fue presentado como candidato.
Fue el más votado de la izquierda, y en 1980 asumió como diputado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En las elecciones del 85 el dirigente trotskista no
participó, volviendo a lo que mejor hacía: el trabajo de campo, literalmente.
“Como dirigente de la Confederación Campesina del Perú (ccp) pedí que me
mandaran a Puno. Las ‘súper cooperativas’, uno de los errores de la reforma
agraria de Velasco, estaban en manos de los burócratas, y las comunidades
reclamaban esas tierras. Corrían rumores de tomas y allá fui. Se recuperaron
1.250.000 hectáreas.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>En 1989 el gobierno de Alan García lo quiso desaparecer.
“La gente de la zona de Pucallpa reclamaba un dinero que el Estado le debía por
la venta de maíz. A fuerza de bloqueos de carreteras y ríos se logró no mucho,
pero lo celebramos con un mitin. Estábamos cantando el himno cuando la policía
disparó. Murieron 23 campesinos y 28 desaparecieron. Yo me refugié en una
habitación de la Confederación y ahí me detuvieron. Me pegaron y me cubrieron la
cabeza. Por suerte un campesino vio cuando me cargaban en un auto y llamó a la
ccp, y de la ccp a Amnistía Internacional. Antes de tres horas de mi detención
ya se reclamaba mi liberación en todo el mundo.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>El hombre que debería estar muerto, al año siguiente fue
senador por Izquierda Unida hasta el golpe de Alberto Fujimori en el 92. Fue
objetivo de los servicios de inteligencia y de Sendero Luminoso. Y otra vez optó
por un exilio voluntario. “Me fui a México, y me tocó la suerte de vivir la
época del levantamiento zapatista.”</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>La Tierra, con mayúscula</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify> A los 78 años, Blanco sigue viviendo nuevos capítulos.
La tierra y sus avatares, dice, no le permiten descansar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hoy la razón de su lucha es otra. Si años atrás era la
posesión de lo que el diccionario de lengua española define como “terreno
dedicado a cultivo o propio para ello”, ahora es la defensa del “tercer planeta
del sistema solar, habitado por personas”. Pero las definiciones se entreveran y
tanto la primera como la segunda son una sola en lengua quechua: la Pachamama,
la madre tierra.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Las razones ahora son otras, pero de todas maneras
involucran a la tierra y al hombre: calentamiento global, minas a cielo abierto,
agroindustria que envenena, hidroeléctricas que inundan”, dice. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Y con su radicalismo de siempre combate en paz dirigiendo
un periódico, Lucha Indígena, con el mismo entusiasmo de cuando imprimía los
volantes en aquel mimeógrafo hace más de sesenta años en Cusco.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>—¿Usted está en contra de toda la
minería?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>—De toda, sí. La minería responsable es un cuento chino.
Antes, en la época de los incas, había vetas. De las vetas se sacaba el oro, se
fundía y no perjudicaba a nadie. Ahora ya no hay vetas, entonces se tienen que
volar cuatro toneladas de roca para sacar un gramo de oro. Eso es destructivo en
cualquier lugar del mundo.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>—¿Qué es ser de izquierda hoy en Perú,
Hugo?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>—Para mí la vanguardia política hoy acá es el movimiento
anti Congi, el de Cañaris, Celendín (todos movimientos de oposición a proyectos
mineros). Hoy de izquierda es aquel que está en donde está la lucha, y la lucha
ahora en Perú, fundamentalmente, no únicamente, es en defensa del ambiente. Pero
a la que hoy se dice izquierda, allí no la veo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>No hay una organización nacional, son todas regionales.
Yo espero que se conozcan entre sí y hagan una sola. Ese es nuestro rol, hacer
que se enlacen, y eso es lo que intento hacer.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>—Cuando tenía 30 años esperaba que este presente
fuera otro, ¿cierto?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>—Sí, yo tenía esperanzas en la revolución. Ahora estoy
más asustado que antes, ahora no se trata de lograr una sociedad más justa sino
de la supervivencia de la especie humana. Igual hay cosas que me ponen
optimista: el despertar de la gente contra el sistema en Grecia, en España,
hasta en Estados Unidos. Pero no sé si tenemos tiempo. Fijesé (se señala el
short que viste, la mañana es calurosa): ¿por qué ando así si no es
verano?</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Hugo Blanco vive todavía?, me preguntaron en Montevideo
en enero.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Yo lo había visto un tiempo atrás en una marcha por el
agua y contra la minería. “Creo que sí”, dije entonces.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sí vive, digo ahora, y más que muchos. Y aunque algo
encorvado, sigue caminando. A favor del agua, a favor de la tierra, y a favor
del hombre, aunque tenga el viento en contra, o al propio hombre.
