Memoria/1914/ senderos de gloria: centenario de la primera guerra mundial [Jesús Rodríguez Barrio]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jul 28 22:11:44 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 28 de julio 2014

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A l’encontre – La Breche

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Memoria/1914

Centenario de la Primera Guerra Mundial

Senderos de gloria

Jesús Rodríguez Barrio *

Viento Sur

http://www.vientosur.info/

En el gélido amanecer del día 16 de abril de 1917, las tropas de asalto del
ejército francés dieron comienzo a una ofensiva contra uno de los sectores
mejor defendidos del frente alemán. La fuerza de choque estaba formada por
25.000 tirailleurs senegaleses.

El 9 de mayo la ofensiva se había detenido, sin haber conseguido quebrar las
fortificaciones de la Línea Hindenburg. En los últimos días de abril, y en
medio de una espantosa carnicería, una parte de los soldados se había negado
a continuar el ataque.

En menos de un mes, el ejército francés había perdido 140.000 hombres en
aquel sector del frente. El amontonamiento de restos humanos era de tal
magnitud que dificultaba la movilidad de los que intentaban seguir
avanzando.

El general Robert Nivelle, comandante supremo francés y autor de aquel plan
descabellado y suicida, fue degradado y destinado al norte de África.

El ejército francés celebró 3.427 consejos de guerra contra soldados y dictó
554 condenas a muerte por cobardía, de las cuales se ejecutaron 49. El resto
fueron conmutadas por largas condenas de cárcel.

Episodios similares (aunque de menor proporción) se habían producido
anteriormente, en 1915 y 1916.

Cualquiera de ellos valdría para ambientar la obra de Stanley Kubrick
(Senderos de Gloria,1957) /1 probablemente la mejor película antibelicista
de la historia, que refleja de forma magistral la degradación moral que
representó aquella “Gran Guerra” la cual, según los gobiernos imperialistas
que la promovieron, “pondría fin a todas las guerras”.

El desastre había empezado en 1914. El 28 de julio de aquel año,
Austria-Hungría había declarado la guerra a Serbia. En agosto se habían
producido 13 declaraciones de guerra entre países europeos. Japón había
declarado la guerra a Alemania aquel mismo mes. Italia lo había hecho el año
siguiente y Estados Unidos en marzo de 1917. El día 2 de ese mismo mes, el
zar de Rusia, Nicolás II, había renunciado al trono como consecuencia de una
revolución popular cuyo escenario principal había sido la ciudad de
Petrogrado, entonces capital del imperio ruso.

Pero en realidad el escenario en el que todo ello tuvo lugar había sido
preparado hacía mucho tiempo. El final del siglo XIX había sido testigo de
una carrera desenfrenada por la dominación del mundo entre los principales
países capitalistas de Europa. Al terminar el siglo, solo un 10% del
territorio africano estaba libre de la dominación colonial. Fuera de Europa,
solamente Estados Unidos y Japón podían ser considerados como países
totalmente libres de la dominación extranjera.

El 14 de junio de 1853 escribía Marx: “Es verdad que no solo observamos más
síntomas amenazadores de conflicto entre las principales potencias y sus
súbditos, entre el estado y la sociedad, entre las distintas clases
sociales, sino que vemos, además, que el conflicto entre las distintas
potencias actuales está alcanzando cotas cada vez más altas y pronto llegará
un punto en el que habrá que desenvainar la espada y recurrir a la última
ratio de los soberanos” /2.

El final del siglo XIX, aportó un ingrediente adicional: en los principales
países industriales, la crisis económica más profunda que había
experimentado el sistema capitalista (la “Larga Depresión”) exacerbó la
lucha por la consecución de nuevos mercados.

En los albores del siglo XX, y en medio de una gran tensión internacional
que cristalizó en conflictos como la guerra ruso-japonesa de 1905, la
carrera armamentística ayudó a la recuperación económica /3.

Estaba en juego la dominación imperial para asegurar nuevos espacios
económicos a un capital cuya rápida acumulación desbordaba las fronteras
nacionales.

