<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META content=text/html;charset=iso-8859-1 http-equiv=Content-Type>
<META name=GENERATOR content="MSHTML 8.00.7600.16385"></HEAD>
<BODY style="PADDING-LEFT: 10px; PADDING-RIGHT: 10px; PADDING-TOP: 15px"
id=MailContainerBody leftMargin=0 topMargin=0 CanvasTabStop="true"
name="Compose message area"><FONT size=2>
<DIV align=justify><FONT face=Arial>
<HR>
</FONT></DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><FONT face=Arial><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR></FONT><FONT face=Arial><U>5 de julio 2013<BR></U><FONT
color=#800000 size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: </FONT><A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net"><FONT
face=Arial>germain5@chasque.net</FONT></A></FONT></STRONG><A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
size=4></FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial>
<HR>
</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3
face=Arial>Egipto</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3 face=Arial></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG><FONT
size=3></FONT></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG><FONT size=3>¿El fin de los Hermanos
Musulmanes?</FONT></STRONG> <BR> <BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><STRONG><FONT face=Arial>Santiago Alba Rico * <BR>Brecha,
Montevideo, 5-7-2013</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
title="http://brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://brecha.com.uy/"><STRONG><FONT
title="http://brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
face=Arial>http://brecha.com.uy/</FONT></STRONG></A><BR><FONT
face=Arial> <BR> <BR>Luego de que millones de personas salieran a las
calles, el presidente egipcio Mohamed Mursi, electo un año atrás, fue derrocado
por el Ejército, detenido y sustituido por el presidente del Tribunal
Constitucional, Adli Mansur, quien debe convocar a nuevas elecciones. Las
potencias occidentales pidieron acelerar el traspaso del poder a los civiles
pero no condenaron el golpe. Los principales líderes de los Hermanos Musulmanes,
hasta ahora gobernantes, marcharon a prisión. Acaba así una nueva experiencia de
gestión islámica electa.</FONT></FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Las cosas van muy deprisa. Hace apenas un año un modelo
parecía imponerse de manera irresistible en el nuevo mundo árabe en gestación a
partir de las intifadas populares: el que debía llevar al poder, por la vía
democrática, a los islamistas "moderados" asociados a la constelación de los
Hermanos Musulmanes. Así ocurrió en Túnez con Nahda y en Egipto con Justicia y
Libertad; en Libia no ganaron las elecciones, pero constituyen sin duda la
fuerza mejor articulada y la más influyente; en cuanto a Siria, dominan también
la oposición en el exilio. Este modelo es apoyado desde Qatar, enano aupado en
enormes zancos financieros, y sobre todo desde Turquía, país gobernado por el
islamista akp al que la "primavera árabe" brindó la oportunidad de restablecer
su influencia regional histórica. La imparable ascensión de los Hermanos
Musulmanes -en cierto sentido, normalización de una relación de fuerzas
reprimida o clandestina- explica también, por ejemplo, el cambio de posición de
la organización palestina Hamas frente al régimen de Bashar al-Assad, del que
era aliado hasta hace poco más de un año.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero este modelo, que prometía democratizar y estabilizar
la región sin rupturas económicas y que contaba por eso con el apoyo de las
potencias occidentales, ha revelado muy pronto sus limitaciones bajo la triple
presión de la crisis económica global, los conflictos geoestratégicos y la
movilización popular. Naturalmente no podemos inscribir las protestas del mes
pasado en Turquía en la "onda larga" de la llamada "primavera árabe". Pues si es
verdad que unas y otra -como el 15M, Occupy Wall Street o ahora Brasil- se
asientan en la misma "falla tectónica" del capitalismo, hay entre la intifada
turca y las árabes -digámoslo así- quince años de diferencia. Pero, más allá de
las especificidades, lo que es innegable es la repercusión de esa revuelta turca
sobre el mundo árabe, en el sentido de que ha erosionado gravemente el prestigio
de un "modelo de transición democrática", el del turco Erdogan y el akp, que
parecía conciliar limpiamente democracia, tradición y crecimiento
