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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>27 de enero de 2014<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo -
Uruguay<BR>Redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV></FONT><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Argentina</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3></FONT></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT size=3>El kirchnerismo, herencias y
legados</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Fernando Rosso</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Alfil</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://diarioalfil.com.ar/"><STRONG>http://diarioalfil.com.ar/</STRONG></A></DIV>
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<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>A la recauchutada escuela del neo-revisionismo histórico le
gusta ubicar al kirchnerismo en la línea de continuidad con otros “movimientos
nacionales y populares”, como el radicalismo de Hipólito Yrigoyen y el mismo
peronismo. Sin embargo, el kirchnerismo como movimiento surgido en respuesta a
una de las crisis de la Argentina semi-colonial en decadencia, repite mucho de
sus defectos y casi ninguna de sus virtudes.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El yrigoyenismo pasó a la historia como el agente de
institucionalización de las nuevas clases medias. Marcó el fin de la Argentina
oligárquica o el aburguesamiento moderno de la oligarquía.<BR></DIV>
<DIV align=justify>El primer peronismo hizo lo propio con la clase obrera,
creando un Estado con base de masas que evitó su irrupción por medios violentos.
La estatización del movimiento obrero fue el precio pagado por las concesiones,
el presunto carnet de ciudadanía y la integración a la “república”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Desde aquel momento hasta la derrota propinada por la
última dictadura y luego continuada por el “neoliberalismo”, la política estuvo
marcada para las clases dominantes, por la insufrible presencia de la clase
obrera en el escenario argentino.<BR>Memoria y balance</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Qué legado deja el kirchnerismo como emergente de la
crisis orgánica de principios de siglo? De las tareas que la historia le exigía
desde el punto de vista burgués, el kirchnerismo no resolvió prácticamente
ninguna, si se hace abstracción de que fue el factor central de la pasivización
del proceso que tuvo su mayor expresión en las jornadas de diciembre del
2001.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Las bases estructurales de la economía argentina no
hicieron más que empeorar.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“A medida que la crisis económica avanza, el equilibrio
de poder se iba quebrando, por cuánto la expansión habría tenido sólo
características coyunturales, no habiéndose zanjado la crisis estructural. Al
contrario: el propio crecimiento industrial se transformó en un factor agravante
de ella, dado que la industria había creado nuevas necesidades específicas que
sólo un desarrollo adecuado de la infraestructura podía resolver. Al carecer de
ese desarrollo básico, la crisis económica, en cuánto coincidiera con una nueva
depresión coyuntural, sería aún más profunda que en etapas anteriores, en las
que había afectado a una sociedad económicamente menos compleja”. Aunque puede
parecer una descripción hecha de la realidad por cualquier analista actual, esto
lo escribió Juan Carlos Portantiero en 1963, en el Nro. 1 de la revista Pasado y
Presente, y se refiere al segundo gobierno del primer peronismo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si el diagnóstico es completamente válido para los años
peronistas de la Argentina de mediados de siglo pasado, también lo es y
potenciado para el país de la “década ganada”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El déficit energético y los desequilibrios comerciales
-con la importación de insumos industriales como una de las principales causas
de la salida de dólares-, son una demostración elocuente de que hubo expansión,
pero no desarrollo o crecimiento orgánico de la economía, cuestión difícil de
lograr de la mano de esa entelequia u oxímoron al que llaman “burguesía
nacional”. La devaluación en curso es una de las consecuencias lógicas y la
inflación es la forma que adopta el ajuste. Pero además, sufrimos el
agravamiento otras crisis estructurales. El transporte (Masacre ferroviaria de
Once), los servicios básicos (cortes recientes de luz) o incluso la decadencia
de las grandes ciudades y la “re-distribución” socio-económica clasista del
