<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META content=text/html;charset=iso-8859-1 http-equiv=Content-Type>
<META name=GENERATOR content="MSHTML 8.00.7600.16385">
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY style="PADDING-LEFT: 10px; PADDING-RIGHT: 10px; PADDING-TOP: 15px"
id=MailContainerBody background="" leftMargin=0 topMargin=0 bgColor=#ffffff
CanvasTabStop="true" name="Compose message area">
<DIV><FONT size=2 face=Arial>
<HR>
</DIV>
<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>28 de enero de 2014<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo -
Uruguay<BR>Redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
title="mailto:germain5@chasque.net CTRL + clic para seguir el vínculo"
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify>
<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=3><STRONG>Brasil</STRONG></FONT></FONT></DIV>
<DIV align=justify><FONT face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><FONT size=3><STRONG>Los nuevos
‘vándalos’ de Brasil<BR></STRONG></FONT></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial><STRONG>El 'rolezinho', la novedad de
esta Navidad, muestra que, cuando la juventud pobre y negra de las periferias de
São Paulo ocupa los centros comerciales anunciando que quiere formar parte de la
fiesta del consumo, la respuesta es la de siempre: criminalización. Pero ¿qué es
lo que le están "robando"estos jóvenes a la clase media
brasileña?</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT size=2 face=Arial></FONT> </DIV>
<DIV><FONT size=2 face=Arial><STRONG></STRONG></FONT> </DIV>
<DIV><FONT size=2 face=Arial><STRONG>Eliane Brum *</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT size=2 face=Arial><STRONG>El País, Madrid,
23-12-2013</STRONG></FONT></DIV>
<DIV><FONT size=2 face=Arial><A href="http://internacional.elpais.com/"><STRONG
title="http://internacional.elpais.com/ CTRL + clic para seguir el vínculo">http://internacional.elpais.com/</STRONG></A></FONT></DIV>
<DIV><FONT size=2 face=Arial> </DIV>
<DIV align=justify><BR></DIV></FONT>
<DIV align=justify><FONT size=2 face=Arial>Las Navidades de 2013 serán
recordadas como aquellas en las que Brasil trató como gamberros a chicos pobres,
la mayoría de ellos negros, por haber osado divertirse en los centros
comerciales donde la clase media hace las compras de fin de año. A través de las
redes sociales, centenares, a veces miles de jóvenes, se ponían de acuerdo para
lo que llaman "rolezinho” (un paseo) en centros comerciales próximos a sus
comunidades, para “hacer jaleo, dar unos besos, flirtear, divertirse, sin
robos”. El sábado, 14, decenas entraron en el Shopping Internacional de
Guarulhos (Estado de São Paulo), cantando estribillos de funk da ostentação (un
tipo de música que exalta la ostentación). No robaron, no destruyeron, no
portaban drogas, pero aún así 23 de ellos fueron llevados a comisaría sin que
nada justificara la detención. Este domingo, 22, en el Shopping Interlagos,
varios fueron revisados a su llegada por un fuerte despliegue policial: según la
prensa, una base móvil y cuatro furgones, cuatro unidades de la Polícia Militar,
una del Grupo de Operaciones Especiales y cinco coches de seguridad particular
para montar guardia. Varios jóvenes fueron “invitados” a retirarse del edificio
por tener apariencia de funkeiros, como dos hermanos que empujaban al padre,
amputado, en una silla de ruedas. De nuevo, no se registró ningún hurto. El
sábado, 21, la policía -a la que llamó la administración del Shopping Campo
Limpo- no constató ningún “tumulto”, pero varios vehículos y motos de la Policía
Militar permanecieron en el aparcamiento para inhibir el rolezinho. Algunos
policías entraron en el centro comercial con pistolas de balas de goma y bombas
lacrimógenas.</FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR>Si no hay crimen, ¿por qué la juventud pobre y negra de
las periferias del área de São Paulo está siendo criminalizada?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Primero, a causa de su entrada. Los centros comerciales
fueron construidos para mantenerlos del lado de fuera y, de repente, osaron
traspasar el límite. Y lo hicieron reivindicando algo transgresor para jóvenes
negros y pobres en el imaginario nacional: divertirse fuera de los límites del
gueto. Y desear objetos de consumo. No neveras y televisores de pantalla plana,
símbolos de la llamada clase C o nueva clase media -la parcela de la población
que ascendió con la ampliación de renta en el Gobierno Lula-, sino marcas de
lujo internacionales, aquellas que se pretenden exclusivas para una élite, en
general blanca.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Antes, el 7 de diciembre, cerca de 6.000 jóvenes habían
ocupado el aparcamiento del Shopping Metrô Itaquera, y también fueron
reprimidos. Varios rolezinhos se organizaron a través de las redes sociales en
diferentes centros comerciales de la región metropolitana de São Paulo hasta el
final de enero pero, por miedo a la represión, muchos han sido cancelados. Sus
organizadores, jóvenes que a menudo trabajan como chicos de los recados, temen
perder el empleo al ser detenidos por estar donde supuestamente no deberían
estar – en una ley no escrita, pero siempre cumplida en Brasil-. Los agentes de
seguridad de los centros comerciales recibieron orientación para monitorizar a
cualquier joven “sospechoso” que esté delante de un escaparate, aunque sea solo,
deseando gafas de Oakley o tenis Mizuno, dos de los iconos de los funkeiros da
ostentação. En vísperas de Navidad, Brasil muestra la cara deformada de su
racismo. Y necesita encararla, porque el racismo sí es un crimen.</DIV>
<DIV align=justify><BR>“Eita porra, que cheiro de maconha” (algo así como
"Joder, qué olor a marihuana") era el estribillo que cantaban los jóvenes al
entrar en el Shopping Internacional de Guarulhos. El funk es de MC Daleste, que
homenajea en su nombre artístico la región donde nació y se crió, la zona este,
la más pobre de São Paulo, aquella que cada verano se inunda con las lluvias por
obras que los sucesivos gobiernos siempre aplazan, aplastando sueños, enterrando
casas, matando adultos y niños. Daleste murió en julio de un tiro en el pecho
durante un show en Campinas (a unos 100 kilómetros de São Paulo). El asesinato
es la primera causa de muerte en Brasil para los jóvenes negros y pobres, como
los que ocuparon el Shopping Internacional de Guarulhos.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La policía reprimió, los comercios cerraron, la clientela
corrió. Una testigo dijo la frase-símbolo a la reportera Laura Capriglione, de
Folha de S. Paulo: “Tiene que prohibirles a este tipo de maloqueiro [término
despectivo para habitantes de zonas pobres de las favelas] entrar en un lugar
como este”. Los días siguientes, en diferentes webs de periódicos, los lectores
definieron así a los rolezeiros (vea entrevista abajo): “maloqueiros”,
“bandidos”, “prostitutas” y “negros”. Negros emerge aquí como palabra
ofensiva.</DIV>
<DIV align=justify><BR>As novelas ya vendían una vida de lujo hace muy tiempo,
solo que en ellas los ricos eran los que pertenecían al mundo de riqueza. En los
videoclipes de funk ostentação, son los pobres que aparecen en este
mundo.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>El funk da ostentação, surgido en la Baixada Santista y
la región metropolitana de São Paulo en los últimos años, evoca el consumo, el
lujo, el dinero y el placer que todo eso otorga. En sus videoclips, los DJs
aparecen con cadenas y anillos de oro, vestidos con ropas de marca, en coches
caros, rodeados de mujeres con mucho culo y poca ropa. (Para conocer el funk de
la ostentação, vea el documental aquí). Distinto del núcleo duro del hip hop
paulista de los ochenta y noventa, que renegaba del sistema, y también del
movimiento de literatura periférica y marginal que, al inicio de 2000, defendía
que para consumir, se comprasen marcas producidas por la periferia para la
periferia, el funk da ostentação coloca a los jóvenes -aunque para la mayoría
solo en la imaginación- en escenarios hasta ahora reservados para la juventud
blanca de las clases media y alta. Esa, tal vez, sea su transgresión. En sus
vídeos, los DJs tienen vidas de ricos, con todos los símbolos de los ricos.
