Venezuela/ los contrastes de una crisis explosiva [Guerrero - Lissidini - López Maya - Blixen]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Feb 22 21:31:03 UYST 2014


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boletín solidario de información
Correspondencia de Prensa
22 de febrero de 2014
Colectivo Militante - Agenda Radical
Montevideo - Uruguay
Redacción y suscripciones: germain5 en chasque.net

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Venezuela

Con Modesto Emilio Guerrero

El asedio 


Brecha, Montevideo, 22-2-2014
http://brecha.com.uy/


Autor de las biografías ¿Quién inventó a Chávez? y Chávez, el hombre que desafió a la historia, Guerrero analiza para Brecha el presente y futuro del conflicto que mantiene en vilo a la región. 

-¿Cuánto hay de intención real de derrocar al presidente Nicolás Maduro por parte de las fuerzas más radicalizadas de la oposición?

-Si nos guiamos por el tipo de acciones usadas, los métodos de lucha y el grado de violencia, además de la consigna de convocatoria a la marcha del 12 de febrero en las redes, "La salida", y también lo que dijo el propio Leopoldo López a la cnn ("Nos iremos de las calles cuando caigan quienes gobiernan"), no queda duda de lo que se proponen: derribar al gobierno. 

-Henrique Capriles ha tratado de distanciarse, y la Mesa de Unidad Democrática (mud) mostró ciertas diferencias internas en este tiempo. 

-Están en marcha dos conspiraciones, una de alcance social amplio, que es este intento de subvertir el orden institucional desde las calles, pero también la del grupo de Leopoldo López y María Corina Machado para apartar a Capriles. Es una lucha a muerte. Capriles no es moderado, simplemente siente que puede llegar por el voto, porque saboreó esa posibilidad. Leopoldo siente lo contrario, que sólo le ganarán al chavismo por la fuerza.

-¿Quién es Leopoldo López? 

-Estamos en presencia de una novedad sociopolítica en Venezuela: por primera vez está surgiendo una corriente de cultura fascista. Son núcleos nuevos, nacidos de varias sectas neonazis, como los cultores de la Cruz Céltica. Los forman y entrenan la agrupación nazi yugoslava Otpor, gente del Partido Popular español, el grupo Nuevas Generaciones, la derechista Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales de España, un grupo de Berlusconi, y la Fundación Atlas, de Argentina, además de lo que aprenden de Estados Unidos. No son distintos a Capriles, simplemente van más lejos, son más resueltos y no soportan el calendario electoral, como ocurrió en la Europa de los años veinte. Por ahora son algunos centenares, posiblemente entre mil y dos mil, pero pueden crecer rápido. Se alimentan de una corriente estudiantil derechista en las universidades privadas y de un sector de la clase media y alta que no soporta un año más con el chavismo en el poder. Y detrás de ellos actúan en términos operativos técnicos de inteligencia militar y la fundación del ex presidente colombiano Álvaro Uribe, que es la mediación de Washington en Venezuela.

Ellos han dicho en sus documentos y ha quedado registrado en las grabaciones de conversaciones telefónicas entre Guillermo Aveledo, jefe de la mud, y un general retirado, que el objetivo es descalabrar al gobierno en mayo. No sé si podrán, me parece que han comenzado a retroceder, que la operación de "autoentrega" de López no produjo la fuerza social necesaria entre sus bases para llegar a mayo. Pero es una oposición muy militante, tenaz. 

-El gobierno ha expulsado a varios diplomáticos estadounidenses. ¿Hay a su juicio una injerencia directa de Washington en Venezuela?

-No es sólo una injerencia. Estamos ante la posibilidad de que Estados Unidos comience a usar políticas más agresivas, aunque no sean el golpe típico. Ya se lo dijo en la cara un vocero de la Casa Blanca al embajador venezolano en la oea, Roy Chardetton, el sábado pasado. Lo relató este diplomático bolivariano en Telesur. 

-¿Estos sectores están aprovechando las fisuras en el chavismo?

