Camilo Torres: cura, guerrillero, revolucionario [Varios autores y entrevista]

Ernesto Herrera germain en chasque.net
Mie Feb 15 09:38:25 UYT 2006


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Boletín informativo - Red solidaria de la izquierda radical

Año III - Nº 9352 - Febrero 15 - 2006 - Redacción: germain en chasque.net

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Camilo Torres (1929-1966) 

40 años después, Camilo Vive...

De sacerdote a guerrillero...

El programa del cura Camilo...

Cronología de su vida...

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40 años después, Camilo vive

Revista Insurrección - Ejército de Liberación Nacional

Nº 52, Editorial, febrero 2006
http://www.eln-voces.com/


Hace 40 años, el 15 de febrero, el Comandante CAMILO TORRES RESTREPO cayó combatiendo a las fuerzas de la oligarquía, en las filas del Ejército de Liberación Nacional de Colombia.  

Camilo es fruto y expresión de la situación y realidad colombiana. Su sensibilidad humanista, el contacto con la Colombia de los excluidos, explotados y oprimidos, su vasta cultura universal y el ejercicio de la sociología le hicieron entender con claridad la realidad del país, las causas de la pobreza, la dependencia y el atraso histórico.   

Como sacerdote católico compartió, desde el trabajo de la Pastoral Social , las angustias y miseria de los obreros y las comunidades pobres urbanas, como asesor de la Ley de Reforma Agraria recorrió las comunidades agrarias comprendiendo a profundidad los sueños y dolores de los campesinos sin tierra y de los indígenas expulsados de sus territorios por los terratenientes; como capellán de la Universidad Nacional se compenetró con la rebeldía de la juventud de la década del sesenta y con ellos impulsó la unidad de las luchas estudiantiles con las de los obreros y sectores populares para presionar cambios estructurales en el país.  

No se quedó contemplando y especulando sobre el drama humano, fue más allá. Como cristiano se comprometió con su pueblo para hacer "eficaz el amor", se distanció de la iglesia de los ricos que se "conduele" de la miseria y predica la resignación como virtud.

Buscando respuestas a los grandes problemas del país llegó a comprender que para romper con el atraso, la ausencia de democracia y de dignidad nacional, para acabar con la injusticia social es indispensable el cambio revolucionario, que la tarea de la revolución es obra de todo el pueblo y la "unidad de la clase popular" es fundamental para el triunfo revolucionario, que "hacer la revolución" es un deber moral para el verdadero cristiano. 

Camilo desestimó la contradicción entre marxistas y cristianos, la calificó de embeleco para mantener dividido al pueblo, consideró sin sentido la discusión si "el alma es inmortal, porque el hambre si es mortal".   

Su pensamiento y ejemplo aportaron a la unidad de los revolucionarios distanciados por creencias religiosas y fueron fundamentales en el desarrollo de la Teología de la Liberación, que surgió comprometida con las luchas de los pueblos, especialmente en América Latina.   

Muchos sacerdotes y monjas asumieron la opción de luchar junto a los pobres, como la forma de hacer "eficaz el amor", se inspiraron en su pensamiento, siguiendo su ejemplo se comprometieron, unos desde los movimientos guerrilleros y otros desde los espacios sociales en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Brasil, Bolivia, Argentina, Chile, Perú entre otros.   

En Colombia se comprometieron los sacerdotes del grupo Golconda, varias monjas y sacerdotes se incorporaron a la guerrilla, entre ellos el Comandante Manuel Pérez Martínez, Domingo Laín Sáenz y Antonio Jiménez Comín, tres clérigos españoles que llegaron al ELN para reencontrarse con las huellas de Camilo.   

Camilo fue implacable al denunciar la maniobra de la oligarquía que mantiene divido al pueblo en dos partidos que representan sus intereses, que patrocina el enfrentamiento para que unos pobres se maten con otros defendiendo partidos que representan la exclusión, la opresión y la explotación histórica de las mayorías nacionales.   

