Uruguay/ Mujica y su rol de "articulador en clave socialdemócrata" [Constanza Moreira - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Nov 15 08:16:25 UYST 2009


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Correspondencia de Prensa 
15 noviembre 2009
Edición Internacional de Agenda Radical
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Uruguay

Entrevista a la politóloga Constanza Moreira, senadora electa por el MPP

"Se olvida el rol de articulación incluso en clave socialdemócrata que ha desempeñado Mujica en todo este tiempo"

"Para Mujica los modelos son el 'capitalismo en serio' de Nueva Zelandia y el pacto socialdemócrata de Lula"


Las opiniones que reproducimos (puede leerse la entrevista integra en el sitio indicado más abajo) son reveladoras. No solo tienen el sentido de una verdadera radiografía política del senador José Mujica, canditado presidencial del Frente Amplio (FA). También preanuncian, sin tapujos, las características principales que tendría un más que probable segundo gobierno "progresista". La entrevistada, Constanza Moreira, es politóloga y fue directora del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República (UDELAR) entre 2005-2007, actualmente se desempeña como docente e investigadora full time. En las elecciones del pasado 25 de octubre, donde el FA obtuvo la mayoría parlamentaria en ambas cámaras, fue electa senadora por la lista del Movimiento de Participación Popular (MPP), corriente a la que pertenece el propio Mujica. Sus opiniones son nítidas, muestran la reconversión definitiva de toda una capa de dirigentes políticos e intelectuales, académicos y sindicalistas, a las tesis "equlibrio", "gobernabilidad", "concertación social", "lealtad institucional". Dicho de otro modo: muestran la rendición incondicional del "progresismo" ante la lógica implacable del mercado que imponen el capital y las clases propietarias. La transparencia de Moreira en sus dichos confirma, por otra parte, lo ya sabido: que el balotaje del próximo 29 de noviembre será una disputa entre dos opciones del orden capitalista. En todo caso, con matices y contradicciones entre sí, sobre todo en materia de "gestión de gobierno" y nunca sobre "modelos de país" (como bien lo aclaró recientemente el presidente Tabaré Vázquez). Aunque todo puede pactarse si se dejan "puentes tendidos". Y nadie mejor guardian de esos puentes que uno de sus principales arquitectos: el ex guerrillero tupamaro José Mujica, "un articulador en clave socialdemócrata", promotor incansable de "una alianza entre trabajadores y empresarios".  (Redacción de Correspondencia de Prensa)


Constanza Moreira:

"Los puentes en política siempre tienen que estar tendidos"


Entrevista de Emiliano Cotelo
En Perspectiva, Montevideo, 9-11-09 
Radio El Espectador
http://www.espectador.com/1v4_contenido.php?id=166521&sts=1
Transcripción de María Lila Ltaif



Emiliano Cotelo - Vayamos a los temas de la campaña rumbo a la segunda vuelta. El argumento central que maneja la fórmula Lacalle-Larrañaga para impulsarse es el del equilibrio, "el equilibrio está en tus manos" dice el eslogan, "no es sano para el país otro período de gobierno con el FA con mayoría parlamentaria propia y además el Poder Ejecutivo". Sostienen -lo dijo el propio Lacalle, sin ir más lejos, la semana pasada en entrevista aquí- que Mujica no es lo mismo que Tabaré Vázquez, y ello implica que el rumbo del gobierno se inclinará hacia las posiciones más radicales de la izquierda -MPP, Corriente de Acción y Pensamiento - Libertad, Partido Comunista (PCU) y aliados-, y añaden que un gobierno así profundizará la división en la sociedad uruguaya. ¿Qué responde usted, que integra la bancada de esos sectores que menciona Lacalle?

Constanza Moreira - La primera cosa que tengo que decir con respecto al equilibrio es que una situación en la cual el Poder Ejecutivo está en manos de un partido y el poder parlamentario está en manos de otro no es una situación de equilibrio político, precisamente es una situación de desequilibrio político, y en ciencia política le llamamos "gobierno dividido". Y voy a hacer una diferenciación entre un Poder Ejecutivo que no tiene mayorías parlamentarias, que es un caso muy habitual -miremos América Latina, sin ir más lejos es el caso de Brasil, donde el Poder Ejecutivo está en manos de un partido que no tiene mayoría en el Parlamento; y es el caso de Rafael Correa y el de Lugo-, y el caso en que la mayoría parlamentaria está en manos de otro partido, que es una situación bastante excepcional. También tenemos el caso de Estados Unidos, donde últimamente el Parlamento ha quedado en manos del Partido Demócrata, en el último período de Bush, y Bush en el Poder Ejecutivo. Tampoco sería este el caso, porque el Poder Ejecutivo no estaría en manos de un partido sino de una coalición.

