Venezuela: petrodolares financian transformaciones estructurales [Luciano Wexell Severo]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Mayo 8 11:28:18 GMT+3 2007


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boletín informativo - red solidaria de revistas
Correspondencia de Prensa
Año IV - 8 de mayo 2007 - Redacción: germain5 en chasque.net

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Venezuela

Desafíos de la Venezuela Saudita 


Petrodólares financian transformaciones estructurales 

Luciano Wexell Severo 

Le Monde Diplomatique/El dipló/Edición Colombia
http://www.eldiplo.info/mostrar_articulo.php?id=454&numero=54



Aunque la oposición atribuye la fortaleza de Chávez al momento en alza que viven los hidrocarburos, lo cierto es que el sector económico no petrolero muestra un crecimiento superior al petrolero. Se desarrolla un mercado interno en ascenso y es innegable el progreso de la infraestructura nacional. Asimismo, las reservas crecen hasta llegar a 36.000 millones de dólares y, sobre todo, se avanza hacia la construcción de un "socialismo a la venezolana", hacia un "socialismo del siglo XXI".

Una lectura fácil de la actual situación de Venezuela hace recaer todo en el factor petróleo. Si bien éste es muy importante, hay muchos más aspectos en juego para explicar lo que pasa en éste país de la región Andina. Un acercamiento en 'primer plano' permite brindar respuestas.

Según reporte del Ministerio de Energía y Petróleo, en enero de 2007 el precio promedio del barril (159 litros) -el tipo Brent y el West Texas Intermediate (WTI)- estuvo cerca de los 55 dólares; en julio de 2006 llegó a superar 74 dólares. En 2003, el precio promedio era de 30 dólares, y en 1999, al empezar el gobierno de Chávez, estaba por debajo de 9 dólares. La canasta venezolana es siempre un 15 por ciento más barata por el alto espesor de su crudo. Si tomamos en cuenta que el petróleo representa históricamente un alto porcentaje de las exportaciones de Venezuela -en los últimos 10 años, un promedio del 77,8 por ciento-, es evidente la tendencia a que los altos precios actuales se traduzcan en fuerte activación económica. Entre el cuarto trimestre de 2003 y el mismo período de 2006, el país acumuló 13 trimestres de alzas, o sea, más de tres años continuos de crecimiento. Mejor: un promedio de 13 por ciento. Hace más de año y medio que el Producto Interno Bruto (PIB) crece sobre el 10 por ciento. Si el país mantuviese tal ritmo, dentro de ocho años la economía representaría más que el doble de la actual.

Los datos utilizados son públicos, divulgados por el Banco Central de Venezuela (BCV), el Banco Mundial (BM) o la Comisión Económica para América Latina y Caribe (Cepal). No hay dudas de que el PIB crece bastante. Ahora verifiquemos la primera segregación posible del PIB: economía petrolera y economía no petrolera. La economía no petrolera en el PIB sigue creciendo sustancialmente, mientras cae la participación relativa de la economía petrolera. Esto es muy significativo si se toman en cuenta los elevados precios del barril de petróleo. La tendencia natural debería ser el aumento relativo de la economía petrolera, no su caída. Veamos: la economía petrolera, que en 1999 representaba un 20,1 por ciento del PIB, hoy significa un 14,3. Ya la economía no petrolera, que en 1999 significaba un 70,5 por ciento del PIB, hoy representa un 74,7. Aun cuando el precio del petróleo ha crecido bastante, en los últimos 30 meses la economía no petrolera creció a un promedio de 12,2 por ciento, mientras la economía petrolera sólo a un 1,9.

Es innegable que desde los años 20 del siglo pasado el factor más poderoso y dinámico de la economía del país es el petróleo, pero se verifica que, como nunca antes, el país destina sus ingresos petroleros a los sectores productivos: agricultura, industria, construcción, telecomunicaciones, y al progresivo pago de la elevada deuda social en educación, salud y vivienda. Algunas declaraciones de Gastón Parra Luzardo, presidente del BCV, lo confirman: "No sólo crece la economía debido a circunstancias favorables sino que se transforma la estructura de la sociedad al alcanzar estadios superiores de progreso. Prueba de las apreciaciones anteriores son el crecimiento del PIB en cifras en torno al 10 por ciento durante trece trimestres consecutivos, la expansión más acelerada de la producción del sector no petrolero sobre el sector petrolero, el fortalecimiento de la inversión pública y privada; el mejoramiento de la educación, salud, vivienda, distribución del ingreso e incremento en las remuneraciones promedio reales de los trabajadores. En el ámbito nacional, han continuado las políticas y las acciones dirigidas a combatir la pobreza, mejorar la salud, la educación y la alimentación, con los cuales se han obtenido éxitos significativos que le han ganado a Venezuela el reconocimiento internacional". Se refiere, entre otros logros, al continuo aumento en los componentes del Índice de Desarrollo Humano (IDH), la reducción de la mortalidad infantil y la declaración por la ONU, como el único país latinoamericano -además de Cuba- libre de analfabetismo.

