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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información</U><BR><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>29 de diciembre 2013</U><BR><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical</FONT><BR>Montevideo -
Uruguay<BR>redacción y suscripciones: <A
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href="mailto:germain5@chasque.net">germain5@chasque.net</A></FONT></STRONG><A
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<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>Uruguay</FONT></STRONG></FONT></DIV>
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<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG>El ejemplo
uruguayo</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>La libertad tiene sus riesgos
y quien cree en ella debe estar dispuesto a correrlos. Así lo ha entendido el
Gobierno de José Mujica al legalizar la marihuana y el matrimonio gay. Y hay que
aplaudirlo.</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG><FONT size=2>Mujica, que en su
juventud fue guerrillero tupamaro, asaltó bancos y pasó muchos años en la
cárcel, donde fue torturado durante la dictadura militar, ha respetado
escrupulosamente las instituciones democráticas -la libertad de prensa, la
independencia de poderes, la coexistencia de partidos políticos y las elecciones
libres- así como la economía de mercado, la propiedad privada y alentado la
inversión extranjera. </FONT><FONT
face=Calibri></FONT><BR></DIV></STRONG></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Mario Vargas
Llosa </STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>El País, Madrid,
20-12-2013</STRONG></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><A
title="http://elpais.com/elpais/ CTRL + clic para seguir el vínculo"
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title="http://elpais.com/elpais/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://elpais.com/elpais/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><BR></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial>Ha hecho bien The Economist en
declarar a Uruguay el país del año y en calificar de admirables las dos reformas
liberales más radicales tomadas en 2013 por el Gobierno del presidente José
Mujica: el matrimonio gay y la legalización y regulación de la producción, la
venta y el consumo de la marihuana.</FONT></DIV><FONT face=Arial>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>Es extraordinario que ambas medidas,
inspiradas en la cultura de la libertad, hayan sido adoptadas por el Gobierno de
un movimiento que en su origen no creía en la democracia sino en la revolución
marxista leninista y el modelo cubano de autoritarismo vertical y de partido
único. Desde que subió al poder, el presidente José Mujica, que en su juventud
fue guerrillero tupamaro, asaltó bancos y pasó muchos años en la cárcel, donde
fue torturado durante la dictadura militar, ha respetado escrupulosamente las
instituciones democráticas -la libertad de prensa, la independencia de poderes,
la coexistencia de partidos políticos y las elecciones libres- así como la
economía de mercado, la propiedad privada y alentado la inversión extranjera.
Esta política del anciano y simpático estadista que habla con una sinceridad
insólita en un gobernante, aunque ello le signifique meter la pata de cuando en
cuando, vive muy modestamente en su pequeña chacra de las afueras de Montevideo
y viaja siempre en segunda clase en sus viajes oficiales, ha dado a Uruguay una
imagen de país estable, moderno, libre y seguro, lo que le ha permitido crecer
económicamente y avanzar en la justicia social al mismo tiempo que extendía los
beneficios de la libertad en todos los campos, venciendo las presiones de una
minoría recalcitrante de la alianza.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>Hay que recordar que Uruguay, a diferencia
de la mayor parte de los países latinoamericanos, tiene una antigua y sólida
tradición democrática, al extremo de que, cuando yo era niño, se llamaba al país
oriental "la Suiza de América" por la fuerza de su sociedad civil, el arraigo de
la legalidad y unas Fuerzas Armadas respetuosas de los gobiernos
constitucionales. Además, sobre todo después de las reformas del batllismo, que
reforzaron el laicismo y desarrollaron una poderosa clase media, la sociedad
uruguaya tenía una educación de primer nivel, una muy rica vida cultural y un
civismo equilibrado y armonioso que era la envidia de todo el
continente.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>Yo recuerdo la impresión que significó para
mí conocer Uruguay hacia mediados de los años sesenta. No parecía uno de los
nuestros ese país donde las diferencias económicas y sociales eran mucho menos
descarnadas y extremas que en el resto de América Latina y en el que la calidad
de la prensa escrita y radial, sus teatros, sus librerías, el alto nivel del
debate político, su vida universitaria, sus artistas y escritores -sobre todo,
el puñado de críticos y la influencia que ejercían en los gustos del gran
público- y la irrestricta libertad que se respiraba por doquier lo acercaban
mucho más a los más avanzados países europeos que a sus vecinos. Allí descubrí
el semanario Marcha, una de las mejores revistas que he conocido, y que se
convirtió para mí desde entonces en una lectura obligatoria para estar al tanto
de lo que ocurría en toda América Latina.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>Sin embargo, ya en aquel tiempo había
comenzado a deteriorarse esa sociedad que daba al forastero la impresión de
estar alejándose cada vez más del tercer mundo y acercándose cada vez más al
primero. Porque, pese a todo lo bueno que allí ocurría, muchos jóvenes, y
algunos no tan jóvenes, sucumbían a la fascinación de la utopía revolucionaria e
iniciaban, según el modelo cubano, las acciones violentas que destruirían
aquella "democracia burguesa" para reemplazarla no por el paraíso socialista
sino por una dictadura militar de derecha que llenó las cárceles de presos
políticos, practicó la tortura y obligó a exiliarse a muchos miles de uruguayos.
