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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>26 de agosto 2013<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Brasil</STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>¿(Neo)
desarrollismo o lucha de clases?</FONT></STRONG> </FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>María Orlanda
Pinassi *</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Revista
Herramienta</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Traducción de Aldo
Casas</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><A
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title="http://www.herramienta.com.ar/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://www.herramienta.com.ar/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR>En vísperas de cumplir
veinticinco años en Brasil, el neoliberalismo viene dando tema a importantes
análisis y balances de su desempeño en el país, especialmente por parte de
estudiosos provenientes del campo de la crítica marxista.</FONT></DIV><FONT
size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>En síntesis, el proceso neoliberal es presentado como dos
momentos distintos y complementarios al mismo tiempo. El primero dejó su marca
en los años del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC) con las
privatizaciones de empresas públicas, la desnacionalización de la economía, la
desindustrialización, la reprimarización de la producción interna (producción y
exportación de commodities), y la integración de la burguesía brasileña al
imperativo capital transnacionalizado.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El siguiente momento indica el denominado
neodesarrollismo, proceso característico de los gobiernos de Lula y Dilma. Sin
romper con la lógica neoliberal, el "modelo" esboza formas neokeynesianas para
administrar los daños causados por el neoliberalismo de las anteriores
gestiones. Según se dice, el Estado trataría ahora de recomponer su función (de
"alivio") social mediante la creación de empleos (casi siempre precarios y
temporarios), políticas de recuperación del salario mínimo y de redistribución
de la renta (Bolsas Familia, Escuela, Desempleo, etcétera), en tanto que la
economía se renacionalizaría financiando medio del BNDES una reindustrialización
regulada por la sustitución de importaciones. Argumentos muy cuestionables, dado
que las empresas públicas privatizadas están hoy fuertemente controladas por
capitales externos (ver el caso de Vale), según una lógica mediante la cual la
economía transnacionalizada del sistema reorienta al Brasil al papel de
productor de bienes primarios para la exportación.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es de ese modo subalternizado que, de la mano del
neoliberalismo, el capitalismo brasileño viene exhibiendo algunos de los mejores
desempeños económicos del sistema. El capital, en un proceso de crisis
generalizada, tiene poco que lamentar y mucho que festejar por aquí: obsérvese
la estratosférica rentabilidad bancaria y el enorme crecimiento de la industria
de la construcción civil. Más impresionante aún es el desempeño de la minería,
del agronegocio, del sector energético y del gran aumento de las áreas
agrocultivables[1], de selvas, de ríos y otras muchas áreas de protección
ambiental, invadidas y destruidas por pasturas, monocultivo de caña, de soja, de
celulosa, de naranja, por la extracción de minerales y construcción de
represas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es unánime y justificada la condena que merece la
hegemonía del capital financiero sobre el neoliberalismo, en vista de las
consecuencias sociales nefastas que provoca. Extrañamente, sin embargo, la
solución que algunos estudiosos del tema encuentran para tal "impasse" se deriva
de la Economía Política y no de Marx. Se destacan los avances de las políticas
sociales de los gobiernos petistas, pero atacados por una especie de "síndrome
de Proudhon", escuchan que suena la campana pero no saben dónde está. Lo buscan
en un revival anti dialectico y romántico del Estado de Bienestar Social, del
predominio de la industria fordista y sus formas más "humanizadas" de extracción
de plusvalía relativa. Añoranzas de algo que por aquí nunca existió.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Más allá de esas buenas intenciones, el neoliberalismo,
desde sus primeras apariciones ya en los años 1990, constituyó un proceso con
una dinámica de expansión y acumulación de riquezas basada en la
súper-explotación del trabajo. Sólo que esta vez las trabas que las políticas
keynesianas originales de control de las crisis cíclicas seguramente asumirían
la lógica de una actuación absolutamente intolerante de cualquier límite.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Eso significa que la década de 1990, a pesar de haber
registrado un desempeño económico peor que el de los años 1980, no fue como
piensan una década perdida, ni de estancamiento para el capital. Durante esos
años, el neoliberalismo puso en práctica su fundamento más importante, aquí y en
todo el mundo capitalista: cortó el avance de la clase trabajadora. La
reestructuración productiva implantada destruyó empleos y la estabilidad (donde
ella existía), generó el desempleo estructural, diseminó la precarización -algo
muy familiar al mundo del trabajo aquí en Brasil- y comenzó a desmantelar cada
uno de los derechos laborales conquistados por la clase trabajadora desde
Getulio. Si el momento FHC generó las condiciones para la miseria, sin destruir
pese a todo completamente la clase, el momento siguiente conseguiría un mayor
éxito en esta embestida, creando y reproduciendo al miserable.</DIV>
<DIV align=justify><BR>FHC aún combatía la objetividad de la clase trabajadora,
sus sindicatos y los movimientos sociales. Los gobiernos conciliadores de Lula y
Dilma mantuvieron la políticas de fragilización de la clase trabajadora y
embistieron contra la subjetividad del trabajador. En una magistral obra de
ingeniería política, no lo reconocen más como antípoda del capital. Tratan a los
sindicatos y los movimientos populares como socios e incluso son pródigos en la
concesión de derechos para las llamadas "minorías", derechos de ciudadanía que
vienen a fortalecer la democracia formal. Es innegable el avance de la Ley María
da Peña[2] , de la ampliación de los derechos de negros, indios y homosexuales.