Gracias al éxito de su funk en las comunidades, muchos DJs se enriquecieron de
verdad y tuvieron acceso al mundo que celebraban.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esta exaltación del lujo y del consumo, interpretada como
adhesión al sistema, hizo el funk da ostentação incómodo para un sector de los
intelectuales brasileños e incluso para parte de los líderes culturales de las
periferias de São Paulo. Ahora, los rolezinhos – y la represión que les siguió–
le añaden a esta vertiente del funk un componente de insurgencia, celebrado
estos últimos días por voces de la izquierda. Al ocupar los centros comerciales,
la juventud pobre y negra de las periferias no estaba solo apropiándose de los
valores simbólicos, como ya hacía con las letras del funk da ostentação, pero
también de los espacios físicos, lo que marca una diferencia. Y, para algunos
sectores de la sociedad, agrega un contenido peligroso a aquello que era
denominado [porque no hablaba de violencia, sino de ostentación] “funk do
bem”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La respuesta violenta de la administración de los centros
comerciales, de las autoridades, de la clientela y de parte de los medios
demuestra que esos actores leyeron la entrada de la juventud de las periferias
en estos establecimientos como un acto violento. Pero la violencia era
justamente el hecho de no estar allí para robar, el único acto en que se
acostumbra a ver jóvenes negros y pobres. Entonces, ¿cómo encajarlos? ¿en qué
lugar colocarlos? Prefirieron concluir que existía la intención de hurtar y
destruir, algo más fácil de aceptar en lugar de admitir que solo querían
divertirse en los mismos lugares que la clase media, deseando los mismo objetos
de consumo que ella. Llevaron a parte de los rolezeiros a la comisaría. Aunque
tuvieran que soltarlos luego, porque no había motivos para mantenerlos allí, el
acto ya los ha estigmatizado y señalará sus vidas, como históricamente se ha
hecho con los negros y pobres en Brasil.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Jefferson Luís, 20 años, organizador del rolezinho del
Shopping Internacional de Guarulhos, fue detenido, es blanco de investigación
policial, su madre lloró y él acabó cancelando otro rolezinho ya programado por
miedo a sufrir más. Auxiliar en una empresa, ahorró un mes de salario para
comprar la cadena dorada que lleva al cuello. Jefferson dijo al periódico O
Globo: “No iba a ser una protesta, iba a ser una respuesta a la opresión. Uno no
se puede quedar en casa encerrado”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por esta subversión no será perdonado. Los jóvenes negros
y pobres de las periferias de São Paulo, en vez de contentarse con trabajar en
la construcción civil y en servicios subalternos de las empresas de lunes a
viernes y quedarse encerrados en casas sin servicios básicos el fin de semana,
también quieren divertirse. Zoar, como dicen. La clase media acepta que quieran
pan, que quieran nevera, se siente más incomodada cuando llenan los aeropuertos,
pero ¿divertirse, y en centros comerciales? Otra frase de Jefferson Luiz: “Si yo
tuviera un cuarto solo para mí ya sería una ostentación”. Divide una habitación
en la periferia de Guarulhos con ocho personas.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Estas Navidades, los funkeiros da ostentação parecen
haberse convertido en los nuevos “vándalos”, como son llamados todos los
manifestantes que, en las protestas, no se comportan dentro de la etiqueta
establecida por las autoridades y por parte de los medios. En las primeras
noticias, el rolezinho del Shopping Internacional de Guarulhos fue tachado de
“arrastão” (avalanchas humanas que crean confusión para robar). Pero no había
arrastão. El antropólogo Alexandre Barbosa Pereira hace una provocación precisa:
“Si fuese un grupo numeroso de jóvenes blancos de clase media, como sucedió
varias veces, ¿sería interpretado como un flash mob?”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Por qué los administradores de los centros comerciales,
la policía, parte de los medios y los clientes solo consiguen encuadrar a un
grupo de jóvenes negros y pobres dentro de un centro comercial en un arrastão?
Hay varias respuestas posibles. Pereira propone una bastante aguda: “¿Será que
la clase media entiende que los jóvenes están ‘robando’ su derecho exclusivo de
consumir?”. ¿Este sería el “robo” imperdonable, el que colocó a las fuerzas de
la represión en la puerta de los centros comerciales para impedir la entrada de
chicos desarmados que querían zoar, dar unos besos y codiciar objetos de deseo
en los escaparates?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Para ayudarnos a pensar en los significados del rolezinho
y del funk da ostentação entrevisto a <STRONG>Alexandre Barbosa Pereira</STRONG>
en esta columna. Profesor de la Universidade Federal de São Paulo (Unifesp), se
dedica a investigar las manifestaciones culturales de las periferias paulistas.
