Espionaje/ como a Obama, hay que pedirle cuentas a Putin [Edward Snowden]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Abr 21 00:25:23 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 21 de abril 2014

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Espionaje



Como a Obama, hay que pedirle cuentas a Vladimir Putin en materia de
espionaje





Edward Snowden *

Sin Permiso

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Traducción de Lucas Antón





El jueves pasado [10 de abril] cuestioné en directo en televisión la
implicación de Rusia en el espionaje masivo. Le hice al presidente de Rusia,
Vladimir Putin, una pregunta que no puede responder negativamente de un modo
creíble ningún líder que dirija un programa moderno e intrusivo de
vigilancia: "¿Intercepta [su país], analiza o almacena las comunicaciones de
millones de individuos?"



Puse luego en tela de juicio que, aunque ese programa de vigilancia fuera
efectiva y técnicamente legal, pudiera llegar a estar alguna vez moralmente
justificado.



La preguntaba estaba concebida como espejo de la hoy tristemente célebre
conversación en las sesiones del Comité de Inteligencia del Senado
norteamericano entre el senador Ron Wyden y el director de la inteligencia
nacional, James Clapper, acerca de si la NSA [Agencia de Seguridad Nacional
norteamericana] había recopilado el historial de millones de
norteamericanos, e invitaba a ofrecer un reconocimiento importante o una
clara evasiva (compárense las preguntas: Wyden: “Lo que quisiera ver es si
podrían darme una respuesta, sí o no, a la pregunta: ¿recopila la NSA alguna
clase de datos de millones o cientos de millones de norteamericanos?”
Snowden: “¿Intercepta, almacena o analiza Rusia de algún modo las
comunicaciones de millones de individuos? ¿Y cree usted que simplemente con
incrementar la efectividad de la inteligencia o de los organismos que hacen
cumplir la ley se puede justificar que se ponga a la sociedad, más que al
individuo, bajo vigilancia?”).



La mentira de Clapper – al Senado y a la opinión pública – constituyó un
impulso considerable que motivó mi decisión de salir a la palestra y un
ejemplo histórico de la importancia de rendir oficialmente cuentas.



En su respuesta, Putin negó la primera parte de la pregunta y esquivó la
segunda. Hay graves inconsistencias en su negación – ahora vamos a ello–,
pero no fue la respuesta lo que criticaron muchos expertos sino que yo
hubiera decidido hacerle una pregunta.



Me sorprendió que gente que había sido testigo de que yo había arriesgado mi
vida por denunciar las prácticas de espionaje de mi propio país no pudiera
creer que pudiese yo criticar también las políticas de espionaje de Rusia,
un país al que no he jurado lealtad, sin ulteriores motivos. Lamento que mi
pregunta pudiera malinterpretarse, y que le permitiera a muchos ignorar lo
substancial de la pregunta – y la respuesta evasiva de Putin – a fin de
especular, de modo descontrolado e incorrecto, acerca de mis motivos a la
hora de formularla.



El periodista de investigación Andrei Soldatov, quizás el crítico más
destacado del aparato de vigilancia ruso (y alguien que me ha criticado
repetidas veces el año pasado), describió mi pregunta como algo "de
extremada importancia para Rusia". De acuerdo con The Daily Beast, Soldatov
afirmó que podría levantar la prohibición de facto de hablar públicamente
sobre las escuchas del Estado.



Hay otros que han señalado que la respuesta de Putin parece ser la más
contundente negativa de implicación en vigilancia masiva ofrecida por un
dirigente ruso, una negativa que es probable, dicho sea con generosidad, que
reconsideren los periodistas.



De hecho, la respuesta de Putin fue notablemente parecida a las negativas
iniciales y generalizadas de Barack Obama sobre el alcance de los programas
de espionaje masivo de la NSA, antes de que esa postura se demostrar después
tanto falsa como indefendible.



Así pues, ¿a qué vienen todas esas críticas? Me esperaba que hubiese quienes
pusieran objeciones a mi participación en un foro anual que se compone en
buena medida de preguntas mullidas a un dirigente poco acostumbrado a que le
pongan en tela de juicio. Pero, para mí, la rara oportunidad de levantar el
tabú de discutir la vigilancia del Estado ante un público que ve
primordialmente medios de comunicación estatales pesaba más que ese riesgo.
Además, tenía la esperanza de que la respuesta de Putin – fuera la que fuese
– daría la oportunidad a los periodistas serios y a la sociedad civil de
impulsar un mayor debate.



Cuando vuelva a celebrarse este acto el año próximo, espero que podamos
escuchar más preguntas sobre programas de espionaje y otras controvertidas
medidas políticas. Pero  no tenemos que esperar hasta entonces. Así, por
ejemplo, los periodista podrían preguntar que se clarificase cómo es que no
se interceptan, analizan o almacenan  millones de comunicaciones
particulares, cuando eso es lo que tienen que hacer, por lo menos
técnicamente hablando, los sistemas existentes para poder funcionar. Podrían
preguntar si dicen la verdad las empresas de redes sociales que informan de
que han recibido peticiones de recogida al por mayor por parte del gobierno
ruso.



Si di la voz de la alarma sobre las prácticas de espionaje de la NSA no fue
porque pensara que los Estados Unidos son el único país culpable de ello
sino porque creo que la vigilancia masiva de inocentes – la construcción de
inmensas máquinas del tiempo de espionaje que pueden retrotraer los detalles
más íntimos de nuestras vidas– supone para todo el mundo una amenaza,
doquiera que se encuentre, no importe quien las controle.



El año pasado puse en riesgo a mi familia, mi vida y mi libertad por
contribuir a iniciar un debate global que hasta el mismo Obama reconoció que
"fortalecerá a nuestro país". No estoy más dispuesto a trocar mis principios
por privilegios más de lo que lo estaba entonces.



Comprendo la preocupación de quienes me critican, pero existe una
explicación más evidente a mi pregunta que un secreto deseo de defender la
clase de medidas políticas por desafiar las cuales sacrifiqué una vida de
comodidades: si vamos a poner a prueba la verdad de las afirmaciones de los
funcionarios, hay que darles primero la oportunidad de hacer dichas
afirmaciones.



* Edward Snowden (1983), antiguo empleado de la CIA y la NSA
norteamericanas, filtró en junio de 2013 a los diarios The Guardian y The
Washington Post, documentos que demostraban el espionaje masivo a través de
programas como PRISM y XKeyscore. Este artículo se publica por intermedio de
la Fundación para la Libertad de Prensa (Freedom of the Press Foundation).

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