-Tanto ellos como el sector de Capriles. Existe mucho malestar en las bases del chavismo, en los cuadros de los movimientos, y en muchos altos dirigentes, incluso en algunos ministros y viceministros. Ven un riesgo en la tendencia a la negociación en la cúpula del poder. Felizmente, la realidad social, la base chavista y la presión redoblada yanqui le dejan al sector conciliador del gobierno muy estrecho margen para esa opción. Las bases están muy molestas, pero no abandonan el barco. Se vio en Caracas, con decenas de miles de obreros sosteniendo al gobierno.

-¿Cree usted que los medios locales e internacionales divulgaron falsas noticias e imágenes tergiversadas de lo que pasa en Venezuela?

-La prensa derechista internacional comparte desde su lugar la batalla contra el gobierno. Sobre todo la española, la estadounidense, Clarín y La Nación en Argentina, y la prensa colombiana. Es muy fuerte la campaña en Chile y Perú, mucho menor en el Caribe y Centroamérica. El cierre del canal de televisión ntn24, que convocaba a "La salida" antes del 12, es entendible, porque pasó la raya democrática. Ese límite no lo traspasó la cnn, se mantuvo ahí nomás. La Sociedad Interamericana de Prensa (sip) y sus amigos en el continente guardan silencio ante el espanto venezolano: las bandas de Voluntad Popular mantienen un asedio al estatal Canal 8 desde la noche del 12, con molotovs, fuego, piedras, cortes de calle y de vez en cuando algún tiro al aire. El martes dispararon contra un obrero textil en esa zona y lo mataron. Estamos en presencia de núcleos fascistas. La prensa lo calla, y colabora con el asedio violento a un canal de noticias chavista. Le dije eso en su cara a una reportera de Todo Noticias (tn, grupo Clarín, de Argentina) y se descompuso: unos minutos antes habían entrevistado al jefe neonazi que es vocero de López.

Y hay otro imponderable en todo esto: qué harán las Fuerzas Armadas Bolivarianas. En definitiva, lo que suceda en general en Venezuela dependerá de un cruce de fuerzas un tanto complejo. 

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No es de izquierda 

El proceso chavista y su madura decadencia


Alicia Lissidini * 
Brecha, 22-2-2014

 
La llegada al gobierno en 1999 de Hugo Chávez no sólo ilusionó a una población empobrecida, en una democracia limitada y limitante, sostenida por políticas clientelares dependientes del petróleo; también supuso el inicio de una inflexión en Latinoamérica y el comienzo del llamado "giro a la izquierda". Sin embargo, a 15 años del proceso chavista, no hay elementos que permitan definir al gobierno venezolano como de izquierda. En este artículo, se presentan algunos argumentos.1 

Liderazgo sin mediaciones y discurso mesiánico

Hugo Chávez representó lo que la literatura académica denomina un outsider. Un líder sin trayectoria política, ni social, ni sindical, que intentó dar un golpe de Estado, denostó a los partidos tradicionales y despreció los mecanismos institucionales de peso y contrapeso. No sólo reconcentró el poder en su figura, sin respetar las divisiones de poderes: gobernó contra los partidos políticos, los sindicatos y los movimientos estudiantiles. Tampoco promovió la creación de un partido político autónomo: no hubo un mas (Bolivia), un pt (Brasil) o un fa (Uruguay) que le permitiera institucionalizar su movimiento y resolver de manera ordenada y democrática su propia transición. Incluso no dudó en apelar a Dios y al "pensamiento mágico" para construir un liderazgo mesiánico: "Chávez no soy yo, son ustedes, somos todos, ya no soy yo. En verdad, Chávez es el pueblo, es un concepto: el chavismo" (24-VIII-12). Y pidió a Cristo: "Dame vida. Dame vida llameante, vida dolorosa, no me importa. Dame tu corona, Cristo. Dámela que yo sangro, dame tu cruz, dame cien cruces, que yo las llevo." (6-IV-12). Maduro, por su parte, ha superado con creces los delirios místicos.

