México: del castillo a la selva o volviendo a lo básico [Sergio Rodriguez Lazcano]

Ernesto Herrera germain en chasque.net
Sab Mar 4 10:37:08 UYT 2006


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Boletín informativo - Red solidaria de la izquierda radical

Año III - 4 de marzo 2006 - Redacción: germain en chasque.net

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México

Del castillo a la selva o volviendo a lo básico

Sergio Rodríguez Lascano *

(Dedico este artículo a mi camarada y amigo Raúl Jardón, muerto prematuramente el 8 de enero de este año. Comunista de los buenos, ni renegado ni conformista. Siempre nos hará falta. Más ahora que se está poniendo bueno)


"El principal destinatario de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona acusó recibo apenas unos meses después de su emisión. El gran poder del dinero en México firmó lo que se puede conocer como la Contra-Declaración Sexta y que es conocida públicamente como el Pacto de Chapultepec, que fue firmado en ese castillo. Antes, la clase política mexicana se había congregado, convocado y exhibido en toda su ridícula apariencia en el Palacio de Bellas Artes. Quienes ahora nos están pidiendo que olvidemos todo, nuestras necesidades, nuestras luchas, y pongamos todo a su servicio para que ellos decidan por nosotros, deciden allí, en los castillos y palacios de este país" (1).

"El capital es trabajo muerto que sólo se reanima, a la manera del vampiro, al chupar trabajo vivo y que vive más cuanto más trabajo chupa" (2).
 
En junio del 2005, sale publicada la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. El 29 de septiembre se da a conocer el Pacto de Chapultepec, bautizado con el nombre de "Acuerdo Nacional para la Unidad, el Estado de Derecho, el Desarrollo, la Inversión y el Empleo", la cual bien podríamos bautizar como la Primera Declaración del Castillo.

Ambas declaraciones reflejan una serie de puntos en común: la crisis del Estado Nacional, la crisis de las mediaciones partidarias, la crisis de la democracia representativa, la crisis de la forma de la dominación.

Desde luego las respuestas que se ofrecen frente a toda esa problemática parten de dos puntos de vista diametralmente opuestos: Mientras que la Sexta ubica su espacio en el México de abajo y su dirección hacia la izquierda; la del Castillo ubica su espacio en el México de arriba y su dirección hacia la derecha.

Ambas Declaraciones son hijas de 30 años de crisis económica, de la aplicación de una reestructuración  capitalista (neoliberalismo) que permitió dos procesos que se combinaron: por un lado, un incremento como nunca antes de la pobreza, la marginación y la precariedad y, por otro lado, el enriquecimiento impresionante de un puñado de empresarios que han lucrado y mamado de la ubre del Estado, apropiándose de una gran parte de la plusvalía social. El resultado es patético: un país pobre donde cada año se lanzan hacia la frontera norte más de 600 mil mexicanos en busca de un trabajo mejor pagado -a riesgo de perder la vida en el intento- y, al mismo tiempo, un país con el cuarto hombre más rico del mundo y con once mexicanos en la lista de los 500 hombres más ricos del mundo.
 
Parafraseando al gran John Lenon: "Los de abajo aplaudan y los de arriba hagan sonar sus joyas"
 
"A los señores capitalistas no les faltará carne y sangre explotables y dejarán que los muertos entierren a los muertos. Pero el capital no vive sólo del trabajo. Este señor, a la par distinguido y bárbaro, arrastra consigo a la tumba los cadáveres de sus esclavos, hecatombes enteras de obreros que sucumben en las crisis" (3).
 
Cuentan que todos llegaron con auto y camionetas Mercedes Benz, BMW y Jaguares, casi todos blindados, con guardias privados (la mayoría de ellos ex judiciales o ex militares y otros, más sofisticados, guardias norteamericanos). Todos tuvieron que dejar sus autos en la parte baja del Castillo, solamente uno pudo entrar con su camioneta hasta la puerta misma: el señor Carlos Slim. Con lo cual quedaba claro que entre los hombres más ricos también hay "clases" o por lo menos se demostraba que, efectivamente, entre los iguales hay uno más igual que otros.