Como respuesta a la situación del país planteó la urgencia de construir el "proyecto de Nación", superando el sectarismo y trabajando honestamente por la unidad y organización de todo el pueblo.

Propuso y lideró la creación del FRENTE UNIDO y la Plataforma para la Unidad Popular, a mediados del año 65, como instrumentos para luchar contra las estructuras que impiden los cambios y la construcción del nuevo país.   

La oligarquía y la iglesia de los ricos unidos lo persiguieron con sevicia, le cerraron los espacios políticos, obligándolo a continuar la lucha desde la clandestinidad y llevándolo a concluir que los ideales por los que venía luchando desde el Frente Unido coincidían con los ideales del EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL.   

Así lo expresó en la Proclama al Pueblo Colombiano que envió el 7 de enero del 66 desde las montañas de Santander.   "Yo me he incorporado a la lucha armada. Desde las montañas colombianas pienso seguir la lucha con las armas en la mano, hasta conquistar el poder para el pueblo. Me he incorporado al Ejército de Liberación Nacional porque en él encontré los mismos ideales del Frente Unido".   

Cuarenta años después la radiografía del país muestra más grave la situación del pueblo, se ha incrementado el número de los pobres, al hacerse más ricos los ricos, más dependiente el país del imperialismo y más agresivo y salvaje el terrorismo de Estado bajo la modalidad de guerra sucia.   

Ya el país no aguanta más y no puede continuar así. De esta oligarquía insaciable de riquezas, impulsora de guerras, entregada al imperialismo y que obstaculiza el propio desarrollo como nación, no se puede esperar las soluciones al drama humano que vive la población. No tiene voluntad para solucionar los grandes problemas sociales, económicos y políticos del país, ni está dispuesta a generar las condiciones para que se solucione el conflicto social y armado.   

Frente a esta realidad y cuarenta años después de la muerte de Camilo, su pensamiento sigue teniendo vigencia. Sus análisis sobre la situación de las grandes mayorías nacionales, las respuestas para construir el nuevo país y el llamamiento que hizo a "la unión y la organización de la clase popular colombiana", están a la orden del día.   

Para ser consecuentes con el legado que le dejó al pueblo colombiano, es inaplazable trabajar por la unidad y la organización del pueblo.   Para sacar al país de la crisis a que lo ha llevado la oligarquía, es indispensable proseguir en la construcción de una fuerza social y política, activa y en movimiento, con vocación de ser poder, que enfrente el proyecto de ultraderecha y se comprometa a remover las estructuras que nos condenaron al atraso, la dependencia, la miseria y el sin futuro.   

Una fuerza que integre a todos los que luchamos por un nuevo país en paz, soberano, con democracia real, dignidad nacional, justicia social y bienestar para todo el pueblo, que tenga un programa de unidad popular que represente el interés común de las mayorías nacionales, que deseche el vanguardismo y el sectarismo que tanto daño le hacen al proyecto revolucionario.   

En ese objetivo político está comprometido el ELN. No es casual que insista ante el país con la propuesta de solución política al conflicto social y armado, que en su estrategia para la paz eleve a la categoría de propósito nacional la construcción de ésta y establezca como condición la integración del pueblo con este fin.   

Los diálogos abiertos con este gobierno, en medio de la actual coyuntura electoral - controvertidos por algunos - los concebimos como una oportunidad que, junto con la "Casa de Paz", genera espacios para el reencuentro de las mayorías de la nación en el compromiso de la solución política al conflicto, en el ejercicio de tejer la agenda de paz para el país y contribuir a la construcción de la fuerza social y política que haga posible que dicho propósito salga adelante.  

Con los pueblos en América Latina que avanzan buscando caminos propios para salir del atraso, la dependencia, la pobreza y el sin futuro a que los llevaron las oligarquías lacayas, con Cuba, Venezuela y Bolivia como avanzada, los colombianos, guiados por Camilo, tenemos el reto de producir los cambios revolucionarios. No hay más opciones que la liberación.   