Retroceso en la agenda de los derechos humanos 

A pesar de que la Constitución de 1999 amplió de manera extraordinaria el concepto y aplicación de la defensa de los derechos humanos (en buena medida, como producto de la participación ciudadana en la Asamblea Ciudadana que le dio origen), en la práctica la violación a los derechos humanos ha sido una constante: los informes de las organizaciones sociales no gubernamentales, como Civilis y Provea, recogen denuncias contra la libertad sindical (confirmadas por los observadores de la oit), represión de las manifestaciones en las calles, persecución a los estudiantes y presos políticos. Asimismo, a diferencia de otros gobiernos nacionales y locales de la región, no hubo avances en materia de despenalización del aborto, matrimonio igualitario, legalización de la marihuana, ni inclusión de cuotas de género en política. Por el contrario, algunos políticos chavistas, y en particular el presidente Maduro, utilizan en sus discursos un lenguaje homofóbico y machista. Discursos que repiten por los seis canales de televisión que son propiedad del Estado, pero que trasmiten exclusivamente los logros del gobierno.

Dependecia petrolera y más exportación 

La política de "siembra petrolera" (cuya nacionalización llevó a cabo el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez) no hizo más que continuar con el modelo económico preexistente. Un modelo que puede definirse como capitalismo rentístico: el Estado recibe importantes ingresos (especialmente a partir de 2004 con el aumento de los precios de los commodities y en particular del petróleo) a través de impuestos y otros gravámenes, los cuales gasta sin control político (históricamente el incremento del precio del petróleo lleva a un aumento del gasto público en Venezuela). Este modelo estuvo acompañado de un proceso de desindustrialización, alta inflación y ausencia de políticas tributarias progresivas, cuyo resultado es una economía dependiente y altamente vulnerable. En definitiva: un modelo político y económico que difícilmente pueda catalogarse como de izquierda.

Y sin embargo... 

El chavismo contó y cuenta con apoyo popular, aunque probablemente en descenso, dada la inflación, la escasez de productos de primera necesidad y las divisiones internas que se produjeron luego de la muerte de Chávez. En la enorme mayoría de las consultas populares, elecciones nacionales y locales, el chavismo obtuvo la victoria electoral. Las razones son varias pero pueden agruparse en dos. Las acciones del gobierno y las de la oposición. Aunque los mecanismos difieren, el chavismo tuvo en sus primeros años características similares al primer peronismo, y eso significó la inclusión social y simbólica de una parte importante de la población venezolana, históricamente excluida y discriminada. Especial importancia tuvieron entre 2003 y 2006 las "misiones" (nombre por cierto que remite justamente a una dimensión religiosa, más que a políticas sociales), que desarrollaron su trabajo en áreas sociales sensibles, especialmente educación, salud y alimentación, mediante la instalación de puestos de atención en las zonas más empobrecidas. Según la Encuesta de Gasto y Presupuesto Familiar de 2007, 48,3 por ciento de la población se benefició de al menos una misión (esa cifra se eleva a 60,7 por ciento para el decil 1, a 64,2 para el decil 2, y a 65,4 para el decil 3). Uno de los objetivos era llegar directamente a la población, sorteando la burocracia estatal, lo cual en gran medida se logró a costa de la creación de una administración paralela a las administraciones tradicionales. Misión Barrio Adentro, en la que médicos cubanos se instalaron en los barrios para dar atención primaria, fue una de las más extendidas. Las misiones Mercal permitieron el acceso a alimentos a bajo precio en redes locales de las comunidades, y las misiones Robinson tuvieron como objetivo eliminar el analfabetismo y escolarizar hasta sexto grado a aquellos que ya estaban alfabetizados. Las misiones fueron una de las estrategias más exitosas del gobierno y explican en gran medida el apoyo que logró Chávez en el referendo revocatorio de 2004, no sólo por el impacto concreto en la población, sino porque promovieron la movilización popular, reforzaron la lealtad al presidente y dejaron una huella positiva en los sectores más pobres, que vieron en Chávez a "uno como nosotros". Asimismo, el gobierno utilizó recursos del petróleo para aumentar el número de empleos públicos, lo cual contribuyó a disminuir los índices de de­socupación (aunque con ingresos muy bajos).
Por otro lado, subsiste un sector de la oposición con vocación antidemocrática, que promovió el golpe de Estado en 2002 y que reforzó la radicalización preexistente del gobierno de Chávez, que no reconoció la derrota en el referendo revocatorio de 2004 y que se abstuvo en las elecciones de 2005. Existe también una oposición que es racista y clasista y que también promueve el odio hacia "el otro". El liderazgo de Capriles, aunque se mantiene, no convoca a los sectores populares y compite con otros líderes también opositores, sociales y políticos. 