Los hombres del dinero se reunieron; de los once más ricos que aparecieron en la lista de Forbes, nueve estaban presentes. Lorenzo Zambrano (el zar del cemento, el segundo hombre más rico de México) mandó su adhesión por escrito y Eugenio Garza Laguera (el jefe de la burguesía regiomontana) parece que no se sumó. La fortuna personal de los diez que firmaron suma 44 mil 500 millones de dólares. 

Pero un dato más significativo es que si se suma el valor de las empresas de los más de 300 ahí reunidos estaríamos hablando del 56 por ciento del Producto Interno Bruto. En el otro extremo, el ingreso de 25 millones de trabajadores mexicanos representa únicamente el 12 por ciento del Producto Interno Bruto. 

Algunos de los prohombres ahí reunidos eran: José Antonio Fernández Carvajal, presidente del grupo Famsa (dueño de la concesión de la Coca Cola y de todos los productos vinculados a esa empresa), cuyo valor de mercado en el 2004 fue de 103 mil 947 millones de pesos; Carlos Fernández González y María Arámburuzabala, dueños del grupo Modelo (cervezas), cuyo valor de mercado fue de 99 mil 699 millones de pesos; Emilio Azcárraga Jean, grupo Televisa, cuyo valor en el mercado fue de 101 mil 199 millones de pesos; Roberto González Barrera del grupo Maseca y Banorte, cuyo valor de mercado fue de 52 mil 686 millones de pesos; Lorenzo Servitje, del grupo Bimbo, con un valor en el mercado de 33 mil 111 millones; Ricardo Salinas Pliego (Electra, TV Azteca) cuyas empresas tenían, en el mismo año, un valor en el mercado de 48 mil 577 millones de pesos; Claudio X González, del grupo Kimberly Clark, cuya empresa tenía un valor en el mercado de 45 mil 029 millones de pesos; Roberto Hernández, ex dueño de Banamex y poseedor de una de las fortunas más grandes de México; Alfredo Harp Helú, en la misma situación del anterior. 

Otros muchos hay que agregar a estos, pero solamente mencionaremos a los hombres más poderosos: Lorenzo Zambrano, del grupo Cemex, cuya empresa tenía un valor en el mercado de 150 mil 423 millones de pesos y Carlos Slim, dueño de Telmex, América Movil, Grupo Carso, Grupo Financiero Inbursa, Grupo Sanborns, etcétera, cuyas empresas tenían un valor de mercado de 926 mil 580 millones de pesos.

Pero como los señores del dinero no son excluyentes ahí se encontraban una serie de ciudadanos con los que se buscaba darle su manita de barniz al encuentro de magnates: el rector del la UNAM, Juan Ramón de la Fuente; Enrique Krauze, asesor de Carlos Slim y miembro del consejo directivo de Televisa (supuesto historiador); Héctor Aguilar Camín, asesor de Carlos Slim y también parte del Consejo empresarial de Televisa (supuesto novelista, pero más supuesto investigador); Ángeles Mastreta (novelista rosa); Hugo Sánchez (famoso chauvinista); Manuel Mijares (cantante old fashion) y, desde luego, Mario Molina (premio Nóbel de medicina, fue quien leyó la declaración). No podían faltar los líderes sindicales mexicanos, ejemplos preclaros de lo que significa defender el Estado de Derecho, como promueve la Declaración del Castillo: Víctor Flores, gángster sindical que fue el ariete de la liquidación de Ferrocarriles de México; Joaquín Gamboa Pascoe, uno de los hombres más ricos de México, dirigente de la Confederación de Trabajadores Mexicanos o el "joven" "líder" "sindical" Francisco Hernández Juárez, cabeza de una dirección sindical blanca (propatronal) que se ha hecho rica con el 4 por ciento de las acciones de los trabajadores. Y, también, un destacado líder "campesino" Heladio Ramírez López, dirigente de la CNC, el cual también cobra como asesor personal de Carlos Slim. 