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De sacerdote a guerrillero

Joe Broderick *

Camilo Vive
http://www.camilovive.org/


Camilo Torres Restrepo nació en Bogotá, el 3 de febrero de 1929, murió en combate en Patio Cemento, Santander, el 15 de febrero de 1966. Sus padres, Calixto Torres Umaña e Isabel Restrepo Gaviria, se trasladaron a Ginebra en 1931 y vivieron, junto con Camilo y su hermano Fernando en el viejo Continente hasta 1934. En 1946 terminó bachillerato en el Liceo de Cervantes y luego de estudiar un semestre de Derecho en la Universidad Nacional, entró al Seminario de Bogotá, donde se ordenó el 29 de agosto de 1954. Viajó a Bélgica, a la Universidad de Lovaina, a estudiar sociología.
 
En 1957 trabajó en los tugurios parisinos que habitaban los grupos de la resistencia argelina. En 1958 se graduó como sociólogo con el trabajo La proletarización de Bogotá (1987), pionero en antropología y sociología urbana. En enero de 1959 regresó a Colombia y fue nombrado capellán de la Universidad Nacional, y junto con Orlando Fals Borda fundó la Facultad de Sociología a la que estuvo vinculado hasta julio de 1962 cuando fue destituido como capellán por el Cardenal Luis Concha. En 1959 obtuvo el Premio Alejandro Angel por su trabajo de investigación y acción social en el barrio Tunjuelito de Bogotá; en ese mismo año colaboró con la recién fundada Acción Comunal y en 1960 fundó en la Nacional el Movimiento para Promoción Comunal (MUNIPROC) y en 1961 el Consejo interfacultades para el desarrollo de la comunidad.
 
Como capellán introdujo muchas de las reformas del Concilio Vaticano, especialmente las relativas al ecumenismo. En 1962 ayudó para que Monseñor Germán Guzmán Campos redactara La Violencia en Colombia. En 1963 escribió su último ensayo sociológico: La violencia y los campos socioculturales en las áreas rurales. Entre 1962 y 1965 fue párroco de La Veracruz, miembro de la Junta Directiva del INCORA, decano de la Escuela de Administración Pública (ESAP). Presionado por la curia tuvo que renunciar, el 27 de junio de 1965, al sacerdocio. En 1964 había establecido contactos con el ELN, al que se vinculó, primero como militante y luego como guerrillero; luego de casi cuatro meses en la guerrilla fue dado de baja, en su primer enfrentamiento con el ejército. Su sepultura es desconocida. 
 
Profeta desoído
 
Su rebeldía y compromiso final lo convirtieron en símbolo mundial de la insurgencia revolucionaria cristiana. En su momento, Camilo Torres Restrepo se convirtió en el Che Guevara de los católicos y no sólo de Colombia, sino del mundo entero. Pero pasaron los años y Camilo, a diferencia del Che, cayó en el olvido. Tanto que, el año pasado, cuando los excavadores levantaban la pista de todo un aeropuerto boliviano en busca de los huesos del Che, a nadie en Colombia se le ocurrió preguntar ¿y dónde están los restos de Camilo? La juventud de hoy (o sea, la mayoría de la población) ignora por completo el episodio de Camilo en los años sesenta. El único Camilo Torres de quien tienen una vaga noticia, debido a sus clases de historia, es del mártir de la Patria Boba. En cuanto al cura revolucionario (como comentó alguien hace doce años en el vigésimo aniversario de su muerte), "ya no es motivo ni siquiera de tirar piedra en la Universidad Nacional". A los viejos sobrevivientes de la izquierda les cuesta trabajo reconocerlo, pero el nombre y la figura heroica del sacerdote rebelde no ocupan lugar alguno en la imaginación colectiva. 
 
