Brasil: el gobierno Lula es un episodio trágico, pero no es el fin de nuestra historia [Ricardo Gebrim - entrevista]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Mie Mar 26 09:51:15 GMT+3 2008
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correspondencia de prensa - boletín solidario
Agenda Radical
Edición internacional del Colectivo Militante
26 de marzo 2008
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Brasil
Entrevista a Ricardo Gebrim, referente de "Consulta Popular"
El gobierno Lula es un episodio trágico, frustrante en nuestra historia, pero no es el fin de nuestra historia
Construir un proyecto transformador más allá de la esquizofrenia pro o anti Lula
Prensa de Frente, Boletín quincenal Nº 84
http://www.prensadefrente.org/
Corría el año ´97 y el neoliberalismo arrasaba con todo en el continente. En Brasil, la fortaleza del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, el rumbo que perfilaba el PT absorbido por la lógica electoral y una apatía generalizada formaban un combo de impotencia para cualquier ilusión revolucionaria. Pero una iniciativa del Movimiento Sin Tierra desafía la realidad con una histórica marcha que llega a Brasilia con más de 100 mil personas, atrayendo a toda una militancia desencantada que encuentra una chispa de esperanza. Una reunión posterior y la pregunta "¿y ahora qué hacemos?" son el germen de Consulta Popular, que de a poco se fue transformando en una organización política que aglutina militantes de diversos movimientos sociales y fuerzas de izquierda pero "evitando ser una clásica correa de transmisión porque es imprescindible que los movimientos conserven su autonomía". Ricardo Gebrim, de la Coordinación Nacional de CP, explica el proceso que fueron dando y los desafíos de una izquierda brasileña atomizada, principalmente, por cómo pararse frente al gobierno de Lula.
- ¿En qué consistía la propuesta inicial de Consulta Popular?
- La cuestión central era -y sigue siendo-, a grandes rasgos, generar un proyecto popular para el Brasil, que más que un programa es la combinación de la organización, la formación, la lucha, en torno a una propuesta de futuro, de horizonte, de transformación. A la primera etapa la llamamos en broma "el período de la gasolinera" porque la CP era el espacio donde la militancia se iba a abastecer de ideología, de concepción política táctica y estratégica. La acumulación en ese tiempo de reflujo exigía el cumplimiento de tres tareas centrales, que hasta hoy intentamos desarrollar: 1) la formación (el neoliberalismo había producido la interrupción de una generación de cuadros que se iban formando, la idea de la transformación revolucionaria estaba desaparecida); 2) hacer lucha de masas, que son las únicas que pueden cambiar la correlación de fuerzas y las únicas formas de la verdadera formación política porque sino formamos sólo intelectuales; 3) aprender a volver a organizarnos: no para la disputa electoral como la izquierda estaba acostumbrada sino como un espacio de transformación revolucionaria, de construcción colectiva. Este período va hasta que Lula gana las elecciones de 2002.
- ¿Cómo vivieron entonces la frustración por el rumbo que eligió el gobierno? ¿Qué efectos tuvo en las organizaciones de izquierda?
- En verdad nosotros nos decepcionamos antes que Lula asumiera, nuestra ilusión era proporcionalmente menor. También cometimos errores de evaluación, pensábamos que aunque Lula no iba a encabezar un proceso de transformación las masas lo iban a empujar... Igual nos decepcionamos porque no esperábamos que fuera tanto. Pero la gran parte de la izquierda no percibía eso, había toda una mitificación en torno a Lula.
Entonces la frustración tuvo un efecto paralizador en la izquierda brasileña. Una parte, ante la decepción, optó por rebajar su horizonte estratégico diciendo "no es posible más de lo que Lula está haciendo", y perdieron la referencia de clase. El otro extremo pasó de un amor irrestricto al odio mortal (muchos de los que formaron el PSOL) y toda su táctica está puesta en pegarle a Lula. El proceso de profundización de esa paralización, de esa ruptura, es creciente y cada intento de unidad enfrenta esa dificultad: un sector que intenta legitimar a un gobierno que ya ni se preocupa por legitimarse y otro que está preocupado sólo en destruir a Lula.
- ¿Y qué lectura hacen sobre cómo pararse en esta coyuntura?
- Creemos que el gobierno Lula es un episodio trágico, frustrante en nuestra historia, pero no es el fin de nuestra historia. La cuestión es construir un proyecto de izquierda no anti-Lula ni pro-Lula sino entorno a un programa transformador. Romper esa lógica esquizofrénica entre el odio o el amor a Lula y construir un programa de lucha unitario. Ese es el debate ideológico de las fuerzas de izquierda, esa es nuestra pelea, nuestro desafío en este momento.
El gobierno Lula es una frustración, pero la alternativa que la burguesía tiene es peor; Lula es un traidor pero nuestro enemigo central es la burguesía. Además, la explicación de "Lula nos traicionó" queda corta, la vida es mucho más compleja y las relaciones son dialécticas, y en un momento de tanta complejidad es importante entender la profundidad del proceso.
- Volviendo al desarrollo de Consulta Popular, ¿cuáles fueron los debates y avances que se dieron en estos últimos años?
