Venezuela: la cuarta embestida [Norberto Bacher]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Jun 10 19:38:55 GMT+3 2007


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boletín informativo - red solidaria
Correspondencia de Prensa
Año IV - 10 de junio 2007
Redacción y suscripciones: germain5 en chasque.net

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Venezuela

La cuarta embestida

Norberto Bacher *

Caracas, 8 de junio de 2007


Escenario actual
 
Las últimas dos semanas mostraron nuevamente a las calles de Caracas agitadas por marchas y contramarchas, la bolivariana repitiendo -una vez más- la convocatoria a cientos de miles de personas, las de la oposición intentando reagrupar sus golpeadas fuerzas, utilizando ahora como soporte social a una importante franja del estudiantado universitario, tan joven como inconsciente. 

A pesar que las cadenas periodísticas mundiales cumplen a cabalidad su papel confusionista, presentando las imágenes que difunden como el testimonio de una rebeldía juvenil en defensa de la libertad de expresión, la cercanía con la cotidianeidad demuestra otra realidad. 

Para que la escalada crezca fue necesario la intervención directa de las autoridades de las universidades públicas y privadas, que sin ningún disimulo empujan y presionan a docentes, alumnos y empleados -supuesta comunidad universitaria- a movilizaciones diarias, como el primer paso de un plan más vasto y oculto, repitiendo la actitud que asumieron durante los dos intentos golpistas del 2002. 

En el corto plazo la expectativa de la derecha es masificar esas acciones de calle, sumando al sector universitario un caudal mayor de su propia clase, los sectores urbanos medios y altos, que hoy aparecen desmoralizados y fragmentados, después que los sucesivos fracasos anteriores mostraron su debilidad para derrocar al gobierno. 

La causa aparente -en realidad un pretexto- para la actual convocatoria a las calles fue la decisión gubernamental de no renovar a su vencimiento la licencia para el uso del espacio radioeléctrico a una antigua televisora, embarcada no sólo en la oposición al gobierno sino en una prédica golpista constante, mediante el recurrente uso de todo tipo de montajes audiovisuales, falsificación de noticias y mensajes subliminales. 

Pero las causas verdaderas no pueden entenderse en forma inmediata sin una visión de la actual fase de la Revolución Bolivariana: el inicio de la transición al socialismo. 
 
Ofensiva revolucionaria
 
Con la aplastante victoria electoral de diciembre de 2006, que permitió la reelección presidencial de Chávez, alcanza su punto culminante un cambio cualitativo en la correlación interna de fuerzas a favor de la revolución, que comenzó a producirse después del referéndum de agosto de 2004 y que se afianzó con los avances de la economía en los últimos años. 

Si el triunfo fue contundente por las cifras tuvo igual valor por su contenido: el pueblo fue convocado en forma explícita a votar contra la agresión imperialista y por el paso al socialismo. Este es el programa aprobado por el 62% del pueblo venezolano, que se transformará en el programa de todo el pueblo cuando quede plasmado en la reforma constitucional que se está debatiendo en comisión y que deberá ser ratificada por un referéndum popular después de su aprobación en la Asamblea Nacional. 
Este triunfo estratégico representa también un reto aún mayor para el proceso bolivariano porque, como en todo proceso revolucionario, las victorias no hacen más que poner en primer plano las necesidades sin resolver. El desafío actual para la revolución es consolidar con urgencia las transformaciones sociales, económicas y políticas que se están realizando, pero que aún aparecen demasiado envueltas o sofocadas por los resabios de un pasado que no se resigna a desaparecer.

La vigencia de buena parte de las instituciones estatales del pasado, corroídas por la corrupción y el burocratismo, así como la cultura heredada que reproduce esos vicios en los nuevas intentos de organización social, son el mayor obstáculo para dar ese salto cualitativo.

En síntesis, la revolución necesita romper con los límites que la compleja trama de intereses de la estructura capitalista del país opone a esos cambios, para lo cual no hay otro camino que iniciar las transformaciones socialistas. 

Aunque el líder de la revolución anunció hace más de un año y medio esa necesidad, desde entonces quedó planteada más como un debate ideológico al interior de las propias fuerzas bolivarianas que como la elaboración de un programa político. 

Recién después del triunfo electoral se pasó del debate genérico sobre el socialismo a un período de su materialización en acciones y en un programa concreto, lo cual se evidencia con la renovación de los principales ministros, el planteo de los llamados "cinco motores", que no son otra cosa que precisar los ejes de los cambios que se requieren para avanzar a una nueva organización social, con la sanción de la Ley Habilitante, que pone en manos presidenciales la potestad de sancionar con fuerza de ley medidas destinadas a introducir cambios profundos en las áreas económicas, sociales, culturales y militares, y con los primeros pasos para unificar las múltiples fuerzas sociales y políticas que sostienen a la revolución en una gran fuerza política de masas, el PSUV. 
 