Ahora disgreguemos el sector no petrolero. Como es previsible, crecen aceleradamente comercio, y servicios e instituciones financieras. También se activaron comunicaciones, transportes y construcción civil, por las grandes obras realizadas: puentes, ferrocarriles, carreteras, metros, liceos, universidades, refinerías, siderúrgicas. Acumulan más de dos años de crecimiento elevado y sostenido. Pero la industria manufacturera es uno de los sectores más fortalecidos, en especial desde 2003, cuando empezó el control de cambio. En los últimos dos años, la industria ha crecido un promedio de 10 por ciento, con lo cual representa un 16,8 por ciento del PIB. En medio del sabotaje petrolero (2002), por ejemplo, la participación de la industria manufacturera en el PIB fue reducida a un 14,7. El actual incremento se verifica en el aumento de la generación y consumo de electricidad, y en la producción de cemento, mineral de hierro, cabillas, acero y aluminio.

Otra variable significativa: se fortalece desde 2003 la formación bruta de capital fijo -tasa de inversión en la economía- que engloba los gastos para construcción, adquisición y puesta en funcionamiento de bienes de capital orientados a la formación de activos fijos, nuevas construcciones, instalación de maquinarias y equipos. Según la Cepal, la tasa de inversión promedio en América Latina es de un 20 por ciento del PIB, insuficiente para producir crecimiento económico y mejoras en las condiciones de vida. En el paro petrolero, llegó a menos del 15 por ciento del PIB; hoy está por arriba del 32. Hoy, muy pocos países invierten tanto en infraestructura, industrias y educación como Venezuela.
 
Siglo nuevo, bonanza nueva 
 
Como resultado del crecimiento económico, se verifica un enérgico incremento de la demanda interna: un 19,7 por ciento en los últimos dos años. Sin embargo, mayor es el esfuerzo para impulsar la oferta doméstica (el PIB menos las exportaciones) y para disminuir la oferta externa (demanda interna satisfecha a través de importaciones). El crecimiento de la oferta doméstica en los últimos dos años acumula un 14,1 por ciento, impacto directo de la reactivación del aparato industrial y del aumento de las inversiones en nuevas unidades productivas. Respecto a esto, existe una justa y antigua preocupación ante este hecho: como se demuestra en cualquier país primario-exportador en un momento de alza, la demanda interna tiende a crecer más que la capacidad de respuesta de la oferta doméstica, forzando mayores importaciones y presionando incremento en los precios.

En 1999, las importaciones eran un 22,4 por ciento de la oferta total y han crecido más de un 70 en los últimos dos años. Hoy, un 33,3 por ciento de la oferta total se garantiza con importaciones -es decir, un 66,6 es asegurado por la producción nacional. Brasil, por ejemplo, importa mucho menos: sólo un 13,9 por ciento, mientras produce un 86,1. Entre enero y septiembre de 2006, las importaciones venezolanas totalizaron 22 mil millones de dólares, casi un 50 por ciento de los ingresos obtenidos con las exportaciones petroleras.

A la vez, en el mismo período, las exportaciones no petroleras (mineral de hierro, aluminio, metanol, urea, pescados, plásticos, maderas) alcanzaron apenas 4,5 mil millones de dólares. Se trata de un clásico problema del subdesarrollado y la mono-exportación de petróleo u otros productos primarios: es natural que un país relativamente poco industrializado aumente sus importaciones en momentos de fuerte entrada de divisas como el actual. Uno de los grandes desafíos es sustituir importaciones en forma eficiente, aunque exista una permanente facilidad para obtener divisas e importar bastante.

