Uruguay/ las luchas sindicales en la era progresista [Tendencia Clasista y Combativa - documento]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Dic 27 01:04:03 UYST 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 27 de diciembre 2014

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A l’encontre – La Breche

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Uruguay

Las luchas sindicales en la era progresista 

Tendencia Clasista y Combativa (TCC)

Diciembre de 2014

Desde una perspectiva de clase y con la mirada puesta empecinadamente en el
que hacer para construir una alternativa al modelo de sindicalismo actual,
es que intentamos aproximarnos a una lectura más afinada de la realidad para
entender el carácter de las luchas que durante esta década ha protagonizado
la clase trabajadora o parte de ella. Pretendemos analizar hasta dónde ha
impactado el gobierno progresista y su estrecho vínculo con las direcciones
sindicales a la hora de luchar pero también a la hora de levantar las
reivindicaciones por las cuales dar pelea

Como cuestión previa insoslayable al internarnos en la década progresista
debemos recordar que el primer gobierno del FA fue antecedido por la crisis
del 2002 y debemos recordar también que fue el propio FA quien contribuyó a
evitar que la lucha de resistencia de los sectores populares pudiera
desestabilizar el sistema político y volcó todos sus esfuerzos a presentar
como solución a la penuria económica la llegada al gobierno del Encuentro
Progresista

En esta lógica electoralista y consecuentemente desmovilizadora el gobierno
de Vázquez arranca con una gran ventaja que es que las esperanzas cifradas
en su gestión le garantizaron algo así como un impasse de lucha y
organización. Todas las mediciones de conflictividad laboral (realizadas
incluso desde el propio movimiento sindical) ubican a la conflictividad
durante el año 2005 como la más baja en los últimos 10 años

Con esto no pretendemos negar ni restar importancia a las luchas
reivindicativas que de todas formas se dieron en el periodo, porque en todas
ellas las expectativas puestas en las políticas gubernamentales prontamente
se desvanecieron para muchos luchadores sociales. El “reformismo sin
reformas” sin variar un ápice la relación entre las clases y sin perjudicar
la rentabilidad capitalista sólo dio pequeñas respuestas focalizadas a los
sectores de extrema pobreza, cual política asistencial de cualquier gobierno
burgués que debe descomprimir tensiones sociales para no correr riesgos
mayores y aplica políticas de asistencia social definidas por los propios
organismos financieros internacionales. La gran desventaja para la
conciencia de clase es que el gobierno del FA logra contener la demanda de
las luchas sociales. En una conjunción fatal para la conciencia
anticapitalista se! mezcla la expectativa de muchos sectores en el nuevo
gobierno, la disposición a no dar pelea y dar tiempo a la aparición de
soluciones y la intervención de las organizaciones sindicales oficialistas
en el sentido de justificar las dificultades del gobierno por las exigencias
y presiones de las clases poseedoras. Es así que la categorización de
“gobierno en disputa” atravesó toda la década progresista

En este mismo sentido las movilizaciones populares fueron enmarcadas en
acciones de contra tensión a las tensiones burguesas para mejorar las
posibilidades del gobierno de avanzar en la transformación de la economía
hacia un país productivo

La situación internacional, la crisis económica mundial y la falta de
horizontes de ruptura para guiar las luchas, hacen que la perspectiva de una
sociedad sin explotación de clase sea prácticamente impensable para la
mayoría de la población. Parece que han venido para quedarse el conformismo
y la resignación, por eso las luchas populares, aún las más cruentas y las
más valientes, son defensivas y desesperadas y no logran cuestionar el
sistema de dominación

No hay mejor escenario para las políticas conciliadoras. Hemos intentado
repasar las luchas más importantes del periodo, es decir las luchas que
implicaron a mayor número de trabajadores y que se desarrollaron por las
demandas más sentidas para la clase y que tomaron aspectos programáticos. La
primera constatación es que la gran mayoría de los conflictos han sido por
reivindicaciones salariales y que han girado en torno a las rondas de
consejos de salario y han sido dirigidos casi sin excepción por el
sindicalismo oficial

En muchos conflictos, incluso de sectores grandes y de importante tradición
de lucha y organización como la Salud Privada, las plataformas salariales no
eran ya aumentos de sueldo sino por pago de salarios adeudados y
cumplimiento de convenios Si repasamos toda la década no encontramos un
conflicto por salario en que se incluyera la demanda de congelamiento de
precios y tarifas públicas