Sin embargo, y aunque parezca una paradoja, Camilo Torres se merece su puesto entre los colombianos más sobresalientes del siglo. Es más, Camilo fue el primer personaje de Colombia reconocido a nivel mundial. (Después de él, en efecto, sólo existen dos más que han alcanzado una comparable resonancia universal: el escritor y el gangster). La imagen de Camilo recorrió el mundo, no por su breve protagonismo político en el escenario del país (un chispazo que duró apenas unos meses del año 1965), sino por las circunstancias de su muerte. Al ofrendar su vida por la revolución socialista, al ser baleado por la tropa de lo que él llamaría "el ejército de la oligarquía" mientras luchaba en defensa de los humildes, Camilo se volvió un héroe para los jóvenes revolucionarios del mundo. Iglesia contestataria Se vivía una década inaugurada con la victoriosa entrada a La Habana de los románticos barbudos de la Sierra Maestra, y que tuvo su expresión popular en las baladas de Bob Dylan. 
 
En Estados Unidos, los militantes de la oposición a la guerra en Vietnam forzaron las puertas del Pentágono, en compañía del poeta-jesuita Daniel Berrigan, para quemar las tarjetas de conscriptos al ejército norteamericano. En Camilo crucificado encontraron un aliciente, y un aliciente de características netamente cristianas. Las iglesias cristianas en todas partes experimentaban una toma de conciencia social. Es evidente que Camilo no inventó la nueva iglesia contestataria; en realidad, el Papa en Roma (Juan XXIII) tomó sorpresivo liderazgo de esa iglesia durante los breves años de su pontificado. Pero Camilo forma parte de ella, y terminó convertido en una de sus figuras estelares por no decir en uno de sus santos. 
 
Surgió una guerrilla urbana en Argentina que invocaba a Camilo y la ética cristiana; Chile vio el nacimiento de Sacerdotes para el Socialismo, un movimiento que ayudó a abrir camino para el gobierno de Allende; más tarde, en Nicaragua, los hermanos Cardenal y otros distinguidos clérigos iban a comprometerse con la rebelión contra Somoza y con la construcción de un estado nuevo. Todos, de algún modo, encontraron su inspiración en Camilo. Camilo fue el precursor. Para comprobarlo, sólo falta recordar la fecha de su sacrificio. Camilo murió en las montañas de Santander en febrero de 1966, año y medio antes de la quijotesca aventura del Che en Bolivia. Su temprana (algunos dirán precipitada) decisión de tomar las armas y colocarse al lado de los oprimidos partió en dos la historia de la Iglesia Católica en América Latina. Se trataba de una acción espontánea.
 
Camilo no se puso a calcular el grado de novedad o de radicalismo que suponía su postura. En cierta forma, su opción iba en contra de su carácter; por temperamento (y por formación) Camilo era un hombre pacífico y conciliador. Pero se mostró implacablemente fiel a su más profunda convicción: que el cristianismo bien entendido suponía la creación de una sociedad justa e igualitaria. Sin eso es decir, sin un cambio radical en las estructuras del poder la eucaristía carecía de sentido. Antes, representaba un contrasentido. La misa pretende celebrar la fraternidad. Y Camilo sintió que era preciso crear una situación de fraternidad para que su misa no fuera mentira. Lo tradujo como la obligación de hacer la revolución antes de volver a consagrar el pan y el vino y compartirlos con sus correligionarios alrededor de una mesa. Así de sencillo. Vistas las cosas de este modo, Camilo no quiso desperdiciar su considerable energía juvenil en una lucha estéril contra sus superiores eclesiásticos; su meta no era la reforma de una iglesia al servicio de los poderosos, sino la superación de un mundo dominado por esos mismos poderosos. Tarea hercúlea, y en verdad utópica. 
 