El drenaje de talento y de sus mejores profesionales, artistas e intelectuales
que padeció el Uruguay en aquellos años fue proporcionalmente uno de los más
críticos que haya vivido en la historia un país latinoamericano. Sin embargo, la
tradición democrática y la cultura de la legalidad y la libertad no se
eclipsaron del todo en aquellos años de terror y, al caer la dictadura y
restablecerse la vida democrática, florecerían de nuevo con más vigor y, se
diría, con una experiencia acumulada que sin duda ha educado tanto a la derecha
como a la izquierda, vacunándolas contra las ilusiones violentistas del
pasado.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>De otro modo no hubiera sido posible que la
izquierda radical, que con el Frente Amplio y los tupamaros llegara al poder,
diera muestras, desde el primer momento, de un pragmatismo y espíritu realista
que ha permitido la convivencia en la diversidad y profundizado la democracia
uruguaya en lugar de pervertirla. Ese perfil democrático y liberal explica la
valentía con que el Gobierno del presidente José Mujica ha autorizado el
matrimonio entre parejas del mismo sexo y convertido a Uruguay en el primer país
del mundo en cambiar radicalmente su política frente al problema de la droga,
crucial en todas partes, pero de una agudeza especial en América Latina. Ambas
son reformas muy profundas y de largo alcance que, en palabras de The Economist,
"pueden beneficiar al mundo entero".</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>El matrimonio entre personas del mismo sexo,
ya autorizado en varios países del mundo, tiende a combatir un prejuicio
estúpido y a reparar una injusticia por la que millones de personas han padecido
(y siguen padeciendo en la actualidad) arbitrariedades y discriminación
sistemática, desde la hoguera inquisitorial hasta la cárcel, el acoso,
marginación social y atropellos de todo orden. Inspirada en la absurda creencia
de que hay solo una identidad sexual "normal" -la heterosexual- y que quien se
aparta de ella es un enfermo o un delincuente, homosexuales y lesbianas se
enfrentan todavía a prohibiciones, abusos e intolerancias que les impiden tener
una vida libre y abierta, aunque, felizmente, en este campo, por lo menos en
Occidente, se han ido desmoronando los prejuicios y tabúes homofóbicos y
reemplazándolos la convicción racional de que la opción sexual debe ser tan
libre y diversa como la religiosa o la política, y que las parejas homosexuales
son tan "normales" como las heterosexuales. (En un acto de pura barbarie, el
Parlamento de Uganda acaba de aprobar una ley estableciendo la cadena perpetua
para todos los homosexuales).</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>Respecto a las drogas prevalece todavía en
el mundo la idea de que la represión es la mejor manera de enfrentar el
problema, pese a que la experiencia ha demostrado hasta el cansancio que no
obstante la enormidad de recursos y esfuerzos que se han invertido en
reprimirlas, su fabricación y consumo siguen aumentando por doquier, engordando
a las mafias y la criminalidad asociada al narcotráfico. Este es en nuestros
días el principal factor de la corrupción que amenaza a las nuevas y a las
antiguas democracias y va cubriendo las ciudades de América Latina de pistoleros
y cadáveres.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>¿Será exitoso el audaz experimento uruguayo
de legalizar la producción y el consumo de la marihuana? Lo sería mucho más, sin
ninguna duda, si la medida no quedara confinada en un solo país (y no fuera tan
estatista) sino comprendiera un acuerdo internacional del que participaran tanto
los países productores como consumidores. Pero, aun así, la medida va a golpear
a los traficantes y por lo tanto a la delincuencia derivada del consumo ilegal y
demostrará a la larga que la legalización no aumenta notoriamente el consumo
sino en un primer momento, aunque luego, desaparecido el tabú que suele
prestigiar a la droga ante los jóvenes, tienda a reducirlo. Lo importante es que
la legalización vaya acompañada de campañas educativas -como las que combaten el
tabaco o explican los efectos dañinos del alcohol- y de rehabilitación, de modo
que quienes fuman marihuana lo hagan con perfecta conciencia de lo que hacen, al
igual que ocurre hoy día con quienes fuman tabaco o beben alcohol.</FONT></DIV>
<DIV align=justify><BR><FONT size=2>La libertad tiene sus riesgos y quienes
creen en ella deben estar dispuestos a correrlos en todos los dominios, no sólo
en el cultural, el religioso y el político. Así lo ha entendido el Gobierno
uruguayo y hay que aplaudirlo por ello. Ojalá otros aprendan la lección y sigan
su ejemplo.
<HR>
</FONT></FONT></DIV></BODY></HTML>