En su máster, recorrió el mundo de pichação, un estilo de grafiti característico
de São Paulo. En el doctorado, buceó en las escuelas públicas para comprender lo
que es zoar. Desde 2012 investiga el funk da ostentação. Aunque los rolezinhos,
por la fuerza de la represión, concluyan estas Navdades, hay mucho que
necesitamos comprender sobre lo que dicen sus protagonistas – y sobre lo que la
reacción violenta en su contra dice de la sociedad brasileña-.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-El rolezinho aparece conectado al funk da
ostentação. ¿En qué medida existe, de hecho, esa conexión?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Alexandre Barbosa Pereira. El funk ostentação es una
relectura paulista del funk carioca, hecha a partir de la Baixada Santista y de
la región metropolitana de São Paulo, en la cual las letras pasan a tener la
siguiente temática: dinero, marcas, coches, bebidas y mujeres. No se habla
directamente de crimen, drogas o sexo. Los funkeiros de esa vertiente comenzaron
a producir videoclips inspirados en la estética de los del gangsta rap
estadunidense. Pero lo más curioso de ese movimiento es el giro que los jóvenes
hacen para cambiar la pauta que, hasta entonces, era principalmente la
criminalidad para el consumo. Las músicas dejan de hablar de crimen para hablar
de productos que ellos quieren consumir. Así, en vez de cantar: “Roba motos,
roba coches, un bandido no anda a pie” (Bonde Sinistro), los funkeiros de la
vertiente de la ostentación cantan: “Vida es tener un Hyundai y una [moto]
Hornet, diez mil para gastar, Rolex....” (MC Danado). De este modo, los DJs
empezaron a tener más espacio para cantar en locales nocturnos y pasaron a
producir videoclips cada vez más elaborados, con más de 20 millones de accesos
en Youtube, lo que les llevó a un éxito al margen de los medios tradicionales.
Algunos llegaron a alcanzar gran repercusión entre un segmento del público joven
sin haber aparecido nunca en la televisión. Vi a niñas llorando por DJs en
bailes incluso antes de que el funk ostentação alcanzara el protagonismo que
consiguió en los grandes medios. Surgieron empresas especializadas en la
producción de clipes en el estilo de la ostentación, como Kondzilla y Funk TV,
claramente inspirados en el gangsta rap, en el que los jóvenes aparecen en
coches y motos, exhibiéndose con ropas, dinero y mujeres. Una reflexión
interesante para hacer es cómo los medios tradicionales, que antes execraban el
llamado funk proibidão, que hablaba abiertamente de crimen, drogas y sexo, ahora
comienza a elogiar el funk ostentação, denominándolo incluso “funk del bien” y
resaltando la trayectoria económica y social ascendente de los DJs.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-Pregunta. Haciendo un paréntesis aquí, antes de
llegar al rolezinho: ¿cuál es el camino para que un joven pobre tenga acceso al
consumo de lujo, según la mirada del funk da ostentação? Este giro que tú
mencionabas...</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>Respuesta. Primero, que ese bien de lujo no es tan de
lujo. Al final, una botella de whisky a 60 u 80 reales (de 25 a menos de 35
dólares) no es ningún absurdo. Siempre es posible comprar una copia de aquellas
gafas de sol que cuestan más de mil reales. En las discotecas de funk que
observé, este era el precio. Pensemos en un grupo de por lo menos cuatro amigos
dividiendo el valor de la compraventa. No sale tan caro jugar a la ostentación.
Eso sí, están los coches. Eso sí que está fuera del alcance de la mayoría de
esos jóvenes. Pero ahí hay una explicación interesante, que Montanha, un
productor y director de videoclips de Funk TV, sabiamente me dio. Me dijo que
las novelas ya vendían una vida de lujo hace mucho tiempo, solo que en ellas los
ricos eran los que pertenecían a ese mundo. En los videoclips de funk
ostentação, son los pobres los que aparecen en un mundo de “riqueza” o de
“lujo”, con coches, mansiones, ropas de marcas más caras. Los jóvenes ahora
podrían, segundo Montanha, verse como parte de un mundo de prestigio, de ahí la
gran identificación. El crimen puede ser un camino para acceder a ese mundo de
lujo o lo que esos jóvenes entienden por un mundo de lujo, pero no es el único.
Esta es la lección que muchos DJs de funk están intentando transmitir en sus
letras. De cierta forma muestran otro camino, que, de hecho, siempre estuvo
presente para esos jóvenes de la periferia: hacerse famoso por la música o por
el fútbol. De hecho, esos son los caminos que aparecen como los más posibles
para que jóvenes negros y pobres de las periferias del país imaginen un futuro
de éxito. En un mundo en que hay una fuerte división entre trabajo intelectual y
manual, con la extrema valorización del primero, el uso del cuerpo en formas
lúdicas como medio de ganar dinero se muestra como opción para la transformación
de la vida. “Crimen, fútbol, música, cojones, yo tampoco conseguí huir de eso
ahí”, ese es el Negro Drama cantado por los Racionais MCs. Los DJs de funk
ostentação están intentando decir que es posible construir una vida de éxito a
través de la música. Y lo que era ficción (los videoclips con coches importados,
prestados o alquilados, con dinero de mentira lanzado al aire) comienza a
hacerse realidad. Muchos de ellos comienzan a ganar una cantidad razonable de
dinero con los shows. Creo que la idea de la imaginación como una fuerza
creativa se presenta con fuerza en el funk ostentação.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Será que la clase media entiende que los jóvenes están
‘robando’ el derecho exclusivo de ellos consuman? Direito que, por su parte,
venía siendo robado de esos jóvenes pobres hace muy tiempo.”</DIV>
<DIV align=justify><BR>Por otro lado, es preciso destacar que masculinidades
marcadas por el deseo de poseer un automóvil o una motocicleta no fueron
construidas por el funk ostentação. Ya existían hace tiempo. Para los niños de
la periferia, poseer un buen coche, bonito y potente, es una de las metas
principales de vida. La posesión del coche es, en el imaginario de esos jóvenes,
pero también de la población en general, un indicativo de éxito económico y
social, garantizando, como consecuencia, el éxito con las mujeres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En este caldo cultural, el consumo es cada vez más
exaltado como espacio de afirmación y de reconocimiento para los jóvenes. Es,
inclusive, bastante compleja la forma de la relación entre criminalidad y
consumo en el funk. En el giro que produjeron, parece que hay el mensaje de que
esas dos acciones pueden ser dos lados de una misma moneda. Ellos no dejan de
hablar del crimen. Acaban citándolo indirectamente, como en las músicas de MC
Rodofilho, en las cuales él celebra: “Ay dios, qué bueno es ser vida loka”. Lo
importante es entender cómo el crimen y el consumo son pautas constantes en las