Los principales responsables de las decisiones que condujeron a la guerra
estaban convencidos de su carácter inevitable /4. Únicamente faltaba saber
el cuándo y el cómo.

Las previsiones solo fallaron en un pequeño detalle: las potencias europeas
esperaban una guerra victoriosa, poco destructiva y corta. Se equivocaron
por completo: la guerra fue larga, muy destructiva y todos los países
europeos (incluidos los vencedores militares) resultaron perdedores en
aquella contienda.

Después del hambre, los sufrimientos y las víctimas de la guerra (2
millones) Alemania fue vencida, humillada y obligada al pago de reparaciones
(nunca totalmente pagadas) /5. El endeudamiento lastró su economía mientras
intentó hacer frente a las reparaciones de guerra. No solo no pudo alterar
el “reparto del mundo” a su favor sino que perdió la mayor parte de su
ejército y la totalidad de su imperio colonial. Pero conservó su
independencia como país y no fue destruida. Se rearmó militarmente y
reconstruyó su ideología imperial a través del nazismo. Y en la siguiente
guerra buscó en la Europa oriental las colonias (el “espacio vital”) que no
había podido conseguir en África y Asia.

Bélgica y el noroeste de Francia sufrieron graves destrucciones. El efecto
demográfico sobre la población francesa fue demoledor (ampliamente superior
al que produjo la segunda guerra mundial y mucho mayor, proporcionalmente,
que el sufrido por Alemania, cuya población era muy superior) /6.

El número de víctimas sufrido por Inglaterra duplicó el sufrido
posteriormente en la segunda guerra mundial. El país no sufrió destrucción
material. Pero, a pesar de la apropiación de parte de las colonias de los
países vencidos, resultó muy debilitado como potencia imperial. El esfuerzo
de guerra llevó al país a la extenuación. Su situación financiera (igual que
en el caso de Francia) pasó de ser uno de los principales países acreedores
a convertirse en un país fuertemente endeudado.

Toda Europa fue aplastada por el peso de la deuda /7. Pronto fue evidente
que Alemania no podría hacer frente a las reparaciones de guerra, por lo
cual fue necesario reformular las que se habían estipulado en el Tratado de
Versalles (concretadas en el Programa de Pagos de Londres). En 1924 se puso
en marcha el Plan Dawes (obra del estadounidense Charles Dawes) que reducía
los pagos a la mitad /8. Al mismo tiempo, Estados Unidos puso en marcha un
programa de préstamos destinado a la reconstrucción de Europa. Alemania
recibió parte de esos préstamos y los destinó al pago de las reparaciones
(junto con grandes emisiones de nuevo dinero que produjeron la devaluación
de su moneda y la gran inflación).

Inglaterra y Francia utilizaban los pagos recibidos de Alemania para
retornar la enorme deuda que habían adquirido con Estados Unidos como
consecuencia de la compra de alimentos, materias primas, combustible y
munición /9 durante la guerra. En este circuito diabólico, los pagos
recibidos eran reciclados, en forma de nuevos créditos, por la economía
financiera de Wall Street.

Estos créditos eran, principalmente, préstamos a corto plazo con un marcado
carácter especulativo. El crack de 1929 llevó a la exigencia de retorno
rápido, cosa que resultaba imposible, no solo por la debilidad financiera de
Europa sino, también, porque una parte de ellos habían sido empleados para
financiar proyectos de reconstrucción a largo plazo.

Ello produjo, de forma inmediata, la bancarrota financiera de Europa y
hundió en la Gran Depresión a las economías de Europa central, que apenas
habían empezado a recuperarse de los desastres de la Gran Guerra.

El terreno económico para el ascenso del nacional socialismo estaba abonado.
El terreno político lo preparó la derrota de todos los sucesivos intentos
revolucionarios que tuvieron lugar en centroeuropa (incluido un efímero
estado socialista en Hungría) /10.

