<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META content="text/html; charset=unicode" http-equiv=Content-Type>
<META name=GENERATOR content="MSHTML 8.00.7600.16385"></HEAD>
<BODY style="PADDING-LEFT: 10px; PADDING-RIGHT: 10px; PADDING-TOP: 15px"
id=MailContainerBody leftMargin=0 topMargin=0 CanvasTabStop="true"
name="Compose message area"><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>1º de setiembre 2013</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
size=4></FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Uruguay<BR><BR>Los internos dicen que se
golpea a los reclusos<BR><BR>Un infierno para jóvenes
delincuentes</FONT></STRONG><BR><BR><BR><STRONG>Carlos Tapia<BR>El País,
Montevideo, 1-9-2013<BR></STRONG><A
title="http://www.elpais.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.elpais.com.uy/"><STRONG>http://www.elpais.com.uy/</STRONG></A></FONT></DIV><FONT
size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR><BR>De cuerpo desgarbado, pelo rapado y sonrisa tímida.
Así es Hugo (nombre ficticio). Viste un limpio buzo rojo, vaqueros y championes.
Tiene el "sueño de salir adelante" y está a punto de ser papá. Esta es la
segunda vez que "cae" en la Colonia Berro.<BR><BR>La primera fue por rapiña y la
última por rapiña con extorsión. Mucho para un joven con 18 años recién
cumplidos. "Espero que no haya una tercera vez, porque ahora ya soy mayor",
señala consciente de que su suerte quizá sea mejor que la que correría si
estuviera recluido en un centro para adultos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Hugo no está en el Hogar Ser, pero lo conoce. "Allá es
horrible. Salís una hora al día al patio. Los funcionarios te tratan mal. Y si
hacés algo mal te pegan", dice el joven sin titubear, convencido de que no debe
cuidar sus palabras porque no piensa volver a estar preso.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Ahora, gracias al (Hogar) Cerrito, conseguí trabajo", se
apresura a contar. A partir de la semana que viene, y aunque todavía le quedan
por pagar cinco meses de su pena, empezará a trabajar en la sección de
mantenimiento de una embajada sudamericana. "Intentamos reinsertarlos en la
sociedad antes de que salgan, para que no vuelvan a caer en lo mismo", explica
el subdirector de este hogar, el de menos seguridad de los siete que hay en la
Colonia, Juan Barossi.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En el Cerrito no hay esposas ni grilletes, "se intenta no
usar fármacos", se duerme en un dormitorio y no en una celda diminuta y, según
algunos de los internos, no hay golpizas. Esto deja entrever que para otros
hogares de la Colonia esta sí es (o, aseguran nuevos funcionarios, era) la
realidad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En todo el predio están recluidos 296 jóvenes que tienen
entre 15 y 22 años. La cifra representa casi la mitad de los presos menores de
edad que hay en Uruguay, según señala a El País el director del Sistema de
Responsabilidad Penal Adolescente (Sirpa), Ruben Villaverde. En promedio dos
menores de edad son arrestados por día. Entre los que están encarcelados el 60%
son primarios y el otro 40% reincidentes.<BR>En el Cerrito, que muchas veces es
el último al que son trasladados los jóvenes antes de que sean liberados, hay 20
menores presos (todos duermen en la misma habitación, que tiene visibles manchas
de humedad, pero fue recientemente pintada por los propios internos de vigorosos
amarillos y verdes; las camas cuentan con flacos colchones). La mayoría de los
jóvenes que están aquí pasaron a vivir tras las rejas por cometer rapiñas, pero
también hay homicidas y violadores.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Y también violados", advierte Barossi, que asegura que a
los jóvenes no se les administran fármacos salvo que lo necesiten. "Tenemos, por
ejemplo, un muchacho esquizofrénico. En este caso no tenemos otra que tenerlo
bien medicado", explica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El tema de los fármacos en la Colonia Berro no es algo
menor. La Organización Mundial Contra la Tortura ha denunciado que aquí se abusa
del uso de medicamentos para dormir y que muchas veces los chicos "parecen
zombis". Y no son las únicas críticas que se hacen oír. Desde la Institución
Nacional de Derechos Humanos, en tanto, se ha denunciado que los "adolescentes
permanecen de 20 a 23 horas por día encerrados" y son maltratados. Dichas
acusaciones motivaron investigaciones que están en curso.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El País visitó el hogar Cerrito, el Hornero y el Ser.
"Acá (en el Ser) están todos los más conocidos, por ejemplo los de El Correo",
dice el director de seguridad de la Colonia, José Luis Pérez, en referencia a
los dos menores que el pasado 5 de agosto asaltaron el local ubicado en Benito
Blanco y José Martí, pleno corazón del barrio de Pocitos, lo que desencadenó un
tiroteo que terminó con la vida de un agente, la de un ladrón mayor de edad que
acompañó a los jóvenes y un policía herido. También está allí el menor que mató
a un feriante de La Teja el pasado mes de junio.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>Entrada al infierno</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>La puerta de entrada para un joven infractor que cometió
un delito grave es, casi siempre, el Hogar Ser. A simple vista distinto a todos
los demás. Aquí reinan los muros altos y el alambre de púa. Las celdas son un
poco más grandes que la cabina de un ascensor, con ventanitas de 15 por 15
centímetros y dispositivos para pasar los platos de comida sin necesidad de
abrir la puerta. Así es incluso el nuevo módulo (para 24 presos), inaugurado
hace pocas semanas. Sin embargo, la directora del Ser, Jesica Barrios, jura que
las cosas cambiaron allí desde que ella asumió hace dos meses. Y, a simple
vista, parece tener todo bajo control.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"¿Querés ver las celdas por dentro? ¿Cuál querés ver?
