Gaza/ los bombardeos cesaron, la ocupación no [María Landi]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ago 29 15:48:38 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – de 29 agosto 2014

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A l’encontre – La Breche

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Gaza

Los bombardeos cesaron, la ocupación no

María Landi 

http://mariaenpalestina.wordpress.com/

Por supuesto, hay motivos para celebrar un alto el fuego que frenará la
carnicería genocida que Israel hizo en Gaza durante 50 interminables días.
También hay que celebrar la extraordinaria resistencia tanto de la población
civil gazawi como de sus organizaciones armadas –una y otras más unidas que
nunca.

Si se mide en la cantidad de daños y víctimas, podría decirse que Israel
ganó. En 7 semanas mató a más niñas y niños palestinos que en los últimos 5
años; y diez veces más que en la brutal operación “Escudo defensivo” sobre
Cisjordania en 2002. Pero si se mide en la legitimidad ganada o perdida ante
la opinión pública mundial, no cabe la menor duda: en 50 días Israel ha
perdido décadas de credibilidad, y todas sus pérdidas han sido cosechadas
por la causa palestina. Numerosos análisis se refieren estos días al
exponencial crecimiento del movimiento global de BDS, y sus efectos ya están
alarmando a Israel.

En efecto, la imagen internacional de la “única democracia de Medio Oriente”
está en su punto más bajo. Y dentro de casa, tampoco las cosas son fáciles
para Netanyahu, que encabeza una coalición de gobierno (y un gabinete)
sumamente divididos (los sectores más ultraderechistas criticaron su
decisión de negociar), de cara a una sociedad que en un 80% quería continuar
la agresión y ahora está furiosa ante esta claudicación. Israel terminó
haciendo concesiones que hace dos meses ni siquiera estaba dispuesto a
empezar a discutir. Incluso los analistas israelíes califican el resultado
no ya como derrota sino como hundimiento. El diplomático Barak Ravid afirmó
en Haaretz que Netanyahu “vio la oportunidad de huir de Gaza, y la tomó”,
calificando el acuerdo firmado como “regresión”: “Esa regresión se resume en
las 69 víctimas israelíes, las 2000 víctimas palestinas (la mayor parte de
ellas civiles inocentes), los miles de cohetes sobre nuestras comunidades en
el sur, los cientos de misiles en el centro del país, las comunidades
desiertas, la pérdida de confianza en el ejército y en el gobierno entre los
habitantes del sur, los perjuicios económicos [el sector turístico perdió
miles de millones esta temporada] y los costos diplomáticos y políticos que
son imposibles de cuantificar”.

Por contraste, la resistencia palestina surge moralmente victoriosa: en 50
días de agresión, Israel fracasó en la incursión terrestre y tuvo que
replegarse, no consiguió destruir el arsenal palestino ni que los cohetes
dejaran de caer sobre su territorio, no logró aniquilar a Hamas y tuvo que
terminar negociando con una resistencia que dio la pelea hasta el final y
que, a pesar de las atroces pérdidas sufridas, no estaba dispuesta a
rendirse.

“Sobrevivir a esta agresión es una nueva vida. Vivir durante 51 días de
misiles y bombas continuas es una victoria“, dijo a Electronic Intifada la
joven escritora gazawi Malaka Mohammed. “Verse obligados a dejar su casa más
de siete veces y volver al día siguiente es una victoria; mantenerse fuertes
y resistentes después de correr sobre los cadáveres de vecinos, amigos y
familiares es una victoria. Vivir en Gaza estando en la primera línea de la
resistencia contra el sitio y la agresión no es más que una victoria“.

Motivos de preocupación

Pero los motivos para celebrar no son tantos, no sólo por el inmenso costo
en vidas humanas y en infraestructura civil (la destrucción de Gaza no tiene
precedentes), sino por varias razones más.

En primer lugar, ¿qué hacer con la impunidad de Israel? ¿Esperar que su
máquina de guerra se recomponga hasta el próximo ataque? ¿Cómo hacer para
que por una vez el Estado de Israel –ese niño malcriado de la comunidad
internacional que se convirtió en el matón intocable del barrio– tenga que
rendir cuentas ante los tribunales internacionales por gravísimos, masivos y
reiterados crímenes de guerra y de lesa humanidad? ¿Cómo hacer para que el
informe que va a elaborar el panel designado por el Consejo de DDHH de la
ONU bajo la responsabilidad del jurista canadiense William Schabas no
termine archivado como el Informe Goldstone de 2008-2009?

En segundo lugar, porque algunas de las más sensibles demandas palestinas
quedaron para ser negociadas más adelante: la reconstrucción del aeropuerto
y el puerto de Gaza, y la liberación de los presos canjeados en 2011 por el
soldado Gilad Shalit y re-arrestados recientemente (y ya sabemos cómo
terminan los temas que se dejan para más adelante; pregúntenle a la
población refugiada o a la de Jerusalén). No hablemos del espinoso tema del
desarme de la resistencia palestina, exigido por Israel, sin que siquiera se
mencione cómo desactivar el desmesurado poder bélico que Israel descarga
periódicamente sobre Gaza…

En tercer lugar, porque aun en caso de que se dé efectivamente una gradual
apertura de los pasos fronterizos y se alivie el bloqueo que Gaza sufre
desde hace 7 años, ¿quién va a definir lo que se permite entrar o no, qué se
considera “materiales de reconstrucción”, “ayuda humanitaria” y demás? Y
como dice la analista Rania Masri: “¿Y qué hay de la reconstrucción de la
economía? ¡No queremos caridad!”

