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<DIV align=center><FONT size=4><STRONG><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>6 de setiembre 2013</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></STRONG></FONT><A
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<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Uruguay<BR><BR>"¿Ustedes quieren
saber lo que es el abuso policial?" <BR></FONT><BR><BR>Mariana Contreras
<BR>Brecha, Montevideo, 6-9-2013<BR></STRONG><A
title="http://brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://brecha.com.uy/"><STRONG
title="http://brecha.com.uy/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://brecha.com.uy/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify>Fue en la esquina de Pensamiento y Roncadera, en el barrio
Santa Catalina. En la noche del lunes, pasadas las 12, un grupo de amigos estaba
hablando y tomando un vino en la calle cuando una camioneta blanca sin
identificación alguna estacionó frente a ellos. Cuatro policías de civil bajaron
"fuertemente armados" y, apuntando con sus armas largas hacia los jóvenes,
"comenzaron a gritar: '¡Detenidos, contra la camioneta! ¡Detenidos!'". En medio
de la sorpresa y el nerviosismo, el mayor, de 24 años, apenas atinó a preguntar:
"¿Por qué me detienen?". La simple pregunta fue el disparador de la primera
serie de patadas, piñas, pisotones, que se repetirían cuando el muchacho alcanzó
a gritar a una vecina: "¡Avisale a mi madre!", y que presagiaban la larga noche
que comenzaba.<BR><BR>Ya dentro de la camioneta, y con el joven esposado, los
policías confiscaron su celular al detectar que había podido enviar un escueto
sms informando la situación. Los agentes leyeron en voz alta ese y otros
mensajes personales, y entre risotadas y burlas ("llorón, estás grande para
llamar a mamá") volvieron a pegarle. "Te vamos a meter una 357", "te vamos a
coger", "acá mandamos nosotros", "no hagás trompita", fueron algunos de los
divertimentos verbales de los hombres de la ley. Afuera, dos de sus
compañeros eran esposados y amedrentados pasándoles las armas por la cara y,
junto con el primero, trasladados en la camioneta hacia la Seccional
19.<BR><BR>"Ahora, cuando te vas, vas a quedarte quieto. No vas a decir nada",
avisaron. "No hicimos nada", contestó el mayor. "Entonces, el que iba a mi lado
me pegó un codazo en el pecho que me dejó sin aire y en el piso", cuenta el
joven. "Nadie te pegó", le gritó el policía mientras ponía su pie sobre la cara
del chiquilín, que viajó todo el trayecto tirado, recibiendo más golpes, y que
luego fue arrastrado desde la camioneta hasta el local de la
seccional.<BR><BR><STRONG>Otra vez</STRONG><BR><BR> "Vos sos el que
vendés", le informaron los policías al mismo joven, ya en el local de la
Seccional 19 (en La Teja), amenazándolo con endilgarle algún delito por drogas.
Allí permanecieron toda la noche, cada uno en una celda, incomunicados, hasta
que a las 9 de la mañana del martes fueron puestos en libertad, obligándolos
antes a firmar una declaración que no pudieron leer. En el ínterin los policías
volvieron a pegarle en reiteradas oportunidades.<BR><BR>A la salida de la
comisaría, y dispuesto a hacer la denuncia, el primer detenido se dirigió junto
con su familia al edificio de los juzgados penales, en Bartolomé Mitre. Pero
cuando explicó a qué iba, arbitrariamente se le exigió "el papel de la
comisaría" y se le impidió el paso. Debió volver, acompañado por integrantes del
Ielsur, para finalmente radicar la denuncia en el juzgado de turno a cargo de
Luis Charles. Ahora deberá esperar ser citado para ratificar la
denuncia.<BR><BR>Pero la intervención policial no terminó allí. En la noche del
martes, cuando un grupo de jóvenes pintaba "No al abuso policial" en los muros
del barrio, cinco autos, tres motos y dos camionetas policiales desembarcaron
nuevamente en Santa Catalina, pretendiendo disuadirlos de la pintada. Los
jóvenes ingresaron a la casa de un vecino y comenzaron a filmar lo que sucedía.
"¿Ustedes quieren saber lo que es el abuso policial?", gritaba uno de los
policías, mientras intentaba traspasar el portón del jardín. "Algunos estaban
tan locos que entre ellos mismos se tranquilizaban", dijeron a Brecha
participantes del episodio. Del otro lado del portón, los adultos que estaban en
la vuelta se plantaron firme pidiendo explicaciones y reclamando que pararan los
abusos. El saldo de esa intervención fue de tres jóvenes detenidos, ninguno
vinculado a las pintadas.<BR><BR>En Santa Catalina los adultos advierten que
"esto no es nuevo" y que los procedimientos son muy similares a los de la época
de las razias, sólo que "esto es el oeste" montevideano y la tradición
organizativa de este pequeño barrio hizo que, en menos de 24 horas de sucedidos
los hechos, toda la ciudad lo supiera. Ahora, motivados por lo que se vivió en
esta semana, los vecinos acordaron con el Ielsur la realización de talleres para
conocer sus derechos y cómo deben actuar en caso de que los abusos vuelvan a
repetirse.<BR><BR><STRONG>La previa<BR></STRONG><BR>El 9 de agosto varios
policías de rostro cubierto llegaron al barrio y, presentándose como agentes de
la División Narcóticos, procedieron a dar algunos golpes a un grupo de jóvenes e
intentaron detener a varios de ellos. Eran las siete de la tarde y, al
presenciar los hechos, unos cuantos vecinos salieron a reclamar motivos y
señalar los abusos. Finalmente, la Policía optó por retirarse del lugar.</DIV>
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