La nueva santa alianza
 
No es difícil comprender que frente a esta meteórica carrera a la que está lanzada la Revolución Bolivariana resurjan las amenazas provenientes desde el norte del continente. La reciente y fracasada intervención de la Secretaria de Estado estadounidense en la Asamblea de la OEA en Panamá, intentando justificar una intervención de ese organismo en los asuntos internos del país por el tema de la concesión vencida al canal golpista, desnudó -por enésima vez- que la oposición interna no hace más que poner en práctica la agenda que le dictan desde Washington. 

El intempestivo retiro de la señorita Rice de las sesiones tras la precisa réplica del canciller Maduro, puso en evidencia que el único motivo de su presencia en la reunión era forzar a los demás países de la región a convalidar esa injerencia externa. Esa actitud de la embajadora mayor del imperialismo debiera ser más que suficiente para levantar una repulsa de los gobiernos regionales por el intento de la diplomacia yanqui de coaccionarlos.

Pero además, es una confirmación ante la opinión mundial que no es ella quien se hizo eco de las fuerzas reaccionarias internas, sino lo inverso, que los planificadores ocultos de las marchas son los voceros internos de la nueva agresión imperialista que está preparando el gobierno de Bush.

No hay que esforzarse demasiado para encontrar a los verdaderos planificadores detrás de quienes fungen como líderes estudiantiles de las marchas juveniles, ya que ellos sólo son simples transmisores que actúan según las líneas trazadas por los desgastados dirigentes políticos opositores, los grupos que controlan algunos medios televisivos como RCTV y Globovisión ligado a la cadena CNN, y de los grandes empresarios, organizados alrededor de un plan operativo, al cual contribuyen supuestas instituciones benéficas ligadas a la CIA y el Departamento de Estado, tales como la fundación Albert Einstein, la conocida NED que desde el 2002 financia a sectores de la oposición venezolana, ORVEX y la menos conocida OTPOR, de actuación relevante en el desmembramiento de la ex Yugoslavia. 

Pero ese conglomerado de la contrarrevolución extiende sus largas influencias por distintas geografías y sectores sociales, ampliando sus aliados a las fuerzas derechistas que controlan los senados de Brasil y Chile, que aprobaron con inusual rapidez sendas resoluciones contra el gobierno venezolano, o distintas vertientes de la derecha europea, tanto la ligada al fascista Aznar y su fundación europea FAES como la del progresismo conservador que se expresa en el diario El País, convertido en un baluarte de la distorsión informativa y editorial para agredir las fuerzas antiimperialistas latinoamericanas, cualquiera sea su matiz político o raíz social. 

Estos sectores, además de la cuantía de los recursos financieros de los que disponen, cuentan con el poder de penetración ideológica a escala mundial que ejerce el capitalismo a través de las grandes agencias de noticias y las cadenas televisivas.

La coalición reaccionaria que comenzó a funcionar de hecho, ratifica nuevamente que para la burguesía internacional el respeto a las decisiones libres y soberanas de los pueblos no forma parte de su particular interpretación de los derechos humanos cuando de defender los intereses del capitalismo se trata.

Para intentar frenar el curso hacia el socialismo de la Revolución Bolivariana están diseñando las tácticas adecuadas. 
 
Tácticas para la contrarrevolución
 
Las acciones de calle desarrolladas por la oposición en estos pocos días son suficientemente ejemplificadoras como para dilucidar las líneas generales del plan que piensan ejecutar, que tiene varias aristas. 

La promoción mediática de los nuevos rostros de algunos cuadros estudiantiles de la derecha como líderes nacionales, es una confirmación más del colapso histórico en el que entraron los inexistentes partidos de la reacción y su dirigencia, en todas sus variantes.

Por eso discretamente se forzó a esos gastados personajes a permanecer en segunda línea, renunciando a sus frecuentes apariciones televisivas. Ahora el rol estelar del show político de los canales es ocupado por esta franja juvenil, con supuestos politólogos y especialistas de la academia.

El ocultamiento del nexo entre la dirigencia opositora con estas acciones de calle, tiene la clara intencionalidad de mostrar a la opinión pública mundial que las movilizaciones tienen un supuesto carácter social y apolítico, nacidas de una respuesta espontánea a presuntas amenazas desde el Estado contra los derechos civiles y la libertad de expresión. 

No es casual que la derecha marche bajo la consigna política: pueblo madura, esto es dictadura, que apunta en esa dirección. Lo que no lograron en las urnas donde fueron aplastados hace seis meses por las clases explotadas, intentan lograrlo poniendo en las calles a una minoría mayormente privilegiada, para facilitar la intervención interior de la alianza internacional contrarrevolucionaria, porque a diferencia de abril de 2002, ahora no cuentan con fuerzas significativas dentro del sector militar. 