El problema es la individualización desideologizada del abordaje -debidamente
orientado por el Banco Mundial- de control social del miserable[3] .</DIV>
<DIV align=justify><BR>Queda libre el camino a la lógica de producción
destructiva, con la cual no hay solución jurídica capaz de detener el exterminio
de las comunidades indígenas, las expropiaciones sin fin de las tierras
quilombolas[4], de pequeños productores y trabajadores rurales sin tierra
-acampados o asentados-, no hay solución posible para los desalojos de franjas
enteras de moradores de comunidades urbanas, y mucho menos para contener la
superexplotación de mujeres y niños y la diseminación del trabajo esclavo en el
campo y las ciudades.[5] Para los sectores afectados, la criminalización y el
rigor de la represión policial. O sea, la más perfecta democracia hoy hecha
realidad por el mundo del capital es la absoluta "tolerancia" hacia cualquier
forma de extracción de plus-trabajo: puede ser plusvalía relativa o puede ser
plusvalía absoluta.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Visto desde tal óptica, los tiempos son indudablemente
difíciles, y urge adoptar una decisión: o echamos más agua al molino satánico o
buscamos caminos más auténticos. O somos apologistas o críticos radicales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Florestán Fernandes fue categórico al respecto: "[...]
defiendo toda la carga posible de saturación -límite de los roles intelectuales
de los sociólogos -no como siervos del poder, sino en cambio agentes del
conocimiento y de la transformación del mundo". Sin medias palabras, define muy
claramente su opción por la sociología concreta basada en el "horizonte cultural
socialista en su plenitud revolucionario".[6] No podría por lo tanto disponer de
mejor compañía para decir que no pretendo encontrar soluciones para estabilizar
el capital; no pretendo hacer aportes para que sea más funcional; ni vengo a
proponer algún tipo de pacto social con fracciones de la burguesía supuestamente
afectadas por las imposiciones del capital financiero. El punto de vista que
defiendo está ideológicamente comprometido con las necesidades más legítimas de
los individuos que integran la clase trabajadora, cuyo desafío de mayor es en la
actualidad es conseguir traspasar las miserias materiales e ideológicas y
reasumir, a través de la lucha, la condición permanentemente vituperada de
sujeto de la historia. Un primer paso debería ser dado por sus organizaciones -o
lo que queda de ellas- en el sentido de comprender, definitivamente, que la
acción revolucionaria necesita aprender a "arreglárselas" sin el canto de sirena
de las instituciones mediadoras del orden.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* María Orlanda Pinassi es socióloga brasileña, integrante
del consejo de redacción de 'Margem Esquerda'. Profesora de sociología de la
UNESP, Araraquara, San Pablo, colaboradora de la Escuela Nacional Florestan
Fernandes (del MST) y autora del libro 'Da miséria ideologica à crise do capital
- uma reconciliaçao histórica', San Pablo, Boitempo Editorial,
2009.<BR><BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>[1] Hay quienes dicen que en el Brasil ya no hay
latifundios improductivos y entonces ¿para qué Reforma Agraria? No tenemos aquí
espacio suficiente para demostrar lo cuestionable de tal idea.<BR>[2] Ley contra
la violencia doméstica.<BR>[3] Ver el Proyecto de Ley PPA 2012/2015 (2011) [Plan
Plurianual] mediante el cual el gobierno de la Presidenta Dilma Rousseff se
propone abordarlo y darle visibilidad a través de los programas englobados en el
Plan Brasil Sin Miseria.<BR>[4] Pese a que la Constitución de 1988 aseguró a las
comunidades quilombolas [comunidades tributarias de los negros que escaparon y
resistieron a la esclavitud] el derecho a la propiedad de sus tierras o
territorios.<BR>[5] Por el contrario, todo tiende a agravarse con la revisión
del Código Forestal, de la Minería y de la delimitación de las tierras
indígenas.<BR>[6] Florestan Fernandes, A natureza sociológica da sociología, San
Pablo, Editora Atica, 1980, p. 32.
<HR>
<BR></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR> </DIV></FONT></BODY></HTML>