Entonces, un Poder Ejecutivo en manos de una coalición. y una coalición no es lo mismo que un partido, es bastante más indisciplinada, y Uruguay ya ha visto ejemplos de eso incluso recientemente, la coalición entre el doctor Batlle y el Partido Nacional (PN) tuvo poca duración, o incluso la coalición que armó el doctor Lacalle con Julio María Sanguinetti entre 1990 y 1994. Fueron coaliciones bastante inestables. Entonces, tener un Poder Ejecutivo con una coalición inestable y una mayoría parlamentaria en manos de un partido como el FA, que es altamente disciplinado, genera una situación de desequilibrio político, no de equilibrio político. Esa es la primera afirmación.

La segunda, sobre si Mujica se parece o no a Tabaré Vázquez, evidentemente no se parece, como Tabaré Vázquez no se parecía a Seregni, cada líder del FA tiene sus propias características. En todo caso es claro que el FA, incluso por la tradición de la izquierda uruguaya, es un FA de dirección colectiva y de trabajo colectivo. Lo que está en juego en noviembre no es Mujica, sino más bien un gobierno del FA, y no creo que nadie pueda decir que este gobierno del FA que pasó, con mayorías parlamentarias más fuertes aún que un eventual segundo gobierno del FA, porque este ganó en primera vuelta, haya sido un gobierno malo o un gobierno de prepotencia. Más bien yo diría, partiendo de las evaluaciones que la opinión pública ha hecho a lo largo de estos cinco años, que la gente ha estado bastante contenta con este gobierno.

EC - Justamente, allí ponen el acento el doctor Lacalle y otros dirigentes del PN: que una cosa es Vázquez y otra es Mujica, que Vázquez representa -decía Lacalle- un dirigente al estilo de los socialdemócratas europeos, y eso ha implicado una huella, un determinado rumbo, una determinada forma de manejar las cosas. Mujica en cambio es otra historia, empezando por su pasado con el MLN, etcétera, y eso trae la posibilidad de que un segundo gobierno del FA en esas condiciones sea más radical y fomente las confrontaciones.

CM - Ahí se olvida el rol de articulación incluso en clave socialdemócrata que ha desempeñado Mujica en todo este tiempo. Me permito recordar el rol que cumplió en la Concertación para el Crecimiento, que nucleó a empresarios, trabajadores y dirigentes políticos en plena crisis de 2002. Si hay algo que implica un pacto socialdemócrata es una alianza entre empresarios y trabajadores. Quizás alguno no lo recuerde, porque la Concertación para el Crecimiento tuvo una vida relativamente efímera, pero fue una señal de que se podía hacer una suerte de pacto social que incluyera a los empresarios y a los empresarios del sector agropecuario, que están bastante conscientes del rol que puede desempeñar Mujica en este gobierno en una situación de crisis.

Esto es lo primero que quiero decir. Me parece que meter el pasado guerrillero de Mujica con la idea de que es un líder de confrontación es algo que no funciona bien ni siquiera para el sentido común de los uruguayos, que han visto ese rol de Mujica no solo hacia fuera, sino incluso hacia dentro del FA. Mujica ha tenido un rol bastante importante en coser acuerdos hacia el interior del FA en momentos en que el FA, como todo partido muy grande, ha tenido no pocas dificultades para debatir temas que importan. Entonces yo separaría el rol de guerrillero de Mujica, que bastante pagó por ese pasado guerrillero, porque les recuerdo a todos los que escuchan que Mujica no solo estuvo preso, sino que estuvo tirado en un pozo en condiciones inhumanas. Entonces yo no quisiera volver a insistir sobre esos horrores, me parece que estamos debatiendo la elección de noviembre, pero volver a insistir en eso y no recordar todo lo que pasó Mujica, a todo lo que sobrevivió y la forma en que después se dedicó a la política y se transformó en un parlamentario sería hacerle poca justicia a la historia.

EC - ¿Cómo define la orientación que tendría un segundo gobierno del FA encabezado por Mujica?

