Siria/Homs/ "no nos ayudan porque no tenemos petróleo para pagar el favor" [Mónica G Prieto - reportaje]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Feb 14 09:45:58 UYST 2012


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14 de febrero 2012
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Siria

"No nos ayudan porque no tenemos petróleo para pagar el favor" 

Homs padece una crisis humanitaria abierta, donde la población no tiene alimentos, medicinas, agua o suministro eléctrico

Los residentes piden a las instituciones internacionales que abran corredores humanitarios para evacuar mujeres, niños y heridos

"No creo que podamos sobrevivir dos días más. Esto es una ciudad fantasma", dice Abu Hanin, activista del barrio de Baba Amr


Mónica G. Prieto, Beirut, 12-2-2012
Periodismo Humano
http://periodismohumano.com/
 

Cuesta mucho hablar con la ciudad siria de Homs. No se trata sólo de las dificultades técnicas que entraña la comunicación, interrumpida por las autoridades como parte del castigo colectivo al que somete a la ciudad rebelde. Desde allí cuentan que las antenas parabólicas se han convertido en un nuevo objetivo de los ataques de Damasco para abatir la señal satélite que suministra Internet a los activistas y gracias a la cual pueden enviar las imágenes  y relatar la masacre.

A las agónicas comunicaciones se añade un factor emocional. Cada día que pasa, la conversación se vuelve más pesimista, más desesperada y más agónica. "No queda nada, no tenemos pan, agua, leche infantil, no hay anestesia ni antibióticos. Falta sangre, no hay combustible ni gas para cocinar lo poco que les queda a las familias", explica Abu Hanin, uno de los activistas del barrio de Baba Amr y de los pocos afortunados que sigue contando con la ansiada conexión a Internet. "No creo que podamos sobrevivir dos días más. Esto es una ciudad fantasma. Solo pensamos en cómo sacar a mujeres y niños".

Abu Hanin explica que, esta vez, tras la agresión de la pasada Navidad de la que pudo ser testigo Periodismo Humano, Homs se había preparado para lo peor haciendo acopio de alimentos y medicinas, pero nada podía ser suficiente para lo que les esperaba. Desde el viernes 4 de febrero, proyectiles de morteros, misiles y fuego de helicópteros se abaten sobre los barrios esta ciudad siria donde el régimen de Bashar al Assad pretende silenciar a la población a bombazos. Día y noche, sin electricidad, agua, combustible, alimentos ni medicinas, la artillería pesada se abate sobre la localidad sin dar respiro a unos habitantes que no pueden abandonar esta enorme ratonera de 800.000 personas. En algunos barrios, no pueden salir de sus casas dado que los francotiradores apostados en los tejados, denuncian, descargan sus fusiles a quien ose aventurarse en las calles. En otros barrios, son las bombas indiscriminadas lo que impiden que salgan.

"Disparan contra cualquier cosa que se mueva. Sólo podemos quedarnos en nuestras casas y rezar", explica Abu Fares, contactado en el barrio de Qusur, próximo a Khaldiyeh y también sometido a fuego de artillería. La situación, sin embargo, no es tan mala allí como en Baba Amr: desde las ventanas ven cómo se elevan enormes columnas de humo del barrio más pobre y castigado de Homs. Abu Fares, habituado a atravesar los checkpoints esquivando los disparos con el maletero cargado de pan o medicamentos para aliviar la penuria de Baba Amr, no ha podido intentar su gesta desde que comenzó la ofensiva. "Es demasiado peligroso. Esta vez no hay combates, sólo hay bombas y francotiradores. El peligro es omnipresente y estamos pasando verdadera necesidad. Los heridos están muriendo en casas particulares por falta de medicinas, no hay con qué alimentar a los niños. Necesitamos que las ONG y la Cruz Roja intervenga cuanto antes".

Abu Hanin coincide con Abu Fares en que la apertura de corredores humanitarios es imperiosa. En Baba Amr apenas hay sótanos donde refugiarse, así que los vecinos comparten las plantas bajas, las zonas relativamente seguras de los edificios. La madre de Eyyed, uno de los valientes cámaras ciudadanos que cada día arriesgan sus vidas para dar fe de lo que está ocurriendo, ya ha sufrido tres bombardeos contra su casa. "La intento convencer de que se marche a un lugar seguro, pero no me quiere escuchar. 'Si tengo que morir, que sea en mi casa', dice", explica con frustración. Pero no hay lugares seguros.
 
La casa de los periodistas ciudadanos, la única de Baba Amr con conexión a Internet, sufrió tres impactos de mortero el pasado jueves. Solo uno de los jóvenes sufrió heridas leves. "Estamos bien, hicimos acopio de comida y podemos aguantar un par de días más", insiste Abu Hanin en tono tranquilizador. Sin embargo, confiesa que teme por las vidas de todos, en especial por la de uno de los cámaras, Bilal, herido en el estómago días atrás por un francotirador. "Está en su casa, expuesto al fuego y sin medicamentos ni cuidados adecuados. Abu Salah está mejor, si fuera por él volvería al trabajo mañana mismo", añade en referencia al rostro de Baba Amr ante las televisiones árabes.

Evacuar a los heridos, explican, es casi imposible. Lo mismo ocurre con los civiles que, simplemente, están aterrorizados y desean escapar. Los vecinos denuncian haber intentado negociar con los puestos de control militares para tratar de salir de la ciudad, argumentando tener heridos, ancianos enfermos o niños pequeños con ellos. La respuesta de los soldados ha sido negativa. "Nadie sale de Homs". Así queda una ciudad de unos 800.000 habitantes expuesta a una agresión militar en toda regla.

