Argentina/ el paro general y algunas lecciones estratégicas [Fernando Rosso]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Abr 12 02:45:20 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 12 de abril 2014

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A l’encontre – La Brèche

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Argentina

 

El paro general del 10 de abril

 

Algunas lecciones estratégicas 

 

 

Fernando Rosso

http://elviolentooficio.blogspot.com.ar/

 

 

Este 10 de abril se produjo el segundo paro general bajo el gobierno de
Cristina Fernández, convocado por las centrales que agrupan a los sindicatos
que dirigen Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli. 

 

Como se preveía la medida fue masiva y contundente. Al igual que durante el
paro general anterior -producido 20 de noviembre de 2012 (20N)-, esta vez
también pararon amplios sectores de trabajadores enrolados en los sindicatos
que apoyan al gobierno y que, en consecuencia, no convocaban a la huelga. Es
más, los más conocidos dirigentes sindicales oficialistas (como Antonio Caló
de la UOM o Hugo Yasky de la CTERA), se encargaron de desprestigiar al paro
en los días previos, identificando la medida con los intereses políticos de
los dirigentes sindicales convocantes (esencialmente con Sergio Massa del
Frente Renovador). 

 

Como definición sintética puede afirmarse que fue un “20N”, pero
cualitativamente más contundente y más consciente en los trabajadores en
general, y con mayor preparación de las fracciones de vanguardia
antiburocrática y clasista, en particular.

 

Volvió a hacerse evidente que el proceso de ruptura o escisión, aún no
radicalizado pero persistente de amplios sectores del movimiento obrero con
el gobierno continúa su curso, pese a que por momentos se torne latente en
el devenir constante de cambios de coyunturas características de la
Argentina.

 

Los piquetes organizados por la izquierda clasista y sectores de vanguardia
tuvieron un componente obrero superior al paro anterior. El más
representativo fue el realizado en la Panamericana en la zona industrial
norte de la provincia de Buenos Aires. Pero también en el Puente Pueyrredón,
en el límite de la CABA con en el conurbano sur, una zona con mayor
presencia histórica de distintas variantes de organizaciones sociales y
políticas “populistas”, también se notó la presencia de delegaciones de
obreros industriales, de servicios y estatales. Y la escena se repite en
varias provincias del interior con sus correspondientes desigualdades, pero
con el denominador común de la mayor presencia vanguardia obrera junto a la
izquierda. No es novedad para nadie que el Partido de los Trabajadores
Socialistas (PTS) y las agrupaciones que influencia aportaron contingentes
obreros, cualitativa y cuantitativamente superiores a cualquier otra
organización de la izquierda, debido a su histórico trabajo en sindicatos
clave de la industria y los servicios. La apuesta estratégica al trabajo en
el movimiento obrero ocupado desde hace más de una década, cuando la mayoría
de la izquierda caía en la tentación facilista del atajo, mediante la
organización semi-clientelar de movimientos de desocupados dependiente del
estado, hoy comienza a mostrar su verdad. 

 

Al margen de la guerra de interpretaciones mediáticas, contaminada por los
intereses de los distintos monopolios de la “industria comunicacional”
(opositores u oficialistas), se desprenden algunas lecciones estratégicas de
esta nueva jornada protagonizada por la clase trabajadora de nuestro país.

 

Uno. Por si todavía quedaban dudas, se volvió a ratificar el peso de los
sindicatos en la realidad social y política nacional. Incluso, pese a sus
divisiones y los límites impuestos por la burocracia sindical, mostraron su
relevancia innegable para cualquiera que pretenda desarrollar una estrategia
de transformación revolucionaria. 

 

Dos. La jornada también demostró que los piquetes no son un “capricho” de la
izquierda para ganar visibilidad propia, sino que, además de ser un
instrumento histórico de contrapeso a las cientos de formas de coacción
patronal y estatal contra los trabajadores en huelga, son una necesidad
específica que se desprende de la historia reciente de la lucha de clases y
de la reestructuración de la clase obrera en el pos-neoliberalismo. Un
bloguero peronista (Abel Fernández), que no puede ser calificado justamente
de ”izquierdista” (más bien es un hombre “orgánico” a la burocracia
sindical), afirma: “Hoy los de abajo son – como en la mayoría de las
sociedades modernas – los precarizados, los tercerizados, los que están “en
negro”, los desempleados, los marginados. Que les resulta mucho más difícil
hacer huelga; lo suyo son los piquetes”. Efectivamente, “huelga y piquetes”
es la combinación necesaria para hacer pesar con toda su potencialidad la
fuerza del conjunto de la clase trabajadora.

