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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>2 de diciembre 2013<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo -
Uruguay<BR>Redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>Honduras</FONT></STRONG></FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Las elecciones en los
semiestados<BR></FONT></STRONG><BR><BR><STRONG>Guillermo Almeyra<BR>La Jornada,
México, 1-12-2013</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://www.jornada.unam.mx/"><STRONG>http://www.jornada.unam.mx/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify><BR><BR>El de Honduras, como el de México, es un semiestado.
Todo se decide en el gobierno con el visto bueno de la embajada de Estados
Unidos, la economía descansa en las divisas resultantes de las remesas de los
emigrados, es decir, en la exportación de brazos y sangre humana. Además, el
país fue utilizado primero por Washington como base contra la revolución cubana,
después contra la revolución y el gobierno sandinistas, y Estados Unidos ahora,
desde la gran base en Palmerola y otras dos bases militares más en Honduras,
amenaza a Cuba y a Venezuela, domina Centroamérica y se prepara para intervenir
en Colombia, donde el proceso de paz con las FARC y la división entre Uribe y
Santos hipotecan la Alianza para el Pacífico, que también está debilitada por la
derrota de la derecha en Chile. El aparato estatal está en manos de 15 familias
cuyo Poder Ejecutivo cedió a las trasnacionales enteras zonas del territorio
donde no rigen las leyes del país, tal como en México hizo Calderón con los
aparatos de espionaje estadunidenses, que fijaban las prioridades en la
represión (no sólo contra el narcotráfico).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las elecciones hondureñas de este 24 de noviembre, como
las de México en 1988, 2006 y 2012, fueron una farsa y los dueños del poder
impusieron en ellas a Juan Orlando Hernández para perpetuar y perfeccionar las
medidas antipopulares instauradas con el golpe de Estado yanqui-oligárquico
contra Manuel Zelaya y, después, por el gobierno de Porfirio Lobo, continuador
de la dictadura.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las movilizaciones contra la dictadura, primero, y a
favor de la candidatura de Xiomara Castro y su Partido Libre, después, fueron
permanentes y masivas. Los trabajadores y el pueblo hondureños resistieron
valientemente al golpe y a la oligarquía y transformaron su Frente Nacional de
Resistencia Popular, apoyado en movimientos como Vía Campesina, en la fórmula
electoral del Partido Libre. Tanto en la acción, con sus movilizaciones, como en
la campaña electoral, trataron de modificar la relación de fuerzas actual.
Ganaron así el apoyo de vastos sectores de las clases medias urbanas, empezando
por los estudiantes, que luchan hoy contra el fraude. El pueblo hondureño, con
gran madurez y tratando de evitar la violencia estatal, cumplió con su deber
cívico. Incluso causó la fractura del bloque de los grandes oligarcas, pues
algunos de éstos temen lo que podría suceder si el gobierno ilegítimo de
Hernández intentase continuar impunemente con la política que la embajada yanqui
dicta a sus servidores y socios menores locales y contase sólo con las fuerzas
de represión.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las movilizaciones contra el fraude se mantendrán, serán
muy grandes y abarcarán también a los sectores de las clases medias urbanas y
rurales que votaron por el Partido contra la Corrupción e incluso a sectores del
electorado del Partido Liberal. Porque el fraude fue evidente, descarado, aunque
Daniel Ortega reconozca y salude a su beneficiario y la Alba no se pronuncie al
respecto. El presidente saliente, Porfirio Lobo volcó, en efecto, el peso del
aparato estatal a favor de su partido, el Nacional, y del candidato de éste,
Hernández. La prensa en manos de la oligarquía desinformó todos los días y
ninguneó la campaña y las posiciones de Xiomara Castro, silenciando además los
terribles efectos sociales de la política neoliberal y el control de Honduras
por la embajada estadunidense, que intervino permanentemente en la campaña
electoral.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El Partido Libre (y el Partido contra la Corrupción)
impugnó el resultado electoral fraudulento y llama a movilizarse en el plano
legal para respaldar su reclamo. Xiomara Castro y Manuel Zelaya se conforman con
el hecho de que el gobierno no tiene mayoría en el Parlamento e intentan impedir
que las ocupaciones universitarias desencadenen tomas de tierras o estallidos
populares, mientras por su parte los votantes del Partido Libre se
autoconvocaron para la lucha y sienten que sólo ella puede obligar a ceder al
gobierno del Partido Nacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En un semiestado que funciona como una colonia de Estados
Unidos apenas disfrazada, la legalidad es una ficción y el Parlamento apenas si
sirve como tribuna secundaria para las protestas y las exigencias populares, ya
que sólo refrenda las decisiones que se toman en Washington y en unos pocos
escritorios. Una cosa es utilizar todos los espacios y las oportunidades,
electorales o jurídicas, de esa seudolegalidad, y otra es creer que los papeles,
las instancias legales y las declaraciones pueden modificar las relaciones de
fuerzas como si se estuviera en Suecia.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es correcto utilizar la disputa electoral para ampliar el
alcance de la propaganda y crear bases organizativas en todo el país. Es
necesario evitar mientras se pueda una lucha sangrienta y desigual contra las
fuerzas represivas, y ganar aliados, fuerzas y posiciones apoyándose en la
legitimidad del propio triunfo y del propio comportamiento. Es indispensable que
los usurpadores aparezcan ante todos como tales para demostrar que no queda otro
camino que derribarlos. Pero la difusión de ilusiones sobre la efectividad de
las protestas en los marcos que fijan los usurpadores y sobre la posibilidad de
usar contra éstos los puestos en instituciones que carecen de todo poder real
desarma y divide la resistencia de masas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El cretinismo jurídico-parlamentario respetuoso de un
régimen que es apenas una dictadura del capital sostiene a éste más que la
fuerza del ejército. Porque una lucha revolucionaria divide y desmoraliza a los
soldados y policías, mientras que la claudicación de quienes aparecen como
dirigentes de las luchas populares, en cambio, debilita a los trabajadores, que
son los únicos que pueden expulsar del poder al imperialismo y la oligarquía.
Hay situaciones en las que sólo la resistencia civil y la sublevación popular
pueden garantizar la justicia, la legalidad y la independencia nacional.
<HR>
<BR><BR></DIV>
<DIV align=justify> </FONT></DIV></BODY></HTML>