económico.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El modelo turco o, lo que es lo mismo, el modelo de los
Hermanos Musulmanes, se descascara muy rápidamente, como lo demuestra también la
abdicación del emir qatarí Hamad al-Thani en su hijo Tamim. En Túnez las últimas
encuestas revelan el desgaste de Nahda, que habría perdido en torno a diez
puntos respecto de las elecciones de octubre de 2011. Y en Egipto, una
movilización popular sin precedentes, más multitudinaria aun que la que derrocó
a Mubarak, puso a Mohamed Mursi y su gobierno contra las cuerdas. A los que,
desde la izquierda, hemos anunciado y deseado esta deriva, la noticia debería
alegrarnos. Nos alegra. Pero al mismo tiempo es difícil no plantearse la
cuestión: ¿no es demasiado pronto?, ¿no es demasiado rápido?</DIV>
<DIV align=justify><BR>En Túnez, donde la movilización social ha disminuido pero
la polarización política aumenta, la alternativa a Nahda no es el Frente
Popular, la coalición de la izquierda, sino Nidé Tunis, el partido de los
nostálgicos del bourguibismo y de los fulul del rcd (el partido del ex dictador
Ben Ali), al que se suman las fuerzas laicas islamofóbicas, las cuales -por
ejemplo- han votado contra la llamada "ley de protección de la revolución", que
impide a los ministros y dirigentes de la dictadura ocupar cargos públicos
durante siete años. Más a la derecha, también en la oposición, tenemos a los
salafistas, cada vez mejor organizados en los barrios populares, donde ganan
apoyo precisamente entre los jóvenes que hicieron la revolución. Al contrario
que en Egipto, el ejército tunecino no es una institución "política", pero
muchos analistas se han sentido alarmados por el reciente discurso de despedida,
entre amenazador y solemne, de Rachid Ammar, el jefe de Estado Mayor, ahora
jubilado, que alcanzó gran notoriedad y prestigio por su negativa a disparar
sobre el pueblo durante la revolución.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>En Egipto las
movilizaciones son descomunales, emocionantes, esperanzadoras, pero también
inquietantes. Fruto del malestar creciente de una población que ha visto
traicionadas todas sus esperanzas democráticas y económicas, reúnen a toda la
oposición: desde los infatigables jóvenes revolucionarios y numerosos votantes
desencantados, hasta los partidos de izquierda y los fulul de la dictadura. Su
legitimidad deriva de su número, su amplitud, su transversalidad, pero parece
dejar pocas salidas. Al contrario que en Túnez, el Ejército egipcio es el pilar
político y económico del Estado y su tradición es antidemocrática y
proestadounidense. Y hay una gran diferencia entre un ejército cuyos soldados se
niegan a disparar contra el pueblo y se unen a un movimiento revolucionario, y
una cúpula militar que da un ultimátum a un gobierno legítimamente elegido en
elecciones democráticas. Eso se llama golpe de Estado, y -como lo indican las
declaraciones de Barack Obama- cuenta con respaldo estadounidense. Produce una
cierta inquietud el grito de júbilo de Tahrir ante la declaración del Ejército,
así como el inmediato comunicado de Tamarod (Rebelión), el movimiento que
convocó a las manifestaciones y que saluda con entusiasmo la intromisión
militar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Este derrumbe "demasiado pronto" y "demasiado rápido" del
modelo ikhuani (de los Hermanos Musulmanes) amenaza con devolver el mundo árabe
a un estado "preprimaveral", con un enfrentamiento entre autoritarismos laicos e
islamismos radicalizados, del que la izquierda -junto a los pueblos- sería una
vez más la víctima. Bashar al-Assad se debe de estar frotando las manos de
satisfacción, pues esa ha sido, desde el principio, su estrategia: la de
inmovilizar o revertir el tiempo de los pueblos en favor del tiempo de las
geoestrategias y los dilemas sectarios. Hay pocos espectáculos más repugnantes
-aparte de los golpes en el pecho, hipócritas y retóricos, de los que dicen
apoyar la revolución siria desde Occidente y el Golfo- que el apoyo de la
dictadura assadista a los revolucionarios de la plaza Tahrir. Esta "solidaridad"
del asesino de demócratas sirios con los demócratas egipcios (que se dejan
tentar por el Ejército) da toda la medida de la complejidad de la situación y de
los muchos peligros que amenazan a los movimientos populares. <BR> <BR>*
Escritor y filósofo español.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>