Efectivamente, como escribió Adriana López Monjardin en su artículo "Poder, democracia y resistencias", ahí estaban reunidos los "winners". Los más altos, los más fuertes, los más veloces. 340 personas de un universo de 105 millones de mexicanos, hablando, pensando y actuando por todos nosotros. Así, los exitosos crean otro holograma basado en la triada dinero-democracia-participación, haciéndose eco de las más modernas teorías de la "gobernanza" (poco gobierno, nada de lucha de clases, ninguna identidad popular, mucha participación ciudadana de los empresarios, etcétera), esa especie de ágora de los señores del dinero. Por eso, como parte de los asesores del señor Slim aparecen Felipe González y Mijail Gorbachov, dos de los operadores políticos más exitosos de la política neoliberal (el primero logró algo que ni Francisco Franco había conquistado: 25 por ciento de desempleo; y el segundo logró que el régimen burocrático de la URSS se desmerengara y que se abriera paso un forma de capitalismo salvaje). 
 
La filantropía de los winners
 
"Si el dinero, como dice Augier, 'viene al mundo con mucha sangre en la mejilla', el capital lo hace chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies" (4).
 
Desde siempre el capitalismo ha buscado ocultar su verdadero rostro, pero no deja de ser paradójico que sea precisamente en la actual fase del capitalismo (el neoliberalismo) -donde las características más brutales del sistema se han venido implementando sin mediaciones- cuando el capital y sus prohombres tengan una visión tan alta de sí mismos. 

El Estado, al abandonar sus responsabilidades populares como distribuidor parcial de la plusvalía social, hoy deja en manos de la burguesía la implementación de casi toda la política de servicios, desde luego, con una visión empresarial, es decir, bajo la lógica de la ganancia. Paralelamente, el capital se presenta frente a la sociedad como los nuevos mecenas filantrópicos. Los teletones, o el juguetón, o las diversas fundaciones, son la otra cara de la misma moneda neoliberal. 

Se busca -y parcialmente se ha logrado- imponer la visión de que el problema de países como los nuestros se ubica en el terreno de la esfera de la distribución. Entonces se atacan los problemas más lucidores. Se pone por enfrente la infamia y se ubica a los sectores más desprotegidos y se les hace estrellas del canal de las estrellas. La filantropía de la infamia consiste en el regodeo sobre los casos más extremos de desamparo. 

Mientras, el Estado deja de invertir en la salud pública gratuita e impone un seguro popular que representa un nuevo negocio para las grandes cadenas de hospitales. O les entrega a los empresarios el manejo del fondo de pensiones como el negocio del siglo XXI. 

En su lugar, aparecen las grandes fundaciones de la iniciativa privada que se presentan como los nuevos integradores del tejido social de la nación. Recientemente, una revista empresarial hizo un reportaje sobre las 25 empresas con mejores programas de responsabilidad social: según esto el grupo ALFA, ubicado en petroquímica, alimentos, autopartes, acero y telecomunicaciones, realiza proyectos para mejorar el medio ambiente y promueve la cultura y las artes y dicen que apoyan a 300 mil personas. El grupo American Express México (servicios financieros y viajes), por medio de su fundación del mismo nombre, tiene programas de apoyo a comunidades, herencia cultural y microempresarios, en especial (dicen ellos) a campesinos e indígenas. Avon Cosméticos (productos de belleza) tiene programas de apoyo en educación, deporte, salud, desarrollo sustentable, que cubre -según ellos- a 7 millones de campesinas e indígenas. Ford Motors de México, su fundación opera aliada al Tecnológico de Monterrey y apoyan en educación, medio ambiente y directamente a las comunidades y dan como dato de la población a la que benefician: 22 millones. Banamex que tiene programas de desarrollo comunitario y bienestar social, productividad y empleo, desarrollo regional, cultura, educación, salud, nutrición y ecología, para una población de 15 millones de personas, principalmente indígenas y campesinos. Grupo cervecero Modelo, tiene una fundación llamada Modelo y se dedica a programas de asistencia social, cultura, arte, ecología, medio ambiente, educación, salud y deporte y dice dedicar en lo fundamental esos programas a la población indígena y rural. Grupo Televisa, cuya fundación del mismo nombre tiene programas de educación, campañas sociales, desastres naturales, programas culturales, servicios de salud y nutrición y dice que estos programas van destinados mayoritariamente a indígenas y campesinos. Teléfonos de México, con una fundación que se llama igual, tiene programas de educación, salud y nutrición, desastres naturales, cultura, desarrollo humano; dicen beneficiar a 20 millones de personas, tanto pobres urbanos como indígenas y campesinos. Wal Mart México, a través de su fundación, tiene programas de educación, salud, nutrición y ecología y dice beneficiar a cerca de 150 mil personas entre pobres urbanos, indígenas y campesinos. 