El disturbio aparece justamente ante la falta de identidades políticas partidarias, la ausencia de canales institucionales de protesta, la indignación frente a la escasez y a la inflación crecientes y al discurso de confrontación y desprecio del presidente Maduro. Mientras, en la sombra, acechan los militares (a quienes los gobiernos chavistas han empoderado como nunca antes en la historia venezolana) y los sectores de derecha autoritaria (deseosos de una caída estrepitosa del gobierno). Como dicen los mexicanos, "la moneda está en el aire". 


* Profesora titular en política latinoamericana (Universidad Nacional de San Martín, Argentina).

Nota

1. Por razones de espacio no se discute el concepto de izquierda-derecha, ni los modelos de izquierda. El punto de partida de este artículo es que es posible la construcción de una izquierda democrática, que al mismo tiempo promueva una distribución más igualitaria de los ingresos.
Fuentes:
Provea http://www.derechos.org.ve/
Civilis http://www.civilisac.org/
pdvsa http://www.pdvsa.com/index.php?tpl=interface.sp/design/readmenuprinc.tpl.html&newsid_temas=32 

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Con Margarita López Maya *

 "Es lo que los griegos llamaron una tiranía"


Prodavinci, Caracas, 13-2-2014
http://prodavinci.com/


-¿Cómo interpreta usted los acontecimientos que han tenido lugar durante esta semana de protestas?
Estamos viviendo el oleaje producido por malestares y demandas insatisfechas de la sociedad venezolana que vienen acumulándose en los meses recientes producto de desarreglos económicos y sociales de ya larga data. Perdidos los encantamientos producidos por el verbo y la presencia del líder carismático, la realidad nada prometedora se ha hecho descarnada e inocultable. Así lo revelaron la devaluación de enero de 2014 y el desabastecimiento y la inflación de 2013.

El masivo respaldo ciudadano que han tenido las convocatorias por parte del movimiento estudiantil opositor a las marchas del 12 de febrero en diversas ciudades del país exteriorizan mucho malestar, no sólo por la inseguridad y el encarcelamiento de estudiantes, sino porque  también expresan muchas demandas insatisfechas, mucha frustración. Hace mal el gobierno en confundir ese malestar con un plan conspirativo gestado por no sé qué grupúsculos aliados con Otto Reich, Eligio Cedeño y la CIA, como nos fue ilustrado poco después del mediodía del día 13 de febrero por el Ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, un militar que pensé podría ser un poco más sensato, pero me equivoqué de calle. ¡Cómo me recordó a algunos ministros de Relaciones Interiores o de Defensa de la Cuarta República, siempre buscando conspiraciones delirantes, cuando está a la vista la crisis de esta sociedad! Criminalizar a otro es un guión gastado.

El malestar de significativas porciones de la sociedad, que es profundo y no va a desaparecer por actos de prestidigitación de los medios de comunicación gubernamentales, no puede confundirse con los hechos violentos generados por grupos paramilitares, parapoliciales o "colectivos armados", que se han presentado en casi todas las protestas de la última semana produciendo disturbios. Estos parapoliciales no obedecen a nadie: ni al gobierno ni a la oposición. Ellos tienen su propia agenda.

Pero puntualicemos algunas cosas. Aparte de ser público y notorio que gobiernos chavistas, empezando por los del propio Hugo Chávez, apoyaron en distintos momentos a estos grupos armados porque pensaron que los ayudarían a consolidar su revolución, la anomia social ha venido incrementándose en estos años de destrucción de las instituciones republicanas. Cuando autoridades como el Presidente de la Asamblea Nacional o la Ministra de Prisiones hacen apología de la violencia respecto a actuaciones chavistas contra diputados electos o autoridades ejecutivas de oposición, mal pueden ahora exigir que los grupos que armaron y no castigan cuando cometen fechorías se ciñan a las leyes.