relaciones sociales de los jóvenes de la periferia. Los más pobres también
quieren que iPads, iPhones y automóviles potentes formen parte de su mundo. Aún
necesito observar y reflexionar más sobre ello, pero creo que tanto en el caso
del crimen como en el del consumo tenemos que estar más atentos al modo en el
que se dan las relaciones entre personas y cosas. Pienso que la búsqueda de la
realización solo mediante el consumo implica sentimientos y posturas extremas de
un egoísmo hedonista y de un profundo desprecio por otros seres humanos. Las
mercancías, o las cosas anheladas, de cierta forma han conformado las
subjetividades contemporáneas. Y en esas nuevas subjetividades, marcadas por lo
instantáneo y la inestabilidad, parece no haber mucho espacio para la
solidaridad. Hay una nueva tendencia en la discusión antropológica que afirma
que no podemos entender las cosas solo como representación o resultado de lo
social. Necesitamos pensar también en cómo las cosas hacen a las personas e
incluso a lasociedad. Cómo las cosas o las mercancías más deseadas hoy motivan
tanto un consumismo desenfreado, irracional y egoísta, como el ingreso de
jóvenes en la criminalidad. Siempre me quedo espantado cuando veo las imágenes
en otros países de personas corriendo desesperadas para comprar un nuevo
lanzamiento de smartphone, videojuego, tableta... Pero no solo eso, estas cosas
también motivan y determinan formas de estar, pensar, relacionarse y sentir en
el mundo contemporáneo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Penso mucho en eso cuando parte de la clase media critica
el consumo de esos jóvenes, diciendo que solo ellos –la clase media que,
supuestamente, paga los impuestos – tienen derecho a consumir, o a relacionarse
con ciertos productos. ¿Será que la clase media entiende que los jóvenes están
robando el derecho exclusivo de que ellos consuman o de relacionarse con esos
objetos de prestigio? ¿Un derecho que, por otra parte, había sido robado de esos
jóvenes pobres hace mucho tiempo?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa crítica puede venir inclusive de cierta clase media
más intelectualizada e incluso con ideas políticas progresistas, que cree que
sabe lo que es mejor para los pobres. Hacen la crítica desde sus iPads e iPhones
a lo que entienden como un consumo irracional de los más pobres, que deberían
ahorrar en vez de gastar en productos que no son para su nivel económico. Hay un
juego de perder y ganar y también de búsqueda de satisfacciones individuales que
rodea el robo del derecho de algunos al consumo, que es preciso profundizar para
entender mejor esas dinámicas contemporáneas. ¿Todos tienen el derecho a
consumir lo que quieran? ¿Y sería viable, hoy, que todos consuman a altos
niveles? ¿Qué implicaciones mediombientales tendríamos? Y si no es sostenible o
viable que todos consuman con tamaña intensidad, ¿por qué incentivamos así el
consumismo? Con eso, lo que quiero decir es que no se puede pensar la relación
entre crimen y consumo solo entre los pobres. Creo que también necesitamos mirar
hacia las clases medias y altas y hacia los crímenes que, históricamente, han
sido cometidos contra los más pobres y el medioambiente para proteger el consumo
de los ricos.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. ¿Es en este punto en el que los rolezinhos
aparecen y crean una tensión reveladora en estas Navidades?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Los rolezinhos en los centros comerciales están
conectados directamente a ese contexto. No sé cómo surgieron, pero me
parece que despuntarion por esas nuevas relaciones que las redes sociales
permiten construir, de forma que una broma pueda volcar algo serio. De repente,
una convocatoria hecha en Internet puede llevar a centenares de jóvenes a
encontrarse en un centro comercial, un local donde pueden tener acceso a esos
bienes a los que canta la música, aunque solo sea un acceso visual. Eso sí, es
importante resaltar que no fueron los rolezinhos ni el funk ostentação los que
crearon esa relación de fascinación con el consumo. Esta ya existía hace mucho.
Os Racionais, hace más de diez años, ya cantaban sobre eso, con afirmaciones
como: “Tú dijiste que era bueno y la favela lo escuchó. Allá también tiene
whisky, Red Bull, tenis Nike y fusiles” o “La abundancia alegra al
sufridor”</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. Algunos análisis relacionan los rolezinhos
con una acción afirmativa de la juventud negra y pobre, a una denuncia de la
opresión y a una reivindicación de participación, en este caso en el mundo del
consumo. ¿Como analizarías tú este fenómeno tan nuevo?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. No me arriesgaría a decir que hay un movimiento
político muy claro. Puede indirectamente constituirse como una acción afirmativa
de la juventud negra y pobre. Tal vez la tensión que se creó con la
criminalización de esos jóvenes durante los rolezinhos pueda llevar a algún tipo
de reflexión y acción política mayor, pero es difícil de prever. En un libro
intitulado Cidadania Insurgente, [el antropólogo americano] James Holston
analiza el surgimiento de las periferias urbanas en Brasil, particularmente en
São Paulo, destacando la discriminación contra ciertas clases de ciudadanos en
el país. Ese autor muestra como, históricamente, las formulaciones de ciudadanía
elaboradas por los más pobres se dieron a partir de su ocupación de barrios en
las periferias de las grandes ciudades. Nociones y prácticas propias de
ciudadanía que se produjeron, a la vez, por medio de las experiencias de hacerse
propietario, de participar de movimientos sociales por la mejoría de los barrios
y de ingresar en el mercado del consumo. Primero se ocuparon los barrios,
incluso sin estructura mínima. Después llegaron las reivindicaciones por la
legalización de los terrenos ocupados. Y, finalmente vinieron las luchas por la
llegada de la energía eléctrica, el saneamiento básico y el asfalto. Creo
siempre muy interesante, en conversaciones con antiguos líderes de los barrios
periféricos de São Paulo, observar que indican la llegada del asfalto como el
gran marco de transformación del barrio y la integración de este al espacio
urbano.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Percibo, por lo tanto, acciones como las de los
rolezinhos, desde el punto de vista de esa “ciudadanía insurgente”, en
referencia a las asociaciones de ciudadanos que reivindican un espacio para sí y
así se contraponen al gran discurso hegemónico o, si no se disocian del discurso
hegemónico, al menos provocan ruidos en él. Se trata de una reivindicación por
la ciudadanía, la participación política y derechos que, históricamente, fue
hecha por los más pobres, muchas veces en la frontera entre lo legal y lo
ilegal, y que comenzó con la propia ocupación de los barrios en la periferia de
la ciudad de São Paulo, como forma de habitar y sobrevivir en el mundo urbano.