Pero se verifica algo interesante: las importaciones de bienes terminados (para consumo final), que en 2000 fueron de un 38 por ciento del total importado, hoy es de un 23,6. El promedio entre 1997 y 2002 fue de 27,4. La compra de insumos o productos intermedios también sufre importantes reducciones: de un 64,4 del total importado en 1997 a un 43,7 de hoy. El promedio entre 1997 y 2002 fue de 55,3. Pero es significativo que las importaciones con mayor crecimiento son para la adquisición de maquinarias y equipos (bienes de capital): representaban un 11,1 por ciento del total importado en 2000 y hoy suman un 32,7. El promedio entre 1997 y 2002 fue de 17,3. Utilizamos a 2002 como marco divisorio debido a la aplicación del control de cambios a comienzos de 2003.

Sobre la inflación, en 1999, al empezar el gobierno de Chávez, el IPC fue de un 14,5 por ciento. En 2000-2001, en que la economía creció, se redujo a 11 y 10, respectivamente. En 2002, como resultado de las conspiraciones contra la economía nacional, se disparó a un 25. En 2003, a pesar de los complots y del paro petrolero, fue de un 20,5. Los medios de desinformación, cuando les conviene, hacen malabarismos para no relacionar los resultados socio-económicos con lo político. En 2004, pese al elevado crecimiento de la economía, la inflación cayó a un 14 por ciento, y en 2005 bajó a menos del 13, contrariando la teoría monetarista. Lo que genera aumento persistente de los precios no es obligatoriamente el aumento de la cantidad de dinero circulante sino la política de los monopolios privados.

La caída de 2004-2005 se asocia al aumento de la producción industrial, apoyo a pequeños y medianos agroproductores -mediante créditos, plantas de almacenamiento, transporte-, supresión de mercaderes oportunistas, trabajo antimonopolios privados, control de precios sobre más de 100 productos básicos desde 2003 y establecimiento de 14 mil Mercados de Alimentos (Mercal) en el país. El programa, que vende hasta un 30 por ciento más barato, alcanzó unos 15 millones de consumidores, ganando adeptos de la clase media.

En 2006, ante la evidencia de otra victoria electoral de Chávez y su reelección al menos por seis años más, la política se recalentó. El gobierno, trabajando por la paulatina construcción de un socialismo a la venezolana, trata de aumentar el rol del Estado, con mayor poder para planificar e implementar políticas, buscando intervenir -con creciente participación popular- en los principales medios de producción. En 2006, la inflación acumulada alcanzó un 17 por ciento, nada escandaloso para un país en acelerado crecimiento. En enero de 2007, el IPC acumuló un 2 por ciento y según 'analistas' internacionales finalizaría el año por encima del 25. El gobierno se prepara para enfrentar este problema, que aún tendrá desdoblamientos. La palabra de orden es aumentar la producción, combatir la especulación y el acaparamiento, y garantizar la mayor variedad de productos básicos nacionales o importados en los anaqueles.

Al analizar el mercado laboral, se ve que en siete años (junio de 1999-junio de 2006), fueron creados más de dos millones 100 mil empleos -60 por ciento en servicios, comercio y establecimientos financieros, 15 por ciento en construcción civil (más de 300 mil puestos de trabajo) y un 5 en la industria (100 mil empleos generados, un promedio de 13 mil-año). En 2002, hasta las conspiraciones, el número de desempleados venía cayendo. Las medidas golpistas elevaron el desempleo a un 21 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), unos 2 millones 300 mil venezolanos. Para tener una idea del colmo de la situación, en diciembre 2002-enero 2003 ni siquiera fue medido el índice de desempleo (por esto los gráficos sobre el tema tienen dos espacios vacíos). En diciembre de 2006 existían cerca de un millón de desempleados, que suman un 8,4 por ciento de la PEA.
 
En Venezuela, el sueldo mínimo es de 238 dólares, por encima del promedio latinoamericano, y son comparativamente pequeños los gastos en electricidad, gas, agua, combustible y transporte. Otro dato: en los últimos tres años, el sector formal de la economía ha crecido considerablemente, con un 55,5 por ciento de los ocupados (6 millones 257 mil 642 personas); a fines de 2005 sumaba un 52. Los datos son del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Ministerio de Planificación y Desarrollo (MPD).