CM - Te voy a dar una definición científica, volvemos a la ciencia: si uno mira la ubicación ideológica de los partidos en un continuo que va del 1 al 10, el FA es un partido que se ubica en un espectro que va del 2 al 5, es decir, de la izquierda al centro tiene todo, y esa es la diferencia grande que tiene con el PN y el Partido Colorado (PC), que están situados entre el 7 y el 8 de la escala, son partidos conservadores que ocupan un espacio ideológico más chico, por eso también son menores y por eso la gente los vota menos, porque el espacio ideológico que ocupan es más reducido, mientras que el FA tiene una especie de "oferta ideológica" de centro a izquierda mucho más amplia.

En esa oferta ideológica el MPP -nosotros vamos midiendo eso a lo largo del tiempo- se ha ido corriendo hacia el centro y hoy no está demasiado lejos de la ubicación del Partido Socialista, y tenemos al PCU un poco más a la izquierda, obviamente. Entonces en términos estrictamente de posicionamiento ideológico, si juzgáramos a Mujica por el MPP, porque no tengo ninguna medición de Mujica como Mujica, pero si lo juzgamos por el grupo que lo ha representado en este tiempo, yo diría que está en un lugar no demasiado diferente del resto de sus compañeros partidarios. Cuando Mujica habla sobre un "capitalismo en serio" -ha usado esa expresión-, su modelo es Nueva Zelandia, no es ningún país del socialismo real, y cuando se refiere a Lula -más allá de que esto sea compartible o no-, que es el ícono más claro en América Latina de un pacto socialdemócrata en el sentido de un pacto capital-trabajo, un pacto entre empresarios y trabajadores, un pacto de cooperación capitalista, se ubica exactamente en ese lugar. Ese es un lugar que puede ser muy discutible para la propia izquierda, pero no deja demasiado lugar a dudas en su discurso y en su modo de comportarse con respecto a eso. Pero por supuesto, siempre va a haber suspicacias.

Y acá me voy a referir a la tercera pregunta: las suspicacias no están exentas de intenciones político-electorales que a veces se expresan de la peor manera, que es lo que está pasando en este primer tramo de campaña. Toda elección es, por más que algunos podamos querer o no que la política se parezca a una competencia, una especie de carrera en la cual finalmente habrá un ganador, que será el que haya logrado convencer a la mayor cantidad de gente posible de que es el mejor para gobernar los destinos de un país. Yo insisto en que a este país no lo gobiernan los presidentes, lo gobiernan los partidos y los parlamentos. No somos un país de tradición presidencialista, me alegra mucho que no lo seamos, con tres millones de personas se puede montar perfectamente una República, no se precisa ningún presidencialismo extremo, y el poder de los presidentes en este país es reducido, bastante más reducido que en la mayor parte de los países de América Latina, sin ir más lejos, bastante más reducido que en Argentina y Brasil. Así que vamos a colocar el rol del presidente en su justo lugar.

Pero más allá de eso, el clima de campaña que se está viviendo en este momento, y especialmente las infortunadas declaraciones de Jorge Batlle -lo escuché ayer en un programa en VTV-, no contribuye a generar condiciones para un pacto entre partidos, para un diálogo nacional, para un acuerdo nacional. Todo eso parece estar en el discurso como algo que estaría en el deseo de los uruguayos y de las elites políticas, pero aparentemente la práctica concreta es explotar al máximo posible sensaciones de malestar, especialmente con relación a Mujica y a su trayectoria, mediante declaraciones infundadas, presunciones sospechosas, todas cosas que no solamente no contribuyen al clima de campaña, sino que contribuyen a la inestabilidad política. Con esto quiero ser especialmente precisa, porque sobre todo Jorge Batlle, que fue presidente, a otro no se lo pediría, pero los ex presidentes -ni que hablar los presidentes- tienen que cuidar que las elecciones se celebren en un clima de estabilidad política, de confianza cívica y que sean eso, sean elecciones para ver quién tiene la mejor propuesta de gobierno.

EC - Justamente, a propósito de la oferta de diálogo, esa fue una herramienta que la fórmula Mujica-Astori lanzó incluso antes de las elecciones del 25 de octubre y ratificó después, seguramente como una forma de enfrentar las declaraciones y advertencias que hacen los partidos de la oposición a propósito de lo que implicaría una presidencia de Mujica. El planteo era que incluso si Mujica era electo presidente con mayoría parlamentaria procuraría acuerdos multipartidarios, sobre todo en algunos asuntos claves como educación, seguridad pública, energía y medioambiente, y no se descartaba la posibilidad de acceso a su gabinete de ministros pertenecientes a los partidos tradicionales. En el PN dicen que esa oferta quedó desautorizada muy pocas horas después del 25 de octubre cuando desde el FA tanto Mujica como Astori hicieron una serie de declaraciones que resultaron agresivas sobre los candidatos blancos. Por ejemplo, los comentarios irónicos a propósito de la Divina Providencia y la crítica por el uso de los símbolos patrios. Eso fue lo primero que ocurrió después de las elecciones, y llevó a Lacalle y Larrañaga a poner en duda la voluntad acuerdista que el FA proclama. ¿Cómo vio ese primer episodio?