Bueno, si uno hace las cuentas resulta que atienden a más personas que el Estado mexicano: por ejemplo, Progresa únicamente atiende a 5 millones de personas. Atrás se ubica una política de rendición del Estado mexicano frente a los señores del dinero. Ellos se llevan las palmas por su "solidaridad" y su "actuación humanitaria" y con esto se busca reforzar la tesis de que los empresarios son los hombres más rectos y menos corruptos. 

La realidad desde luego es más compleja. El grueso de las empresas de las que hemos hablado se ha beneficiado de la explotación de sus trabajadores y del despojo de los bienes y el dinero de la nación. Simplemente un ejemplo: Banamex fue comprado en 1991 por el grupo de Roberto Hernández-Harp Helú en 3 mil 200 millones de dólares, y fue vendido por el mismo grupo en 12 mil 500 millones de dólares. En 10 años, este grupo vio multiplicada su inversión en 400 por ciento. Con el Fobaproa, el gobierno rescató la cartera vencida de Banamex lo cual significó 6 mil 500 millones de dólares. De esa exorbitante cantidad restan 3 mil 758 millones de dólares, lo que representa el 30 por ciento de la venta total de Banamex. Esa cantidad genera un interés anual de 9 mil 800 millones de pesos, que tendremos que pagar los mexicanos.

Esos 9 mil 800 millones de pesos representan 21 veces más que los impuestos pagados por Banamex al fisco. Seis veces más que el presupuesto dedicado a Diconsa que atiende a un millón de familias. Y es una cantidad mayor que las utilidades reportadas por Banamex durante todo el año 2004, que llegaron a 8 mil 700 millones de pesos. Así pues, sus actividades altruistas no son más que un velo que buscan poner frente a los ojos de los pobres de México. Y, más allá de cualquier discusión, tenemos que dejar claro que es inmoral, ilegal e ilegitimo que con los impuestos del pueblo mexicano se haya logrado que un grupo -encabezado por dos vivales- se haya hecho 400 por ciento más rico y que la organización bancaria más importante del mundo, City Group -cuyas ganancias representan dos veces el Producto Interno Bruto de México-, se siga enriqueciendo con el dinero de los mexicanos. Cosas similares se podrían decir de Telmex o Televisa o Modelo. La perversidad de toda esta política es que no sólo nos roban, explotan y despojan, sino que además tenemos que darles las gracias a estos nobles varones y damas. 
 
La genuflexión de la clase política
 
"Lo importante es que un grupo de gente liderada por el ingeniero Carlos Slim le está mostrando a la clase política, a los dirigentes, que sí se pueden hacer cosas". (Ricardo Salinas Pliego)

"Con este acuerdo se pretende impulsar la generación de empleos, consensos para que los candidatos y el Congreso se comprometan a respaldarlo". (Francisco Hernández Juárez).
 
El proceso de debilitamiento de los partidos políticos y de la clase política, en todo el mundo y particularmente en nuestro país, no tiene como origen la estupidez o la carencia de oficio, ambas cosas se expresan y existen pero no son la fuente básica de la explicación. Tampoco el proceso de selección al revés que se vive en la clase política: los más aptos van muriendo o desapareciendo o ya nadie los pela y, en cambio, los más ineptos y corruptos son los que se mantienen y ganan cada vez más poder (hace unos días el PRD dio una muestra suplementaria de este proceso poniendo en los primeros lugares de su lista de senadores plurinominales a un oscuro burócrata Carlos Navarrete y al orgullo del nepotismo de la gobernadora de Zacatecas) y se reproducen con gran capacidad.

