Brasil: la lucha por la tierra, conquista en la frontera cumple 20 años [Elaine Tavares]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Nov 4 10:42:56 GMT+2 2008


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correspondencia de prensa - boletín solidario  
Agenda Radical
Edición internacional del Colectivo Militante
4 de noviembre 2008
Redacción y suscripciones: germain5 en chasque.net

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Brasil 

El MST y la lucha por la tierra

Conquista en la frontera cumple 20 años 


Elaine Tavares
Revista Desacato (Brasil)
http://www.alquimidia.org/desacato/
Traducción de Juan Luis Berterretche

 
Estamos cerca de la frontera con Argentina, en la punta extrema del oeste catarinense, Dionísio Cerqueira. Cae una llovizna y el ómnibus que lleva trabajadores y estudiantes de la capital, Florianópolis, amanece con el día. Los ojos nublados de sueño se abren tan pronto el ómnibus entra en un caminito de tierra que lleva al más antiguo asentamiento del Movimiento de los Sin Tierra de Santa Catarina. La primera imagen que se ve denuncia la abundancia de vida y producción. Son las vacas lecheras, gordas y bonitas, que pastan sueltas en el campo. En seguida, aparecen las primeras casas, todas de material y muy coloridas. Tienen más o menos el mismo estilo. Fueron construidas por ellos mismos y simbolizan de forma sólida lo que puede hacer la unión. En todas ellas abundan las flores coloridas y los follajes. 

La segunda imagen, en medio de la lluvia que insiste en caer, es una gran lona, armada al lado del Centro de Salud Che Guevara. En ella están fijadas las grandes banderas del MST (Movimiento Sin Tierra), del Movimiento de Mujeres Campesinas, escenas de la vida cotidiana de los agricultores, banderas de otros movimientos campesinos y urbanos. Todo allí tiene el color y la imagen de las luchas de los trabajadores. Al costado de la lona un carro lleno de naranjas y el desayuno de los visitantes que llegan por centenas. Nada impediría a esa gente guerrera de conmemorar los 20 años del asentamiento.

Al otro lado de la lona lo que asoma es el más importante símbolo de la organización campesina: la Cooper Unión, cooperativa de los Agricultores que dirige todo el proceso de producción, industrialización y distribución de todo lo que es producido en el asentamiento. Allí en la lona la gente canta, acompañada de guitarra, la lluvia sigue cayendo, pero a nadie le importa. Quien vive de la tierra sabe que la lluvia es bendición, entonces, que venga, que moje la tierra y fertilice de vida este espacio de vida, lucha y realización.

El comienzo

La lucha por la tierra en Santa Catarina tiene una histórica trayectoria. Desde los bravos pueblos originarios que resistieron la invasión del hombre blanco hasta la epopeya del Contestado, los campesinos sin tierra decidieron crear para sí un espacio de vida donde todos pudiesen trabajar de forma unificada y garantizar su sustento en la ciudad santa de Taquaruçu. Ese espíritu guerrero y la voluntad de socializar la riqueza nunca se perdieron, ni en los más duros años de dictadura militar. Entonces, en el final de los 70, los campesinos sin tierra volvieron a organizarse con fuerza total. Fue cuando nació el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra, heredero de las grandes luchas campesinas del pasado. Así, en l980, decenas de familias ocupan la hacienda Burro Blanco e inician en el estado una gran batalla por la tierra que todavía no terminó.

En un país en que la mayoría de las tierras está bajo el dominio de unas pocas manos, la mayoría de las veces improductivas, la táctica encontrada por el movimiento fue la ocupación. Tierra ociosa, sin parir, no sería tolerada en cuanto hubiese tanta gente sin tierra, queriendo producir. Así se iniciaron las ocupaciones y la resistencia campesina. Fue con esta forma de lucha que allí donde hoy está el asentamiento Conquista en la Frontera llegaron 60 familias, con sus perros, sus tarecos y esa férrea voluntad de luchar, común al pueblo del MST. El lugar donde hoy se ve tanta belleza y organización no era más que un potrero. Una u otra vaca pastaba por el campo y el resto era una inmensidad de tierra improductiva.

Cada uno de los acampados sabe bien por lo que pasó para llegar donde hoy están. Años acampados debajo de plásticos negros, enfermedades, hambre, soledad. "Cuando llegamos aquí, los pobladores de la ciudad nos veían con malos ojos, pero fuimos mostrando que queríamos trabajar y producir. Después fuimos entrando en la vida política de la ciudad, en el partido político, en el sindicato, mostrando nuestra responsabilidad con la transformación social.  Hoy, pasados 20 años, somos parte de esta comunidad y la ciudad sabe que estamos aquí para producir y vivir en paz", cuenta Irma Brunetto, una de las asentadas.

El asentamiento

Hoy, viven en el asentamiento Conquista en la Frontera 60 familias que decidieron organizar la vida de forma diferente. Cada una de ellas tiene su casa, pero la tierra es trabajada de forma colectiva. La comunidad se organiza en comisiones en las más variadas áreas, estas comisiones forman un Consejo Social y Político que es quien conduce la vida cotidiana. El foro máximo para deliberación es la Asamblea General. Además, las familias se organizan en seis núcleos de base, cada uno de ellos con 10 familias, que es la manera más eficaz para lograr la organización de toda la comunidad. El asentamiento tiene su propia escuela con primero y segundo grados y el método de enseñanza es el que practica el movimiento en todos sus asentamientos, basado en Paulo Freire, volcado hacia la liberación. Todos los niños y niñas están matriculados y los mayores que tienen interés en ir a la facultad tienen todos los costos de enseñanza cubiertos por la comunidad. 

