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<DIV align=center><STRONG><FONT size=4><U>boletín solidario de
información<BR></U><FONT color=#800000 size=5>Correspondencia de
Prensa<BR></FONT><U>3 de febrero de 2014<BR></U><FONT color=#800000
size=5>Colectivo Militante - Agenda Radical<BR></FONT>Montevideo -
Uruguay<BR>Redacción y suscripciones: </FONT></STRONG><A
href="mailto:germain5@chasque.net"><STRONG><FONT
size=4>germain5@chasque.net</FONT></STRONG></A></DIV>
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<HR>
</DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG><FONT
size=3>Argentina</FONT></STRONG></FONT></DIV><FONT size=2 face=Arial>
<DIV align=justify><BR><STRONG><FONT size=3>Competitividad y salarios, un falso
dilema</FONT></STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR><STRONG></STRONG> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Los alegados problemas de competitividad de la
economía argentina están íntimamente ligados a la ausencia de inversión en
tecnología, además de infraestructura, transporte, comunicaciones o
investigación y desarrollo; es decir a su (no) desarrollo atrasado y
dependiente. Y eso, pese a que las ganancias dejaron un amplio margen entre las
principales empresas. </STRONG></DIV>
<DIV align=justify><BR> </DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Fernando Rosso</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><STRONG>Alfil, el diario para leer</STRONG></DIV>
<DIV align=justify><A
href="http://diarioalfil.com.ar/"><STRONG>http://diarioalfil.com.ar/</STRONG></A></DIV>
<DIV align=justify> </DIV>
<DIV align=justify><BR>La discusión sobre la competitividad de la economía
argentina está en el centro del debate económico y político, en el marco de la
violenta devaluación que digitó el gobierno que llevó el precio del dólar a
alrededor de los 8 pesos. Incluso uno de los argumentos del gobierno fue que la
devaluación fue necesaria para recuperar competitividad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El debate se desarrolla con más intensidad y una
importante carga ideológica cuando está por abrirse una nueva ronda de
paritarias. Puede afirmarse que el debate mismo ya es parte constitutiva de la
negociación, en tanto pretende instalar en el sentido común y en la conciencia
colectiva la concepción de que la falta de competitividad es responsabilidad de
la llamada “puja distributiva”, y en consecuencia de los trabajadores que
reclaman salarios “excesivos”. Ya desde el vamos la disputa es desigual. La
información sobre los ingresos y salarios de los trabajadores es pública y
transparente. Todo el mundo sabe que la mitad de los trabajadores gana menos de
los $4.000, que cerca del 80% de los jubilados vive (si puede) con $ 2.477; y
cuando se larga la ronda de paritarias, periodistas, abogados, investigadores y
opinólogos de todo tipo y color, discuten en torno a si el salario básico de la
maestra, el trabajador de la UOM o el camionero es “justo” y si corresponde o no
determinado porcentaje de aumento. La contrapartida de esta publicidad absoluta
es el secreto en la información sobre las ganancias y utilidades empresarias,
que incluso llega a institucionalizarse y legalizarse bajo la forma del “secreto
comercial”. El derecho a ese secreto del que gozan unos, en contraposición a la
obligación indignante a la publicidad en torno a las necesidades mínimas en la
vida privada de los otros, reafirma el carácter desigual de esta sociedad.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Pese a esto, hay estudios que permiten desenmascarar
algunos aspectos de toda esta producción ideológica.</DIV>
<DIV align=justify><BR>En un documento de debate de julio de 2013, el
investigador del CIFRA (Centro de Investigación y Formación de la República
Argentina – CTA – <A
href="http://www.centrocifra.org.ar/">http://www.centrocifra.org.ar/</A>), Pablo
Manzanelli, demostró que los problemas de competitividad de la economía
argentina, no tenían como causa central los “desbordes” en los reclamos
salariales.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Parte de afirmar que la evidencia empírica demuestra que
en el periodo 1958-2005 se advierte que más allá de los diversos patrones de
acumulación (o “modelos económicos”), las devaluaciones implementadas en el
marco de la administración Frondizi, la del gobierno de facto de Onganía, la del
Rodrigazo, la de las primeras políticas de la última dictadura militar, la de
fines de la década del ochenta y la que se llevó adelante luego de que explotó
la convertibilidad, todas sin excepción, provocaron una contracción
significativa del poder adquisitivo del salario.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Eso es lo que se busca con las devaluaciones, que el
aumento en el tipo de cambio nominal, derive en un aumento en el tipo de cambio
real, vía la aceleración de la inflación por encima del aumento de los salarios.
