Bolivia: nacionalización del gas, señales en todas direcciones [Luis A. Gómez]

[Ernesto Herrera]

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Boletín informativo - Red solidaria de la izquierda radical

Año III - 5 de mayo 2006 - Redacción: germain en chasque.net

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Bolivia

La gente en las calles no se manifiesta mucho, ni a favor ni en contra. El abastecimiento de gas y gasolinas continúa normalmente y la expectativa es moderada

La nacionalización del gas 

Dichos y señales en todas direcciones


Dicen en el gobierno de Evo Morales que no lo consultaron con nadie, que se trata de un "regalo al pueblo boliviano" y que es la primera nacionalización de este siglo. En todo caso, se trata de una sorpresa que por lo menos ya hizo subir el precio del petróleo dos dólares por barril.

Luis A. Gómez, desde La Paz
Semanario Brecha, Montevideo, 5-5-06



En respuesta, dicen los españoles que están preocupados y que enviarán a Bolivia una comisión de "alto nivel" para evaluar el asunto. El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo que la medida tomada por el Ejecutivo boliviano los coloca en un "conflicto", al gobierno español... y a la trasnacional ibérica Repsol, una de las más afectadas, que vio cómo su cotización bursátil internacional caía 1,3 por ciento. En ese tono, en la Unión Europea han "tomado muy buena nota del reciente e inesperado anuncio del gobierno boliviano sobre su industria del gas", algo que reconocen como potestad de La Paz pero para lo que hubieran esperado mayor diálogo y consultas.

Los argentinos callan por ahora, pero el presidente venezolano Hugo Chávez aplaude el proceso iniciado por Morales y hasta llegó a La Paz el miércoles 3 para mostrar su apoyo. Y diciendo, Chávez se ha tomado la molestia de llamar personalmente a Rodríguez Zapatero y al brasileño Lula da Silva para explicarles la nacionalización boliviana y tranquilizarlos. Tal vez por ello el presidente de Brasil ya dijo que no hay crisis entre gobiernos y que es respetable la cuestión mientras no falte gas en su país... aunque el presidente de Petrobras, José Sergio Gabrielli, dice que se suspenden las inversiones, que esperan compensación por la pérdida de sus refinerías en Bolivia y que no descartan demandar internacionalmente a Morales y su gobierno por todo lo sucedido.

Los estadounidenses, a su vez, dicen que "observarán muy de cerca" los impactos de esta medida en las inversiones del sector privado y, sobre todo, el cumplimiento de las obligaciones contractuales del gobierno boliviano con las trasnacionales afectadas. De acuerdo con las declaraciones del secretario de Estado adjunto para América Latina, Thomas Shannon, van a comenzar "un proceso de comunicaciones con el gobierno de Bolivia y con los otros países de la región para profundizar nuestro entendimiento de la acción, su propósito y sus consecuencias".

Shannon recalcó en conferencia de prensa que la nacionalización de Evo Morales va a "tener consecuencias interesantes en la región", y fue honesto al decir que por ahora no sabe cuáles consecuencias, "pero obviamente hay países que van a resultar muy afectados".

Por lo pronto, algunas de las empresas petroleras se han acercado a negociar con el gobierno nuevos contratos de operación, como establece el decreto del 1 de mayo, y los militares custodian sonrientes los campos de explotación, las refinerías y algunas docenas de estaciones de servicio en todo el territorio nacional como les fue ordenado el lunes.

Un "regalito". Todo comenzó al mediodía del lunes 1 en Tarija, al sur de Bolivia, cuando ante las cámaras de televisión apareció un Evo serio y tocado con un casco de trabajador petrolero. Faltaba muy poco para el cierre de los mercados del crudo en Londres. Y con uno de los campos de gas más grandes de América a sus espaldas, Morales comenzó la lectura del ya famoso decreto, titulado "Héroes del Chaco" en memoria de los caídos en la guerra con Paraguay hace ochenta años, por el que "el Estado recupera la propiedad, la posesión y el control total y absoluto" de los recursos hidrocarburíferos.

El Decreto Supremo 28.701 es en realidad el marco general para restructurar un negocio que con la privatización neoliberal de fines del siglo pasado (conocida en Bolivia como "capitalización") quedó en manos de las trasnacionales del ramo, que se llevaban la parte del león a sus arcas. Básicamente, el decreto restituye al Estado la capacidad de fijar precios y crear políticas de comercialización, la potestad sobre los recursos y, en el medio de todo, fortalece a la maltrecha empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (ypfb) como principal agente de administración y cambio.