Hay que relacionar los mejores indicadores con la decisión de instituir el control de cambios en 2003. Las reservas internacionales ya suman 36 mil millones de dólares -con el golpe de Estado y el paro petrolero, la fuga de capitales derribó las reservas a 14,9 mil millones de dólares, 47 por ciento abajo del nivel actual. Ignorando la teoría neoliberal -que pregona el estancamiento de las reservas internacionales en el Banco Central bajo riesgo de generar inflación y desequilibrios en el sistema-, en julio de 2005 se aprobó una reforma de la Ley del BCV, estableciendo de un techo anual para las reservas (30 mil millones de dólares); todo lo que esté por encima pasa al Fondo de Desarrollo de la Nación (Fonden), que ya acumula 18 mil millones de dólares. A través de aquél, los ingresos petroleros sirven para iniciar un proceso de reindustrialización, en especial en agricultura, petroquímica, industrias básicas y ligeras, y de transformación.

Los grandes medios de comunicación, asociados a los monopolios industriales y financieros, buscan tachar las políticas independientes y soberanas como irresponsables o populistas. Pronto dirán que la inflación es fruto de las "incertidumbres y preocupaciones del mercado" ante la propuesta de un país justo, libre y soberano. Sobre esto, el Ministerio de Comunicación e Información (Minci) notificó que un canal involucrado con el golpe de 2002 -que recibe dinero de Estados Unidos y no cesa de agredir a la democracia venezolana en nombre de la libertad de expresión- no tendrá su concesión renovada en mayo próximo. Algunos afirmarán que es otra "acción autoritaria del régimen chavista".

Contrario a los murmuradores que sirven a Washington, el gobierno tiene un claro proyecto nacional. La idea de una economía artificial y miserablemente asistencialista -propagada por algunos medios- es una falsa quimera que busca desorientar. En verdad, existe una visión de desarrollo de mediano y largo plazo, plasmada en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001-2007. Basados en estas orientaciones se impulsaron los sectores productivos, sobre todo con el dinero logrado de las exportaciones petroleras, sin tener que endeudarse ni someterse a paquetes de organismos financieros internacionales -de hecho, hace algunas semanas el FMI cerró sus oficinas en Caracas. Vale decir que las deudas externa e interna se han reducido colosalmente: son apenas 17,5 y 9,6 por ciento del PIB, respectivamente, y cuyo total significa un 27,1 por ciento del PIB, el nivel más bajo de los últimos 30 años y hoy uno de los menores de la región.

Venezuela busca romper la dependencia externa -económica, tecnológica, cultural- con el desarrollo integral del enorme potencial del país y su pueblo. Pero es complicado salir del laberinto neoliberal, desprenderse de las ataduras de las transnacionales y destrabar los infernales mecanismos de endeudamiento -elaborados durantes siglos para perpetuar la subordinación y el despojo de los países periféricos, en beneficio del centro capitalista. Súmese a esto la carga de ser un país petrolero, la Venezuela Saudita, monoexportadora, importadora de alimentos y productos terminados, con sus contradicciones estructurales, económicas, sociales, políticas y culturales. Para 2007-2013, el gobierno ya trabaja con las líneas estratégicas del Proyecto Nacional Simón Bolívar.

¿Qué país ha definido un proyecto de desarrollo para los próximos seis años? ¿Cuántos tienen suficientes recursos para sus planes? Lo importante es cumplir efectivamente con estos proyectos: mejorar los resultados de los gastos, romper las amarras del Estado aún retrógrado -transformarlo radicalmente- y neutralizar a los enemigos internos.

Los conservadores tachan de "populistas" a los gobiernos populares, pero ¿qué pasó con los ingresos petroleros de los 70, cuando el chorro era igual o superior al de hoy y la población era de apenas 12 millones, menos de la mitad de la actual? Los gobiernos anteriores desaparecieron con miles de millones de dólares de los dos shocks petroleros de 1973 y 1979. Hoy, a pesar de los errores y dificultades, que son muchos, los petrodólares se depositan en la transformación de la realidad social y la economía venezolana -de rentista e importadora, a productiva y generadora de mercado interno. También sirven para ayudar a los países de América Latina. Según Chávez, Venezuela incluso "estaría dispuesta a depositar en el futuro Banco del Sur al menos un 10 por ciento de sus reservas internacionales, para iniciar así uno de los proyectos que forman parte de la integración latinoamericana". La idea es crear una opción propia y solidaria para financiar proyectos de desarrollo productivo e infraestructura en la región, sobre todo en los países más necesitados. Igualmente, avanzan las conversaciones y los acuerdos en el marco del Alba, de la Comunidad Sudamericana de Naciones y del Mercosur.