 

Tres. El protagonismo de los sindicatos y la contundencia del paro muestran
los límites de la llamada “derechización” que vienen editorializando
distintos analistas y que está muchas veces sobrecargada de expresión de
deseos, antes que de realidad. A. Fernández también dice: “Y los votantes
pueden ser distraídos pero no son idiotas. Mi opinión, falible, por
supuesto, es que la mentada “derechización” de la sociedad no llega al
bolsillo. Y los que aspiran a que los voten el año próximo deberían tenerlo
claro y esforzarse en convencer que ellos no ajustarían más. O rezar para
que sea este gobierno el que se vea forzado a hacerlo.” En temas sensibles,
controvertidos y contradictorios, como la llamada “inseguridad”, las
posiciones del promedio de la sociedad orillan en general la franja derecha
(en parte porque su “solución” es imposible sin una transformación radical
de la sociedad, si el reformismo en general históricamente no funciona, en
este caso mucho menos). Pero confundir esto con el aval a “giros” a la
derecha de conjunto, sería un grave error. Hombres como Miguel Peirano
(entrevistado en el último número de la Revista Crisis), expresan un sector
dentro del Frente Renovador de Sergio Massa, que alerta contra esta lectura
facilista: “Si vos mirás los millones de votos que tuvo el Frente Renovador
en las últimas elecciones, es gente que ha creído que no se trataba de una
visión de ajuste ortodoxo sino de una concepción de desarrollo. Si yo mismo
no lo creyera, no estaría colaborando con Massa”. Desconocemos cuánta
ascendencia tiene Peirano en el FR, pero su lectura expresa el
reconocimiento de una relación de fuerzas real.

 

Cuatro. Y esto lleva necesariamente a pensar la dinámica del proceso de
decadencia y el fin de ciclo kirchnerista y su relación con la izquierda.
Basado en el crecimiento económico e impulsado por la necesidad del “desvío”
o de la “gran política” de recomponer el régimen gravemente herido en 2001 y
sacar a las masas de las calles, el kirchnerismo fogoneó aspiraciones
sociales (políticas e incluso culturales) a las que hoy enfrenta
abiertamente con el ajuste. El salario y el consumo estuvieron entre las
centrales. El salto electoral del Frente de Izquierda y los Trabajadores
está ligado a esta experiencia de los sectores más conscientes de la clase
obrera que están dispuestos a la pelea por un efectivo “nunca menos” y hasta
con aspiraciones de ir por más. Vieron en los referentes del FIT (que
basaron su campaña electoral con el eje puesto "contra el ajuste que
preparan”), a los más decididos para esta pelea, cuando el relato tomaba
cada vez mayor distancia de la realidad hasta ubicarse 180° en el polo
opuesto. La combinación de emergencia electoral y conquista de posiciones en
la izquierda sindical revelan la falsedad de la existencia de un componente
homogéneo de clase media (o perteneciente exclusivo al histórico “espacio
representación radical”), entre los votantes del FIT y reafirma la
existencia de un componente obrero de calidad, en el universo de los un
millón doscientos mil votantes. 

 

Cinco. De la lectura de este escenario de desarrollo político del FIT,
relevancia y peso estratégico de los sindicatos en el escenario político y
social y emergencia de una vanguardia sindical de izquierda, se desprenden
algunas conclusiones y una combinación de tareas para el desarrollo de la
izquierda revolucionaria. Por un lado demuestra la falsedad y deja en
ridículo a aquellos que decretaban la “superación” y el derrumbe de la
burocracia sindical, mediante los votos que había obtenido el FIT (y los
traspiés que sufrieron ciertas fracciones de la burocracia en sus apuestas
políticas), una especie de bastardeo de la “ilusión de lo político”, que es
más bien una “ilusión de lo electoral”. Las elecciones permiten el recuento
globular de fuerzas, incluso pueden lograr la conquista de tribunas
parlamentarias muy importantes, pero dicho en criollo, “no hacen milagros”.
Si la lucha política-electoral no está íntimamente unida a la batalla por
recuperar los sindicatos, lo que presupone distintas variantes (y
“cambiantes”) de frente único, “la agitación política o parlamentaria de un
programa socialista”, no encuentra la fuerza material para hacerlo efectivo.
La coalición electoral del FIT en el terreno político y el encuentro
sindical combativo de Atlanta, así como la participación en el paro general,
con piquetes y una clara delimitación de la dirección, son manifestaciones
hoy de esta estrategia de conjunto. Esto es lo que está haciendo emerger al
PTS como una izquierda obrera (e internacionalista) en el escenario nacional
y que empieza a ser reconocido por la gran prensa burguesa. La ausencia de
esta perspectiva está en la base de la desubicación de otros a los que les
quedan solo los intentos un poco desesperados de sobreproducción de
aparición mediática. 

 

Una “táctica” efímera e insostenible en el tiempo, porque como dijo un
general famoso, a éste solo lo vence la organización.

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