Italia, a pesar de su aportación secundaria en el curso militar de la
guerra, sufrió un desastre nacional de proporciones catastróficas con la
derrota de Caporetto. La escasa ganancia (muy inferior al coste y a las
expectativas generadas) que obtuvo la nación en los tratados que pusieron
fin a la guerra, generó una atmósfera de agravio y desencanto que, junto a
las grandes tensiones sociales, propició el triunfo del fascismo,
anticipándose en más de diez años a la toma del poder por Hitler.

Serbia, el país al cual la historia anecdótica ha culpabilizado como
provocador del conflicto, fue el que registró la mayor proporción de
víctimas mortales (un 15%) con respecto a la población que tenía antes de la
guerra.

En Rusia, Austria-Hungría y el Imperio Otomano (países poco industrializados
con la excepción de Austria) el atraso económico y la corrupción de los
gobernantes multiplicó sobre la población los desastres y sufrimientos
(especialmente el hambre) ocasionados por la guerra.

Todo ello cristalizó en la consecuencia económica, social y política más
importante de la Primera Guerra Mundial: en poco más de medio año, dos
revoluciones consecutivas acabaron con el imperio de los zares e instauraron
la Unión Soviética, el primer estado obrero del mundo, en un territorio que
abarcaba más de la mitad del continente euroasiático.

Los efectos sobre el orden del “antiguo régimen” del siglo XIX fueron
demoledores. Alemania fue desposeída de su condición imperial y otros tres
imperios desaparecieron: Rusia, Austria-Hungría y el Imperio Otomano.
Surgieron multitud de estados nuevos en Europa.

En los territorios del antiguo imperio otomano surgieron también nuevos
protectorados y semicolonias como consecuencia del reparto imperialista de
sus despojos entre Inglaterra y Francia /11.

Una de las consecuencias más nefastas de la administración imperialista que
realizó Inglaterra con los despojos del Imperio Otomano ha perdurado hasta
hoy: después de la conquista de Jerusalén en 1917, Lloyd George, hombre de
fuertes convicciones bíblicas, propuso la creación de una Patria Judía en
Palestina. El proyecto tenía también un fuerte componente oportunista: por
un lado, pretendía conseguir, para los proyectos imperiales de Inglaterra,
el apoyo del naciente sionismo que estaba creciendo entre la comunidad judía
de aquellos territorios. Pero también, y por encima de todo, pretendía ser
una desvergonzada propuesta para conseguir el apoyo de la poderosa comunidad
judía de Estados Unidos con el objetivo de conseguir su entrada en la
guerra, cosa que finalmente sucedió ese mismo año. El proyecto cristalizó en
la llamada Declaración Balfour (ministro de asuntos exteriores del gabinete
de guerra británico) que sentó las bases para construir, en 1948, el futuro
estado sionista de Israel.

A pesar de todos los tratados de paz, la guerra continuó en Europa hasta
1921, a través de la guerra civil rusa, iniciada cuando aún no había
terminado la guerra en el frente occidental. Durante tres años uno de los
conflictos más destructivos y sangrientos que se han vivido en Europa asoló
el joven estado soviético. El triunfo, conseguido por el Ejército Rojo de
Trotsky a costa de inmensos sufrimientos, militarizó y endureció el estado
soviético (marcando fuertemente su carácter desde el principio) en medio de
una atmósfera de cerco internacional apoyada en la intervención de una
fuerza multinacional anticomunista constituida por los ejércitos de la
Entente.

Los estudiosos de los pactos que precedieron a la segunda guerra mundial
deberían reflexionar sobre el precedente que marcó el pacto de Rapallo,
firmado en 1922 entre la Rusia Soviética y la Alemania de Weimar. Tal vez en
1939 el terreno para el entendimiento soviético-alemán ya estaba abonado
desde mucho antes, cuando los mismos que humillaron a la Alemania vencida
intervinieron militarmente para asfixiar al joven estado soviético en uno de
los episodios más vergonzosos de la política internacional en el siglo XX
/12.