El problema se ubica en otro lado, un poco más serio y más estructural. Lo que se vive es una crisis doble: 

a) La crisis de una forma de Estado basada en la democracia representativa, que después de más de dos siglos de implementación no ha resuelto el viejo problema nodal de la democracia, el que está en su nombre: el gobierno del pueblo. Al contrario lo que hemos visto es un proceso de oligarquización del poder político, donde los empresarios toman el control de aspectos centrales del poder estatal. Así, en todos los partidos políticos y en los equipos centrales de los diversos candidatos a la presidencia, el encargado de diseñar los planes económicos está directamente vinculado al sector empresarial. Pongamos el ejemplo del responsable de diseñar la política económica de López Obrador: el Dr. Rogelio Ramírez de la O. Él es presidente de Ecanal, S.A., empresa privada de análisis económico con selecta clientela de firmas multinacionales y mexicanas. Con frecuencia asesora a empresas del ramo automotriz, de bienes de consumo, de bebidas, química-farmacéutica y fondos de inversión, entre otros. Es miembro del Consejo de ABN-AMRO Bank y del Grupo Modelo y es consultor del Banco Mundial (él fue el que preparó la entrevista de AMLO con el Financial Times).

Con todo esto, se está viviendo un ensanchamiento de la zanja que separa al gobernante de sus representados. El político, en su proceso de profesionalización, dejó de ser representante popular para pasar a ser representante de un pequeño núcleo de interés del partido en el que milita. Este proceso ha permitido la lumpenización del trabajo político. La diferencia entre el Doctor Simi y los otros candidatos es que el primero es totalmente honesto en lo que quiere y lo que busca, mientras los otros se desviven por ocultar que ellos también son genéricos intercambiables. 

b) El envalentonamiento de los señores del dinero, que están convencidos de que cada vez requieren menos de la intermediación del Estado, de que ya llegó el tiempo no sólo de reinar sino también de gobernar. Se piensan como la única fuerza social capaz de poner orden en el país. Desde luego, un orden que se establezca no a partir de perseguir todos los actos delictivos -porque entonces todos ellos irían a la cárcel-, sino poner en orden a los de abajo, a los pobres, a los indios, a los trabajadores que no sean como el ínclito Hernández Juárez, o Vega Galina o (las versiones menos presentables) Víctor Flores o Joaquín Gamboa Pascoe.

Por eso la Declaración del Castillo apela al Estado de Derecho como el arma que será utilizada contra los que ya no aguantan el rencor y el encabronamiento. El Estado de Derecho que se argumentó cuando los bombardeos en los primeros días de enero del 94. El Estado de Derecho que se usó como pretexto para meter al ejército a la UNAM con el aval del siempre sonriente rector de la Fuente. El que invocaba histérico un locutor, del extinto canal 40, contra los habitantes de Atenco por el "tremendo" delito de usar machetes y llevarlos a las marchas. 

Desde luego, el Estado de Derecho no existe para aplicárselo a los que hicieron los fraudes económicos más onerosos de la historia (Fobaproa y rescate carretero), tampoco para el que vendió y compró una de las empresas más prospera de México en una cantidad ridícula (3 mil 200 millones de dólares) cuando valía el triple (Teléfonos de México). Mucho menos para aplicarse al que tiene una fundación para proteger el medio ambiente y gasta tres litros de agua por cada cerveza de 350 mililitros. Tampoco para los que violan todas las reglas del trabajo y contratan a niños menores de 16 años para el proceso productivo y son conocidos en el bajo mundo como los promotores de la prostitución de niños y niñas. Tampoco existe para aplicárselo aquellos que se dicen guardianes de las leyes y se venden al mejor postor para encarcelar a luchadores sociales y periodistas por el único delito de decir la verdad.

A pesar de que todo lo que hemos dicho es sabido, toda la clase política rinde pleitesía a los señores del castillo y a su pacto. A lo más que se atreve uno de ellos es a decir que firmará si se agregan dos puntos: la lucha contra la miseria y la no privatización de los energéticos. Pero por lo demás, no hay problema. 