Esa ciudadanía no necesariamente se presenta como resistencia, pero puede
también querer, en muchos casos, asociarse a la hegemonía produciendo
disonancias.</DIV>
<DIV align=justify><BR>¿Qué son el funk ostentação y los rolezinhos si no esa
reivindicación de los jóvenes más pobres de una mayor participación en la vida
social más amplia a través del consumo? Estas acciones culturales parecen
situarse en esa lógica, que no necesariamente se contrapone a lo hegemónico, en
la medida en que intenta afirmarse por el consumo, pero provoca una incomodidad,
un ruido extremadamente irritante para aquellos que se guían por un discurso y
una práctica de segregación de los que consideran como los “otros”.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. ¿Cómo definir esa incomodidad? ¿Qué son los
“otros” en este contexto? ¿Y qué papel desempeñan estos “otros”?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. La incomodidad de ver pobres ocupando un lugar en el
que no deberían estar, como consumidores de ciertos productos que deberían ser
más exclusivos. Es un tipo de espanto que se pregunta: “¿Cómo ellos, que no
tienen dinero, quieren consumir productos que no son para su posición social y
económica?”. Estos “otros” son los considerados “subalternos”. Pueden ser
funkeiros, pobres y mestizos de la periferia, pero pueden ser también las
empleadas domésticas, los motoboys, los grafiteros, entre otros “otros”, que
muchas veces son utilizados como chivo expiatorio de las frustraciones de un
sector considerable de la clase media.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los rolezinhos no son protestas contra el centro
comercial o el consumo, sino afirmaciones de: “Queremos estar en el mundo del
consumo, en los templos del consumo”. Sin embargo, por ser jóvenes pobres de
barrios periféricos, negros y mestizos en su mayoría, y que escuchan un género
musical considerado marginal, pasan a ser vistos y clasificados por la mayoría
de la sociedad como gamberros o marginales. Pensemos que, en la propia
concepción del centro comercial, no está prevista la presencia de ese público,
aún menos en grupo y provocando confusión. Me pregunto: si fuera en un centro
comercial más noble, con jóvenes blancos de clase media alta, vestidos como se
espera de un joven de este estrato social, ¿la repercusión sería la misma? ¿la
criminalización sería la misma?. Tal vez fuera considerado solo un flash mob.
Hay una tendencia, de una parte considerable de la clase media, de los medios y
del poder público, a percibir a los jóvenes pobres a partir de tres
perspectivas, casi siempre exclusivistas: la del gamberro, la de la víctima y la
del héroe.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. ¿Cómo funcionan estas tres perspectivas,
gamberro, víctima y héroe?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Son más formas de etiquetar a esos jóvenes por
parte aquellos que quieren tutelarlos que categorías asumidas por los propios
jóvenes. Por eso, son contextuales. Dependiendo de la situación y de los actores
sociales con quienes dialoga, el joven puede ser entendido a partir de una de
esas categorías. El pichador (grafitero de pichaçao), por ejemplo, es un agente
que puede movilizar todas esas clasificaciones, dependiendo del contexto y de
los interlocutores: la policía, la Secretaría de Cultura, los investigadores
académicos o la ONG que quiere salvar los jóvenes de la periferia de la
violencia. En el caso del funk, por ejemplo, ya hay comentarios e incluso textos
de personas más politizadas viendo los rolezinhos como una acción afirmativa o
extremadamente contestataria. Para estos, los protagonistas de los rolezinhos
son víctimas que se hicieron héroes. Otros, como la policía, la administración
de los centros comerciales y la clientela, pero también sus vecinos, que viven
allá en los barrios pobres de la periferia, ven en ellos principalmente a
villanos y gamberros.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Jóvenes como estos que están en los rolezinhos no
necesariamente aceptan entrar en esas etiquetas pero, en algunos casos, pueden
también encajar en todas a la vez. No se puede simplificar un fenómeno como
este. Sin embargo, si pensáramos en ese movimiento que surge principalmente con
el hip hop de valorar la periferia como espacio político y de afirmación
positiva, es posible ver, aunque en menor intensidad, una cierta acción
política. De decir: “Somos de la periferia y estamos orgullosos”. Un movimiento
de reversión del estigma en marca positiva.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. Pero ¿hay, de hecho, una acción consciente,
organizada, con un sentido político previo? ¿O el sentido está siendo construido
a partir de los acontecimientos, lo que es igualmente legítimo?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Mira, sinceramente, es difícil decir si hay un sentido
político, directo, consciente y/o explícito. Tal vez por parte de algunos, pero
por lo que he visto en las redes sociales, no de la mayoría. Si el movimiento
persiste o toma otras formas, puede ser que el sentido político tome más fuerza.
