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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa</FONT><BR><U>25 de diciembre 2013</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Chile</FONT></STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG><FONT size=3>El síndrome del
programa abandonado</FONT></STRONG><BR><BR><BR><STRONG>Alvaro Ramis<BR>Punto
Final, Santiago, 20-12-2013<BR></STRONG><A
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title="http://www.puntofinal.cl CTRL + clic para seguir el vínculo">www.puntofinal.cl</STRONG></A>
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<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR><BR>Según la encuesta
Biobarómetro, elaborada en Concepción, el 58,4% de los chilenos considera que la
próxima presidenta incumplirá sus promesas de campaña. Sólo el 31,6% muestra
confianza en sus ofrecimientos. Especificando, el 55,8% es escéptico respecto a
que el próximo gobierno mejorará los niveles de satisfacción con la salud
pública. El 64% considera que el próximo gobierno no solucionará las demandas de
los estudiantes. 73% afirma que la próxima administración no resolverá los
problemas de seguridad ciudadana. 59,1% no cree que en la próxima administración
legislará a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. 69,5% descree
que se despenalizará el aborto. 63% no estima que el próximo gobierno
despenalizará el consumo de marihuana. 74% no piensa que se convocará a una
Asamblea Constituyente. </FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Ese 58,4% de "incrédulos" frente a las promesas
electorales coincide con el 58,1% de abstención del 15 de diciembre. Es un
universo disímil, que lo único que tiene en común es su férreo escepticismo. Es
el país desengañado, que ya no se fía en la palabra y los gestos de la
dirigencia política. Descreído, incrédulo, desilusionado o desalentado. Poco
importa cómo se lo describa. Es la mayoría en el país real. La encuesta no dice
que este 58% no aspire a transformaciones profundas. Simplemente refleja una
desconfianza radical. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Jovino Novoa ha tratado de interpretar la abstención
afirmando que Bachelet no tiene representatividad ni mandato para impulsar
cambios profundos, y quienes se han abstenido están "conformes" con el país en
el que viven. Niega así una biblioteca completa de estudios que desde hace
décadas muestran un altísimo malestar en la sociedad. Un desagrado que se ha
agudizado en los últimos cuatro años. La incapacidad de este tipo de políticos
para reconocer estas evidencias muestra que viven de acuerdo a la máxima
"Si la realidad contradice el modelo , peor para la
realidad". </DIV>
<DIV align=justify><BR>La eufórica Nueva Mayoría parece incómoda cuando se les
recuerda el volumen de abstención. Aunque la derecha intente manipular estas
cifras, es imposible negar su volumen. No se puede justificar un 41% de
participación electoral en la existencia del voto voluntario. En los países con
voto obligatorio pero que no sancionan a quienes no votan, la participación
media llega al 74%. Y en donde hay voto voluntario la participación alcanza un
promedio del 68%(1). En Alemania llegó a un 66,04% en 2013, en España a un
63,26% en 2011 y a un 53,57% en EE.UU., en 2012. </DIV>
<DIV align=justify><BR>Tampoco esta abstención tiene antecedentes históricos en
Chile. La participación electoral, desde la introducción de la cédula única de
votación en 1958, vivió un ascenso permanente: 1957: 22%; 1961: 32%, 1965: 50%,
1969: 45% y 1973: 63%. En el plebiscito del 5 de octubre de 1988 votó el 97.53%
de los inscritos, que representaban el 86,8% de la población en edad de votar, y
en las presidenciales de 1989 un 92,3% de los inscritos. Ese mismo año la
Concertación presentó el programa electoral más claro y profundo que ha
elaborado hasta la fecha. La plataforma de Aylwin contenía cambios que sin ser
radicales, buscaban cambiar el "carácter" del modelo económico, y reordenaban el
sistema político. Pero ese programa se convirtió en papel mojado. Hugo Fazio, en
su libro El programa abandonado observaba: "Los hechos muestran que tal programa
está lejos de haberse cumplido. No se trata de errores cometidos o medidas
fortuitas y /o coyunturales, que debieron tomarse dadas las circunstancias. Muy
por el contrario"(2). Fazio narra cómo el primer gobierno concertacionista fue
tejiendo un "consenso en las alturas" con el gran empresariado y la derecha, que
torció la voluntad que inspiraba el programa votado en diciembre de 1989. </DIV>
<DIV align=justify><BR>A partir de 1993 los programas de la Concertación se
llenaron de significantes vacíos como "nuevos tiempos", "equidad", "tolerancia",
etc. Adjetivos con los que es imposible estar en desacuerdo, pero difícilmente
evaluables. ¿Cómo no concordar con la idea laguista de "Crecer con igualdad"? ¿O
con el freísta "Vamos a vivir mejor"? En paralelo, la influencia lavinista
comenzó a cosificar y minimizar los programas. Desaparecieron las propuestas
políticas nacionales y se comenzó a ofrecer un listado de pequeñas medidas,
acotadas y focalizadas en grupos particulares, cuyos destinatarios, dispersos y
desorganizados, no pudieron supervisar y exigir su cumplimiento cabal. Piñera
llevó esta estrategia a su cumbre. Así entusiasmó, pero terminó desilusionando a
casi todos. </DIV>
<DIV align=justify><BR>En estas elecciones, la Nueva Mayoría ha retornado a la
"gran política" mediante tres promesas mayores: nueva Constitución, educación
gratuita y reforma tributaria. A una parte del electorado estos compromisos le
han entusiasmado, y con justificadas razones. Pero otro amplio sector no ha
acompañado esta esperanza. Y no porque estén en contra de estas propuestas, sino
porque consideran que caen a destiempo. ¿Cómo creer que se cumplirán estos
grandes compromisos si no se cumplieron los pequeños ofrecimientos de antaño? Ya
se han contagiado del síndrome del programa abandonado. ¿Hay antídoto ante
tamaña infección? Sólo uno: cumplir lo prometido. Ser flexible en las
estrategias, inteligente en los caminos, pero fijarse líneas rojas que, cueste
lo que cueste, no se esté dispuesto a traspasar. Si la Nueva Mayoría no asume
este criterio, la actual epidemia se transformará a muy corto plazo en una
pandemia con pronóstico desconocido.
<BR> <BR><STRONG><U>Notas</U></STRONG></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>(1) International Institute for Democracy and Electoral
Assistance. <BR>(2) Fazio, Hugo. El programa abandonado , Santiago, LOM, 1996.
p. 12.
<HR>
<BR> <BR> <BR><BR></DIV></FONT></BODY></HTML>