Estados Unidos: el día después, preparan acciones venideras [Arturo Cano]

Ernesto Herrera germain en chasque.net
Mie Mayo 3 10:46:55 UYT 2006


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Boletín informativo - Red solidaria de la izquierda radical

Año III - 3 de mayo 2006 - Redacción: germain en chasque.net

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Estados Unidos

El día después

Aguardan respuesta del Congreso estadunidense 

Los migrantes se niegan a revelar el siguiente paso 

Trabajan en la ampliación de la base de votantes hispanos 

 
Arturo Cano, enviado a Los Angeles
La Jornada, México, 3-5-06


La pelota está ahora en la cancha del Congreso de Estados Unidos y cuando éste la devuelva, con una respuesta a las movilizaciones que ayer sacudieron a este país, entonces los migrantes decidirán su siguiente jugada. Con la fuerza de una marejada que se hizo sentir en decenas de ciudades tras ellos, algunos de los líderes de este movimiento diverso y sumamente descentralizado se niegan a fijar la fecha de nuevas marchas u otras acciones. "Ni modo que anunciemos nuestro siguiente paso sin saber qué hará el Congreso", dice Javier Rodríguez, dirigente de la Coalición 25 de Marzo. 

En tanto hay una definición del Congreso sobre la reforma migratoria, las organizaciones convocantes a las protestas sostienen que trabajan ya en dos ejes: la ampliación de la base de votantes latinos y la organización sindical de los indocumentados. "Un voto educado es un voto ganado", sostiene Rubén Soriano, de la Casa de Beneficiencia Mexicana. María Elena Durazo, dirigente de la federación de trabajadores de Los Angeles, dice que apretarán el paso en la sindicalización de los indocumentados: "Si no, van a ser ciudadanos con sueldos de miseria y sin servicios de salud". 

Entrevistado por La Jornada en las oficinas del sindicato de empleados públicos, Rodríguez afirma que esta misma noche harán consultas con sus pares de Chicago, Nueva York y Washington para ir perfilando las acciones venideras. 

Mientras, los líderes de la coalición se dan tiempo para pelearse con los medios locales sobre el número de los participantes en las marchas y el tamaño del boicot. Se dan el lujo, incluso, de decir que la batalla es por todo: "por la legalización completa y sin condiciones de 12 millones de personas", dice Nativo López, uno de los más polémicos líderes chicanos.

Y al tiempo que Los Angeles vuelve a la normalidad, los migrantes festejan su nueva salida de las sombras. "La gente nos para por la calle y nos dice que por fin los latinos estamos empezando a tener voz en este país", dice Rodríguez, quien llegó a este país en su niñez y define así el abanico de los marchistas: "Este no es un movimiento de indocumentados, porque cuando alguien cruza la frontera pasa a formar parte del pueblo latino". 

El escalón más bajo 

La vida sigue y para algunos continúa como un infierno, sin métafora alguna. 

Narciso Gabriel, mixe, come un plato caliente en un refugio del Centro de Recursos Centroamericanos (Carecen, sus muy justas siglas en inglés), donde muchos migrantes que llevan poco tiempo aquí se reúnen a recibir alguna ayuda y a esperar que los contratistas lleguen en sus camionetas para llevarlos a hacer chambas de construcción. 

Narciso Gabriel tiene 50 años y unos tres en Estados Unidos. Vive cerca del refugio con ocho de sus paisanos oaxaqueños. Cada uno paga 160 dólares mensuales de renta. Gabriel no fue a la marcha porque se sentía enfermo. ¿Ya les entiende a sus patrones? Con una sonrisa dice que no, pero orgullosamente agrega: "Aquí aprendí español". 

Otros jornaleros urbanos que lo acompañan sí fueron a la marcha. "Para apoyar a todos los compañeros como yo", dice Pedro Isidoro, de Agua Dulce, Puebla. 

El costarricense Carlos Fernández marchó con sus vecinos y se declara asiduo manifestante. "Aunque nunca había visto algo tan monstruoso." Cuando le va muy bien, Fernández trabaja cuatro días a la semana. 

El hombre a su lado, el chiapaneco Angel Roblero, no ha tenido tanta suerte. Desde hace unas semanas va de arriba abajo por la ciudad, porque no tiene casa y los autobuses urbanos son el único sitio donde se acerca al sueño americano. 