espacio urbano y sus consecuentes crímenes sociales (inundaciones de La
Plata).<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Utopía</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>El balance de la “arquitectura institucional”, es decir
del régimen político legado por el kirchnerismo, no es mucho mejor. Fueron un
fracaso la transversalidad y la concertación plural, y el intento más general de
equilibrar la democracia argentina con dos grandes coaliciones de
centroizquierda y centroderecha. Con la vuelta a escena de la crisis económica;
se hace patente la ausencia de un régimen político fuerte. Aunque hay que
reconocer que en esto el kirchnerismo comparte responsabilidades con la
oposición tradicional que colaboró para fortalecer al gobierno y debilitar al
régimen.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pero además, a esta herencia general, el kirchnerismo le
aporta las consecuencias de su ADN frepasista o de un “peronismo
pequeñoburgués”, como lo llamó el intelectual Carlos Altamirano.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Si el yrigoyenismo trabajó para la integración de las
clases medias y el peronismo la de la clase trabajadora; el kirchnerismo “logró”
su expulsión de la coalición de gobierno, y la dejó en cierta medida a la
“intemperie” política. Los votos que perdió a manos de Massa en la provincia de
Buenos Aires y claramente por izquierda con el FIT, son una manifestación de
patente de este hecho.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Trabajó persistentemente para la división de la
burocracia sindical y debilitó los eslabones de las cadenas de contención de los
trabajadores. La expulsión y el desprecio por los sindicalistas no es más que la
expresión distorsionada de su repulsa por la clase obrera de conjunto, sobre
todo cuando intenta transformarse en sujeto, es decir, cuando es reacia a
dejarse “mandar”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, la debilidad de los dirigentes sindicales no
es sinónimo de debilidad de la clase trabajadora. El legado, no ya del
kirchnerismo, sino del crecimiento económico del que se vio beneficiado y que
llegó a su límite, es una clase obrera con fuerzas renovadas (pese a sus
importantes divisiones) que reclama nuevamente su tradicional protagonismo en el
entramado nacional. La ronda de paritarias en puerta, amenaza con convertirse en
una importante batalla de este enfrentamiento que viene de largo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Alejandro Horowicz, autor de uno de los clásicos estudios
sobre el peronismo (“Los cuatro peronismos”), afirmó recientemente que la
“diáspora” que significaron la dictadura y el “neoliberalismo” para los
trabajadores argentinos, estaba comenzando a superarse y advirtió que “los
trabajadores soportaron la derrota más cruenta de su historia; y el camino de la
recuperación política, tras el estallido de 2001, recién comienza a desbrozarse.
La batalla por sindicatos representativos y eficaces, sometidos al control de
sus bases, con direcciones probadas en la lucha, ha cobrado un cierto envión”. Y
sentenció muy certeramente: “Los trabajadores pueden ser personalmente muchas
cosas, pero el peronismo del movimiento obrero no existe, es una pieza del museo
histórico. Y la idea de construir una nueva herramienta de transformación
política que no los incluya, más que una idea práctica se parece a los consejos
de los “expertos” tipo Jaime Duran Barba, sirven para ganar alguna elección,
pero no sirven para cambiar la historia” (“Una política sin protagonismo
obrero”, Tiempo Argentino, 06/01)</DIV>
<DIV align=justify><BR>Frente al peronismo histórico que “integró” a la clase
obrera, erosionando su independencia, y la reciente experiencia del “peronismo
pequeñoburgués” que la rechaza; la disputa que está abierta es sobre el carácter
de esa nueva herramienta política que refiere Horowicz.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El millón doscientos mil votos que obtuvo el Frente de
Izquierda el año pasado, representaron su emergencia electoral, que no es
sinónimo de emergencia política integral. La “ilusión de lo político”, como
practica sin anclaje social y militante (es decir, como puro parlamentarismo),
no es un riesgo sólo de los partidos tradicionales y de los “Durán Barba”; es un
peligro permanente también para la izquierda clasista. La crisis se acelera y
acorta los tiempos. La emergencia electoral debe traducirse en amplia fuerza
militante, que ya no puede contarse por cientos, sino por miles o decenas de
miles, si lo que se pretende no es sólo ganar en alguna elección, sino cambiar
definitivamente la historia.
<HR>
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