En consecuencia fue la suya, casi inevitablemente, una "ejemplar vida frustrada" (para usar la frase de Antonio Caballero). "No dejó una obra", dice Caballero, "y su huella es impalpable como dibujada en el mar o en el viento, para citar a ese otro gran fracasado que fue Simón Bolívar". Es posible que su tenue recuerdo se habría borrado aún más de la memoria colectiva en Colombia, si su muerte no hubiera producido tanto impacto internacional. En 1968, una prestigiosa casa neoyorquina comisionó una biografía del cura guerrillero. Y los colombianos que no se habían fijado sino en el lamentable fracaso de una vida bien intencionada se sorprendieron al encontrar que su país había engendrado una figura de talla mundial. 
 
El Camilo que Colombia saluda como uno de sus hijos más célebres es, en realidad, un artículo importado del exterior, y por lo tanto, de buen recibo. Aquí su voz profética no fue escuchada. Camilo cayó muerto del primer tiro de un sargento en su única acción militar. Y sus restos mortales fueron sepultados apresuradamente, por decreto del gobierno, en algún lugar clandestino. Si su nombre figura entre los colombianos más importantes del siglo, tal vez los colombianos deberían exigir una tumba honrosa para sus huesos. No para iniciar un culto caracterizado por novenas y milagros. Pero sí para darle una presencia física en algún sitio apropiado, con el fin de recordar su grito contra las mil injusticias cometidas a diario en su patria. Por no haber escuchado ese grito desesperado, la clase dirigente se ve impotente ahora ante un país que se arrastra en medio de peores violencias y abusos de los que Camilo jamás podría haber imaginado hacia el triste fin de este milenio. 

* Escritor australiano-irlandés, reside en Colombia desde 1968 y es autor, entre otros libros, de una biografía de Camilo Torres (Planeta).)

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El programa del cura Camilo

Reportaje de Adolfo Gilly

Semanario Marcha
Montevideo, 4 de junio 1965


Un verdadero cristiano debe colaborar con todos aquellos revolucionarios que se proponen cambiar las actuales estructuras sociales injustas y opresoras. Es ese cambio lo que caracteriza al mundo de hoy. Lo que ocurre en Colombia es parte de eso. Y lo que determina es la presión de abajo, tanto aquí como en Vietnam. Por eso la intervención norteamericana en Vietnam, que es un verdadero crimen, no va a poder imponerse por más armas que utilicen y por más gente que maten. Van a ser derrotados. 

¿Y tú dices que los cristianos deben tomar una posición definida, como tales, en esa lucha? 

Claro, lo digo y lo repito. El cristiano, como tal, y si quiere serlo realmente y no sólo de palabra, debe participar activamente en los cambios. La fe pasiva no basta para acercarse a Dios: es imprescindible la caridad. Y la caridad significa, concretamente, vivir el sentimiento de la fraternidad humana. Ese sentimiento se manifiesta hoy en los movimientos revolucionarios de los pueblos, en la necesidad de unir a los países débiles y oprimidos para acabar con la explotación, y en todo eso, nuestra posición está claramente de este lado, y no del lado de los opresores. Por eso a veces, un poco en broma pero también bastante en serio, me pongo intransigente y le digo a mi gente: el católico que no es revolucionario y no está con los revolucionarios, está en pecado mortal. 

¿Crees que ese proceso revolucionario lleva al socialismo? 

Es indudable que marchamos hacia estructuras socialistas de la sociedad. Cosa diferente, para mí, es la concepción filosófica del socialismo o del marxismo. Pero también es indudable que esos cambios sólo dos fuerzas pueden dirigirlos, pues sólo ellas dos poseen una concepción global del mundo: el cristianismo y el marxismo. 

Y si la revolución tiene una dirección marxista, ¿cuál es tu posición? 

Quiere decir que no hemos sido capaces nosotros de dar la dirección adecuada. En ese caso, nuestra tarea no es oponemos ciegamente, sino todo lo contrario, colaborar en los cambios revolucionarios y salvar en ellos los valores cristianos permanentes. 

¿Cuál es el rasgo más importante de "la violencia", como la llama monseñor Guzmán en su libro La violencia en Colombia? 