Dale, cualquiera...", le dice Barrios al periodista que elige una al azar sin
entender mucho el sentido de la oferta. Ella abre la puerta y sin policías de
por medio le dice a los jóvenes: "¿se animan a salir un poquito?". Encogidos de
hombros, obedecen sin titubear. Luego entran otra vez a la celda cuando se les
ordena.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Lo que les digo es que yo soy como su madre postiza.
Ellos saben que si necesitan algo van a tener que venírmelo a pedir a mí.
Establecemos las reglas, entonces no necesito venir con un policía para sacarlos
o ponerlos en sus celdas", asegura. Sin embargo, advierte que estar en este
módulo es como "un premio", y que otros prisioneros que representan una mayor
peligrosidad están en otra parte. "No sé cómo era antes, pero yo te aseguro que
hoy por hoy no se pasan todo el día en las celdas. Salen a estudiar todos los
días y van a los patios en la mañana y a la tarde. Acá no se pasan 23 hora
encerrados", jura.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mientras Barrios habla los prisioneros callan dentro de
sus celdas. Cuatro ojos tristes observan desde cada una de las diminutas
ventanas. En la que fue abierta se ve una cucheta, un inodoro, una pileta, una
mesa con un televisor 14 pulgadas, ropa tirada y algunas revistas. "Acá está
todo controlado, lo que pasa a veces es que hay riñas. Eso es inevitable. Todos
tienen historias difíciles y muchos de ellos traen cuentas pendientes desde la
calle", dice la directora del Ser.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Barrios sostiene que de los 66 jóvenes que están
prisioneros en el Ser solo a 10 se les administra algún tipo de fármaco y que
esto se hace por orden de los psiquiatras que trabajan en el centro. Y asegura
que aunque no tiene garantías sobre qué es lo que pasaba antes, ahora a los
jóvenes no se les pega. "Si pasa algo, como una riña, se hace una reducción
normal. Se los separa, se les ponen las esposas y nada más", sostiene.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Pérez, en tanto,
justifica el uso de fármacos pues sostiene que esto es parte del tratamiento que
se le realiza a los jóvenes que entran con problemas de drogas. "No se les puede
sacar todo de golpe", explica.<BR>Fuga.</DIV>
<DIV align=justify><BR>A más o menos un kilómetro del Ser, dentro del mismo
predio de la Colonia Berro, está el Hornero. Se puede decir que este hogar se
encuentra en medio de la máxima seguridad que ostenta el Ser y la mínima del
Cerrito. Aquí los presos comparten calabozos para tres o cuatro personas. Salen
al aire libre pero siempre vigilados de cerca (por cada dos jóvenes que salen
siempre hay al menos un funcionario). Y, además de asistir a la escuela o al
liceo, hay clases de panadería, carpintería, granja, manualidad y educación
física.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Se trata de mantenerlos distraídos, si no están todo el
tiempo pensando en cómo fugarse", advierte la directora del Hornero, Lourdes
Gurlikian. En febrero pasado hubo dos fugas en este hogar. En la primera se
escaparon tres y la segunda, en la que los presos hirieron a varios
funcionarios, lograron irse cinco. Seis de ellos fueron recapturados y algunos
hoy están en el hogar Ser. Un episodio similar se dio en el pasado mes de julio
en el Hogar Cerrito, cuando cinco jóvenes amenazaron en la noche con armas
blancas a varios funcionarios y lograron fugarse. Al poco tiempo fueron
recapturados.</DIV>
<DIV align=justify><BR>"Lo que pasa es que ahora con la nueva ley menos de 12
meses no están. Una rapiña ya son 12 meses de internación, entonces como ven que
les falta para salir están todo el tiempo pensando en cómo escaparse", asegura
Gurlikian.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pérez cuenta que siempre les dice a los presos de la
Colonia que son "como hijo rico". Y explica: "Tienen cocinera, chofer, si tienen
un granito en la cara los llevamos al dermatólogo. Todo siempre con las medidas
de seguridad correspondientes. Hay que moverlos con grilletes, porque si alguna
vez llega a pasar algo con un gurí de estos a mí, como director de seguridad, es
al primero que le van a cortar la cabeza".<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Las cifras</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>296 es la cantidad de presos que hay en la Colonia Berro.
El hogar que más reclusos tiene es el Ser. Son 66 y son los más
peligrosos.<BR></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri>Dos <FONT size=2
face=Arial>e</FONT></FONT>s la cantidad de menores de edad que son encarcelados
por día. La pena mínima por rapiña es de 12 meses de reclusión.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>