De acuerdo al discurso posterior del mandatario boliviano, se trataría de un "regalo hecho al pueblo" para conmemorar el Primero de Mayo y dar respuesta a las "demandas de la gente" sobre los recursos naturales, en particular el gas. La normativa sería la respuesta del gobierno a la llamada "Agenda de octubre" sostenida por las movilizaciones sociales de los últimos años, que demandó nacionalizar los hidrocarburos. "¿Regalo? -expresó un joven alteño ante la consulta de BRECHA-. ¿Que acaso no la peleamos en 2003 y 2005 con muertos y heridos?"

Sea como fuere, menos de una hora después de consumado el acto, el precio del crudo Brent subía al récord de 74 dólares por barril, los partidos de la oposición se negaban a comentar el contenido del decreto y, llenos de alegría, el vicepresidente y algunos miembros del gabinete encabezaban el festejo organizado por ellos en la plaza central de esta ciudad. Ahí, el vicepresidente García Linera dijo: "A diez años de la capitalización que expropió nuestros recursos naturales y lo que nos habían heredado nuestros padres, nuestros abuelos, a diez años esta generación recupera lo que siempre le perteneció: los hidrocarburos y las riquezas naturales".

Eso sí, de acuerdo a declaraciones del ministro de Hidrocarburos, Andrés Solís Rada, esta nacionalización por decreto pudo llegar más lejos pero con otros resultados. Cuestionado al respecto por la radio Erbol, Solís Rada admitió: "Creo que se ha llegado con el decreto de la nacionalización al borde de lo posible, sin la confiscación y sin la expulsión... Esto es, desde mi punto de vista conciencial, lo que se puede avanzar".

Cumplir la ley. Más allá del impacto visual y simbólico que dan los militares custodiando instalaciones por toda Bolivia, de acuerdo con el economista Carlos Arze es pertinente recordar que el decreto 28.701 no modifica los términos de la ley de hidrocarburos vigente. Es decir que, por lo que a contratos se refiere, el nuevo reparto de la producción resultaría, en el mejor de los casos, en 50 por ciento para las trasnacionales y 50 por ciento para el Estado boliviano. El 82 por ciento para Bolivia y 18 por ciento para las trasnacionales del valor de la producción, pregonado por el gobierno, se aplica apenas para el período de transición de 180 días que, auditorías y negociaciones de por medio, tienen las empresas para cambiar los contratos. Y no es para todos los casos, sino para "los campos cuya producción certificada promedio de gas natural del año 2005 haya sido superior a los 100 millones de pies cúbicos diarios", como explica el artículo 4 de la norma promulgada el lunes.

De todos modos no está todavía claro qué hará el gobierno de Evo Morales con los nuevos recursos que recibirá y, en todo caso, cómo piensa reglamentar y llevar a los hechos este proceso. Desde Washington y hasta en Santa Cruz comienzan ya a aparecer versiones de que la medida desalentará la inversión extranjera (por la falta de seguridad) y, en consecuencia, deprimirá a la economía boliviana... El caso de Brasil podría ser un buen ejemplo.

Brasil de ida y vuelta. Petrobras tiene un contrato con Bolivia para la compra de gas hasta 2019. Sus operaciones en este país significan 57 por ciento del gas producido anualmente y 18 por ciento del producto bruto interno boliviano. Hasta el lunes 1, la corporación brasileña controlaba algunas estaciones de servicio, operaba parte del gasoducto que va hasta San Pablo y tenía refinerías de gasolina en el centro y el oriente del país. También es la operadora de Campo San Alberto, desde donde Evo Morales leyó a Bolivia y al mundo que nacionalizaba los hidrocarburos.

En febrero de 2004, en una corta visita al país, Lula da Silva consiguió del entonces presidente Carlos Mesa una ampliación en el volumen de venta de gas a cambio del financiamiento para la primera industria petroquímica nacional. Sin embargo, José Sergio Gabrielli, presidente de Petrobras, dejó claro que el respeto de Lula por la nacionalización no implica dejar de pelear por el negocio, y suspendió todas las inversiones futuras de su empresa (sin mencionar el tema de la petroquímica). Y tal vez para no contradecir al mandatario brasileño, Gabrielli aclaró que todas las posibles acciones legales quedarían en manos de la subsidiaria holandesa de Petrobras, que es la que opera Petrobras Bolivia.

Mientras, la gente en las calles no se manifiesta mucho, ni a favor ni en contra. El abastecimiento de gas y gasolinas continúa normalmente y la expectativa es moderada. "Bueno, ya hicieron algo", comentó Juan Patricio Quispe, familiar de uno de los caídos en octubre de 2003 durante la llamada "guerra del gas". "Está bien porque ya era hora de hacer algo en ese sentido. Ahora habrá que ver si lo negocian bien para todos." 
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