Es una forma de recuperar competitividad, maximizando la explotación de la
fuerza de trabajo, lo que no quiere decir que la ausencia de competitividad se
produzca por la “responsabilidad (o irresponsabilidad) social” de quienes
pugnaron por mejorar sus ingresos en las paritarias. La devaluación kirchnerista
no será distinta en sus efectos a todas las que existieron en la historia
nacional.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Manzanelli parte de reconocer que luego de la formidable
transferencia de ingresos que devino con la devaluación del 2002, el sendero
evolutivo posterior del costo laboral registró una importante recuperación en el
periodo. Sin embargo, hasta el 2012 apenas superaba en 8,6% el nivel del 2001
(base=100), un aumento que fue ampliamente compensado por el ritmo de la
productividad. El trabajo llega a la conclusión de que “los aumentos en los
ritmos de crecimiento de la productividad en el marco de la posconvertibilidad
no sólo compensaron la recuperación del costo laboral, sino que lo superaron: si
bien el costo laboral creció el 8,6% en el período 2001-2012, la productividad
ascendió el 33,3% (2001-base=100). De allí que el costo laboral unitario haya
caído el 18,5%”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Y más contundentes son los datos si se toma el periodo de
2007-2012 cuando el costo laboral subió el 12,7% (en el marco de la puja
distributiva) y la productividad el 20,1%. En efecto, a pesar de los recurrentes
reclamos empresariales, el costo laboral unitario cayó el 6,2% entre 2007 y
2012.</DIV>
<DIV align=justify><BR>El costo laboral unitario indica justamente, los costos
salariales por unidad producida y permiten medir la productividad por
trabajador. Cualquiera que conozca y estudie la vida cotidiana en el mundo
laboral o fabril, conoce las consecuencias de estos números “macro” en la
condiciones de trabajo y salubridad de los trabajadores. No existe un estudio
del aumento de la tasa de enfermedades y consecuencias físicas de este
acrecentamiento de la productividad en base las mayores exigencias a la fuerza
de trabajo, si lo hubiese arrojaría resultados sorprendentes. “Los rotos” fue el
rótulo popular que tiene esa franja de trabajadores con graves problemas de
salud, relacionados directamente con su actividad laboral.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Esto es así porque como también muestra el investigador
de CIFRA, “las firmas industriales que integran la elite empresaria local (las
500 compañías de mayor tamaño del país) incrementaron notablemente sus niveles
de rentabilidad y redujeron su tasa de inversión durante la posconvertibilidad.
Más específicamente, las utilidades sobre el valor agregado de los oligopolios
manufactureros alcanzaron el 33,1% en el período 2002-2010, más del doble que
bajo el esquema de caja de conversión (14,5% entre 1993 y 2001). A pesar de
ello, la inversión bruta sobre el valor agregado se redujo del 18,5% al 11,1%
entre ambos períodos”.</DIV>
<DIV align=justify><BR>Es decir que la Argentina de la “lucha contra las
corporaciones”, las utilidades fueron más del doble que bajo el menemismo y la
inversión en se periodo se redujo alrededor de un 40%. De hecho, la tasa de
inversión fluctuó apenas en torno del 10-12% entre 2007 y 2010 cuando las
ganancias, tras alcanzar un pico máximo en 2007 (39,9%), se ubicaron en el orden
del 30% sobre el valor agregado en 2010 (un margen medio de beneficios que más
que duplicó al registro medio de la década de 1990).</DIV>
<DIV align=justify><BR>Los datos demuestran que los alegados problemas de
competitividad de la economía argentina están íntimamente ligados a la ausencia
de inversión en tecnología, además de infraestructura, transporte,
comunicaciones o investigación y desarrollo; es decir a su (no) desarrollo
atrasado y dependiente. Y eso, pese a que las ganancias dejaron un amplio margen
entre las principales empresas. El autor lo define como la paradoja de la
“reticencia inversora”, a nosotros no nos gustan los eufemismos y preferimos
llamarlo por su nombre: capitalistas en un país semi-colonial. Por lo tanto,
ante las paritarias, cuando cualquier trabajador escuche el argumento
“patriótico” de que el aumento de salarios perjudica la “competitividad”, en
primer lugar que se agarre los bolsillos y en segundo que se prepare para
resolver por el único medio que se resuelven las cosas en esta sociedad cuando
un “derecho” (a la ganancia absoluta) se choca contra otro derecho (al salario):
a través de la fuerza y de la lucha.
<HR>
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