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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>6 de noviembre 2013</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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size=3>Sudáfrica<BR></FONT></STRONG></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>Las buenas y las
malas del líder</FONT></STRONG><BR></DIV></FONT>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Sergio
Kiernan<BR></STRONG></FONT><STRONG><FONT size=2 face=Arial>Página/12, Buenos
Aires, 6-12-2013<BR><A
title="http://www.pagina12.com.ar/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
href="http://www.pagina12.com.ar/">http://www.pagina12.com.ar/</A></FONT><FONT
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href="http://www.pagina12.com.ar/"></A></FONT></STRONG></DIV><FONT size=2
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<DIV align=justify>Por estatura moral o por estatura nomás, Nelson Mandela daba
alto, era el centro de cualquier grupo. Y era una verdadera paradoja, porque en
un país de voces tronantes y discursos en llamas, fue un orador de voz suave,
casi transparente, y con ese raro acento inclasificable que tenía. De alguna
manera, el Madiba se las arreglaba para que reinara el silencio de los que no se
quieren perder ni una palabra. Era un truco pacífico y pícaro que perfeccionó en
una vida de militancia compartida con picos de oro como Oliver Tambo,
compitiendo con el brillante Steve Biko y tratando de frenar al zulú Mangosuthu
Buthelezi. Fue, de paso, uno de los elementos que terminaron poniéndolo en esa
curiosa situación de ser canonizado en vida.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Mandela arrancó como político y abogado de derechos
humanos, pero terminó, tras añares en prisión, como el nudo esencial de la
insoluble historia de Sudáfrica. Desde el siglo XVII, esa tierra tan hermosa se
rigió por violencias realmente inescrutables, con divisiones que amenazaban de
eternas y reduccionismos casi infantiles. Lo que resultaba difícil por allá era
ser normal en el sentido de creerle a los ojos propios, de estirar la mano y
tocar al otro, de entenderlo como un ser humano. Africa, lo sabe quien pase el
mínimo tiempo por allá, tiene serias dificultades para forjar nacionalidades por
encima de las identidades de lengua, de etnia y tribu. Sudáfrica complicó más al
tener la única tribu blanca, nativa, con raíces de amor a la tierra.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Con lo que Madiba se encontró en el lugar de ser el único
en el que todos, por buenas o malas, confiaban aunque sea un poco. Salvador del
país, prenda de paz, única garantía para evitar la guerra civil. Era muy difícil
de creer, pero bastaba verlo en acción para sentir -y era sentir- que en una de
ésas salía bien. Mi ocasión fue hace justo veinte años, en esos finales de 1993
en que escribían casi a puñetazos una Constitución y los militares exigían
garantías de impunidad. Mandela ni era candidato todavía, pero todos sabían que
ganaría las elecciones del año siguiente, con lo que hasta el cuerpo diplomático
lo trataba como un mandatario. Un día nos llegó el dato de que iba a hablar para
la militancia en las afueras de Pretoria.</DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3 face=Calibri></FONT><BR>Era en uno de esos
campos desolados y secos del Transvaal, mezcla de parque industrial y potreros,
que se desparraman de Johannesburgo hacia la capital bordeando la autopista. Un
sindicato afín al ANC, el partido de Mandela, tenía un inmenso campo de deportes
y el acto era para abrir un mural en homenaje a Chris Hani, el líder asesinado
en pleno día y en un café por un psicópata neonazi. Había cientos de militantes
de la región, todos punteros o más, varios diplomáticos y el muy atorrante
cuerpo de prensa sudafricano, gente ya imposible de impresionar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y entonces llegó Mandela y con el puño en alto se cantó
el himno del partido, el N'Kosi Sikelele I'Afrika, tan en tono que esa multitud
accidental parecía un coro profesional. Hablaron algunos, cantando las merecidas
loas a Hani. Y luego Madiba tomó el micrófono e hizo algo que nunca hace un
político. Empezó a maldecir a los cuadros del partido por hacer promesas de
campaña. Empezó a maltratarlos por prometer "casas con piletas de natación" a
los votantes. Se enojó porque le decían a gente sin empleo ni educación que en
un año o dos vivirían como los blancos. Terminó hasta alzando la voz: "¿No les
da vergüenza mentirle a la gente? ¡Ni se atrevan a usar mi nombre para eso!".
Los cuadros, con la cabeza gacha, escucharon en silencio, sin protestar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Fue un momento dramático y un portento. Mandela ganó las
elecciones, compartió el Nobel de la Paz con De Klerk, tuvo gestos de unidad
como el famoso Mundial de Rugby, hizo que la violencia política prácticamente
desapareciera, creó una nueva norma de comportamiento en la que la
"reconciliación" era el eje. También se desentendió de casi todo lo que fuera
administrar el gobierno y veinte años después se nota el precio que tuvo que
pagar: la economía es prácticamente la misma, la estructura social es la misma.
Hay una nueva clase media negra compuesta por los profesionales y empresarios
que antes eran discriminados y ahora ganan como profesionales y empresarios. A
eso se suman los "conectados" que copan las cuotas de "no blancos" en los
directorios públicos y privados. Y el resto sigue igual, esperando ya no la casa
con pileta, sino que lleguen la luz, el agua corriente, la escuela y la clínica.
Se hizo mucho, pero la stasis del modelo -moneda firmísima, libertad de cambio,
sueldos muy bajos, cero inflación- explica el eterno paisaje de villas miserias,
de townships, y la violencia criminal estratosférica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Ahora, Sudáfrica ya no tiene a su gran hombre para que
siga marcando el centro y dando peso moral al ANC. El actual presidente, Jacob
Zuma, tiene las maneras y los modos de un Carlos Menem. Con la muerte del
Madiba, el humilde y moral Madiba, a Sudáfrica le toca tomar un par de
decisiones difíciles.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>