CM - La voluntad de acuerdo sobre grandes temas nacionales no significa coparticipación en el gobierno.

EC - No necesariamente.

CM - Un gobierno con mayorías parlamentarias no hace coparticipación, muy raramente. La coparticipación se hace porque se necesita.

EC - Pero Mujica llegó a manejar esa posibilidad.

CM - Otra cosa es incorporar a gente de los partidos de la oposición en el gabinete, porque los partidos de la oposición pueden tener excelentes cuadros técnicos o políticos que creamos necesario incorporar. Eso también hay que decirlo, nuestra forma de llenar los cargos en el Ejecutivo a través de partidos, de sectores, no siempre es la mejor.

EC - La precisión que está haciendo usted es que la posibilidad de contar con ministros pertenecientes a los partidos tradicionales de la que habló Mujica no está atada a un acuerdo para gobernar, a una coalición de gobierno.

CM - Exactamente, voy a ser muy precisa en esto: los gobiernos de coparticipación en general en el mundo y especialmente en Uruguay se han consolidado ante la imposibilidad de tener mayorías parlamentarias propias. Eso en el último período. A lo largo de la historia del siglo XX Uruguay inventó fórmulas -el colegiado, el gobierno bicéfalo- que fueron formas de coparticipación entre el PN y el PC, que se repartían el país por mitades y encontraron esas fórmulas de compromiso para cogobernar. Eso pasó a lo largo del siglo XX y desde el fin de la dictadura hasta acá lo tuvimos en formato de coalición. Esos formatos de coalición se hicieron porque el gobierno no tenía mayoría parlamentaria, entonces negociaba con el otro partido y el apoyo parlamentario se expresaba mediante el reparto de cargos en el gabinete. Ese es el formato coalicional típico en sistemas presidencialistas.

Un gobierno con mayorías parlamentarias no necesita eso, no necesita ese formato de coparticipación, pero puede expresar su voluntad de dialogar de muy diversas formas. Una de las formas, quizás la más comprometida, es incorporar al gabinete uno o más miembros de los partidos de oposición.

Otra forma -que además ya está prevista en nuestra Constitución, porque siempre fuimos un bipartidismo- es la incorporación a los organismos de contralor o a las empresas públicas. Esta es una incorporación distinta, es incorporar a los partidos de oposición como fiscalizadores de la gestión de gobierno, y no necesariamente comprometidos con un programa de gobierno.

La tercera forma es lograr acuerdos en el Parlamento sobre temas que importan. Se han logrado acuerdos en el Parlamento sobre temas que importan en este gobierno y en gobiernos anteriores. Es cierto que la mayoría de las leyes de alta importancia en este país han sido leyes de votación dividida, pero en la actividad parlamentaria regular existen muchos más acuerdos que lo que la gente se imagina. Se pueden lograr acuerdos en el Parlamento para votar una ley de educación sin que eso implique coparticipación en el gabinete.

Son tres cosas distintas: la incorporación de ministros, la incorporación en las empresas públicas y en los entes autónomos y la votación en el Parlamento.

EC - Ese ofrecimiento de acuerdos que hizo Mujica junto con Astori antes del 25 y que ratificó después, ¿qué validez tiene a esta altura?, ¿qué vigencia tiene?

CM - Tú dices que inmediatamente esa expresión de voluntad de acuerdo quedó desautorizada porque dijeron "ustedes usan los símbolos patrios"; pero francamente, la voluntad de acuerdo político es una decisión de estrategia política de largo aliento, esas decisiones no se alteran porque en la campaña electoral alguien diga "te dije.", es decir, porque se produzcan las escaramuzas propias de la contienda electoral. Esto es una definición estratégica de más largo aliento, y todo el sistema político tendrá que pensar, los partidos de la oposición y el FA, si quieren embarcarse en la búsqueda de acuerdos nacionales al estilo Seregni, diría yo.

EC - Pero llamó la atención que el FA eligiera como primeros pasos de la campaña ese capítulo de la confrontación cuando estaba la otra línea posible que era la de las propuestas.

