Colombia/ del Caguán a La Habana: los tonos borrosos de los acuerdos [Darío Restrepo]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Nov 6 14:31:44 UYST 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 6 de noviembre 2014

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Colombia

Del Caguán a La Habana

Nota sobre los borradores de La Habana…hasta ahora

Sin duda las FARC tendrán otros escenarios para incrementar la agenda
programática y la representación social, política y territorial. Una
Asamblea Nacional Constituyente es y será su gran bandera para ampliar las
alianzas, fundirse con otros sectores y aprovechar otros procesos y
movilizaciones en curso.

Darío Restrepo *

Palabras al Margen 

http://palabrasalmargen.com/

Las FARC llegan a La Habana bajo la presión de cuatro derrotas simultáneas.

Primera, la militar. De los grandes triunfos de los años 90 no queda nada.
Del ejército revolucionario que realizó las tomas de bases militares,
-cercadas, bombardeadas y vencidas-, se ha pasado a las cuadrillas que
emboscan policías, dinamitan torres y puentes y trashuman temiendo los
bombardeos y la persecución simultánea por tierra, agua y aire.

Segunda, la organizacional. Sus dos líderes históricos, Jacobo Arenas y
Manuel Marulanda, murieron. Posterior al fracaso del Caguán el jefe
diplomático (Raúl Reyes), la leyenda militar (el Mono Jojoy) y el heredero
político de Marulanda (Alfonso Cano) fueron dados de baja como resultado de
bombardeos sorpresa los primeros y asalto sorpresa el segundo. Además, los
mandos medios han recibido duros golpes que amenazan la estabilidad de la
organización que ha perdido más de 50 jefes político-militares en dos años.

La tercera derrota es política. La mayoría de colombianos adjudican el
fracaso de las aspiraciones de paz mediante los diálogos del Caguán a las
FARC. Éstas se encargan de acrecentar la desconfianza, la antipatía y el
sectarismo político de diversas maneras: con cada voladura de torres de
energía que priva de electricidad a pueblos repletos de gente humilde como
Buenaventura; con cada oleoducto que derrama petróleo; con cada policía
campesino muerto en emboscada a nombre de la revolución y el pueblo; con
cada civil asesinado, secuestrado o declarado objetivo militar. En la década
del 90 las hazañas militares de las FARC generaron de facto un
reconocimiento de fuerza militar estable, legítima y desafiante, además de
hacerles ganar prestigio como alternativa política. Esto explica la romería
de todas las vertientes sociales y políticas a las audiencias del Caguán que
presidían al lado del gobierno nacional. Por el contrario y desde entonces
cada acción militar cava la tumba de la marginalidad y el desprestigio de la
organización.

La cuarta derrota es internacional. Los países potencialmente “amigos” de
las FARC tienen mayor interés en que ésta abandone la vía de las armas que
en financiar la insurgencia y escalar las confrontaciones internas. A Correa
en Ecuador la guerra colombiana le obliga a mantener un inmenso pie de
fuerza en la larga frontera que no alcanza a detener el aumento de
secuestros, extorciones, el narcotráfico y la corrupción de las fuerzas de
seguridad. Evo en Bolivia encabeza un proyecto indigenista que no se fía de
los que han asesinado y secuestrado líderes indígenas en Colombia, culpables
de defender la autonomía étnica del sometimiento a las directrices de las
FARC. Cuba quiere hacer méritos para levantar el bloqueo de los EUA y
aparecer ante la comunidad internacional como un país que contribuye a la
paz y la prosperidad regional. Y a Venezuela, más allá de la retórica
nacionalista, no le interesa en lo más mínimo una confrontación militar con
los gringos por la vía de la internacionalización de la guerra colombiana
dentro de sus fronteras. Incluso los EUA están más interesados en una
negociación que comprometa a las FARC en la reducción del 30 a 40% de los
cultivos de uso ilícito, en vez de vencerlos en el terreno militar con el
resultado de ser reemplazados rápidamente por otras fuerzas irregulares en
el negocio de las drogas.

Del doble poder a la oposición de una minoría

Antonio Navarro a nombre del M19 solicitaba a sus constituyentes y asesores
en 1991 no excederse en las exigencias de descentralización, autonomía
comunitaria y debilitamiento de las fuerzas militares regulares. La razón:
estaba convencido que el proceso de paz los llevaría rápido al poder
ejecutivo y a copar porciones grandes del sistema político representativo.
En cambio, el tono general de los borradores de La Habana es la ausencia
total de vocación de poder de las FARC. Las exigencias insurgentes son de
aquellos que saben que engrosarán la oposición por lo que solicitan
seguridad, que no los maten, acceso a medios de comunicación, derecho a la
réplica y a las movilizaciones dentro de un estatuto de oposición. No existe
ninguna propuesta en los borradores que modifique la constitución, el
sistema político, el orden jurídico, el modelo de desarrollo, la economía
extractiva, el régimen de propiedad, la política tributaria, monetaria,
externa o comercial, las relaciones de poder entre niveles de gobierno o las
alianzas internacionales.