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Desespero de los privilegiados
 
La energía generada por la elección de Chávez hasta 2013 le impone un nuevo ritmo a la dinámica política de Venezuela. El líder bolivariano ganó los comicios defendiendo públicamente el rumbo al socialismo; los electores decidieron que se debe avanzar por ahí. Ahora, "todo lo sólido se desvanece en el aire". La radicalización propone acelerar aún más la corrección de la distorsionada estructura económica: estatizar empresas estratégicas ayer privatizadas y concentradas en grupos extranjeros, nacionalizar las principales riquezas del país, crear unidades productivas bajo control estatal y comunal, profundizar la reforma agraria y aumentar la producción agrícola, concretar el nuevo proceso de industrialización pesada; aumentar la participación popular en la elaboración, control e implementación de políticas públicas, y exorcizar las corruptas e ineficientes estructuras del Estado.

En este sentido, hace poco la Asamblea Nacional aprobó en acto público, en la Plaza Bolívar de Caracas, una Ley Habilitante que autoriza al Presidente a dictar, por un lapso de 18 meses, decretos con rango, valor y fuerza de ley en diversos ámbitos: económico, social, financiero, tributario, científico, tecnológico y energético, además de ordenación territorial, infraestructura, y seguridad y defensa. Según el artículo 203 de la Constitución venezolana, "son leyes habilitantes las sancionadas por la Asamblea Nacional por las tres quintas partes de sus integrantes, a fin de establecer las directrices, propósitos y marco de las materias que se delegan al Presidente o Presidenta de la República, con rango y valor de ley".

Es la séptima vez que se le otorga este mecanismo a un Presidente, segunda para Chávez. Como todo cambio estructural que afecta los sectores históricamente privilegiados, tiende a generar reacciones. El portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Sean McCormack, afirmó en tono de espantajo: "Veremos cómo ejerce esos poderes el señor Chávez". La Asamblea venezolana emitió un comunicado declarando que "muy rara es la fuente de legitimidad democrática en la que se basan los Estados Unidos para intervenir en los asuntos internos de Venezuela, para decidir invadir países, para imponer políticas económicas destructivas a las naciones del Sur y para creerse con el derecho de someter al mundo a su extraña dictadura".

No obstante, parece lejana una directa intervención estadounidense. Son muy agudas las actuales coyunturas latinoamericana y mundial. En el Nuevo Mundo se fortalece la ascensión de líderes nacionalistas, respaldados por sectores populares y progresistas. La ola de dictaduras reaccionarias de los 60 y 70, sucedida por las no menos criminales aperturas neoliberales de los 80 y 90, cedió ante emancipadores estallidos sociales. Quienes previeron el "fin de la historia" se equivocaron. El siglo XXI empezó muy mal para el imperialismo.

La idea de rumbo al socialismo gana creciente apoyo popular y respaldo financiero. Se unen idea y posibilidad, dinero e ideología - aunque aquél genere muchos daños y ésta deba aún perfeccionarse. Incluso así, es difícil que las tropas imperiales se aventuren. Quizá depositarán sus arrojos en destruir la Revolución por dentro, en el mediano plazo, con la contribución de la oligarquía criolla y de 'neochavistas' y 'neobolivarianos' infiltrados o sin consistencia ideológica. Ejemplos: desabastecimiento de algunos productos básicos, aumento de la inflación e ineficiencia en la aplicación de políticas gubernamentales. Estos problemas, si no fuesen atacados de inmediato, podrían generar insatisfacción popular.

Además, Estados Unidos sabe que no será fácil desplazar a Chávez: hay un progresivo paso de crecimiento económico a desarrollo social. Según el INE, la pobreza se reduce. Si en 1999 la pobreza general era del 44 por ciento, hoy es del 32. La pobreza extrema cayó de un 16,6 a un 10,6 por ciento. Además, el gasto en educación con Chávez es 35 por ciento superior al promedio de los 90. En 2005, por ejemplo, fue un 91 por ciento mayor que en 1996, sin contabilizar la masiva inversión en los programas sociales del área educacional: Misión Robinson (1,4 millón de alfabetizados con el método cubano "Yo sí puedo"), Misión Ribas (760 mil, concluyendo bachillerato), Misión Sucre (240 mil nuevos universitarios). 

Otro ejemplo: el gasto en salud es 13 por ciento más elevado que el promedio de la década neoliberal y un 115 por ciento superior al de 1996, también sin contar los proyectos sociales en el área (Barrio Adentro y Misión Milagro, con desprendido apoyo de Cuba), que acumulan millones de beneficiados en Venezuela y miles en otros países de Latinoamérica. 
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