Israel/Palestina/ una "crisis" que viene de lejos [Julien Salingue]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Mayo 4 14:23:35 UYT 2014


Correspondencia de Prensa
boletín informativo – 4 de mayo 2014
germain5 en chasque.net
A l’encontre – La Breche
www.alencontre.org <http://www.alencontre.org/>


Israel/Palestina

Una “crisis” que viene de lejos


Julien Salingue
L’Anticapitaliste
http://www.npa2009.org/
Traducción de Faustino Eguberri
Viento Sur
http://vientosur.info/


“Israel ha suspendido su participación en el proceso de paz”. A lo largo de
los últimos días, ese titular ha aparecido en numerosos medios, pero la
mayoría de los observadores no parece hacerse una pregunta que, sin embargo,
es esencial: ¿de qué “proceso de paz” se habla”?

En efecto, es particularmente penoso constatar que, a pesar de las
evidencias, son muchos los que continúan alimentando la fábula del “proceso
negociado”, preguntándose sobre las responsabilidades de unos y de otros en
su “interrupción”.

¿Un “proceso de paz”?

Hace ya más de veinte años que se alimenta la cortina de humo del “proceso
de paz”, con su cortejo de fórmulas comodín que van desde la “reanudación de
las negociaciones” a las “dolorosas concesiones” pasando por las
“responsabilidades compartidas” y los “extremistas que sabotean la paz”.
Durante estos veinte años, centenares de checkpoints han sido establecidos
en los territorios palestinos, se han construidos muros, se ha proseguido la
colonización sin freno, hasta tal punto que el control israelí sobre los
territorios ocupados no ha sido jamás tan fuerte como hoy. No ha habido
“proceso de paz” sino un proceso de reorganización de la ocupación, haciendo
Israel como que concedía una autonomía virtual a los palestinos a la vez que
acentuaba su control real sobre Palestina.

En estos veinte años se han repetido en los medios los titulares sobre
“momentos de tensión” y “momentos de calma”, “ruptura del diálogo” y
“recuperación del diálogo”. Pero la lógica de conjunto ha sido siempre la
misma: “negociaciones” sin fin, durante las cuales Israel modifica y aumenta
sin cesar sus exigencias, a la vez que prosigue su política colonial y hace
a los palestinos responsables de su suerte. Una cifra reciente, entre tantas
otras, ilustra esta realidad según la cual las “negociaciones” sirven para
disimular la realidad de la empresa colonial israelí: al mismo tiempo que en
2013 se reanudaban las reuniones entre representantes israelíes y
palestinos, la colonización crecía un 123% en relación a 2012, según el
número de obras iniciadas en las colonias israelíes en Cisjordania...

¿Reconciliación palestina?

Lejos de favorecer a los palestinos o de equilibrar la correlación de
fuerzas en su favor, las pretendidas “negociaciones” sirven en realidad a
los objetivos israelíes, manteniendo la ilusión de un posible compromiso
entre el débil y el fuerte, con los Estados Unidos, es decir, el entrenador
de uno de los dos equipos, como árbitro.

Una ilusión ampliamente alimentada por una parte de la dirección palestina,
hoy reagrupada alrededor de Mahmud Abbas, que ha tomado la opción de
sacrificar los intereses del pueblo palestino para gozar de unas
gratificaciones materiales y simbólicas concedidas con cuenta gotas por el
ocupante y sus aliados. Una ilusión que hoy no ilusiona ya a nadie en
Palestina, ni siquiera en el seno de esa dirección, que intenta ya por todos
los medios aparecer como alguien que se niega a capitular totalmente frente
a Israel, a la vez que intenta mantener en vida un “proceso” del que se ha
vuelto dependiente.

Paradójicamente, es en este marco en el que hay que analizar la
“reconciliación” palestina fechada el 23 de abril pasado por medio de un
acuerdo entre la OLP y Hamas, que prevé la formación de un gobierno de unión
nacional y la organización de elecciones en los territorios ocupados. El
acuerdo, firmado por un Hamas a la búsqueda de un nuevo aliento debido a su
aislamiento ligado al bloqueo de Gaza, al golpe contra los Hermanos
Musulmanes en Egipto y al debilitamiento diplomático de su aliado qatarí,
sigue siendo impreciso sobre numerosas cuestiones esenciales y solo se puede
ser escéptico en cuanto a su aplicación práctica. Pero podría sin embargo
conferir una nueva legitimidad a un Mahmud Abbas ampliamente desprestigiado
en los territorios palestinos debido a su estrategia únicamente centrada en
las negociaciones, “mojando” a Hamas y haciéndole acarrear la
responsabilidad de una eventual ruptura en caso de reanudación del
“proceso”.

Pues la cuestión de las relaciones con Hamas hay que comprenderla como un
elemento de la correlación de fuerzas en las relaciones de Mahmud Abbas con
el gobierno israelí, pudiendo un divorcio con el movimiento islámico
fácilmente aparecer, en un futuro próximo, como una concesión que exigiría
contrapartidas israelíes. En otros términos, la crisis no ha acabado.





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