Brasil/ la visita de Obama y el sometimiento del gobierno Dilma [PSTU]

ernesto herrera germain5 en chasque.net
Lun Mar 21 10:08:13 UYT 2011


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boletín solidario de información
Correspondencia de Prensa 
21 de marzo 2011
Colectivo Militante - Agenda Radical
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redacción y suscripciones: germain5 en chasque.net

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Brasil

¿Qué queda de la visita de Obama? 

El presidente norteamericano salió del país dejando atrás acuerdos comerciales, promesas de petróleo, humillaciones y 13 presos políticos

Obama autorizó el bombardeo contra Libia desde el palacio Itamaraty 


Redacción
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Traducción de Ernesto Herrera - Correspondencia de Prensa



El presidente norteamericano no había dejado el Brasil y, en el balance que la prensa hacía de su rápida visita, más allá de la euforia y la exageración, había también un cierto tono de frustración. Obama no dio su apoyo explícito al Brasil para un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, como el gobierno y la prensa esperaban. En comunicado a los periodistas, al lado de Dilma, a pesar de los elogios, el presidente norteamericano apenas demostró "aprecio" por las aspeiraciones del gobierno brasilero. 

Y si lo eventos oficiales no llegaron a enturbiar la anunciada "visita histórica" la agenda fue más apagada. Se resumieron a las tradicionales presentaciones culturales. El discurso publico en la Cinelandia fue cancelado apenas un día antes. La delegación alegó cuestiones de seguridad, pero hubo quien atribuye la negativa a faltas de garantías del público y al temor de protestas en la plaza. 

El sentido de la visita

Obama arribo al Brasil con dos objetivos. El primero, y declarado, fue establecer acuerdos comerciales, derribando barreras aduaneras, la llamada TECA, por su sigla en inglés. Y el propio Obama no escondió la razón de eso: los Estados Unidos están en crisis y precisan las exportaciones y el Brasil es un mercado grande y en expansión.  

Pero los ojos de Obama estaban enfocados en el pre-sal. En el discurso de Planalto dijo: Estamos creando un nuevo diálogo estratégico sobre energía para garantir que las cúpulas de nuestros gobiernos trabajen conjuntamente para aprovechar nuevas oportunidades, en particular, como los nuevos descubrimientos de petóleo en el Brasil". Con la inestabilidad política en Medio Oriente, los EEUU ven en el Brasil una oportunidad de oro para expoliar el petróleo. Además de estabilidad, el gobierno norteamericano encuentra aquí una completa sumisión a sus intereses. 

Sumisión cuyos ejemplos fueron numerosos en tan rápida visita. Como en la presentación de los ministros de Dila a la entrada del pronunciamiento de Obama a los empresarios. Los ministros Guido Mantega (Hacienda), Edson Lobão (Minas y Energía), Aloizio Mercadante (Ciencia y Tecnología) y Fernando Pimentel (Desarrollo), fueron revisados por la seguridad norteamericana en su propio país. La situación recordó el vejamen del entonces canciller Celso Lafer, en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, obligado a sacarse los zapatos para entrar a los Estados Unidos. 

A pesar del discurso de igualdad, ni en las apariencias el gobierno consigió esconder su papel subordinado.

Bombas entre un brindis y otro 

El otro objetivo de Obama fue mediático. El presidente intentó reforzar su imagen popular amigable, haciendo creer que nada tenía que ver con Bush y sus antecesores. Y contó con la generosa ayuda de la prensa brasilera, que hizo una cobertura favorable al presidente norteamericano. El hecho de Obama ser negro fue tomado como elemento de identificación con los brasileros. 


Los hechos, sin embargo, muestran que por detrás de la sonrrisa de Barak, se esconde el viejo imperialismo yanqui. Un escena descripta por el duario Folha de São Paulo ilustra muy bien eso. Al inicio de la tarde del día 19, Obama participaba de una recepción ofrecida por  Itamaraty. En la hora del brindis, el presidente fue interrumpido por un asesor que le pasó el teéfono. Después de algunas palabras, el presidente volvió a su brindis. Acababa de autorizar el bombardeo áreo en Libia.  

Ya en el discurso proferido en el Teatro Municipal, Obama elogió la democracia, llegando a recordar la lucha de la entonces guerrillera Dilma Roussef contra la dictadura brasilera. Ninguna palabra ni mea-culpa, es claro, sobre el involucramiento de los EEUU en el golpe de Estado de 1964. O sobre el apoyo que prestaban hasta ayer a las dictaduras amigas de Medio Oriente y del Norte de Africa, como al propio Kadafi.

¿Qué mostró la visita? 

La visita en si no tuvo grandes novedades y, alcontrario del tono eufórico de la prensa, no contó con manifestaciones de apoyo de la sociedad. Pero, por otro lado, reveló muchas cosas. Primero, el empeño del gobierno brasilero en mostrarse como fiel vasallo del imperialismo. El hecho de que Obama haya ordenado el bombardeo contra Libia dentro de Itamaraty es más que simbólico. 

Los gobernantes se unieron para extender la alfombra roja al jefe del imperialismo. Hasta la Justicia mostró su sometimiento. La presión de 13 manifestantes en la noche del día 18, durante las protestas en Río de Janeiro, fue un hecho sin precedentes. El argumento del juez que determinó el encarcelamiento habla por si sólo: los detenidos representarían una "amenaza al orden público" mientras Obama estuviera aquí, y podrían "perjudicar" la imagen del país. 

Pero no fue solamente eso. La orden expresa del PT y del Planalto a su militantes, prohibiendo manifestaciones contra Obama, revela el carácter pro-imperialista del partida y desenmascara su papel en los los movimientos sociales. Un hecho inédito e histórico: !una orden del Partido de los Trabajadores para que sus afiliados no particparan a un acto contra un presidente de EEUU, a un acto contra el imperialismo!

Así, la visita de Obama, mostró a un gobierno brasilero todavía más sumiso, empeñado en entregar nuestro petróleo al imperialismo y abrir el mercado a los EEUU. Reveló una Justicia que muestra capaz de atropellar la Constitución para defender los intereses de Estados Unidos, como si estuviéramos bajo Estado de Sitio. 

Obama, se despide por fin del Brasil, dejando atrás acuerdos comerciales y la garantía de petróleo para su industria y sus autos. Deja todavía 13 presos políticos y la certeza, infelizmente, de que para una parte del movimiento sindical brasilero, el imperialismo dejó de ser un enemigo. 

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