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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>9 de octubre 2013</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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size=3>Europa/Inmigrantes<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>Una fortaleza para que mueran lejos
de nuestra conciencia </STRONG></FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>La Europa actual se asienta sobre el
principio de la desigualdad, elevando muros para negar a "los
otros"</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Hay en las políticas migratorias
europeas toda una lucha de clases contemporánea y
simbólica</FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Olga Rodríguez
</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>El
Diario</STRONG></FONT></DIV>
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title="http://www.eldiario.es/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
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title="http://www.eldiario.es/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://www.eldiario.es/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><FONT size=3
face=Calibri></FONT><BR> </DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial>La voluntad de migrar está en nuestro
ADN. Hay en el acto de moverse todo un deseo de superación que ha constituido la
base de la resistencia del ser humano, la esencia de su supervivencia como
especie. Se migra para escapar de la pobreza, de las guerras, de las hambrunas,
de catástrofes naturales, pero también para conocer nuevos mundos, para saber,
para vivir, para experimentar, para aprender, para prosperar. Así ha sido
siempre y así sigue siendo en la actualidad. <BR><BR>La historia de las personas
que viajan a otros países sin nada es la gran odisea contemporánea,
protagonizada por Marco Polos a los que las experiencias y el conocimiento
acumulados en sus trayectos les cambia la mirada y el alma. A lo largo de sus
viajes se van adhiriendo a su piel más vivencias de las que nunca tendrán esos
hombres occidentales que, encerrados en sus despachos de perspectiva limitada,
llevan la batuta de gobiernos y finanzas.<BR><BR>Los harragas, los jóvenes
dispuestos a 'quemar' las fronteras -como se dice en árabe- representan una de
las máximas constataciones de la desigualdad que marca el mal funcionamiento de
este planeta, en el que se condena a la clandestinidad a las personas sin
papeles. Algunos migrantes no logran culminar el viaje y terminan engrosando ese
enorme cementerio anónimo e ignorado sumergido en las profundidades del mar
Mediterráneo o escondido entre el desierto del Sáhara. Conscientes de su posible
destino, cada vez son más los que, en el punto de partida, pegan a su cuerpo con
cinta adhesiva un papel plastificado con números de teléfono de sus familiares.
<BR><BR>Dice el periodista italiano Gabriele del Grande, al que todos deberíamos
leer para conocer y comprender el drama de los migrados, que "hay una guerra
mundial contra los pobres" y nuestros países combaten en ella. Los naufragios de
pateras son crónicas de muertes anunciadas y fomentadas por las políticas de los
gobiernos europeos, que apuestan por elevar muros, reforzar fronteras y excluir
de sus territorios a quienes no dispongan de recursos económicos. <BR><BR>Hay en
la discriminación de los migrantes toda una lucha de clases contemporánea y
simbólica. Se conceden visados a quienes tienen determinadades cantidades de
dinero en el banco; se niega el permiso de entrada a quienes no disponen de
recursos económicos. Se prohíbe el paso a los que menos tienen, ignorando la
enorme riqueza social y cultural que tantos 'pobres' podrían proporcionarnos
para complementarnos como ciudadanos. <BR>Se destinan millones de euros para
evitar la entrada a Europa de personas que en muchos casos merecerían el derecho
de asilo -y que de hecho huyen de guerras o expolios en los que nuestros
gobiernos participan directa o indirectamente-, perpetuando así la gran metáfora
del uno por ciento encerrado en su torre de marfil, dispuesto a atacar a los
otros para poder preservar su riqueza, concentrada en su codicia. <BR><BR>El
modelo actual de nuestros países se asienta sobre el principio de desigualdad:
explotamos materias primas de terceros, elevamos barreras para impedir el paso
de personas y de los productos que hacen competencia a los nuestros, mientras
permitimos la libre circulación de mercancías, dinero, armas, divisas, turistas.
El poder favorece a las entidades financieras y sacrifica a las personas. Desde
hace años Europa barre hacia fuera, externalizando sus fronteras, para que los
migrantes mueran lejos de nuestras costas y de nuestra conciencia, en países
vecinos dirigidos por dictadores 'amigos'. <BR><BR>Tras la muerte de al menos
250 personas en el naufragio de Lampedusa, la Comisión Europea ha pedido el
refuerzo de su misión en el Mediterráneo para interceptar pateras con
inmigrantes a bordo a través de lo que denomina "operaciones de rescate". Por
rescate entienden la detención de personas que huyen de la pobreza. Cómo
triunfan los eufemismos. <BR><BR>El dramático naufragio de Lampedusa no es
un hecho aislado. Las personas que durante estos años han perdido la vida en las
aguas del Mediterráneo o en el desierto, en viajes sin las mínimas garantías de
seguridad, asumen riesgos tantas veces mortales porque los gobiernos europeos
les cierran la posibilidad de otro tipo de entrada. El peligro no desaparece
cuando alcanzan nuestro territorio. Aquí les aguardan cárceles por el simple
hecho de no tener papeles, maltrato, criminalización, redadas policiales o
expulsiones oficiales violentas que a veces les provocan la muerte.
<BR><BR>Decía John Berger que la emigración es la experiencia que mejor define
nuestro tiempo. En un mundo tan globalizado como el actual, donde nunca antes
habíamos estado tan conectados, donde la diferencia entre ricos y pobres
continúa creciendo, la migración no solo es una realidad, sino un derecho.
Quienes intentan ejercerlo no solo luchan por una vida mejor, sino que,
consciente o inconscientemente, están reivindicando un mundo más justo e
igualitario. <BR><BR>Por mucho que se trate de posponer el debate, lo cierto es
que los derechos y las necesidades de millones de personas condenadas a la
pobreza son realidades incuestionables. Ante ellas, los dirigentes europeos
apuestan por la exclusión, que es una forma de guerra. El discurso dominante las
presenta desprovistas de identidad propia, atrapándolas en esa abstracción
denominada "inmigrantes", condenándolas a ser, en el mejor de los casos, simples
víctimas, negándoles y negándonos toda su riqueza cultural y vital.
<BR><BR>Nuestros gobiernos pretenden que aceptemos la desigualdad como algo
natural e inevitable, desde nuestra presunta condición de privilegiados.
Afortunadamente, cientos de barrios, de asociaciones vecinales, de
organizaciones solidarias, cuestionan semejante máxima, enriqueciéndose,
mezclándose, revitalizándose con el sonido de otras músicas, con la
pronunciación de otros acentos, con el relato de otras culturas, con la fuerza
de otras formas de vivir, con la presencia de otras sensualidades, con la
acogida de los otros. Los otros, que también somos nosotros...<BR>Hay en esta
convivencia diaria todo un desafío a la uniformidad de lo inmóvil, a las puertas
cerradas, a los muros elevados, a los lugares exclusivos, a la infranqueable
Europa de alambradas de espino y fortalezas de cemento que expulsa o acepta a
personas en función de las necesidades de mano de obra semiesclava y precaria.
<BR><BR>En el idioma wólof, que se usa en Senegal, Gambia o Mauritania,
solidaridad se dice 'yapalante'. Toda una hermosa casualidad. Pero hay una
Europa gris y vieja que prefiere dar la espalda a la solidaridad, condenando a
los otros a la muerte o a la clandestinidad. Y con ello, condenándose a sí
misma.
<HR>
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