Los convenios salariales casi sin excepción no se apartaron de las pautas
fijadas por el gobierno en los consejos de salario, las diferencias de
puntos porcentuales son casi de laboratorio e incomprensibles para la
mayoría de los trabajadores. La vinculación del salario a la canasta
familiar casi no ha existido fuera de las menciones realizadas por sectores
del clasismo y cuando desde el sindicalismo oficial se hace referencia a
esta relación es para destacar y considerar un mérito la responsabilidad del
movimiento sindical con el crecimiento de la economía a la hora de plasmar
sus escuetas reivindicaciones. Desde el PIT – CNT se ha hecho centro en los
10 mil pesistas con ínfulas de demanda redistributiva de la riqueza

Nosotros creemos que entre el gobierno y el oficialismo sindical se ha
logrado internalizar en el pensamiento de los trabajadores que el aumento de
salarios implica riesgos inflacionarios y que es más peligrosa la inflación
que las actuales penurias económicas con que la inmensa mayoría de los
desposeídos debemos transitar por la vida Estos niveles de conciencia llevan
a techar la demanda salarial en el posible gradualsmo

Gradualismo aceptado tanto en la disputa con el patrón como en el salario
social a cargo del estado y es así que se consideran logros los aumentos
paulatinos en las prestaciones sociales, un poco este año, otro poquito el
que viene y así sucesivamente .Esta conducción “responsable” de la demanda
es inmediatamente aprovechada por las patronales que contraatacan planteando
la necesidad de vincular los niveles salariales por empresa a su
productividad

Empresas recuperadas por los trabajadores

La crisis del 2002 con el cierre de fábricas y el aumento del desempleo
colocó a los trabajadores en la necesidad de luchas defensivas por mantener
puestos de trabajo y fuentes de trabajo. La ofensiva patronal justificada
por la crisis no sólo atacó los niveles salariales sino que también aplicó
reducciones drásticas de personal. Al inicio del primer gobierno de Vázquez
fueron muchos los conflictos por despidos y para intentar evitar el cierre
de empresas

Muchas de estas patronales altamente endeudadas por sobretodo con el estado
a través del BROU optaron por abandonar sus fábricas muchas veces ya
embargadas, en muchos casos las empresas desaparecieron y sus dueños se
fueron del país dejando deudas salariales. En este marco se dieron
ocupaciones de fábricas, luchas defensivas para evitar el desmantelamiento
de las instalaciones fundamentalmente en la industria textil y varios
colectivos plantearon la posibilidad de recuperar las fábricas o talleres
bajo control de los trabajadores cooperativizados.

Hubo muchos conflictos en este sentido que aportan elementos para analizar y
tal vez la primera ausencia programática que se destaca es la ausencia de
referencia a la estatización de las empresas fundidas o abandonadas. Podemos
enumerar una serie de conflictos desde La Aurora hasta Sudantex, Dancotex,
Rimac y no sólo en la industria textil, también debemos recordar la
experiencia de COPROGRAF o los trabajadores de METZEN Y SENA, y más
recientemente el conflicto de la metalúrgica TECNOLUCE

En todos estos conflictos la solución a la que se arribó implicó la pérdida
de puestos de trabajo. Siempre que hubo recuperación de fábrica por
cooperativas de trabajadores los integrantes de estas cooperativas han sido
unos pocos de los ex trabajadores de la empresa en cuestión. En ninguna de
estas experiencias se logró (tal vez en alguna se intentó) presentar una
alternativa de gestión obrera a las relaciones de trabajo capitalistas

En muchos casos los dirigentes del conflicto pasaron a ser los nuevos
capataces del emprendimiento cooperativo y en todos los casos un número
importante de ex asalariados pasaron a la informalidad o al cuentapropismo.
Quizá el peor de los ejemplos es el de FUNSA, donde se plantea como
conquista de los trabajadores la obtención de capitalistas dispuestos a
invertir, no existe el control obrero de la producción y la ganancia y el
dirigente histórico del sector es figura relevante del Ministerio de
Trabajo. En síntesis ninguna de estas luchas trajo aparejado la construcción
de modelos que cumplieran un rol de vitrina de las relaciones de explotación
y opresión en el mundo del trabajo.

Tenencia de la tierra

En este punto entendemos que analizar la lucha de los trabajadores de la
caña de azúcar en Bella Unión introduce muy importantes elementos para el
debate. Desde las ocupaciones de tierra en el año 2006 y los reclamos al
Instituto de colonización hasta la actualidad, en que en la Colonia Raúl
Sendic un puñado de colonos produce caña de azúcar para ALUR S.A., la
realidad de superexplotación de los peludos no se ha modificado

El complejo sucro alcoholero orgullo del gobierno progresista, no ha
modificado en nada la tenencia de la tierra ni la rentabilidad capitalista,
obteniendo sus ganancias de la explotación del asalariado rural, del
asalariado industrial y de los colonos pequeños productores de caña. ¿ Será
que debemos entender como un triunfo de la lucha de clases que 50
trabajadores de la caña de azúcar, sobre un total de 1200, hayan obtenido
pequeñas parcelas del Instituto Nacional de colonización para abastecer de
materia prima (exclusivamente) al complejo ALUR? ¿Será un triunfo que
peludos venidos a colonos contraten a otros peludos como asalariados
zafrales para llegar a la producción que les exige ALUR?