Hasta el momento fracasaron en su primer intento de provocar la represión del Estado a los actos vandálicos colectivos (popularmente llamadas guarimbas), buscando, si es posible, alguna víctima fatal para repetir el formato con el cual justificaron el golpe de abril de 2002. Los primeros intentos por conducir a las marchas por esta vía, fueron motivo de fracturas internas entre los sectores más radicales y los nuevos dirigentes, porque desalentaba a potenciales manifestantes a sumarse a un movimiento aún endeble. 

Los estrategas imperialistas saben perfectamente que la clave del éxito para cualquier opción táctica de la contrarrevolución consiste en recuperar la capacidad de movilizar contra el gobierno a sectores amplios. 

Para esto último pretenden cobijar bajo el paraguas de la defensa de los derechos civiles a un arco amplio de la población, que incluya tanto a las clases sociales opuestas a la revolución como a grupos corporativos que ven perjudicados sus privilegios por el desmontaje que se está haciendo del viejo Estado burgués, en el cual operaban hasta el presente. 

Para la contrarrevolución es vital lograr el reagrupamiento de sus huestes en el corto plazo, para intentar resistir con alguna probabilidad a la ofensiva revolucionaria en las trascendentales batallas que se avecinan, en las cuales se debe consagrar mediante el voto popular el nuevo estatuto socialista, dando rango constitucional a la propiedad social sobre los medios de producción, a las empresas socialistas, a los órganos del Poder Popular, entre otras medidas a tomar. 

Estas batallas abren el camino para un imprescindible gran debate de ideas en todos los sectores del pueblo, incluido los que comulgan con la derecha.

Pero la contrarrevolución ni está interesada en ese debate ni parece dispuesta a intervenir aunque se la invite, como demostraron claramente en la Asamblea Nacional estos nuevos líderes estudiantiles, que luego de leer una proclama en el espacio que se les dio (que además se descubrió fue elaborada por una agencia de publicidad ligada a grandes grupos empresarios y al canal Globovisión) rehusaron continuar debatiendo con los jóvenes estudiantes bolivarianos, que también fueron invitados.

Por el contrario, la derecha mientras intenta aparecer como víctima y sus militantes hacen alarde de vocación pacifista, mueve sus fichas ocultas provocando el asesinato selectivo de militantes revolucionarios, como ocurrió en estos días con una pareja de jóvenes integrantes de la Coordinadora Simón Bolívar del barrio 23 de Enero, que habían participado de manifestaciones contra los canales golpistas y fueron emboscados a pocas cuadras del Palacio de Gobierno. 

El enfrentamiento de clases que cruza a Venezuela desde hace años vuelve a tensarse y cada sector opta por la táctica que mejor conviene a sus fines históricos. Las clases explotadoras, que mueven a la derecha, sirven y necesitan de la contrarrevolución mundial y para ello utilizan la conspiración, la guarimba y el sicariato, porque se apoyan en masas inconscientes, enceguecidas porque no están dispuestas a compartir supuestos privilegios, afianzando el bien común en una sociedad más justa. 
 
El debate de ideas
 
Opuesta es la táctica de las fuerzas revolucionarias porque el avance hacia el socialismo sólo es posible -como reclamaba el Che- con un pueblo consciente de sus tareas y responsabilidades para dirigir la vida económica y social, desde la comunidad en que se vive a la nacional, pasando por la de los principales centros de producción, sobre la base que el interés particular o sectorial no debe primar sobre el general, ni los combates inmediatos deben oscurecer a los estratégicos.

La participación popular en la lucha política, en la capacidad de movilización y en el debate, no hizo más que crecer con los golpes pro-imperialistas. En esta maduración política de las mayorías populares radica gran parte de los sucesivos triunfos de la revolución. 

El debate sobre las futuras reformas de la Constitución y las leyes habilitantes abren, sin duda, un nuevo escenario para dar el salto necesario en la conciencia del pueblo para el tránsito a la sociedad socialista. Por esta simple razón es el teatro de operaciones al cual las fuerzas revolucionarias convocan a todos, incluso sus opositores, para dirimir esta batalla entre el pasado y el futuro.

Junto al desarrollo de la conciencia política, la otra condición para avanzar al socialismo es afianzar la organización, tanto del Poder Popular como de las fuerzas revolucionarias. 

Aunque se está avanzando en ambas direcciones es imprescindible forzar la marcha, porque, como se dijo, es altamente probable que la contrarrevolución derive la confrontación de clases hacia otros caminos. 

También allí la Revolución Bolivariana encontrará las respuestas adecuadas para sepultar las nuevas embestidas imperialistas.


* Militante de la izquierda guevarista de Argentina. Artículo enviado por Daniel De Santis (Partido Revolucionario de los Trabajadores). 
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