Lo que se ha dado en llamar "la violencia", esa guerra civil difusa que ha reinado durante años en nuestro país, es en el fondo un cambio de estructuras no organizado, empírico, no consciente. La estructura externa del país sigue siendo la misma. Pero en todos estos años, quienes han cambiado son los campesinos, es decir, la gran mayoría de la población colombiana. Toma el ejemplo de las llamadas "repúblicas independientes". De derecha y de izquierda, hay quienes niegan su existencia. La verdad es que no interesa el calificativo de "repúblicas" o no. Pero sí que en esas regiones ha surgido un nuevo poder, paralelo al poder central, encarnado en los jefes guerrilleros apoyados por los campesinos, y todo esto ha generado una nueva actitud de los campesinos hacia todas las instituciones antes existentes: la propiedad, el Estado, la Iglesia, a las que ya no ven como partes inconmovibles de la existencia sino como sujetos de cambios posibles, en los cuales ellos sienten que tienen un papel creciente que desempeñar. 

¿Y las guerrillas? 

Las guerrillas en Colombia son mucho más que un problema policial o un problema político. Son un problema social que toca las raíces mismas del país. Por eso no sirven las calificaciones morales para condenar la lucha guerrillera. Es lo mismo que el ejército: no podemos aprobarlo o condenarlo con calificaciones morales abstractas. Hay que ver a qué fines sirven unos y otros, guerrillas y ejército. Cuando todos los canales de ascenso social parecían cerrados para el campesinado y la estructura opresora de la sociedad colombiana inconmovible, las guerrillas vinieron a abrir. bien o mal, nuevos canales de ascenso, y a través de su existencia decenas y cientos de miles de campesinos adquirieron conciencia de seres humanos capaces de decidir en la historia de Colombia, por primera vez. Quienes en nombre de la conservación social condenan el fenómeno, deben antes explicar por qué las viejas estructuras no pudieron satisfacer esa necesidad. 

Las guerrillas crearon un poder nuevo, paralelo al poder estatal conservador-liberal, a través del cual, por métodos buenos o malos, pero impuestos por la necesidad y por la incapacidad de las clases dominantes para aceptar cambios ascendieron grandes masas campesinas en su seguridad en sí mismas, en sus propias fuerzas, en su sentimiento de dignidad humana y en su capacidad de decisión y de autogobierno. El campesinado ha ido desarrollando una conciencia de clase campesina, que lo ha unificado nacionalmente en una forma antes desconocida, y que lo constituye en poderoso grupo de presión para cambios de fondo. Por eso hemos dicho en otra ocasión que lo que se llama la "violencia", constituye el cambio socio-político más importante y profundo en la vida de Colombia desde la independencia hasta hoy. 

¿Cómo se refleja en los partidos políticos? 

Todavía lejanamente. La derecha se defiende. No entiende ni quiere entender lo que ocurre en el país. Marcha hacia el desastre. Se ha mostrado particularmente incapaz -y por el camino que va, seguirá siéndolo- de cambiar a tiempo para evitar una revolución violenta. La izquierda sigue dividida en partidos y organizaciones pequeños, ninguno de los cuales le ofrece un liderazgo efectivo a las fuerzas de cambio que se mueven en el país. 

¿Ves una situación similar a la que favoreció a la democracia cristiana en Chile? 

En Colombia es diferente. En Chile, la victoria de Frei se basó en parte en una estructura capitalista más desarrollada del país. Aún así, no va a poder seguir avanzando mucho sin tomar medidas que ataquen esa misma estructura capitalista en favor de los grandes sectores populares. Todo reformismo tibio será sobrepasado en corto plazo. 

¿Cuál camino propones? 