En el Uruguay rural, desde el punto de vista programático, la década
progresista se caracterizó por grandes ausencias: reforma agraria, no a la
extranjerización de la tierra, producción agrícola autosustentable, no a los
mega proyectos extractivistas, defensa de los recursos naturales. Nada de
esto existe en el sindicalismo oficial, pero nos quieren convencer de que
debemos estarles agradecidos de por vida por la ley de ocho horas para el
peón rural

Salud, educación y vivienda

En ninguno de estos ítems que hacen al salario indirecto y por tanto a las
condiciones de vida de los sectores populares ha habido reformas
redistributivas.

Volvemos al inicio, ha sido una década de progresismo sin reformas. No se
operó ni la más mínima transferencia de recursos del capital al trabajo. Las
luchas sindicales de trabajadores del estado, tanto en la administración
pública como en las áreas de vivienda, salud y educación se han centrado
fundamentalmente en reivindicaciones salariales y de condiciones de trabajo
no estableciendo vínculo alguno con trabajadores usuarios o destinatarios de
las políticas públicas (pocas excepciones en el conflicto de la educación),
adquiriendo así a nuestro entender carácter de luchas corporativas. Un caso
que tiene que ser analizado en forma más detenida fue la ocupación en el año
2013 de algunos liceos donde participaron junto a los trabajadores, alumnos,
padres y vecinos y como las direcciones sindicales actuaron para
desarticular estas l! uchas inter sociales.

En la salud pública se evitó la auto-organización popular creando desde el
gobierno comisiones de usuarios cooptados por la burocracia estatal y
sindical

Solidaridad de clase. Unificación de conflictos

Los trabajadores clasistas no podemos basar nuestro análisis de la situación
de la lucha de clases en los índices de conflictividad laboral. Al menos no
exclusivamente. Las luchas sindicales pueden torcer la correlación de
fuerzas entre las clases ya sea por el logro de reivindicaciones económicas
o por avances en la conciencia de clase, que incluso a partir de derrotas
acerque a más trabajadores a la disposición a  la auto organización y a la
pérdida de expectativas en las soluciones provenientes del orden establecido

Podemos hablar de auge de la lucha de clases cuando el nivel de movilización
y participación, aún en luchas defensivas, cuestiona la lógica del capital.
Pero las luchas salariales defensivas y corporativas, que no apelan a la
solidaridad de clase y que no proponen para el conjunto de los sectores
oprimidos, no modifican la correlación de fuerzas, no jaquean al orden
capitalista. Muchos conflictos de la década fueron por las migajas de la
torta y en muchos casos se convenció a los trabajadores de la necesidad de
esperar que la torta crezca, e incluso ayudarla a crecer.

Ninguno de los paros generales del periodo convocados por el PIT-CNT incluyó
en su plataforma la unificación de los conflictos. Las plataformas del
oficialismo que implicaban al conjunto de los trabajadores lo hacían desde
el plano de reclamar al gobierno políticas públicas en determinadas áreas
como inversión, legislación laboral o pautas salariales, pero nunca se
convocó al conjunto de los trabajadores a unificar sus luchas en un plan de
lucha por la conquista de las reivindicaciones levantadas. Por esto el
carácter de las reivindicaciones cumple una función de declaración de
aspiraciones para que el gobierno haga lo que pueda en tanto “gobierno en
disputa”

Los paros generales de 24 horas, sólo dos en la década operaron, como
válvula de descompresión y una vez más como vitrinas de los reclamos de
clase en términos macro que podríamos definir como abstractos: “país
productivo, redistribución de la riqueza, que la crisis no la paguen los
trabajadores” sin propuestas concretas ni planes para obtenerlas y sin
mencionar los ajustes fiscales y el pago riguroso de la deuda externa y sus
intereses

El clasismo

Más allá del papel que ha jugado la dirigencia sindical, que ha embarcado al
movimiento popular en la senda de la conciliación de clases, los sectores
clasistas no hemos sabido o no hemos podido generar las herramientas que
aporten en la organización de la clase obrera en el camino de la
emancipación de los explotados.

La fragmentación, el sectarismo, las diferentes estrategias y los diversos
métodos de construcción han debilitado el espacio de pelea y han hecho
prácticamente imposible que expresiones que manifestaron algún atisbo
opositor quedaran solamente en intentos y carecieran de la necesaria
orientación que permitiera la acumulación en conciencia de clase. A pesar de
nuestras limitaciones hemos sido los clasistas los que levantamos
plataformas y programas que persiguen la ruptura con el sistema capitalista
imperante y nos proponemos cambios profundos de la sociedad.