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>El día que Diez Canseco se sentó
sobre Hugo Blanco</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Manuel Martínez *</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>[Hay] un hecho puntual que pinta a Javier Diez Canseco de
cuerpo entero: en 1989, cuando una insurrección campesina en Pucallpa enfrentó
la política de Alan García, hubo una feroz represión, con un saldo de ocho
muertos, dos decenas de desaparecidos y numerosos heridos. El todavía joven Alan
responsabilizó al histórico dirigente campesino Hugo Blanco por los hechos: fue
secuestrado, torturado y trasladado a Lima. Allí se dieron cuenta de que las
actuaciones judiciales eran un mamarracho insostenible y decidieron devolver al
prisionero a Pucallpa.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Blanco se resistió enfrentándose a golpes con los
policías, y apareció el diputado Diez Canseco: se sentó sobre él para evitar que
se lo llevaran. Los esbirros vencieron la resistencia de ambos y arrastraron a
Blanco a un móvil para subirlo de todas maneras a un avión. Pero el avión no
salía. ¿Qué había pasado? Javier estaba abrazado a una de las ruedas de la
aeronave, venciendo su discapacidad física, poniendo a prueba su coraje.
Parlamentarios de izquierda hubo muchos en Perú, como Javier Diez Canseco tal
vez pocos. Por algo fue reconocido en su funeral como el referente de una
izquierda que busca reconstruirse. n<BR> <BR>* Ex dirigente del
Partido Socialista de los Trabajadores de Perú y miembro del Frente Obrero
Campesino Estudiantil y Popular. Brecha reproduce extractos de esta columna.
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Javier Diez Canseco
(1948-2013)<BR></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>El rostro de la
izquierda<BR></FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Fue uno de esos personajes fuertes, implacables, persistentes
y con un agudo sentido de la justicia con los que Perú, país de injusticias
históricas, favorece cada tanto a su sufrida población. Javier Diez Canseco
nació en la sociedad limeña más favorecida, pero escogió el lado de los más
pobres y discriminados. Muy joven eligió irse a vivir en una comuna religiosa
que en el humilde distrito de San Martín de Porres practicaba la pobreza y la
solidaridad, de acuerdo a las enseñanzas de Jesús. Desde esos comienzos unidos
al cristianismo rápidamente saltó a la acción universitaria, a la izquierda
política, donde fue militante, gestor y fundador, y en la que se mantuvo cuando
los grupos y partidos más relevantes parecieron difuminarse entre los fuegos
cruzados y demenciales del fujimorismo por un lado y el senderismo por otro.
Diez Canseco continuó denunciando, investigando, propiciando alternativas que
parecían utopías, bajo los mandatos de Morales Bermúdez, Belaúnde Terry, el
primer Alan García, Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, el segundo Alan García,
Ollanta Humala </DIV>
<DIV align=justify><BR>Morales Bermúdez lo desterró, junto a otros opositores, a
la Argentina de Videla, lo que haría a Diez Canseco afirmar que el régimen
peruano no fue ajeno al Plan Cóndor. Al retornar fue elegido para integrar la
Asamblea Constituyente de 1979, logrando incluir en la nueva Constitución el
voto para los analfabetos. Fue uno de los principales militantes de Vanguardia
Revolucionaria, más adelante fundó el Partido Unificado Mariateguista, que
integró la Izquierda Unida que llegó a ganar la alcaldía de Lima en los ochenta.
En 2006 funda el Partido Socialista, con el cual apoyaría con otros grupos de
izquierda la candidatura de Ollanta Humala en las elecciones de 2011.
Parlamentario durante treinta años, propulsó desde su investidura leyes contra
distintas formas de discriminación –minorías sexuales, minusválidos– y sobre
todo se dedicó a investigar y denunciar la corrupción, y durante el fujimorismo,
la complicidad con el narcotráfico y las actividades criminales de los grupos
paramilitares digitados por Vladimiro Montesinos. Su trabajo al frente de la
comisión contra ilícitos económicos llevó a la cárcel a varios ex ministros y
connotadas figuras del poder político y económico. Le colocaron bombas en su
casa, recibió –él y su familia– amenazas de muerte, hasta el delicado presente
de un arreglo funerario con su nombre y una inscripción firmada por la
“Comunidad Colina” (Colina se denominaba el grupo criminal paramilitar “de
elite” durante el período de Fujimori). Como una venganza rastrera, el
perseguidor más ensañado del delito de cuello blanco fue suspendido, en 2012,
del Congreso durante 90 días por “faltar a la ética” (se alegó que familiares
suyos se beneficiarían por una ley, supuesto que fue desmentido a nivel
judicial, donde Diez Canseco hizo la denuncia correspondiente).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hiperactivo y vehemente, podía llegar a la intransigencia
cuando entendía que estaban en juego sus principios, lo que lo enfrentó a
Alfonso Barrantes en la iu y a Humala recientemente, denunciando el apartamiento
del presidente de sus promesas electorales. Él mismo atribuía su carácter
empecinado a lo que le costó aprender a caminar, correr, nadar, por la
poliomielitis que padeció en su primer año de vida. El 4 de mayo Javier Diez
Canseco murió a consecuencia de un cáncer. Su amigo y colaborador en la comisión
contra ilícitos económicos, el economista Óscar Ugarteche, definió el alcance
político de esa muerte: “La izquierda peruana se queda sin voz pública y sin
articulador, y la derecha sin adversario visible”.
<HR>
<BR></DIV></FONT></BODY></HTML>