El Plan de Paz es realmente muy vulnerable por esa doble moral que siempre acompaña a Maduro y su entorno. Por eso sus posibilidades de éxito sobre la llamada pacificación son inciertas. Mientras que unos debemos obedecer las leyes y otros no, en este país unos son más iguales que otros. En la anomia que nos desintegra como sociedad, el chavismo lleva la mayor responsabilidad.

Por otra parte, ¿qué duda cabe de que los distintos poderes públicos están al servicio de los objetivos que orientan la acción del gobierno de Maduro? Lo han hecho explícito los magistrados del TSJ en la apertura de este período de sus actividades. Magistrados, por cierto, muchos de los cuales tienen sus plazos vencidos y ya por ello son ilegítimos, según la Constitución vigente. El CNE, otro poder con tres rectores con plazos vencidos, no dice ni pío, esperando las directrices del chavismo.

Ni hablar de la mayoría que controla la Asamblea, donde mediante una Ley Habilitante se delegó al Ejecutivo la elaboración de leyes y se repartieron este año los cargos de las comisiones, sin considerar a sus pares de oposición. Además, su Presidente declara que habrá cero diálogos en el espacio institucional del diálogo por excelencia. Fiscalía y Defensoría también hace rato consideran como su obligación defender a la revolución y no a los ciudadanos. A escasas dos o tres horas de la violencia de ayer, ya la Fiscal declaraba quiénes eran los culpables. Sin investigar.

A falta de instituciones, las fuerzas políticas que hacen vida en la MUD debaten cómo continuar actuando para representar a esa porción significativa de la población que se resiste a aceptar vivir en un régimen que con la excusa de defender a los sectores más pobres cercena libertades civiles y políticas, desconoce la igualdad entre venezolanos, y nos conduce a una relación Estado-Sociedad cada vez más autoritaria, militarista y con vocación totalitaria. No es fácil actuar cuando parece que todas las instituciones estpan confiscadas por el gobierno, cuando los dineros públicos son controlados por ellos sin acatar la rendición de cuentas que exige la Constitución, cuando la inmensa mayoría de los medios de comunicación amordazados, cuando no controlados completamente por el gobierno. Es lo que los griegos llamaron una tiranía.

En este contexto, la política de calle luce inevitable mientras queden rendijas de libertad. El gobierno debe entender que se continuará usando. Si la represión crece, lo cual parece ser la tendencia de estos militares que no tienen ni idea de lo que es la tolerancia y el pluralismo de la vida civil, pues puede que la protesta empiece a convocar a menos gente, pero se hará más violenta. Lo señala toda teoría sobre política de calle. El ministro Jaua quizás pueda explicarle eso a los militares, porque así actuó él en el pasado, cuando la represión de la Cuarta arreció, se encapuchó y se hizo violento. Pero lo dificulto porque él, como el resto de esta burocracia chavista, ha tomado su ideología como una religión. Ellos son distintos, los "buenos", y aquellos los malos.

-¿Qué puede esperarse en el contexto político venezolano después de estos eventos?

Por las declaraciones que vienen dando las autoridades, más represión, por parte del gobierno, más militarización del régimen, pues las dificultades desafortunadamente el gobierno no las va a poder hacer desparecer por decreto o dando órdenes absurdas. La  economía no puede ser dirigida como un cuartel, la inflación no cede porque lo quiera Ramírez ni porque lo mande ningún militar. Intentarán, sin duda, ya lo están haciendo, dividir a las fuerzas de la MUD. Aislarán a López, posiblemente lo pondrán preso, y evaluarán si es necesario apresar a algunos otros para amedrentar, atemorizar, apaciguar la protesta. Serán selectivos, pues eso les ha dado réditos: ahí está la Afiuni para asustar a algún juez que dude de obedecer sus órdenes, Baduel, por si un militar se muestra díscolo, Simonovis. Son presos emblemáticos que muestran lo que sucede si te pones rebelde. Sin duda, es un gran desafío para las fuerzas opositoras encontrar salidas democráticas.