"Para ellos no fue mucho trabajo participar en el boicot, pues apenas tienen trabajo tres o cuatro días a la semana", dice Pablo Alvarado, uno de los directivos de Carecen. 

Alvarado recorrió el lunes pasado los lugares donde suelen contratarse los jornaleros. En los puntos donde se reúnen habitualmente entre 80 y 100 trabajadores, dice, "sólo había cinco, los que de plano estaban en una situación desesperada por tener que pagar la renta o mandar algún dinero a sus países". 

Como otros dirigentes de organizaciones de ayuda a los indocumentados, Alvarado, jornalero él mismo cuando llegó de El Salvador hace 15 años, piensa que uno de los logros de las movilizaciones recientes es que "los trabajadores han identificado su poder y eso abre la puerta para organizarlos". 

Alvarado también cree que los indocumentados han perdido el miedo y con ello dan una lección al "estadunidense común": "Las encuestas dicen que 60 por ciento de los ciudadanos se oponen a la guerra de Irak, pero ellos no han salido a la calle a expresar su rechazo". 

Los establecidos 

Luisa Ana Gutiérrez recorre la pasarela imaginaria y lanza su discurso: "Cualquier acción que realicen será muy importante. Como lo fue Martin Luther King, César Chávez, los chicanos. No estaríamos aquí con la vida que tenemos si no fuera por esos movimientos". 

La jovencita no habla en un mitin estudiantil, sino en el cómodo patio trasero de una casa, donde ella y otras 12 muchachas ensayan bailes y coreografías para el concurso Señorita Jalisco de California. Mientras las chicas ensayan, sus padres ultiman los detalles de su participación en el boicot de los migrantes y engrapan carteles. 

Ana Lissete Farías, representante de Cañadas de Obregón, se declara orgullosa de llevar en las venas "sangre migrante". La mira Salvador García, presidente de la federación de jaliscienses, que agrupa 127 clubes de oriundos y, con los líderes de las federaciones de otros 13 estados mexicanos, reparte camisetas con las imágenes de la bandera y el mapa de Estados Unidos y la leyenda: "Estamos Unidos, aquí nos quedamos". 

El lunes, García dejó de trabajar en la empresa de demoliciones que tiene en sociedad con sus hermanos. Mientras los asistentes disfrutan la carne asada, García dice que las organizaciones chicanas quisieron ir a México, utilizando los contactos de las federaciones que han mantenido mayor relación con el gobierno mexicano desde hace años. "¿Con cuál agenda? Con la suya." 

García y sus clubes representan una parte de la migración que ya no padece los problemas de los sin papeles, la proveniente de los estados "tradicionales" de migrantes. 

Pese a tener una situación migratoria regular, a que muchos ya son ciudadanos, los integrantes de los clubes han sido plenamente activos en las movilizaciones recientes. 

Luis Frausto, presidente de uno de los clubes de Jalisco, dice que la situación de los indocumentados los hace "revivir lo que sufrimos y por eso hay que apoyar". Pero además suelta que lo hacen por ellos mismos: "Queremos hacer sentir que valemos". 
Lo dice de otro modo la camiseta que porta un joven en el centro de la ciudad: "El problema no es la legalización, el problema es el racismo". 

¿Y ahora qué? 

Mike García, dirigente de los trabajadores de la limpieza, ríe cuando se le plantea que después del 1º de mayo no está claro adónde irá este movimiento. 

"Hay unos que sí sabemos adónde ir." 

El punto de partida es el sótano expresado en la cifra de que sólo 8 por ciento de los trabajadores del sector privado pertenecen a un sindicato. 

"Es hora de que amarremos nuestro crecimiento. El movimiento no debe parar, pues no queremos sólo justicia migratoria, sino también justicia económica." 

García presume lo que la sindicalización ha significado para los trabajadores de la limpieza, 70 por ciento indocumentados: "Es la diferencia entre ganar el salario mínimo y 11 dólares la hora". 

-Con una reforma en el Congreso federal, cualquiera que sea su forma, ¿se acaba este movimiento? 

-No -ataja María Elena Durazo. 

Para la sindicalista, una reforma migratoria sin avanzar en la organización de los trabajadores sería desastrosa: "Quienes llegaron aquí en busca del sueño americano no imaginaron que terminaría en la pesadilla Wal-Mart: sueldos miserables, cero beneficios, cero salud, cero sindicatos". 
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