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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>21 de junio 2013</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Colectivo
Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo - Uruguay<BR>redacción y
suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Brasil<BR><BR>Crónica desde Sao
Paulo<BR><BR>La fiesta
ciudadana <BR></FONT></STRONG> <BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Mário Augusto Jakobskind
<BR>Brecha, Montevideo, 21-6-2013</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><A
title="http://brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
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title="http://brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://brecha.com.uy/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR> <BR>La capital financiera
encendió la mecha de las protestas, y en tan sólo un día más de 300 mil
brasileños salieron a la calle El miércoles conseguían cumplir el primer
objetivo de sus movilizaciones. Y de repente, en la selva de piedra había
esperanza.</FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Hace más de tres décadas que Brasil no vive una semana
con la intensidad de esta última. El lunes llegó con urgencia; el martes se
instaló el desconcierto; en la última hora del miércoles aparecía la euforia; el
jueves, el regocijo del trabajo bien hecho. ¿Y el viernes? ¿La inquietud de lo
que vendrá después? </DIV>
<DIV align=justify><BR>Doce días de movilizaciones y seis jornadas de
manifestaciones masivas han conseguido algo mucho más valioso que la anulación
del aumento del transporte público. Durante estos días los brasileños han
recuperado una noción de ciudadanía con la que llevan peleándose algo más de
cien años. De una forma un tanto inesperada e intuitiva se han "reestrenado"
como ciudadanos por la puerta grande.<BR>La violencia que descargó la policía
sobre los manifestantes el pasado jueves 13 no sólo dejó heridas a centenas de
persona, sino que movió los cimientos de una sociedad más cercana al conformismo
que a la acción. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El pasado fin de semana el Movimiento Pase Libre (mpl),
que inició las manifestaciones contra el aumento del precio del transporte
público en San Pablo, había ido anunciando en redes sociales como Facebook la
que sería la gran manifestación del lunes. La movilización ("pacífica",
puntualizaba) ya no era sólo por el aumento del boleto, sino por el derecho a
protestar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Un halo de misterio rodeaba el encuentro. La cita era a
las cinco de la tarde, a las puertas de la gran avenida Brigadeiro Faria Lima,
donde se concentra el centro financiero de San Pablo. El recorrido sólo se
conocería minutos antes del inicio, para evitar que la policía estuviera
demasiado preparada. </DIV>
<DIV align=justify><BR>A las cuatro de la tarde 234 mil personas habían
confirmado a través de Facebook su participación. Como una epidemia, la
convocatoria, que en principio era tan sólo en San Pablo, empezó a repetirse a
lo largo del país. </DIV>
<DIV align=justify><BR>A las cinco en Largo da Batata no cabía un alma. Una
veintena de mujeres concentradas bajo una pancarta que decía "Madres" cantaban,
aplaudían, se sacaban fotos. "Esto no lo pude hacer en la dictadura, y me
encanta que mis dos hijos estén aquí peleando por sus derechos", le decía a
Brecha Marilia Gonçalves, profesora de liceo. Otro docente, esta vez un chileno
que vive en San Pablo hace más de 40 años, contaba con los ojos compungidos: "Yo
estoy aquí porque la semana pasada les pegaron a mis alumnos y los llamaron
vándalos por manifestarse, eso no se puede permitir". </DIV>
<DIV align=justify><BR>El clima era festivo. Los amigos se encontraban y
desencontraban. A medida que pasaban los minutos llegaba más y más gente. Un
hombre llevaba una pancarta en la que pedía a los coches que tocaran bocina si
apoyaban la protesta, y los cláxones sonaban descompasados. Más de 65 mil
personas desfilaban por Faria Lima. "El pueblo ha despertado", gritaba la banda
sonora de una manifestación que duró más de seis horas y que terminó con el
colofón final de ocupar el Palacio Bandeirantes, sede del gobierno de la ciudad.