En estos tiempos se probarán los verdaderos liderazgos, porque los sacrificios para mantener una línea de oposición son altos. A veces me pregunto si estos jóvenes líderes opositores de clases media y alta, criados con comodidades, estarán a la altura de una lucha que promete ser cruel y no corta. Este gobierno hunde sus bases de legitimidad en un conjunto de elementos irracionales, no modernos ni democráticos del imaginario venezolano del pasado. Lo único que lo está debilitando es, sin embargo, la cada vez más menguada e injusta distribución del ingreso fiscal petrolero. Por eso debe aumentar la represión y militarización.

Para los políticos, es necesario analizar mejor cómo articular lo político con la lucha social. Su norte debiera ser encontrar formas de revivir y re-inculcar valores modernos, democráticos, construir ciudadanía, respetar y ayudar a fortalecerse a organizaciones populares autónomas, darle solidez y densidad al tejido social. Mantenerse unidos en su diversidad ideológica, apoyar a quienes serán más estigmatizados o perseguidos, escuchar a las organizaciones sociales. Saber movilizar siempre con miras a educar en ciudadanía, saberse replegar cuando arrecie la represión, proteger a la gente. Para las organizaciones sociales, analizar mejor las desconfianzas que siempre tienen a los políticos, a la política, entender la racionalidad de la política y que ambas racionalidades, la política y la social, aunque distintas, son complementarias y absolutamente necesarias para una salida pacífica, democrática.

Cultivar su autonomía, no es fácil.

Las fuerzas sociales y políticas de oposición necesitan estrategias creativas y variadas. Una primerísima es intentar encauzar el potencial de movilización que la ciudadanía y la sociedad civil han mostrado estos días en el objetivo de una salida institucional, hoy difícil de ver. Esa salida pasa por insistir en el discurso y en la práctica por recuperar las instituciones hoy confiscadas por el chavismo. Insistir, por ejemplo, en que se abra el diálogo en la Asamblea Nacional para renovar magistrados, rectores del CNE, nombrar Contralor de la República, todo lo que permita que surjan autoridades legítimas como lo manda la Constitución, frutos del diálogo y la pluralidad política de este país. Esas autoridades deben ser no partidistas.

Por cierto, leyendo el Programa Político de 1992 de los hoy chavistas, entonces prometieron renovar el Poder Judicial con magistrados que demostraran tener más de ¡25 años! de no militar en un partido político. Debería darles vergüenza cómo sin pudor ahora exigen adhesión al oficialismo, y cómo designaron con su mayoría en la Asamblea a algunos rectores del CNE que renunciaron tres días antes al PSUV para ocupar esos cargos. Y de los magistrados, ni hablar.

Otro contexto a no descuidar es el internacional. Cada abuso, cada represión, cada arbitrariedad debe ser denunciada fuera, sensibilizando a instituciones y redes sociales de todo tipo sobre este proceso de destrucción democrática que hoy padecemos en Venezuela. Con el formidable aparato comunicacional del gobierno de Maduro, es otro reto de envergadura. Para ello pudieran apoyarse además de las ONG que defienden los derechos democráticos, en los cientos de miles de venezolanos en diáspora por las adversas condiciones económicas, sociales y políticas que estamos viviendo.

* Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Central de Venezuela. 

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Los escuálidos y sus guiones 


Samuel Blixen 
Brecha, 22-2-2014 


La tragedia venezolana se despliega en varios planos: uno es la lucha entre los dirigentes opositores por el liderazgo del movimiento que pretende derrocar al presidente Nicolás Maduro, otro, el flujo y reflujo de la marea terrorista que pretende instalar el caos y la desestabilización. Y un tercero es el avance sostenido de una estrategia que insiste en rescatar el control de ese inmenso pozo petrolífero que es Venezuela, caído en manos de lo que se conoce como el "chavismo", ese fenómeno imperfecto, contradictorio, que no sólo enterró a las viejas oligarquías y sus "partidos políticos tradicionales" sino que, fundamentalmente, depositó en manos de los de abajo la oportunidad de edificar su propio futuro. 