La presencia de los desertores del Ejército Libre de Siria, fuertes en barrios como Baba Amr, Bab al Sbaa, Khaldiyeh, Inshaat o Bayyada, no implica ningún cambio. Más bien es la explicación de la ferocidad bélica y de la desesperación de un régimen que se ve cuestionado por su población y sus propios uniformados, al menos los que han abandonado las filas regulares para sumarse a la revolución y defender a la población civil. "No vemos a los soldados, nos están bombardeando desde la periferia. Sólo vemos impactar sus proyectiles de mortero, sus cohetes, sus misiles. ¿Qué puede hacer el Ejército Libre de Siria contra eso?", se interroga Abu Fares. Desde Baba Amr, Abu Hanin estima que se limitan a esperar a que entren por tierra, para "llevar a cabo una guerra urbana". Pero Abu Fares disiente: "Si no les dejan entrar por las calles es para evitar que deserten. Eso es lo que ha aprendido el régimen de estos meses, que ya no puede confiar en sus soldados".

Eso explicaría que la actual ofensiva se esté produciendo a distancia, con artillería pesada y helicópteros. El volumen de daños producidos es terrible. Centenares de casas se han desmoronado sobre sus habitantes, decenas han ardido. Cuentan que cada 10 metros hay un cráter por una explosión. "No podemos contar el número de muertos bajo las ruinas. Cuando conseguimos evacuar cadáveres entre los escombros, somos incapaces de saber si murieron ayer, o anteayer u hoy", explica Abu Fuad, otro residente de Baba Amr. "El Ejército ha bloqueado los accesos a la ciudad. Los que intentan escapar encuentran las calles cortadas", se lamenta este vecino.
Los hospitales de campaña de Homs funcionan como pueden, "porque tenemos carencias de todo, de personal cualificado, de medicinas, de reservas de sangre. Necesitamos corredores humanitarios. Pero aún así, estas clínicas clandestinas funcionan. En la noche de ayer se produjeron 46 operaciones sólo en Baba Amr. Sólo aquí hemos tenido 600 heridos [a día del pasado jueves], y no hay dónde tratarles. Muchos de ellos podrían morir por falta de atenciones", prosigue Abu Hanin. El jueves se estimaba que más de 700 personas habían perdido la vida desde el principio del ataque: el viernes fueron contabilizados otro centenar de muertos.

En los vídeos ciudadanos, las escenas de masacres -niños despedazados, hombres y mujeres mutilados y decapitados- se suceden con otras de violencia mucho más sibilina. Como el que muestra depósitos de agua agujereados por las balas, con el preciado líquido escapando por los orificios. El corte del suministro eléctrico podría haber causado la muerte de un número indeterminado de recién nacidos prematuros -se habla de 18- que yacían en las incubadoras del Hospital Al Walid de Homs. "No estamos seguros del número de bebés muertos, pero hemos hablado con testigos del suceso en el hospital. Por desgracia, podemos confirmar que ha sucedido", afirma Abu Fares.

El objetivo de esta salvaje ofensiva, coinciden los entrevistados en Homs, sería allanar el camino para permitir la entrada del Ejército y proceder a la detención de los varones, en una reedición de la masacre de Hama de 1982 ordenada por el presidente de entonces, Hafez al Assad -padre de Bashar- y ejecutada por su hermano, Rifaat al Assad. Ironías de la historia, ahora es la IV División del hermano del actual presidente, Maher al Assad, la que cerca y bombardea Homs.

"El objetivo es castigar a la gente de Homs por haber osado levantarse contra el régimen y dar una lección que impida levantamientos en Damasco y Aleppo", estima Abu Fares. "Un segundo objetivo sería cambiar el balance demográfico de Homs. En los 80, Rifaat al Assad forzó a mucha gente de Homs y Hama a abandonar sus casas para atraer a familias alauíes", dice en referencia a la secta religiosa del clan en el poder. "Creemos que ahora preparan un cambio parecido. Por eso les decimos a los alauíes: sois nuestros hermanos, sumaros a la revolución, no aceptéis ser rehenes de la dictadura. Siria es para todos, como lo ha sido por cientos de años: Bashar se terminará marchando, pero nosotros nos quedaremos". El pasado lunes, un grupo de intelectuales y activistas de Homs pertenecientes a la comunidad alauí emitía un comunicado donde condenaba las atrocidades del régimen y acusaba al mismo de azuzar la violencia sectaria para detonar una guerra civil, cada vez más cerca.

Pese al sombrío futuro de Homs, dada la escasa voluntad internacional de parar a la dictadura siria, los ciudadanos consultados rechazan ceder un ápice en su revolución contra la tiranía. "¿Qué podemos hacer? No hay marcha atrás", puntualiza Abu Hanin. "Puede que perdamos esta batalla, pero el pueblo sirio ganará esta guerra", añade en referencia a una inminente incursión de los carros de combate en Homs que aplastaría físicamente a la escasa resistencia y permitiría la detención de los ciudadanos.
 
"Cada día perdemos casi a un centenar de personas, pero debemos mantener la revolución activa por el futuro de nuestro país, por el futuro de nuestros hijos. Ellos merecen la libertad, aunque quizás no todos nosotros sobrevivamos para disfrutarla", dice Abu Fares. Ambos saben, como el resto de la población, que están solos en su lucha. "Es muy decepcionante ver cómo la comunidad internacional lucha por algunos y a otros nos abandona", se lamenta Abu Fares desde Qusur. "Antes creíamos que no sabían qué estaba pasando en Siria, pero ahora entendemos que saben exactamente lo que pasa, que están viendo las masacres, y que no les importamos. Sólo hablan, no actúan. ¿Sabes por qué actuaron en Libia y no lo hacen en Siria? Porque no tenemos petroleo. No tenemos con qué pagarles el favor".
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