La forma no está clara todavía. Pero sí, que es necesario el surgimiento de nuevos líderes del seno mismo de las masas campesinas y urbanas, dispuestos a llevar adelante los cambios. Una vía, para mí, es el Movimiento de Acción Comunal que, a pesar de haber sido iniciado por el gobierno con fines de contención, hoy tiene más de ocho mil comités en todo el país donde aparecen dirigentes naturales de las comunidades sensibles a sus exigencias, que pueden ser la base para un movimiento nacional de envergadura. La otra es, precisamente, la formación de un nuevo movimiento nacional, con un programa de transformación de todas las estructuras de este país. Aunque aún no están maduras todas las condiciones, ya existen las bases, y para recogerlas y reagruparlas hemos lanzado ese programa. Encuentra eco creciente. Me dijiste que ya te lo han dado: publícalo. Sí, por ahí lo llaman "el programa del cura Camilo". Bueno: no es de este cura ni de otro, sino los cambios necesarios y urgentes para superar la crisis de la sociedad colombiana. 

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Cronología de su vida

Edgar Camilo Rueda    

Camilo Vive
http://www.camilovive.org/


1929

Nace el 3 de febrero en Bogotá.

1937

Estudios primarios en el Colegio Alemán de Bogotá. 
Estudios de secundaria en la Quinta Mutis de Bogotá. 
Edita "El Puma", periódico semanal.

1944

Secundaria en el Liceo Cervantes.

1946

Grado de bachiller en el Liceo Cervantes.

1947

Ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia.
Se retira de la universidad e ingresa al Seminario Conciliar de Bogotá.

1954

Se ordena sacerdote. Viaja a Europa y estudia en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), en la Escuela de Ciencias políticas y sociales.

1955

Funda con un grupo de estudiantes colombianos de la universidad el ECISE (Equipo Colombiano de Investigación Socioeconómica). 
 Funda las secciones de Bogotá, París y Londres del ECISE.

1959

Es nombrado capellán auxiliar de la Universidad Nacional. 
Se vincula al Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Económicas en calidad de profesor. 
Es miembro fundador y presidente del Movimiento Universitario de Promoción Comunal (MUNIPROC). 
Realiza, junto con profesores y estudiantes, programas de acción comunal en barrios populares de Bogotá. 

1960

Participa junto con Orlando Fals Borda en la fundación de la Facultad de Sociología (hoy Departamento) de la Universidad Nacional.

1962

Es miembro del comité técnico de la Reforma Agraria fundado por el INCORA (instituto colombiano de la reforma agraria). 
Cumpliendo orden del cardenal Luis Concha Córdoba, renuncia a todas sus actividades en la Universidad Nacional.

1963

Preside el primer Congreso Nacional de Sociología que se celebra en Bogotá y presenta el estudio "La violencia y los cambios socio-culturales en las áreas rurales colombianas".

1964

En la junta del INCORA desata una controversia sobre la aplicación de la ley en cuanto a la extinción de dominio restringida a las tierras baldías. Los obispos conservadores piden por escrito al cardenal Concha su destitución de la Junta. 
Es miembro de la comisión de estudio de carácter socio-económico para analizar y evaluar la situación de la región de Marquetalia (Tolima), con la que se busca impedir la "Operación Marquetalia", proyectada por el ejército con la asesoría de técnicos militares norteamericanos, para atacar a los campesinos organizados, que posteriormente darían origen a las FARC, como producto de la agresión gubernamental. La comisión no es autorizada a visitar la región. 
Publica "La desintegración social en Colombia está gestando dos subculturas", que provoca nuevas presiones en su contra de parte del clero. Es relevado oficialmente de su puesto de vicario-coadjutor de la Veracruz. 
Participa activamente en el VII Congreso Latinoamericano de Sociología. 
Presenta el estudio "La asimilación de la familia rural a la ciudad, un estudio de caso". 
En una sesión de la Junta del Incora se levanta en contra de una petición hecha por el Directorio Liberal de Bogotá en el sentido de que los empleados del Instituto deben contribuir con parte de su sueldo al sostenimiento de la campaña presidencial de Carlos Lleras Restrepo. 
Publica el artículo "Crítica y autocrítica" que analiza las razones de la rechifla contra Carlos Lleras Restrepo por los estudiantes de la Universidad Nacional. 
Se incorpora a la Facultad de Sociología en calidad de profesor asociado. 
Realiza las investigaciones "Las consecuencias sociales del desarrollo urbano en Bogotá" y "El desarrollo socio-económico y agropecuario de los Llanos orientales". Promueve la creación de la Cooperativa de Desarrollo Comunal del Yopal.