Y lo que es más importante (mucho más que los términos y alcance del
acuerdo): ¿quién va a asegurar que Israel, que tiene una larguísima historia
de acuerdos incumplidos con los palestinos, cumpla lo acordado?; empezando
por los ficticios Acuerdos de Oslo en 1993, hasta cada alto al fuego que
puso fin a cada agresión a Gaza (también prometió levantar el bloqueo en
noviembre de 2012 y nunca lo hizo). ¿Quién va a monitorear que Israel
respete las 6 o más millas náuticas que ahora prometió a los pescadores
gazawis? (no olvidemos que los Acuerdos de Oslo les otorgaron 12 millas,
pero Israel unilateralmente y a fuerza de ataques desde sus naves militares
las redujo a menos de 3, hasta hoy).

Nada se ha hablado de lo que los palestinos vienen reclamando desde hace
décadas e Israel rechaza categóricamente: el establecimiento de una fuerza
multinacional de la ONU que monitoree el cumplimiento de los acuerdos por
ambas partes. Mientras no se establezcan mecanismos eficaces de vigilancia,
Israel podrá continuar violando todos los acuerdos firmados sin pagar ningún
precio por ello.

Hay otros aspectos por demás preocupantes y peligrosos: la desprestigiada
ANP con Mahmud Abbas a la cabeza sería la encargada de controlar los pasos
fronterizos en lugar de Hamas (esto también lo exige Egipto para abrir el
paso de Rafah) y de administrar, junto con los donantes internacionales, la
reconstrucción de Gaza. En una palabra, ‘cisjordanizar’ a Gaza; una
perspectiva nada alentadora… Precisamente lo que ha llevado al total
desprestigio de la ANP es su corrupción en el manejo de los fondos
internacionales, la profundización de la dependencia de ellos (condicionados
a ‘portarse bien’) y la nefasta ‘coordinación de seguridad’ con Israel para
desarticular toda resistencia, lo que la ha convertido ante los ojos de la
población en un “agente de la ocupación”. ¿Es ese el futuro que queremos
para Gaza, después de haber pagado con más de 2100 vidas (500 o 600 niñas y
niños)? Lo único que le falta a la sufrida y heroica población gazawi es que
los corruptos gobernantes ficticios y sus socios occidentales lucren con su
desgracia…

Y ya que hablamos de eso, conviene recordar que mientras Israel llevó
adelante la masacre sobre Gaza, también acentuó la represión en Cisjordania
y en Jerusalén Este, donde se están viviendo situaciones que algunos
analistas califican de ‘pre-intifada’. De hecho, desde el 8 de julio el
ejército de ocupación asesinó a 15 adultos y 2 menores e hirió a 2139
personas allí.

La lucha continúa

En cualquier caso, el escritor gazawi Rifat Alarir considera que el acuerdo
alcanzado representa “una victoria simbólica sobre un poder colonial brutal;
un paso para Gaza y un salto para Palestina”. Y agrega:

“Es una victoria porque Gaza no se arrodilló, porque demostró que Israel
puede ser disuadido y aislado, porque Gaza expuso el horrible rostro del
apartheid israelí y el de EE.UU., que nunca dejó de enviarle armas, y porque
más y más personas ahora se están uniendo al BDS en todo el mundo y están
más decididas a poner fin a esta injusticia por todos los medios eficaces
(…) en lugar de solo mandar oraciones y buenos deseos.”

Pero Alarir también recordó que, mientras la población de Gaza comienza el
arduo camino hacia la recuperación física, emocional y mental de los
horrores indescriptibles infligidos por Israel, el trabajo por la justicia
no puede detenerse. Israel no habría podido perpetrar semejantes atrocidades
sin el apoyo y la complicidad de tantos gobiernos, empresas e instituciones
en todo el mundo. Los esfuerzos por mantener esta ocupación colonial y
racista son globales, y por eso la lucha para derrotarlo –especialmente a
través del BDS- tiene que ser global también.

En otras palabras, no podemos dejar que las demandas se reduzcan a levantar
el bloqueo a Gaza, mientras Israel continúa la ocupación y colonización
implacable en Cisjordania, la judaización violenta de Jerusalén y las
políticas de apartheid al oeste de la Línea Verde. Como afirma el analista y
activista Ali Abunimah: “El fin del apartheid y la colonización israelí y la
fundación de un país para todos y todas sus habitantes –en donde los
refugiados, no más excluidos por leyes racistas, puedan regresar a su
tierra– es el único monumento que vale la pena construir en honor de tantas
personas cuyas vidas fueron arrebatadas violentamente”.

Fuentes: Al Jazeera, Reuters, Electronic Intifada, Haaretz, Middle East Eye.

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