Francia/ la izquierda después de las elecciones municipales [François Sabado]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Abr 19 16:26:33 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 19 de abril 2014

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Francia



Después de las municipales





François Sabado *

Viento Sur

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1) Las últimas elecciones municipales reflejaron una nueva degradación de la
relación de fuerzas políticas en detrimento de la izquierda y del movimiento
obrero. Un total de 150 ciudades de más de 10.000 habitantes han pasado de
ser mayoritariamente de izquierdas a la derecha o extrema derecha. Por
supuesto, tras años de social-liberalismo en que el Partido Socialista (PS)
se ha distanciado claramente del movimiento obrero, una derrota electoral
del PS ya no supone automáticamente un revés para el bando de los
trabajadores. Estos trabajadores que ya no se consideran representados por
la izquierda, ni sienten este fracaso de los socialistas como un retroceso
de ellos mismos, por suerte. Incluso se han abstenido masivamente entre el
50 y el 60 % de los inscritos en los barrios y zonas populares.



2) Sin embargo, cuando una derrota electoral de esta envergadura del PS da
paso a la derecha y la extrema derecha, cuando desaparece lo que queda del
“socialismo municipal histórico”, cuando el Partido Comunista (PCF) pierde
un tercio de sus ayuntamientos, particularmente en el “cinturón rojo” de las
grandes ciudades, cuando estos reveses no se ven compensados ni mucho menos
por otras tantas victorias de la izquierda radical, esta situación ha de
repercutir negativamente, por fuerza, en la relación de fuerzas entre las
clases. Sobre todo teniendo en cuenta que esta elección se sitúa en una
coyuntura marcada por la multiplicación de planes patronales o ataques
gubernamentales que pueden provocar alguna reacción social, luchas o
movilizaciones parciales que sin embargo no sean suficientemente fuertes
para bloquear las políticas de austeridad o hacer retroceder al poder. Años
de restructuración de la fuerza de trabajo, de precariedad laboral y de
desempleo han remodelado a una clase trabajadora atenazada hoy por hoy por
la crisis. A lo que hay que añadir, encima, el hecho de que las direcciones
sindicales apoyan directamente los “pactos” del gobierno con la patronal o
se limitan a hacer de convidados de piedra.



3) La última manifestación de este giro a la derecha es el nombramiento de
Manuel Valls como primer ministro. En las primarias del PS para la elección
del candidato a las presidenciales en 2011, Valls representaba en el seno
del PS, de por sí muy escorado a la derecha, al sector más derechista del
partido. Se presentó como el candidato contra las 35 horas, contra toda
política de redistribución, por la privatización de los servicios públicos,
por una política de reducción de las cotizaciones sociales con vistas a
aplicar nuevos recortes a la seguridad social. Apoyaba abiertamente la
“política de la oferta”, basada en la reducción del coste laboral y las
ayudas a las empresas, y opuesta a una política de relanzamiento a través de
la demanda. No consiguió más que el 5 % de los votos en aquella elección, lo
que demostró que incluso para un PS ya muy derechizado, Valls era
“demasiado”. Dos años después, es la política de Valls la que se aplica
abiertamente por parte de Hollande, del gobierno y del PS. El resultado, a
grandes trazos, es este: 30.000 millones de ayudas a las empresas, 50.000
millones de ahorro presupuestario que se traducirá en graves recortes de los
presupuestos públicos y de la seguridad social. Ya se anuncia el cierre de
una decena de hospitales, la supresión del reembolso de ciertos
medicamentos, la reducción de los salarios de los funcionarios. En una
Europa en crisis profunda y persistente y en la que la tasa de crecimiento
ronda el 1 %, esta política no puede sino llevar al país a la espiral
infernal de la austeridad, del paro y de la precariedad. Justamente el
objetivo que se busca para alterar en profundidad la relación de fuerzas
sociales y políticas, desmantelar lo que queda del “modelo social europeo” y
liquidar una serie de conquistas sociales para situar Europa en la
competencia mundial.



4) El problema es que estas medidas socioeconómicas socavan las bases
sociales de los partidos tradicionales, tanto de derecha como de izquierda,
provocando crisis políticas en su seno. En lo que respecta a la
socialdemocracia, estos partidos son “cada vez menos obreros y cada vez más
burgueses”. No son partidos burgueses como los demás, porque el sistema
necesita su singularidad para asegurar la alternancia, pero las relaciones
de estos partidos con el movimiento obrero ya pertenecen exclusivamente al
ámbito de la historia y su política ya no tiene mucho que ver con las
políticas clásicas de la socialdemocracia. Son políticas neoliberales. Para
los trabajadores, Hollande y Valls se sitúan dentro de la continuidad de
Sarkozy, no solo en el terreno socioeconómico, sino incluso en el plano de
la represión contra los sin papeles y contra comunidades como los gitanos. A
Valls, además, no le preocupa que le consideren el Sarkozy de izquierda. Sin
embargo, ¿es posible que la mutación liberal de los Partidos Socialistas
ponga en tela de juicio su misma existencia? En Europa del sur, el PS
portugués o el PSOE no han sufrido el cataclismo histórico del PASOK, por
mucho que se hayan debilitado. El PS francés sigue siendo un partido grande,
pero las últimas elecciones han sacudido uno de sus pilares fundamentales:
sus bases municipales. Si mantiene la misma política, no cabe duda de que
sufrirá otros reveses electorales, en las elecciones regionales y
cantonales, y no está claro cómo podrá recuperarse el PS hasta las próximas
elecciones presidenciales y legislativas. Por tanto, no cabe descartar su
hundimiento.