1965

Realiza el estudio "La estructura socio-económica y desarrollo en Colombia", junto con cuarenta y cuatro dirigentes de masas. 
El cardenal lo nombra miembro de la Comisión Arquidiocesana de Sociología Religiosa para hacerle abandonar todas sus actividades. 
Habla en Medellín de la unión y organización de la juventud y ofrece la discusión de "Plataforma para un movimiento de unidad popular". 
Participa en el curso de promotores de desarrollo comunal organizado por MUNIPROC en Bogotá. 
Actúa como moderador del Primer Encuentro Nacional Pro-desarrollo de la Comunidad, que sesiona en la Facultad de Sociología. Se difunde la plataforma. 
Entrega a la dirección de la ESAP (Escuela Superior de Administración Pública) el "Informe General de las actividades del Instituto de Administración Social". 
dicta la conferencia "La Universidad Nacional ante los problemas del cambio socio-económico del país". 
Lee en la universidad la "Plataforma del Frente Unido del pueblo colombiano" y pide a los estudiantes organizarse para luchar "con armas iguales" contra las fuerzas del orden. 
Encabeza una marcha silenciosa hasta el Cementerio Central en homenaje al estudiante caído. 
Se reúne con los jefes de los grupos de oposición. Durante la reunión se acepta la plataforma como base de acción y de unión. 
Dicta conferencias en Manizales, Cartago, Pereira, Ibagué, Medellín y Bogotá. 
Viaja a Lima para participar en el II Congreso Bolivariano de desarrollo de la comunidad. A su regreso, las masas y el ejército (cada cual por motivos diferentes) lo esperan en el aeropuerto. Se desarrolla una gran manifestación en la Universidad Nacional . 
En julio viaja clandestinamente a Santander y se entrevista con Fabio Vásquez Castaño, máximo dirigente del Ejército de Liberación Nacional (ELN), levantado en armas en 1964. 
Toma los primeros contactos para la creación del semanario "Frente Unido". 
Preside manifestaciones y reuniones públicas en Cúcuta, San Gil, Barrancabermeja, Cali, Palmira, Buga, Ocaña, Bucaramanga, Medellín, Ibagué, Barranquilla y otras ciudades más. 
En septiembre realiza un recorrido por las principales ciudades del país dictando charlas y conferencias y presidiendo manifestaciones. 
En octubre, encabeza una fenomenal manifestación contra el régimen en la Plaza de Bolívar en Bogotá. El ejército y la policía cercan a los manifestantes. En vista de ello, Camilo y sus seguidores realizan mítines en los que se plantean la toma revolucionaria del poder como base para la solución de los problemas. 
El miedo a la abstención, (pregonada por Camilo en las plazas de Colombia), lleva al propio gobierno a ofrecerle la jefatura de la oposición a cambio de que se presente a elecciones y, al conocer su rechazo, le informa que dos tribunales especiales tienen su expediente listo para llamarlo a juicio por los delitos de "subversión", "atentado a la seguridad del país", y "asociación para delinquir". 
Rojas Pinilla, jefe de la Alianza Nacional Popular (ANAPO) le manda a ofrecer el palacio cardenalicio o una embajada en cualquier país a cambio de que se pronuncie a favor suyo en las elecciones. 
Preside manifestaciones y realiza charlas en Bogotá, Cali, Popayán y otras ciudades. 
Al finalizar el año, sale de Bogotá rumbo a las guerrillas del ELN. 

1966

El 15 de febrero muere en combate en Patiocemento, San Vicente de Chucurí, Santander.

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