Apenas diez años transcurrieron entre el final de la guerra civil rusa y la
intervención imperialista de Japón en Manchuria, iniciada en 1931. Tan solo
diez años de paz entre 1914 y 1945 /13.

La movilización económica y militar tuvo también un efecto corrosivo en la
sociedad del antiguo régimen en dos aspectos: el primero fue la
incorporación masiva de las mujeres a la producción industrial de la
economía de guerra, más allá de sus ocupaciones tradicionales en la
agricultura, el servicio doméstico y la industria textil. El segundo fue la
movilización de las tropas coloniales que realizaron Francia e Inglaterra
para luchar en el frente occidental europeo. El mito de la supremacía blanca
se vio fuertemente afectado por el espectáculo de ver a los miembros de la
raza supuestamente superior destruirse entre ellos de la forma más cruel.

Entre las consecuencias de la Gran Guerra hay que citar también la división
del socialismo que marcó toda la historia del movimiento obrero del siglo
XX. La causa no fue únicamente la revolución bolchevique. Anteriormente ya
se había producido la bancarrota moral del socialismo reformista europeo
cuando, a pesar de todas las proclamas internacionalistas que siempre había
realizado, la socialdemocracia europea fue incapaz de oponerse a la guerra
imperialista y apoyó los créditos de guerra en Alemania, Francia e
Inglaterra /14. Después de la guerra, los partidos reformistas apoyaron
incondicionalmente el orden capitalista allí donde ejercieron el poder /15.

El espectáculo grotesco que supuso la pugna, al final de la guerra, por el
reparto imperialista de los despojos coloniales de los imperios derrotados
no podía ocultar el hecho fundamental que, junto con la revolución
socialista en Rusia, marcaría desde entonces el curso de la historia:
aquellos imperios decimonónicos estaban económicamente arruinados y
fuertemente endeudados con respecto al verdadero poder que se había
consolidado con aquella Gran Guerra.

El poder de los grandes monopolios financieros, la fase superior del
capitalismo, que Lenin /16 había analizado magistralmente en 1916, se había
consolidado en su plenitud. A partir de ese momento, el único verdadero
imperio que existiría a nivel mundial sería el imperio del capital
financiero, representado por el país que constituía su máxima expresión: los
Estados Unidos de Norteamérica.

El total de muertos entre todos los países beligerantes en la primera guerra
mundial alcanzó los 9,3 millones. Entre ellos murieron 2,3 millones de
rusos, 2 de alemanes, 1,9 millones de franceses 1 de austrohúngaros, 800.000
británicos, 450.000 italianos y 126.000 estadounidenses /17. Los inválidos y
discapacitados, con graves secuelas, sumaron varios millones /18 y muchos de
ellos murieron posteriormente como consecuencia de ellas.

A las víctimas de carácter estrictamente militar hay que añadir las que
perdieron la vida como consecuencia de la epidemia de gripe (la “gripe
española”) desatada al final de la guerra y relacionada, de forma casi
segura, con los desastres sanitarios, tóxicos y alimentarios que la
acompañaron. Según cálculos aproximados, la epidemia causó la muerte a 21
millones de personas en el mundo.

En agosto de 1914, las principales capitales europeas fueron escenario de
grandes celebraciones patrióticas. En ellas, las multitudes aclamaban a los
hombres que partían para recorrer aquellos senderos de gloria que condujeron
a una de las mayores catástrofes de la humanidad. 

* Jesús Rodríguez Barrio es Doctor en Economía.

Notas

1/ Habría que citar, también, otras dos notables películas que recogieron
los desastres de aquella guerra: Johnny cogió su fusil (Dalton Trumbo, 1971)
y Adiós a las armas (Frank Borzage, 1932).

2/ Marx: La revolución en China y en Europa. Publicado en The New York Daily
Tribune el 14/06/1853.