El retroceso del Partido Comunista (PCF) es de otra índole, la del declive
histórico del posestalinismo, pero refleja asimismo la degradación de la
relación de fuerzas, en particular en una serie de ciudades en las que la
extrema derecha ha sustituido a los concejales del PCF en los ayuntamientos.



5) En esta situación, y al amparo de una abstención récord, se ha producido
el empuje de la derecha y del Front National (Frente Nacional, FN), que ha
vencido en una decena de grandes ciudades. La derecha ha salido reforzada a
pesar de sus contradicciones en una serie de cuestiones: Europa, las
relaciones con el FN, problemas de dirección en relación con el “retorno” de
Sarkozy. Su base militante y su electorado sienten la presión de la
ultraderecha. En cuanto al FN, ha confirmado su arraigo en el país y su
capacidad para atraer a una parte creciente del electorado obrero y popular.
Como los partidos de origen fascista, combina las temáticas sociales con el
racismo, pero ¿cómo va a gestionar en esta situación las contradicciones
entre su origen y su dirección fascistoide y las presiones que se derivarán
de su integración en las instituciones? Es cierto que no estamos en los años
30 y que las clases dirigentes han optado por integrarse en la globalización
capitalista frente al nacionalismo proteccionista, pero puede haber
“accidentes políticos”, cambios de rumbo, con una desincronización entre las
opciones socioeconómicas de las clases capitalistas y la irrupción de
soluciones políticas autoritarias, con la llegada al poder de coaliciones,
directas o indirectas, de la derecha y la extrema derecha. El auge de la
extrema derecha en toda Europa y la aceptación de gobiernos como el de Orban
en la Hungría actual muestran claramente los peligros que corren las
libertades democráticas y el movimiento popular. En Francia, al igual que
muchos otros países europeos, la balanza está inclinándose hacia la derecha,
aunque por fortuna también hay resistencias sociales y políticas.



6) La jornada de manifestaciones del sábado 12 de abril en París y en todo
el país rindieron testimonio de esta resistencia. Varias decenas de miles de
manifestantes respondieron al llamamiento de más de 200 responsables de
asociaciones, sindicalistas y políticos para luchar contra la derecha y la
extrema derecha y oponerse a los planes de austeridad del gobierno de
Hollande y Valls. En su origen estuvo un llamamiento de Olivier Besancenot a
un fin de semana de revuelta de la izquierda contra las sucesivas
manifestaciones de la ultraderecha y la política del gobierno, al que
respondieron algunos dirigentes del Front de Gauche (Frente de Izquierda,
FDG), que iban en el mismo sentido. Después se estuvo trabajando durante
varias semanas en la elaboración de un llamamiento unitario y en reuniones
preparatorias. El nombramiento de Valls aceleró la movilización. El éxito de
esta manifestación estriba en su unidad, su radicalismo y su diversidad. Más
allá de las organizaciones políticas se movilizaron decenas de asociaciones,
en especial las de defensa del derecho a la vivienda y sectores del
movimiento sindical. En la CGT, un número importante de federaciones y de
uniones departamentales llamaron a manifestarse en contra de la opinión de
la dirección confederal. Conviene señalar asimismo la presencia
significativa del PCF o del Nouveau Parti Anticapitaliste (Nuevo Partido
Anticapitalista, NPA) en la manifestación de París. Pese a los resultados de
las últimas elecciones municipales, esta manifestación demuestra que existe
en el país una izquierda que no acepta la política del gobierno y que
resiste, y que va mucho más allá de las filas de la izquierda radical.



7) Una de las cuestiones clave ahora es: ¿cómo continuar, cómo traducir
políticamente esta dinámica de movilización, parcial pero significativa, en
el actual contexto de retroceso? Las cuestiones de la unidad de acción, de
la radicalidad y de la lucha contra la política del gobierno, de la derecha
y de la extrema derecha, marcan el rumbo a los anticapitalistas. En primer
lugar en la resistencia social cotidiana, en las luchas contra los despidos,
contra los ataques presupuestarios, en huelgas y movilizaciones por los
derechos sociales. Las manifestaciones del 1º de mayo brindarán la próxima
ocasión. Sin una amplia movilización social que bloquee los planes de
austeridad, obtenga victorias parciales, y permita recuperar la confianza
por parte de los trabajadores y movimientos sociales, no podrá comenzar a
cambiar la relación de fuerzas. Este es el factor decisivo.