La lucha intestina entre los "escuálidos", como se llama a la oposición, reveló que el derrotado candidato presidencial Henrique Capriles ya no es funcional. Capriles sigue fiel a sus propuestas -unir a la oposición para ganar las elecciones que la instalen en el Palacio de Miraflores-, pero la "otra" oposición apuesta a la confrontación callejera y a la violencia para obtener el alejamiento del presidente constitucional y el repliegue del chavismo. Leopoldo López, ex alcalde de un municipio caraqueño, líder del partido Voluntad Popular, de hecho rompió con la Mesa de Unidad Democrática (mud) y se puso al frente del movimiento que exige la renuncia de Maduro, convocando e impulsando las manifestaciones que siguen sumando muertos. Su detención, el miércoles 19 (un episodio confuso en el que, al parecer, el dirigente radical fue convencido por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, de recibir la protección del gobierno que pretende derrocar), no redujo la escalada terrorista ni desestimuló las manifestaciones.

Proveniente de una acaudalada familia que dice tener lazos de parentesco con el libertador Simón Bolívar, economista graduado en Harvard, a sus 43 años Leopoldo López vivió el cuarto de hora que terminó con su reclusión en una unidad militar. Su militancia en la derecha venezolana exhibe el galardón de haber dirigido el operativo de detención y secuestro del ministro del Interior, Ramón Rodríguez Chacín, en los episodios de abril de 2002 que desembocaron en el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez. 

Amnistiado por el propio Chávez, poco después de terminar su mandato como alcalde de Chacao, López fue inhabilitado en 2008 para ejercer cargos públicos por un episodio de manejo de fondos: siendo analista económico en pdvsa, su grupo político Primero Justicia recibió una "donación" de la Gerencia de Asuntos Públicos de la División Servicios de la petrolera estatal que coincidentemente ocupaba su madre, Antonieta Mendoza. 

Su distanciamiento de Capriles y su desplazamiento hacia una estrategia de desestabilización para Venezuela coinciden con sus contactos con dirigentes contrarrevolucionarios cubanos, tanto de los que residen en el exterior como de los que operan en la propia Cuba. 

Aparentemente financiado por el International Republican Institute (iri) del Partido Republicano de Estados Unidos, López promovió en febrero de 2004, siendo alcalde de Chacao, una protesta violenta conocida como "guarimba". Consiste en tomar las calles vecinales, extender la toma a las avenidas y autopistas y levantar barricadas, quemar vehículos para forzar la represión y generar una situación de caos que pudiera insuflar una sublevación. La misma estrategia, convocada a través de redes sociales, fue desplegada en las últimas semanas, aunque los episodios recientes incorporaron una nueva modalidad: el ataque repentino de bandadas de motos de alta cilindrada con disparos contra objetivos puntuales, como el ocurrido contra trabajadores de la cooperativa textil Tocome, en el centro este de Caracas, donde murió un trabajador y otro resultó herido el martes 18. 

Una conversación interceptada entre un general en retiro y un ex diplomático reveló que los motociclistas están financiados a un promedio de 3 mil bolívares por moto. En esa grabación el militar Mario Iván Carratu, vicealmirante jefe de la Casa Militar durante la última presidencia de Carlos Andrés Pérez, y Fernando Gerbasi, ex ministro de Relaciones Exteriores y embajador en Colombia y Brasil, "pronosticaron" que habría muertos en las manifestaciones, por lo que uno de ellos le aconsejaba al otro no ir al frente: "Mantente en los costados". Los "consejos" y las "primicias" recordaron otras registradas durante el golpe de 2002; ambos permanecen prófugos y eluden la captura.