A mi parecer las FARC se vieron forzadas a pasar la hoja de la confrontación
armada y continuar su trasegar a través de la lucha social y política legal.
Por lo tanto, los diálogos no son propiamente una negociación de paz entre
contrincantes equivalentes de una contienda sin vencedores. En La Habana hay
vencidos y hay vencedores. Las FARC deciden entrar en el ropaje del vencedor
demandando seguridad para ejercer la oposición dentro del marco general del
poder establecido. Los comisionados del gobierno están encargados de
negociar las condiciones de tal inserción dentro del sistema al menor costo
para el establecimiento, mientras que las FARC tratan de asegurar unas
condiciones suficientes de seguridad y unas demandas mínimas de dignidad.

Los borradores no mencionan a los trabajadores asalariados, tampoco a la
inmensa mayoría de trabajadores del sector informal de las ciudades, ni a
los sindicatos o a los movimientos urbanos o rurales. Las clases medias de
la ciudad y del campo tampoco son un referente a partir del cual se
justifican las promesas de programas y políticas acordadas. En consecuencia,
ninguna de las demandas y reivindicaciones que animan las movilizaciones
sociales de estos sectores son contempladas. El único sector social a nombre
del cual hablan las FARC es una retaguardia campesina colona, pobre,
cocalera y marginal.

Los tonos borrosos de los acuerdos

La totalidad de los acuerdos compromete al Estado con comunidades selectas,
aquellas que resulten de la combinación de cuatro criterios de focalización:
pobreza, algidez del conflicto armado, precariedad institucional local y
presencia de cultivos de uso ilícito. Muy poco, -por no decir casi nada de
lo firmado-, se apoya, invoca o resuelve emprender un importante
fortalecimiento de las capacidades de implementación de políticas por los
gobiernos territoriales, municipios y departamentos, así como por
asociaciones entre estos. El “enfoque territorial y diferencial” de los
diagnósticos y la implementación de los acuerdos se reitera de manera
sistemática. No menos sistemática es la ausencia de invocación de la
institucionalidad que estará encargada de implementar los acuerdos desde el
nivel nacional, así como desde el territorial y las instancias de
coordinación entre niveles de gobierno. La ventaja de esta ausencia para el
gobierno nacional es el manejo general de la implementación de lo que sigue
desde prácticas controladas por la presidencia. Se abre la puerta así a la
ampliación territorial, social y temática de programas tales como los
manejados por Familias en Acción que ya atiende 2.900.000 familias. Algunos
sueñan con resolver “el problema de las FARC” aumentando en unos cuantos
miles los “beneficiarios” de los subsidios del Estado.

Muchas promesas y nada de plata, es una segunda característica
sobresaliente. Se acuerda emprender más de una decena de programas para la
población y los territorios selectos: adjudicación de tierras, carreteras,
conectividad informática, subsidios, crédito, asistencia técnica, semillas,
investigación en ciencia y tecnología, capacitación, programas de
sustitución de cultivos de uso ilícito, programas de alimentación y cuidado
de adultos mayores, salud, educación, prevención de la violencia… Sin
embargo, se omite cualquier compromiso sobre las fuentes de recursos para
financiar tal extensión de la presencia del Estado y del mercado en los
territorios a seleccionar. ¿Será que la firma de los acuerdos vendrá primero
y la búsqueda de la plata después?. Advertimos que la coyuntura fiscal
interna para los próximos años será de importantes restricciones debido a la
baja de los precios de los hidrocarburos y la minería que jalonan el PIB y
los impuestos. Los organismos internacionales presagian un freno de la
economía mundial, en especial de sus centros importantes como Europa, la
locomotora Alemana incluida, Japón y los BRICS. Es dudable que los “amigos
de afuera” financien con suficiencia lo que uno de los países más
inequitativos del mundo no pague por salir de su guerra prolongada. Así las
cosas, nos acercamos a unos acuerdos sin reformas estructurales, sin
instituciones territoriales reforzadas y sin plata cierta.

Las FARC demandan poco para ellas en las conversaciones de La Habana
(estatuto de oposición) y mucho para sus bases sociales agrarias
empobrecidas. El reconocimiento de las poblaciones y sus organizaciones
sociales permea todos los acuerdos. Las comunidades deben ser partícipes de
las decisiones e implementación de los múltiples programas prometidos. Los
borradores de La Habana parecen presagiar una conversión de las FARC en un
movimiento político y social rural, no propiamente en un partido político
tradicional. Estructura y dinámica que no parece apostarle mucho al
fortalecimiento de las entidades territoriales y al sistema político
existente. En cambio, reclaman más democracia social, comunitaria, popular,
participativa e incidente en las políticas territoriales desde los bastiones
sociales a los cuales la han reducido la combinación de múltiples derrotas.

Sin duda las FARC tendrán otros escenarios para incrementar la agenda
programática y la representación social, política y territorial. Una
Asamblea Nacional Constituyente es y será su gran bandera para ampliar las
alianzas, fundirse con otros sectores y aprovechar otros procesos y
movilizaciones en curso. En este sentido los borradores de La Habana son una
ganancia inmediata de poca monta, a no ser por la puerta que abren a un
trabajo en otros escenarios que ellos esperan más promisorios. Veremos. 

* Docente-investigador y reconocido intelectual de izquierda con posiciones
anti-capitalistas, en la actualidad oficia como coordinador del doctorado en
Economía de la Universidad Nacional. 

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