CM - Yo no diría que el FA eligió el camino de la confrontación. Diría que en el medio de muchas cosas que pasaron en la campaña algunas cosas -y por supuesto que los medios son especialmente responsables en esto- son exacerbadas hasta el infinito. Entonces si Mujica dijo que había golpistas en el gobierno, si Jorge Batlle dice que el MLN está involucrado en el suceso de las armas, todo esto a lo que Penadés ayer le llamaba "hojarasca" -¡qué hojarasca!, las hojarascas prenden fuego con mucha rapidez-, todo esta hojarasca en principio está inhabilitando que se produzca un debate. Había una cierta idea de que podíamos tener un debate entre las dos fórmulas, pero el clima de campaña por ahora está enrarecido como para habilitar este debate.

EC - El PN sostiene que quien ingresó primero en este terreno que podríamos llamar de la hojarasca o del barro fue el propio Mujica con esas declaraciones que comentábamos. Es indiscutible que después los pasos en esa dirección los dio el PN, y siguieron con las declaraciones de Jorge Batlle sobre el caso Feldman. Ahora estamos en una pista absolutamente embarrada, en un ambiente completamente enrarecido. Y usted decía que en estas circunstancias probablemente quede por el camino un debate entre las fórmulas.

CM - Parecería que en estas condiciones no hay mucho clima para un debate.

EC - ¿Y lo otro, la posibilidad de, terminada la instancia del 29 de noviembre, sentarse a negociar?

CM - Eso nunca queda por el camino.

EC - Ya que estoy hablando con usted, que es.

CM - .politóloga.

EC - No, la estoy entrevistando como representante del FA y nada menos que del Espacio 609. ¿Considera que esta serie de spots que está emitiendo el PN en el interior del país vinculando el caso del arsenal de Feldman con Mujica y Marenales no bloquea en el futuro el diálogo?

CM - En el futuro no hay nada bloqueado, el futuro siempre está abierto. Lo que me parece es que esos spots publicitarios -Penadés les llamaba de otra manera- tienen una intención tan ofensiva y agraviante como poco propositiva, y a la larga es como decir "por favor, no voten a estos tipos". En cualquier sistema un poquito más sofisticado -no digo mucho más sofisticado, apenas un poquito más sofisticado- esto pasaría a una especie de tribunal superior electoral y sería prohibido, francamente. Yo creo que no le hace bien al PN, el PN tiene que tener capacidad de propuesta, ha tenido una votación muy importante. El propio Bordaberry se había alejado de estas prácticas que fueron bastante corrientes en el PC en la elección de 2004, en el último tramo de la elección de 2004 el Foro Batllista hizo una propaganda terrible, especialmente contra Mujica y el MPP; terrible en el sentido de poco democrática, de poco cuidadosa de los principios que deben guiar una democracia electoral, una cultura cívica democrática como la que este país se merece. Entonces, es cierto que lo vimos en 2004 y que Bordaberry parecía que iba a tener otra actitud, y tuvo otra actitud a lo largo de la campaña, decía "yo no quiero entrar en confrontaciones", etcétera; sin embargo personas de su partido como el propio Sanguinetti y el propio Jorge Batlle salen a hacer esta campaña, y el PN se suma con estos spots que, insisto, en cualquier otra reglamentación del mundo un poco más firme de las elecciones debería ser prohibido.

Creo que expresa una especie de aceleración frustrada de final de campaña, que también tiene que ver con los resultados de las encuestas, aunque, insisto, no hay ningún resultado claro ahora, parece que lo más razonable es que gane el FA, pero para esto no contribuye a nada.

EC - ¿Para usted no dinamita los puentes?

CM - No, los puentes en política siempre tienen que estar tendidos, los puentes no se dinamitan jamás. No es bueno lo que está pasando, esto está inhibiendo la posibilidad de que haya un debate y acentuando las rispideces y las agresividades. Yo como frenteamplista creo que no hay que contestar ni caer en la confrontación, me gustaría que hubiera modos institucionales de frenar una propaganda agraviante, no los tenemos, pero quisiera que los hubiera para que no cayéramos uno contra otro.

Pero los puentes en política siempre están tendidos y deberán estar tendidos, porque además eso es lo que quiere la ciudadanía, y una República es eso, no es una facción contra la otra. Eso es otra cosa, no es la política que queremos, no es una facción contra la otra, en este país ya se terminó la época en que nos degollábamos y de la tierra purpúrea. Ahora estamos en una política de diálogo y de negociación. Esa es la política. 

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