La explicación profunda de esto es que el proyecto de Andrés Manuel López Obrador se ubica en la defensa del sistema neoliberal, tanto como el de los otros candidatos. Veamos un ejemplo: en una carta a los empresarios mexicanos (no muy publicitada por cierto), AMLO les dice lo siguiente: "La solución al problema no está en regresar a los años setenta cuando gobernaban los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo. Hoy vivimos en un país más democrático, con una economía y una sociedad que no resistirían otra quiebra financiera del Estado, dentro de un Tratado de Libre Comercio que contribuye a generar importantes exportaciones industriales de las que depende un buen número de empleos y en una economía global que debemos aprovechar en nuestro beneficio y no sólo padecer sus consecuencias (.) En el cambio hacia un Proyecto Alternativo, el país no debe poner en riesgo su estabilidad. Tendrán que respetarse los equilibrios macroeconómicos, para evitar disparos inflacionarios que perjudicarían a las finanzas públicas y a la sociedad". 

La lógica de la explotación, la ganancia y la acumulación se presenta ante los ojos de la humanidad como la única posible. Por lo menos así es vista y así lo ha asimilado un sector de lo que hasta hace algunos años era la izquierda. 

Hoy los promotores de esa adaptación de la izquierda son los grandes analistas de los grandes medios de comunicación del imperio: "Estamos viendo el mismo tipo de transformación que llevaron a cabo en Europa muchos de los partidos de izquierda; una evolución hacia algo que respeta los principios básicos del mercado", dice Mohamed El-Erian, quien supervisa 14 mil millones de dólares en bonos de mercados emergentes para Pacific Investment Management Co. Agregando una frase lapidaria: "Yo lo llamo populismo con principios financieros", no está mal esta frase, la debería adoptar Ramírez de la O, el súper asesor económico de López Obrador.

Por eso, alguien imposible de ser considerado como un detractor de López Obrador, Lorenzo Meyer, dijo lo siguiente: "Con su Proyecto Alternativo de Nación, de izquierda, no va a intentar cambiar el sistema neoliberal sino que, más bien, paradójicamente, le va a dar un respiro".

De rodillas, la clase política, los partidos políticos y un buen número de intelectuales orgánicos de cualquier poder (se postraron frente a los populistas, se postraron frente a los neoliberales, se postrarán frente al que gane y todo el tiempo se han postrado frente a sus verdaderos jefes) se postran frente a los señores del dinero. 

Enfrente solamente está la Otra Campaña, que se desarrolla en un espacio que le es ajeno a estos señores del dinero: abajo y a la izquierda. Abajo y a la izquierda estamos los que queremos construir un país diferente, que impulsamos no sólo una maquilladita, sino un cambio de raíz. 

Las buenas conciencias nos recriminan que por nuestra culpa se va a perder. ¿Qué? No se sabe, o por lo menos nadie nos lo dice. Otros, los más nobles, nos dicen que lo de la Otra Campaña está bien para las calendas griegas, pero que ahora lo que se necesita es que gane el PRD y AMLO. Si aceptáramos por un momento el argumento de que abajo y a la izquierda es correcto pero en el año 2050, el punto es ¿cómo se construye eso? ¿No será una buena coartada para que cada vez que se intente se nos mande a una fecha más lejana e inalcanzable? 

Pero este debate de fechas es al final absurdo, el debate real se ubica en otro lado: ¿Cómo frenar a esa sociedad de poder que nos ha saqueado, despojado, explotado, despreciado y reprimido y que tiene el descaro de hablar en nombre de todos nosotros?
La respuesta debe ser amplia y diversa, pero tiene que tener un punto de partida único: desarrollar la voluntad y la capacidad para que la mayoría de la sociedad, los pobres, tomen en sus manos el control de sus destinos, es decir, desarrollar los procesos de auto-organización social y la apropiación de la política como arma para su liberación. Y, desde luego, debe tener un acuerdo inicial: considerar a los dueños del dinero y al capitalismo como nuestros enemigos. Ni modos, el futuro ya nos alcanzó. 

* Militante zapatista, director de la revista Rebeldía. 
 
Notas

1. Subcomandante Insurgente Marcos. Discurso del 1 de enero del 2006.San Cristóbal de las Casas
2. Marx, Carlos. El Capital. Capítulo 8. Siglo XXI editores.
3. Marx, Carlos. Salario, Precio y Ganancia. Fondo de Cultura Popular.
4. Marx, Carlos. El Capital. Capítulo 24. Siglo XXI editores.

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