</DIV>
<DIV align=justify><BR>El "despertar" tiene que ver con problemas muy concretos:
"Estoy aquí porque tenemos un transporte carísimo, las infraestructuras públicas
no funcionan, no hay hospitales buenos, la educación es nefasta", decía Milton
Teixeira, ingeniero de 45 años. Las pancartas denunciaban la falta de inversión
pública frente al despilfarro económico del próximo Mundial: "Si tu hijo se
enferma, llevalo al estadio. Los estadios están prontos, ahora falta construir
el país", o "Brasil, despierta, un profesor vale más que Neymar", eran algunas
de las más incisivas.<BR> <BR><STRONG>De villanos a héroes</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify>El martes 18 amaneció con una resaca de emoción, excitación y
sobre todo desconcierto. Más de 300 mil personas de todo Brasil habían salido a
la calle para mostrar su indignación. Desde el movimiento Diretas Já, de 1984, o
desde las manifestaciones por el impeachment a Collor de Mello, en 1992, no se
veía nada parecido.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los manifestantes que en las tres primeras movilizaciones
habían sido tildados de vándalos pasaron a ser descritos como héroes. Blogueros
y periodistas expresaban su asombro y alegría. "Nos sentimos ocupantes
provisionales de la metrópoli. Con el tiempo, estas manifestaciones serán tan
comunes como en otros países del mundo. El paulistano está perdiendo la
vergüenza de tomar las calles", decía en su blog el periodista independiente
Leonardo Sakamoto. </DIV>
<DIV align=justify><BR>La presidenta Dilma Rousseff, que días antes había
declarado con cierta condescendencia que "las manifestaciones son típicas de los
jóvenes", pasó a apoyarlas sin displicencias: "Brasil amaneció hoy más fuerte.
La grandeza de las manifestaciones de ayer comprueba la energía de nuestra
democracia, la fuerza de la voz de la calle y el civismo de nuestra población".
<BR>Los éxitos del lunes hacían pensar que la convocatoria para el martes no
tendría gran acogida. Pero la plaza de la Catedral da Sé colapsó, y 50 mil
paulistas tomaron el centro de la ciudad acabando el sexto día de protestas en
la mítica Avenida Paulista. <BR></DIV>
<DIV align=justify>El mpl había advertido que las protestas se mantendrían hasta
que consiguieran la rebaja del boleto. Y el miércoles continuaron. A primera
hora de la mañana trabajadores de la periferia de San Pablo cortaron la
autopista Anchieta, que comunica los suburbios con la capital. Hasta la región
de San Bernardo do Campo, feudo del lulismo, salió a la calle pidiendo más
infraestructuras públicas. <BR>El miércoles 19 al mediodía el alcalde de San
Pablo, Fernando Haddad, después de una reunión de urgencia con Rousseff y el ex
presidente Lula, declaró en rueda de prensa que era factible la rebaja del
boleto, pero que hasta el viernes no podría confirmarlo. </DIV>
<DIV align=justify><BR>A las cuatro de la tarde en Fortaleza la selección
brasileña jugaba contra México. Dos horas antes del partido 30 mil personas se
reunían en los alrededores del Arena Castelão exigiendo "Más escuelas y menos
estadios". </DIV>
<DIV align=justify><BR>Poco después de terminar el partido, Haddad, el
gobernador del estado, Geraldo Alckmnin, y el alcalde de Rio de Janeiro, Eduardo
Paes, hacían un anuncio conjunto: San Pablo y Rio de Janeiro bajaban la tarifa
de ómnibus. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Objetivo cumplido. Las redes sociales echaban humo
celebrando la victoria. Pero si los alcaldes pensaban que su medida traería
calma, la realidad fue bien distinta. La manifestación que se tenía programada
para ayer jueves en el caso de que no se hubiera rebajado el boleto, decidió
mantenerse, sería la concentración de la victoria. Había que mantener encendida
la llama. Los mensajes de los internautas aseguraban que era sólo el principio.