Sin embargo, esto ha de traducirse asimismo en el plano político mediante la
unidad de acción en las luchas y también en las confrontaciones electorales.
En las municipales, el NPA ya presentó o apoyó 87 listas, de las que 55 eran
unitarias, basadas en un programa contra la austeridad y por la
independencia con respecto al PS en la primera y la segunda vueltas de las
elecciones. Aparte de ello, la izquierda radical presentó varios cientos de
listas que marcaron, en contraste con el desastre socialista, cierta
resistencia con resultados apreciables. Tras estas elecciones municipales y
la preparación de la manifestación del 12 de abril se planteó una propuesta
unitaria para las elecciones europeas. En este sentido, el NPA se ha puesto
en contacto con el FDG, Lutte Ouvrière (Lucha Obrera, LO) y con los
libertarios para discutir sobre la posibilidad de una lista unitaria.



Está claro que existen posturas diferentes al respecto: el Partido de la
Izquierda Europea está a favor de una refundación de la Unión Europea que se
asemeja más bien a un intento de reforma, mientras que los anticapitalistas
luchan por la ruptura con las instituciones europeas; el dirigente del FDG,
Mélenchon, puede hacer declaraciones ambiguas contra la “Europa alemana” o
por el “proteccionismo solidario”, mientras que nosotros defendemos una
política internacionalista sin concesiones a los nacionalismos; sin embargo,
unos y otros se opondrán a las políticas de austeridad del gobierno y de la
Unión Europea para proponer otra Europa social y democrática. Lamentamos que
no hayan podido reunirse las condiciones para llegar a un acuerdo. Las
vacilaciones de unos y otros han sido un factor, pero las tensiones que han
paralizado al FDG no han permitido llevar a cabo una verdadera discusión.
Sin embargo, más allá de este acuerdo en torno a las elecciones europeas, el
FDG se ha dividido profundamente en el debate sobre las relaciones con el
PS. En la mayoría de las ciudades grandes y medianas, el PCF se alió con el
PS. Los demás componentes del FDG rechazaron esta alianza en la primera
vuelta de las elecciones municipales. Así, el FDG se ha roto en torno a una
cuestión central que el NPA lleva planteando desde hace años: las relaciones
a mantener con el PS y con el gobierno. Mientras que el NPA había sido
ferozmente criticado por haber situado esta cuestión en el centro del
debate, acusándole de buscar pretextos para rechazar la unidad, numerosos
militantes del FDG reconocen ahora que son las divergencias en esta cuestión
las que provocaron la ruptura durante las elecciones municipales. Muchas
cosas dependerán de los resultados electorales, especialmente en las
europeas, pero la fórmula del Frente de Izquierda lanzada en 2010 se ha
vuelto caduca; ahora hay que volver a discutir sobre la unidad y sus bases.



En efecto, la unidad es necesaria, y los anticapitalistas deben redoblar los
esfuerzos por desplegar una política unitaria, pero con la profundización de
los ataques neoliberales por parte del PS hay que rechazar de plano las
alianzas electorales con este último y con mayor razón cualquier apoyo a
mayorías parlamentarias o a gobiernos del PS. Esta es la razón por la que la
política de Mélenchon de construir un “frente popular ecologista” con la
dirección de los Verdes no conduce más que a un nuevo callejón sin salida,
sobre todo cuando la mayoría del grupo verde apoya al gobierno de Valls. El
objetivo, en las semanas y meses que vienen, es que se ponga de manifiesto
una clara oposición de izquierda al gobierno. Una oposición amplia y
unitaria, pero una oposición de verdad, y en este sentido no es posible
construir una oposición de izquierda con fuerzas que apoyan al gobierno o
participan en él, como ocurre por desgracia con la “izquierda” del PS y de
los Verdes.



Para los anticapitalistas, en esta difícil situación es preciso combinar,
por el contrario, la unidad de acción social y política con una política de
independencia clara con respecto al PS y un programa anticapitalista que
defienda las necesidades sociales de los trabajadores y de la población. En
una situación en que la vieja izquierda provoca rechazo, es preciso
reconstruir el movimiento obrero redefiniendo una perspectiva unitaria que
integre a las organizaciones, pero que invente nuevas formas y nuevos
contenidos programáticos. Los revolucionarios podrán ser útiles en la
reconstrucción fecundando la “unidad de acción” con un contenido
anticapitalista. La unidad lograda el 12 de abril y propuesta para las
elecciones europeas es una buena indicación para la orientación del NPA en
los próximos meses.



* Miembro de la dirección del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA)

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