De momento es difícil analizar ese punto. El antropólogo Arjun Appadurai analiza
hace algún tiempo los cambios que se producen en el mundo a causa del avance de
las tecnologías de comunicación y del transporte. Según este autor, las personas
se desplazan cada vez más en el mundo actual, y no solo físicamente, sino
también y tal vez principalmente en la imaginación, a causa de medios de
comunicación como la televisión y, más recientemente, por Internet. Hoy es
posible imaginarse en los más diferentes lugares del mundo, pero también en
diferentes clases sociales. ¿Qué son los videoclips de funk de la ostentación
sino imágenes/imaginaciones que los jóvenes tienen sobre lo que sería pertenecer
a otra clase o poseer mejores condiciones económicas para el consumo?</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esa imaginación, según ese autor, puede constituirse como
un proyecto político compartido, pero puede también ser solo una fantasía, algo
individualista y egoísta, sin gran potencial político. Me parece que el funk da
ostentação en São Paulo y movimientos como lo de los rolezinhos en los centros
comerciales tienen intensamente esos dos potenciales. Difícil saber si alguna de
ellas va a prevalecer o volverse hegemónica.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. ¿La elección de la música de MC Daleste,
asesinado en un show en Campinas, para el rolezinho del Shopping Internacional
de Guarulhos, puede tener algún otro significado?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. La elección de la música de MC Daleste en la entrada
de los jóvenes en el centro comercial de Guarulhos me pareció bastante
significativa por varios motivos. Principalmente, porque su muerte en el
escenario, cantando funk, de cierta forma construyó un marco para ese funk da
ostentação. Su asesinato acabó por dar aún más visibilidad a esta vertiente del
funk paulista. MC Daleste cantaba proibidão antes y, así, esa relación confusa
entre crimen y consumo se manifiesta de modo bastante fuerte en lo que él
representa. Hay en su propio nombre artístico esa afirmación de un cierto
orgullo del lugar de donde viene, de ser de la periferia, que tanto el funk como
el hip hop expresan. No es casualidad que él sea “Da Leste”. Recordemos
que Guarulhos también está al este de la región metropoliitana de São
Paulo.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. Hoy, una parte significativa de la generación
que se crió en las periferias con movimientos contestatarios como el hip hop y
la literatura periférica o marginal ha asumido, por el funk da ostentação, los
valores de consumo de las clases medias y alta. ¿Como analizas este fenómeno en
el contexto histórico actual de Brasil?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Lo que un evento como ese parece poner de manifiesto
es, por un lado, ese anhelo por consumir y por afirmarse mediante el consumo que
esos jóvenes vienen demostrando ya hace algún tiempo, por las letras de los
funks, pero también en el hip hop. A pesar de las críticas de ciertos segmentos
del hip hop, no sé si el funk ostentação rompe con el hip hop más politizado de
los ochenta y noventa o si ofrece una de las muchas posibles continuidades a ese
movimiento cultural. Me parece que el funk ostentação es una relectura paulista,
muy influenciada por el hip hop, del funk carioca. Muchos MCs de funk eran MCs
de hip hop. Muchos de ellos, además de funk, cantan también rap, y en los shows
se escuchan músicas de los Racionais. Hay trozos de letras de canciones de los
Racionais en las letras del funk. Ahora, el hecho es que el funk no está tan
marcado por la cuestión política como el hip hop. O Montanha me dijo algo
interesante una vez: que, en la verdad, el hip hop ofrecería un espacio de
expresión política que les faltaba a los jóvenes, ya el funk es un espacio de
ocio y de socialización. Me parece una reflexión interesante. No que el hip hop
no pueda contener ocio y socialización, ni el funk protesta política, pero las
dos vertientes tienden hacia uno de los polos. El funk, de hecho, ganó ese gran
espacio junto a los jóvenes de las periferias de São Paulo porque, en esa
articulación de un espacio de ocio, se configuró un espacio para las mujeres
que, en el hip hop, era más difícil. Las mujeres son presencia fundamental en
los bailes de funk. El protagonismo del baile siempre fue suyo. Incluso que los
niños también bailen y las niñas participen cada vez más como MCs. El hip hop
siempre fue mucho más masculino, del baile a la vestimenta.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. Pero ¿cuál es la diferencia, en tu opinión,
entre cómo hablan de consumo, por ejemplo, los Racionais y cómo lo hacen los MCs
de la ostentación?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Hay dos perspectivas. Cuando digo que los Racionais ya
lo cantaban, quiero decir que ellos ya identificaban esa necesidad de consumir
de la juventud. Y de consumir lo que ellos creían que era bueno, nada de consumo
consciente. Por eso digo que los Racionais ya hacían, hace más de diez años, una
lectura de ese anhelo por consumir de la juventud pobre. Por otro lado, hay esa
dimensión de movimientos como el de los escritores de la periferia, promoviendo
productos de la periferia, por la periferia. El funk ostentação comienza sin
preocuparse con esa cuestión directamente. No le duele la conciencia por cantar
al consumo y adherirse al sistema. Indirectamente, sin embargo, acaba llegando a
un otro punto, en la medida en que una parcela considerable de jóvenes de la
periferia pasa a poseer algún tipo de renta con la producción del funk. Ya sean
los chicos que graban los videoclips, los propios MCs, pero también los
empresarios, productores, técnicos e incluso algunos MCs que se hacen
emprendedores y crean sus propios negocios. Como MC Nego Blue, que observando de
cerca el éxito de las ropas de marca entre los jóvenes, creó Black Blue, una
tienda de ropa cuyo símbolo es una carpa colorida. Hoy, además de poseer
establecimientos propios, vende en tiendas multimarca, al lado de camisas de
Lacoste o de otras marcas famosas que los chicos buscan, y por un precio muy
parecido. Una de las empresas que programa shows de funk en Cidade Tiradentes se
llama justamente “Nosotros por nosotro”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los rolezinhos parecen decir: no solo queremos consumir,
queremos ocupar en masa y divertirnos en los centros comerciales, en los suyos o
en los nuestros. Es importante percibir también que los centros comerciales
donde los eventos ocurrieron están en regiones más periféricas, probablemente
próximos a la residencia de los jóvenes. De momento no han ido a los templos
mayores del consumo de lujo en la ciudad, en Jardins, Faria Lima, Marginal
Pinheiros... Puede haber también un componente de un término que descubrí en la
pesquisa que hice en escuelas de bachillerato, en mi doctorado, que es la idea
de “zoar”. Ellos quieren zoar, que es llamar la atención y divertirse, flirtear,
jugar y, si fuera preciso, pelear.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>-P. ¿Por qué, en este momento, el ocio se impone como
una reivindicación de esta generación, por encima de cuestiones como salud,
educación y transporte de calidad?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Creo que no hay una reivindicación política bien
formulada como sucedía con el hip hop: queremos más salud, educación y ocio.
Ellos simplemente quieren estar en los centros comerciales para zoar, y van. No
existe esa reflexión más elaborada que el hip hop produce, es más espontáneo.
Ese tal vez pueda ser un punto de distinción. Y el propio funk es, por sí solo,
ocio y diversión, un dispositivo poderosísimo para bailar y flirtear. El zoar
puede ser leído como un acto político, pero no me parece intencional. Creo que
crea una tensión que es política, que es de disputa de poder por los espacios de
la ciudad, pero no hay un manifiesto por la zoeira o por los rolezinhos, como
hubo, por ejemplo, en el caso del manifiesto del arte periférico de los
escritores.</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>Creo que se abre hacia fuera del gueto, del barrio donde se
vive, pero no hasta muy lejos. Al fin y al cabo, los centros comerciales a los
que van están al lado de sus casas. En este sentido, creo que el hip hop, a
pesar de hablar más del gueto, se abre mucho más hacia fuera en la medida en que
conquista un espacio importante en las políticas públicas de cultura, por
ejemplo.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Claro que ese espacio de ocio es problemático y
conflitivo incluso dentro de los barrios de las periferias donde viven esos
jóvenes. Si entrevistáramos a sus vecinos, seguramente la mayoría se
posicionaría totalmente a favor de prohibir las fiestas callejeras que ellos
organizan, con música alta que muchas veces dura toda la madrugada. Por eso creo
importante no tomar el funk ni como un movimiento libertador, ni como el gran
villano o el gran movimiento corruptor de la juventud contemporánea, como
sectores más moralistas, a la izquierda y a la derecha, tienden a hacer.</DIV>
<DIV align=justify><BR>La cuestión del consumo también me parece problemática.