- A partir de 2004 comienza un nuevo período para la CP, ya no alcanzaba la "gasolinera". Este campo político que nucleaba a militantes y dirigentes de diversos movimientos, que avanzaba en otras iniciativas (el periódico Brasil de Fato, la editorial Expresâo Popular), exigía un instrumento político con una estrategia más clara y que fuera un polo central de organización colectiva en el campo de las definiciones políticas. En 2005 se realiza la 2ª Asamblea Nacional y se aprueba que la CP buscaba ser un instrumento político, no proclamado sino en construcción. A diferencia de lo que marcaba la tradición, que un grupo de cuadros construye un programa y empieza a penetrar en las organizaciones, con un punto central que hace una irradiación, nosotros hacemos un proceso al revés, partimos de cuadros que ya están en los movimientos sociales y avanzamos en la construcción de una organización política.
En 2007 damos un nuevo salto: concluimos un proceso de dos años donde todos los núcleos regionales fueron discutiendo y aprobamos una estrategia en la que pasamos a caracterizarnos como una organización con naturaleza partidaria. Palabra difícil para rescatar porque para las nuevas generaciones la palabra Partido estaba totalmente asociada con un formato puramente electoral, pero la idea es la construcción de una organización que elabore colectivamente una táctica a partir de los objetivos de transformación, de una evaluación de la estructura de clases, de quién es el enemigo central, de qué sectores están dispuestos a esa transformación más profunda. Ese es el proceso que estamos construyendo.
- La idea de "naturaleza partidaria" podría interpretarse como una mayor subordinación de los movimientos sociales. ¿Cómo plantean la relación entre los movimientos y la organización política?
- Los propios movimientos van percibiendo que hay cierto agotamiento en cuanto herramientas, un movimiento social es una herramienta específica que tiene su límite, el MST es una excelente herramienta para la Reforma Agraria pero tiene su límite. La idea es la necesidad de una herramienta política cuyo límite es la transformación revolucionaria. También se irá transformando constantemente, adaptándose a cada coyuntura, sin una estructura fija. Partido en cuanto centro organizador de ideas que se irradian y posibilitan la incidencia de ideas transformadoras. En ese sentido utilizamos ese concepto aunque en los últimos años causa confusión y se comprende de maneras diversas.
Tenemos la preocupación de que la CP no trabaje con los movimientos siendo una clásica correa de transmisión porque pensamos que una de las grandes contribuciones que los movimientos tienen es su autonomía, que no puede ser una cosa hipócrita, irreal. Respetamos y luchamos por la autonomía de los movimientos sociales. Las decisiones del MST son tomadas en las instancias del MST y la CP no influye, aunque en la medida en que muchos integrantes de CP son los principales dirigentes del MST hay una influencia política. Eso sí: no trazamos líneas para los movimientos, es un principio político.
Por otro lado, creemos que el formato de cada organización y el término que se utilice para nombrarla está determinado por las condiciones y las necesidades políticas de su lugar y contexto histórico, un concepto de organización "ni estático ni dogmático".
- Y en cuanto a la relación con el Estado y a la disputa de espacios institucionales, ¿tienen definiciones al respecto?
- La cuestión del Estado fue uno de los puntos centrales de nuestro debate estratégico, es una cuestión compleja porque en los últimos años surgieron algunas teorías que desarrollaron la idea de que el Estado se tornó una cuestión prescindible para la transformación. Nosotros partimos del concepto de que el Estado es la principal forma de organización de las clases dominantes, forma parte de toda una estrategia de dominación del Imperio. O sea, así como en algún momento el imperio impulsó dictaduras, hoy tiene como propuesta de dominación estas democracias burguesas. Tenemos claro que nuestra estrategia para la transformación revolucionaria pasa por el enfrentamiento con el Estado democrático burgués. Entonces la cuestión del Estado es central.
La lucha electoral sigue siendo un espacio importante de acumulación porque la gente, aunque cada vez más desilusionada, sigue interfiriendo en esos procesos. Lo que pasa es que la trampa de la lucha electoral es muy poderosa: toda vez que la izquierda se involucró en la disputa electoral, aún con intenciones de acumulación táctica, pensando tener un brazo en el Parlamento, de a poco el brazo se fue convirtiendo mayor que el cuerpo, porque la lógica de la lucha electoral tiene una capacidad de cooptación que se paga con un precio terrible, terminan poniendo los mejores cuadros, sus gastos principales, toda su dedicación a eso.
- ¿Qué perspectivas de articulación vislumbran con los movimientos sociales de América Latina?
- Somos muy optimistas con la propuesta que Chávez presentó sobre la construcción de un Consejo Social del ALBA. El ALBA va a funcionar en tres instancias: una que reunirá a los presidentes, otra a los gobernantes de representaciones locales y otra de los movimientos sociales. Puede ser un aporte decisivo a la capacidad de organización de los movimientos en nuestro continente. Si empezamos a discutir asuntos que nos interpelen a todos, a pensar una agenda común, va a ser un espacio de construcción estratégica fundamental y una posibilidad de avance muy grande para la articulación de las fuerzas sociales.
* Ricardo Gebrim tiene 49 años, empezó a militar a fines de los ´70 en el movimiento estudiantil, actualmente es miembro de la Coordinación Nacional de Consulta Popular. Además preside el Sindicato de Abogados de San Pablo.
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