Rodear las luchas, manifestar la solidaridad, promover la unificación de los
conflictos, fomentar la más amplia democracia obrera, reivindicar el
internacionalismo, la independencia y autonomía de clase, deben ser parte de
un proceder clasista no solo rupturista con los valores dominantes, sino
fundamentalmente constructor de un hacer cotidiano transformador, libre y
solidario tanto en el enfrentamiento permanente con los opresores como en la
edificación de la sociedad que soñamos.

Algunas reflexiones a profundizar:

1- Nuestra presencia es poca, aislada e intermitente.

2- Conflicto que no es controlado es aislado, tergiversado, cooptado y en lo
posible rápidamente derrotado. A veces bajo el falso “triunfo”. Empezaste
por aumentos salariales condiciones de trabajo y terminaste levantando ante
el reintegro de los despidos de dos o tres trabajadores durante el
conflicto. Todo en foja cero.

3- Abundan conflictos donde sindicatos de base se ven obligados por la
lógica de los hechos a responder a las resoluciones de Federaciones o
Confederaciones que resuelven a través de sus direcciones sin contemplar las
decisiones y voluntad de pelea de los trabajadores de base. Son reiterados
los conflictos de gremios estatales (rendición de cuentas, presupuesto,
reforma del estado, estatuto del funcionario), de entes autónomos (reducción
de personal, salario, privatizaciones), de talleres metalúrgicos y de obras
de la construcción (salario, condiciones laborales, accidentes) que encajan
esta lógica

4- El poder del sindicalismo oficialista es enorme y representa el actual
estadio de desarrollo de la conciencia y organización de la clase. Pautada
por el retroceso ideológico-político. Por la falta de identidad respecto a
métodos combativos y estrategias anticapitalistas. Carente de un programa
social alternativo. Carente de un plan de lucha que reconstruya la autonomía
de los proletarios y sus organizaciones

El discurso que justifica este hacer:

• Desde décadas atrás se fortaleció la idea de que el cambio estaba sujeto a
lo electoral. Y desde el 2004 a la fecha el movimiento sindical uruguayo
adaptó su discurso y su accionar a los intereses políticos y electorales del
Frente Amplio.

• Fundamentan la consagración de “la independencia pero no la indiferencia”,
apoyando “el cambio por un país productivo con justicia social”,
justificando la falta de respuesta del progresismo con la excusa del
“gobierno en disputa”, bregando por un nuevo período de la “izquierda”
mediante la supuesta existencia de “dos modelos de país”, el “ponerle un
freno a la motosierra” y la esperanza de “profundizar los cambios”.

• En este segundo período del FA en el gobierno los documentos emanados de
los organismos de dirección del PIT-CNT refuerzan la tesis de la existencia
de un “bloque político y social de los cambios” que ante el “avance de la
derecha social y política” debe “retomar la ofensiva” con la consigna
central en esta etapa de “desarrollo industrial con igualdad y más
democracia”. Según indica el documento de la Mesa Representativa de octubre
de 2012 (Nuestro PIT-CNT en la coyuntura actual, “A retomar la ofensiva”)
“el asunto central es la generación de las condiciones para fortalecer el
bloque social y político de los cambios”.

• La idea de lo posible, la idea de las mejoras, la idea de que si podes
consumir un poco más vamos bien, ha retraído el debate sobre la emancipación
y fragmenta las luchas, las sujetas fuertemente al corporativismo y la
insolidaridad. Al temor de perder lo logrado. La clase siente que tiene
mucho que perder… ¿qué hacer? ¿Cómo hacerlo?

Una propuesta de trabajo sobre este tema

Estos son apuntes que no pretenden ser más que un disparador para el debate
acerca de esta realidad en que nos ha tocado trabajar sindicalmente para la
construcción de alternativas al modelo de conciliación de clase imperante.
Sabemos que falta mucho por decir, que hay muchas experiencias de lucha que
no están mencionadas en estos apuntes.

Se trata de una primera aproximación para introducirnos en una propuesta de
trabajo: creemos que puede aportar al trabajo clasista un estudio detallado
de los conflictos sindicales que consideramos representativos del periodo,
estudio que debe recurrir necesariamente a la información de nuestra propia
militancia y nuestras propias experiencias para intentar documentar la
historia no oficial.

El carácter de las luchas, los niveles de participación y democracia obrera,
el tipo de demandas, las expectativas reales, el rol de las direcciones y la
interpretación de los resultados, en cada uno de los conflictos que
ocurrieron, analizados desde una perspectiva de clase puede contribuir a
aportarnos insumos para definir nuestras próximas acciones.

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