La comisión de salud actúa con fuerza en el campo de la prevención y desenvuelve todo un trabajo con hierbas medicinales. Existe una comisión de deportes y esparcimiento que garantiza la diversión sana para todos los miembros del asentamiento. Fútbol, bochas, juegos, bailes, encuentros, teatro, en fin, una serie de actividades que permiten el desarrollo pleno del ser humano. También existe una comisión de animación y visitas para atender las demandas del mundo externo. Todos los días llegan caravanas que vienen a visitar esta experiencia del MST, considerada una de las más importantes del país. "Son más de seis mil visitas por año, con gente de más de 38 países".

El proceso de crecimiento del trabajo de grupo de este asentamiento tuvo tres momentos bien demarcados. El primero fue el de impulsar la agricultura de subsistencia, la cosa más importante era garantizar alimento de calidad a toda la comunidad. Después, con ese trabajo ya consolidado, fue la hora de comercializar el excedente. Más adelante vino la necesidad de industrializar la producción. Es eso lo que la comunidad hace a través de la cooperativa. Actualmente el asentamiento Conquista en la Frontera  tiene doce aviarios, una fábrica de ración, un frigorífico, 150 vacas de ordeñe, producción de yerba mate y la cría de peces en 17 hectáreas de cultivo (estanques). Organizando toda esta línea de producción existen cinco equipos que hacen un planeamiento anual para realizar todos los proyectos y las metas. Todo el trabajo es colectivo y el dinero que entra de las actividades productivas es para mejorar la vida de todos, además de incrementar la producción. "A cada seis meses hacemos una distribución de renta a las familias porque ellas también tienen que cuidar de sí, de esparcimiento, de ropa, dice Valdir, uno de los organizadores del asentamiento.

Es esa forma de organizar la vida, bien diferente de la que se encuentra en otras comunidades del campo y la ciudad,  que permite al asentamiento Conquista en la Frontera, una existencia de abundancia y paz. Para tener una idea, desde que fue creado hace 20 años, nunca hubo una ocurrencia policial en la comunidad. Problemas existen, es claro, pero estas familias unidad siempre encuentran los caminos de solución. Y hacen eso porque están organizados de forma colectiva. Lo que vale para uno, vale para todos. Cada persona en el asentamiento tiene su papel en la producción, sea en el cultivo o en el trabajo en la industria. Los niños hacen lo que tienen que hacer, juegan y estudian. Los adolescentes estudian y ya desempeñan algunas tareas en la cadena productiva. Y todos hacen fiesta, mucha fiesta. Siempre hay un guitarrero, una armónica, un cantor, y las tertulias se realizan todo fin de semana. 

La gente de la ciudad que viajó kilómetros y kilómetros para participar de la conmemoración de los 20 años del asentamiento percibe la diferencia de vivir en comunidad, en un régimen colectivo y solidario. Todo parece que tiene otro sabor, incluso la propia comida. Vieron además, que uno de los factores que hacen del MST ser lo que es, es que más allá de toda fiesta y de toda la organización, ese pueblo está en proceso de formación permanente. Por eso, durante los festejos, hubo análisis de coyuntura y discusión de los desafíos que enfrenta el movimiento y los campesinos en esta realidad. El MST es una gran escuela, en la cual la gente está aprendiendo continuamente. Por eso, ese pueblo está siempre preparándose para enfrentar aquello que ellos consideran su mayor enemigo: el sistema capitalista. Y por eso son profetas, viviendo hoy lo que tantos de nosotros queremos para el mañana.  

Y allí, en medio del barro colorado de una tierra que fue conquistada en la lucha, la noche sorprendió a los pobladores del plantío y la ciudad, bailando, juntos, abrazados, después de un día entero de emociones proporcionadas por los trabajadores de todos los rincones del Estado que allí fueron a celebrar. Teatro, rondas, cantos, lágrimas, recuerdos, sueños, esperanzas. Al final, altanera, se levanta la cruz de los acampados, símbolo mayor de la lucha por la tierra. Madera hincada en la tierra conquistada, recuerdo de un día de celebración en que la alianza urbano /campesina va hilvanando nuevas relaciones y esperanzas. El sol tímido que surgió al final de la tarde parecía la mirada de un hombre que fue sembrador de todo lo que allí se vivía: Don José Gomes, el obispo de los pobres. A él la gente gritó su gratitud. "!Don José Gomes, presente!"

En el ómnibus que vuelve para la capital, los estudiantes están quietos, ni cantos ni bullicio. Agotados por el día intenso, duermen durante todo el largo recorrido de la vuelta. Allá en el asentamiento quedaron la gente campesina, luchadores esperando que en la cabecita de aquellos que se fueron germine la semilla de la vida socialista, repartida, en comunión. Porque como ya decía aquel lindo poema de Quintana..." quien sabe, amigo, quien sabe..."  
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