El jueves sería la gran fiesta y la preparación de próximas
reivindicaciones.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR><STRONG>Paz en el
cementerio </STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>A lo largo de la semana se han repetido dos preguntas muy
concretas: ¿quiénes son estos jóvenes?, y ¿por qué protestan ahora? Por qué
salen a la calle después de diez años de un gobierno que ha disminuido la
pobreza y que ha llevado al país a una situación de casi pleno empleo. El
politólogo Jorge Almeida, profesor de la Universidad Federal de Bahía, señalaba
en el diario Valor que lo que estaba sucediendo en este tiempo era "una paz en
el cementerio". Según Almeida, con la llegada de Lula al poder hubo un
debilitamiento de los movimientos sociales, que pasaron a apoyar al gobierno y
dejaron de movilizar a sus bases. A su vez, con el pt la burguesía y las clases
medias bajas empezaron a enriquecerse. Para Almeida, estos jóvenes han llenado
el espacio que quedó vacío. A ello se une el descontento de un sector de la
izquierda que ve cómo el pt da la espalda a problemas sociales como la lucha
indígena o el cuidado del ambiente, y negocia con partidos evangélicos,
políticos corruptos como Maluf o se da la mano con la derecha en aras de la
gobernabilidad. "¿Cuándo íbamos a pensar que la derecha iba a estar contenta con
el pt en el gobierno y la izquierda se vería contrariada?", decía en su columna
la periodista de Carta Capital Cynara Menezes. </DIV>
<DIV align=justify><BR>El perfil de los jóvenes es de lo más variado. Al igual
que en el 15M de España, se declaran apartidarios y aseguran luchar por sus
derechos como ciudadanos. Parte de la izquierda teme que la derecha se apropie
de este movimiento, pero por ahora sólo hay especulaciones. Todas las preguntas
quedan en el aire y un latido de esperanza resuena en la selva de
piedra.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Dilma bajo turbulencias</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Las elecciones
presidenciales brasileñas tendrán lugar en bastante más de un año, el 1 de
octubre de 2014, pero la campaña ya está abierta, y bien abierta. El
reciente rechazo del ex presidente y todavía símbolo Lula da Silva a
candidatearse a un nuevo mandato ha colocado a la presidenta Dilma Rousseff casi
en la obligación de ser candidata a la reelección para que el partido de ambos,
el pt, tenga posibilidades de seguir controlando el gobierno. Los resultados de
una reciente encuesta pueden haber sonado como una señal de alerta para la
actual mandataria. Por primera vez en mucho tiempo Dilma bajó en su nivel de
popularidad, que pasó de 65 a 57 por ciento. Habría factores económicos que
explicarían esa caída: el aumento de la inflación, un crecimiento del pbi a
ritmos más lentos que en los últimos años y sobre todo la disminución del
crédito bancario, al que los sectores de renta media, media baja e incluso baja
se habían acostumbrado a obtener con relativa facilidad. Ese "crédito fácil"
estuvo en la base del alto nivel de acceso a bienes de consumo de todo tipo
registrado en Brasil en los últimos años, comprendidos los 36 millones de
ciudadanos que según los registros oficiales dejaron de ser pobres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El gobierno "se está desmembrando, producto de sus
propios errores", aprovechan a repetir dirigentes de los partidos de la
oposición de derecha como el diputado Roberto Freire, un ex comunista que lidera
un nuevo partido llamado Movilización Democrática. En el pt, en cambio, se
sostiene que una caída de ocho puntos tras dos años en el gobierno no deja de
ser normal, sobre todo partiendo de la base de que Dilma sigue teniendo un saldo
ampliamente favorable en la "opinión pública". Máxime cuando otra encuesta
dice que si las presidenciales fueran hoy Rousseff arrasaría, ganando en primera
vuelta con 51 por ciento de los votos, por delante de la ex senadora y ex
ecologista Marina Silva, el senador del psdb Aécio Neves y el gobernador del
estado de Pernambuco, Eduardo Campos. En este sondeo fue manejada la
candidatura del actual presidente de la Suprema Corte, Joaquim
Barbosa, un hipermediático magistrado que ocupó las primeras planas de la
prensa, sobre todo de oposición, cuando el proceso por el llamado mensalão, en
el cual fueron condenados varios dirigentes del pt. Para sorpresa de muchos, en
caso de que Barbosa se enfrentara a Rousseff, sería barrido de un plumazo por la
presidenta.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Aloizio Mercadante, ministro de Educación y articulador
de hecho del gobierno, considera que en este 2013 la economía volverá a mostrar
índices de crecimiento fuertes que permitirán la consolidación de la candidatura
de Dilma. Hay una súper zafra agrícola en ciernes, el desempleo llegará a
sus mínimos históricos, el sector industrial estará aun más fuerte que ahora, y
la inflación caerá, sueña Mercadante, que también prevé un "efecto deporte"
positivo, por el "derrame" del Mundial de 2014. Pero eso era antes de las
movilizaciones iniciadas la semana pasada en San Pablo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La solidez política de la presidenta aparece amenazada
también por otro factor: la división profunda que presenta el mayor partido
brasileño, el pmdb, principal integrante de la base aliada del gobierno, en
cuanto a si seguir o no ligados al PT.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>