3/ Alemania puso en marcha un ambicioso plan de construcción naval para
crear una moderna “Flota de Alta Mar”. Lo cual fue seguido en Inglaterra por
una expansión similar de la “Gran Flota” para no perder la primacía naval.
Otros países, como Francia, Rusia y Austria-Hungría también incrementaron
sus gastos militares.

4/ Resulta imprescindible, para entender el comienzo de la Gran Guerra, la
obra de Bárbara W. Tuchman Los Cañones de Agosto (RBA, Barcelona, 2012). La
obra recoge y analiza, de forma minuciosa, todo lo que sucedió en el mes de
agosto de 1914.

5/ La parte de la “deuda de guerra” que la Alemania nazi dejó de pagar, fue
condonada (junto con toda la deuda exterior alemana) al terminar la segunda
guerra mundial.

6/ Diversos autores señalan que, al comenzar la Segunda Guerra Mundial,
Francia acusaba las secuelas de la anterior guerra (entre ellas, la
debilidad demográfica) en mucho mayor medida que Alemania.

7/ En su obra Las consecuencias económicas de la paz (Ed. Crítica, 2002)
J.M. Keynes señaló el efecto desastroso que produciría el endeudamiento
sobre la economía de Alemania y sobre toda la Europa de postguerra.

8/ John H. Morrow Jr. La Gran Guerra (Edhasa, Barcelona, 2014) p. 633.

9/ A pesar de que Estados Unidos se incorporó tardíamente a la guerra (en
marzo de 1917) se calcula que produjo aproximadamente un 25% de la munición
que dispararon los países de la Entente. Dicha munición, al igual que
grandes cantidades de alimentos, combustible y materias primas, fue comprada
a crédito, principalmente por Inglaterra y Francia.

10/ Las mismas causas que produjeron el ascenso del nacional socialismo en
Alemania tuvieron una fuerte influencia en la consolidación del socialismo
nacional y el estalinismo en la Unión Soviética. Un corrosivo e inquietante
debate sobre el paralelismo entre ambos conceptos se puede encontrar en
Grossman, Vida y Destino (Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2007, pp. 509-511).

11/ El Tratado de Sykes-Picot fue firmado en 1916 entre Francia e
Inglaterra, contradiciendo todos los principios de autodeterminación
recogidos en los Catorce Puntos de Wilson.

12/ La intervención antibolchevique de los ejércitos de la Entente fue
promovida por Winston Churchill y secundada con gran entusiasmo por Estados
Unidos a pesar de todas las declaraciones liberales y democráticas de
Wilson. Japón aportó el mayor contingente de soldados para apoyar al
ejército blanco de Kolchak en una guerra de carácter marcadamente criminal y
terrorista contra el ejército rojo y el pueblo soviético. Según cálculos del
general Graves, comandante de las fuerzas estadounidenses en Vladivostok,
Kolchak había matado a 100 personas por cada una que habían matado los
bolcheviques.

13/ Algunos historiadores sostienen la propuesta, no exenta de fundamento,
de una única Gran Guerra de 30 años (con pequeños intermedios de paz) en el
principio del siglo XX.

14/ Para encontrar un paralelismo en los años recientes podríamos comparar
el apoyo a la guerra imperialista de 1914 con la incapacidad demostrada por
la socialdemocracia europea para oponerse a los planes de austeridad
neoliberales, que suponen la destrucción del estado del bienestar en los
países de la Unión Europea.

15/ Uno de los episodios más negros de la historia del socialismo fue la
brutal represión, en enero de 1919, del movimiento espartaquista alemán por
el gobierno de los socialdemócratas Ebert, Scheidemann y Noske, que culminó
en el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht.

16/ V. I. Lenin: El imperialismo, fase superior del capitalismo. Fundación
Federico Engels. Madrid, 2007.

17/ Herwig, Holter: The First World War. Londres, Arnold (1997) p. 447.
Recogido en: John H. Morrow Jr., op. cit.

18/ El uso de gases tóxicos como arma de guerra dio lugar a horribles
secuelas, entre ellas la ceguera y daños neurológicos graves en muchos
casos.

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