El deseo de consumir siempre ha existido. Antes del Gobierno Lula, el proceso de
urbanización ya induce a ese apego mayor al consumo. Sin embargo, no se puede
negar que, en los últimos años, hubo también una mejora económica para segmentos
que antes estaban bastante alejados del mercado. Sin embargo, creo que reducir
el éxito del funk da ostentação a eso es simplificar demasiado el movimiento y
olvidar que han existido y existen movimientos juveniles parecidos en otras
partes del mundo, como el propio gangsta rap, en Estados Unidos, en el que se
inspiran los videoclips.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Debemos cuestionar no la acción de los chicos, sino las
relaciones sociales fomentadas en la contemporaneidad. Es preciso conceder a los
jóvenes, y no solo a los pobres, sino también a los de clase media y alta, otros
espacios de reconocimiento y de establecimiento de relaciones sociales que no
estén guiados por la afirmación por medio de la posesión y del consumo de
bienes. Porque, como dicen los Racionais, otra vez: “¿Quién no quiere brillar,
quién no? Muestra quién. Nadie quiere ser secundario de nadie”. Para algunos
tener un tenis caro, un smartphone de última generación o ir al centro comercial
para zoar puede ser una forma de intentar brillar.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. Al ocupar los centros comerciales, los
adeptos del funk da ostentação estarían promoviendo su primera actitud de
insurgencia contra el sistema, en el sentido de: “Voy a ocupar el espacio que me
es denegado o donde no me quieren”. ¿Es eso? ¿O las propias letras de las
músicas, interpretadas, en general, como adhesión al sistema, ya serían una
insurgencia, en la medida en la que se apropian simbólicamente de los valores de
la élite y de la clase media y, ahora, con los rolezinhos, también de sus
espacios físicos?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Sí, creo que esa es la mayor irritación de la clase
media con esos movimientos. Basta ver los comentarios a los videoclips en el
Youtube, irritados con los chicos que ostentan y se exhiben con productos más
caros. Esta es la principal rebelión que provocan. La clase media, de forma
general, más pobre o más rica, más o menos intelectualizada, se irrita bastante
cuando los subalternos compran bienes caros, incluso antes de ellos. Ya he oído
comentarios indignados, del tipo: “Mi empleada ha comprado una televisión de
última generación mejor que la mía”. Eso tiene antecedentes históricos que
parecen llegar hasta hoy. James Holston, en el libro sobre ciudadanía insurgente
que cité anteriormente, pone como ejemplo la legislación colonial portuguesa,
que prohibía a los negros el uso de joyas y artículos considerados
finos...</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. Parece que los rolezeiros de los centros
comerciales están ocupando el mismo lugar simbólico de los vândalos en las
manifestaciones, en la narrativa hecha por parte de los medios de masas y por
las autoridades. ¿Como interpretas esa reacción?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Lo que me asustó de verdad en esta historia fueron las
reacciones de medios y policía, condenando y ordenando detenciones, incluso en
casos en que dijeron que no hubo robos, sino estampidas. Me pregunto quién
provocó la estampida: ¿los jóvenes o la acción de los guardas jurados y de la
policía? Eventos como estos revelan también una faceta complicada y
extremadamente prejuiciosa de la clase media brasileña. Concedí una entrevista
corta para la web de un gran grupo de comunicación y me asusté al leer los
comentarios de los lectores, de un odio terrible contras los jóvenes que fueron
a los centros comerciales, contra los pobres, contra mí, que resalté la forma
prejuiciosa en la que se trataba el tema. Al hablar de lo sucedido, algunas
palabras utilizadas como acusación contra los jóvenes fueron bastante
reveladoras del prejuicio, e incluso del racismo, de este segmento social:
“favelados”, “maloqueiros”, “gamberros”, “prostitutas” y “negros”. En ese último
caso es evidente el racismo de muchos comentarios de esa noticia, pero también
en las comunidades de rolezinhos que los jóvenes crearon en las redes sociales.
Uno de los comentarios pide los jóvenes vuelvan a África. Eso es muy grave.
Revela ese profundo racismo enraizado en una parte considerable de la población.
Como si esta sociedad dijera, por medio de los administradores de los centros
comerciales, de los medios y de la policía, jugando un poco con la cuestión de
las manifestaciones de junio: “Ustedes, pobres, pueden consumir, pero ir al
centro comercial en grandes grupos, solo para zoar y cantar funk... eso ya es
vandalismo”.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. ¿La clase media es racista?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Lo que llamamos clase media no es uno todo homogéneo.
Es posible segmentarla en diferentes niveles y a partir de diferentes contextos,
es posible pensar en una clase media intelectualizada o no intelectualizada.