Otro cabecilla de la desestabilización es el dirigente estudiantil Lorent Saleh, quien ha cobrado gran protagonismo por ser una de las caras visibles de las últimas marchas contra el gobierno de Nicolás Maduro. Saleh, férreo detractor del chavismo, es considerado como integrante del ala más radical de la derecha venezolana y ha descalificado a Capriles acusándolo de "timorato y débil en la lucha que adelantan" los estudiantes. Tales cuestionamientos fueron lanzados en reuniones mantenidas en Bogotá con representantes de la derecha colombiana. Según una investigación del periodista Gustavo Rugeles publicada en el periódico El Espectador, Saleh participó en julio del año pasado en Bogotá en un acto político organizado por la derechista Alianza Nacionalista por la Libertad. Allí coincidió con Diego Cubillos, conocido como "el Comandante", de Tercera Fuerza, una organización neonazi que opera en Bogotá y otras ciudades de Colombia.

Guarimbas

Los opositores radicales que despliegan la desestabilización en Venezuela parecen coincidir al pie de la letra con el "inventor" de las guarimbas, el cubano-venezolano Robert Alonso. Nacido en Cienfuegos, Cuba, y nacionalizado venezolano, Alonso reside en forma permanente en Miami, donde se refugió en 2004 tras el pedido de captura por la detención en su finca Daktari, en El Hatillo, cerca de Caracas, de 150 paramilitares colombianos, participantes de un plan de asesinato del entonces presidente Hugo Chávez. En Miami y en Nueva Jersey, Alonso mantiene relaciones con los grupos afines al ex presidente colombiano Álvaro Uribe, con las organizaciones de cubanos contrarrevolucionarios y con los sectores más derechistas del Partido Republicano, entre ellos el que encabeza el senador John McCain, en cuya campaña presidencial se involucró directamente. 

Alonso ha utilizado las redes sociales y la comunicación por Internet para difundir su Plan Radical cuyo objetivo es el derrocamiento del régimen bolivariano. Las guarimbas, que define como una "estrategia insurreccional cuyo único objetivo -además de paralizar totalmente el país- (es) crear un caos anárquico a nivel nacional (.) a fin de obligar al régimen castro-comunista de Venezuela (.) creando la necesidad de una acción cívico-militar", son sólo uno de los escenarios de la desestabilización. Según este "ideólogo del caos" ("la guarimba es totalmente anárquica y cada quien hace lo que le venga en gana, dependiendo del grado de frustración", ha escrito), su propuesta de resistencia pretende la "sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida", que es precisamente lo que está ocurriendo en Venezuela hoy. 

Pero, ¿para qué el caos? "La vía electoral no tiene sentido ni da beneficios ante los regímenes dictatoriales, como es el régimen que impera en Venezuela. Para que los líderes de la oposición puedan llevar al pueblo a unas elecciones beneficiosas, tendrían que contar con unas fuerzas armadas al servicio de la Constitución y las leyes, no al servicio de un 'proceso revolucionario'". Según Alonso, la oposición venezolana no puede contar con los oficiales, "a menos que una sublevación cívica generalizada obligue a un sector del estamento militar a cambiar de bando (.). Yo, simplemente, he venido sugiriendo un método de sublevación, probadamente efectivo en otros lugares del mundo y en Venezuela, con el menor derramamiento de sangre y la menor violencia".

Los métodos efectivos a los que alude Alonso son los procesos vividos en Georgia, Kirguistán, Ucrania, Líbano, Irán y más recientemente en Túnez, Libia y Siria, donde la movilización de sectores de la sociedad y de la juventud crea las condiciones para acciones violentas que facilitan el caos. Con muchos puntos en común con la desestabilización vivida en Chile durante el gobierno de Salvador Allende, la estrategia de la derecha radical venezolana descarta la entronización de un Pinochet y se inclina por los nuevos modelos, que apuntan a la instalación de un gobierno "paralelo" al que se pretende derrocar -quizás en el exilio, quizás no- que justifique una intervención armada internacional disfrazada de acción humanitaria.

A eso se refería el presidente Nicolás Maduro cuando afirmó que "Venezuela enfrenta un intento de golpe de Estado, cuyo guión se escribe en Estados Unidos". 

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