Pero me parece que la división más importante para pensar la clase media en São
Paulo es la que se da por criterios socioeconómicos y espaciales. Existe la
clase media que está concentrada principalmente en el entorno del eje céntrico,
que va del Centro a Pinheiros, pasando por la Avenida Paulista y barrios
próximos. Esta, en su mayoría, vive en una burbuja y tiene poco contacto con
otras clases, con la excepción de los trabajadores subalternos: conserjes,
empleadas domésticas, etc. Para esta, en gran medida, el Shopping Itaquera puede
estar más distante que París o Londres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Sin embargo, hay también determinada clase media baja que
vive en la periferia. Citando nuevamente a Holston, él habla de una
diferenciación que se produjo en las periferias de São Paulo entre aquellos que
compraron sus terrenos, incluso que por medio de contratos opacos, y aquellos
que ocuparon espacios formando las favelas. Esa pequeña diferencia no crea un
gran abismo económico, pero produce una profunda diferenciación, por medio del
cual un grupo estigmatiza el otro. Ya he visto un individuo de esta clase media
de la periferia cuestionando programas como lo Bolsa Familia, porque había visto
envases vacíos de yogur en la basura de la favela. Este individuo afirmaba que
ni él consumía yogur con tanta frecuencia. ¿Cómo ellos se creían con derecho a
consumir un producto que es un lujo, raro, pero sobre el cual él tiene cierta
exclusividad?</DIV>
<DIV align=justify><BR>La ayuda a los más pobres, en especial el programa Bolsa
Familia, es un factor importante de estigmatización por parte de esos diferentes
segmentos de la clase media, pero sobre todo por parte de esa clase media de la
periferia. Estuve recientemente en una escuela pública próxima a una gran favela
de São Paulo. Según los profesores, uno de los problemas del centro era que el
90% de los alumnos venían de la favela vecina. Y que esos alumnos estaban muy
acomodados, pues vivían de ayudas y en la favela tenían todo muy fácil gracias a
la gran cantidad de proyectos existentes allá. Incluso proyectos de música,
resaltó un profesor. Es muy importante reflexionar sobre esto, porque esos
profesores, si no viven en la favela, son vecinos de ella. Pero aun así se
permiten marcar diferencias con los jóvenes por cuestiones muy pequeñas. Y son
estos profesores los responsables por formar a esos chicos. ¿Con esta mirada,
son capaces de luchar para que la escuela se haga un espacio de convivencia,
afirmación y reconocimiento para los jóvenes?</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. ¿Cómo tú, que has vivido el día a día de las
escuelas públicas en São Paulo, percibes la educación?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Es necesario que pensemos en una educación para las
diferencias, para que no caigamos más en la trampa de la intolerancia y de los
análisis apresurados y prejuiciosos de sectores de las élites y de las clases
medias al hablar de “subalternos”. Me acuerdo de un documental portugués que
merece la pena ver sobre la historia de un arrastão que no existió. Se llama Era
una vez un arrastão (asista aquí). En él se habla del día en que jóvenes
caboverdianos o descendientes de caboverdianos decidideron frecuentar la noble
playa de Carcavelos, en Portugal. La policía, al ver la concentración de jóvenes
de origen africano, se asustó y decidió intervenir, provocando una gran
estampida que fue considerada como un arrastão. Pero, en realidad, los jóvenes
huían de la represión policial gratuita. Eso tal vez nos enseñe algo sobre los
arrastões que estamos creando cada día, criminalizando jóvenes pobres.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Cuando investigaba en escuelas públicas de la periferia
de São Paulo, era común oír de los profesores que, en aquel centro, los alumnos
eran todos gamberros o marginales. El discurso de la criminalización es efectivo
y poderoso y condena a mucha gente al fracaso escolar e incluso al crimen. El
sociólogo polaco Zygmunt Bauman, en un libro sobre educación y juventud, resalta
la necesidad cada vez más urgente, en la actualidad, de desarrollar el arte de
convivir con desconocidos y la diferencia. En especial en un mundo en el cual
las migraciones tienden a aumentar cada vez más. En nuestro caso, no fue
necesaria la llegada de extranjeros para expresar las más brutales formas de
prejuicio, pues los extranjeros éramos nosotros, los brasileños. Pero brasileños
que viven muy lejos, aunque son vecinos. Viven en Guaianazes, Capão Redondo,
Grajaú, Cidade Ademar, Cidade Tiradentes, Vila Brasilândia...</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. ¿En qué medida, en su opinión, los rolezinhos
se conectan con las manifestaciones de junio?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Creo que no hay una conexión directa. Pero,
indirectamente, es posible percibir la reivindicación común del uso del espacio
público y de quebrar las marcas de la segregación. Me acuerdo de que, antes de
las manifestaciones de junio, para la prensa conservadora era un tabú ocupar la
Avenida Paulista. Los movimientos sociales mostraron que no solo no era un tabú,
sino que era un derecho, el derecho de ir a las calles y ocuparlas para
protestar. Los rolezinhos no parecen tener una pauta tan clara, pero también
están, aunque indirectamente, diciendo: “¿No dijeron que era bueno consumir?
Pues bien, nosotros también queremos”.<BR></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>-P. Esa ocupación de espacios que supuestamente
pertenecerían a “otros”, tanto en el caso de las manifestaciones como en el caso
de los rolezinhos, parece marcar una novedad importante. ¿Qué está
sucediendo?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Creo que la novedad está ahí, pero es difícil
decir lo que está sucediendo o lo que sucederá. Puede ser solo un hecho puntual
-algo parecido a la revuelta de la vacuna como reacción a las propuestas
políticas opresoras de la reforma sanitaria de Río de Janeiro [a principio del
siglo XX], por ejemplo – o puede ser una nueva forma de pensar los espacios
públicos y privados en las ciudades brasileñas. Sin embargo, es difícil prever.
Los rolezinhos pueden haber acabado esta semana, por ejemplo. Y los movimientos
como los de junio no se han repetido con tanta intensidad y repercusión. Pero lo
que los movimientos como estos garantizan es la posibilidad de crear tensión en
la ocupación de espacios urbanos, muy denegada hasta entonces.</DIV>
<DIV align=justify><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>-P. ¿Por qué este nombre, rolezinho? ¿Y qué
significados tiene?</STRONG><BR><BR>R. Rolezinho es un término que está
directamente conectado a la idea de ocio. De salir a divertirse y sacar fruto a
la ciudad. Los pichadores, con quienes realicé la pesquisa en el máster, también
usan la idea de rolê (dar una vuelta) para referirse a sus grafitis. Con eso
están diciendo que pintar es dar vueltas para conocer y apropiarse de la ciudad.
Parece que por este término, indirectamente, podemos entender una reivindicación
del derecho de divertirse en la ciudad.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. ¿Divertirse en la ciudad no sería un acto de
insubordinación para jóvenes pobres y negros? ¿Tal vez hasta el mayor acto de
insubordinación?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Sí, sobre todo en una sociedad en la que pobres y
negros tienen que trabajar – y solo trabajar – sin reclamar. Recordemos que la
policía, a finales del régimen militar, actuaba en las periferias abordando a
los habitantes y pidiéndoles la identificación profesional como prueba de que
eran trabajadores y no vagabundos. Dedicados, por tanto, al trabajo y no a la
diversión. Eso sí, claro que estos jóvenes no están pensando exactamente en eso.
Lo que quieren de verdad es divertirse.</DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG>-P. ¿Cómo entender este fenómeno, que es, a la
vez, una insubordinación y una adhesión al sistema?</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR>R. Creo que la mejor palabra es paradoja. El funk
da ostentação en São Paulo es paradójico: no se le puede situar en un extremo o
en otro dentro del modo tradicional de pensar la política. ¿Conservador o
revolucionario? Ninguno de los dos, pero con la posibilidad de ser los dos a la
vez.<BR></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify>* Eliane Brum es escritora, reportera y documentarista.
Autora de los libros de no ficción A Vida Que Ninguém ve, O Olho da Rua y A
Menina Quebrada y del romance Uma Dos.
<HR>
</FONT></DIV></BODY></HTML>