Brasil/ victoria de Dilma: nada hay para conmemorar [Correio da Cidadania - editorial]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Oct 28 00:28:54 UYST 2014


  _____  

Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 28 de octubre 2014

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

 <http://www.alencontre.org/> www.alencontre.org

  _____  

Brasil

Elección 2014: no hay lo que conmemorar

Correio da Cidadania, editorial, 27-10-2014

http://www.correiocidadania.com.br/

Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

Para quien está comprometido con la lucha social y aspira a una sociedad
basada en la igualdad sustantiva, la derrota de Aécio fue un alivio. De los
males, el menor, pero la victoria de Dilma no deja nada para conmemorar. 

El saldo de la campaña es tenebroso. Contratados a precio oro para manipular
la opinión pública, los marquetineros vendieron candidatos como mercaderías.
Para diferencias sus productos, abusaron de la ingenuidad de la población.
Magos de la pirotecnia mediática, redujeron el elector a consumidor, creando
expectativas que no se realizarán. Para destruir a los adversarios,
explotaron medios que alimentan falsos antagonismos y envenenan el ambiente
político.  

En la falta de sustancia política, la elección fue transformada en una pelea
torcida. En clima de caza de brujas, las pasiones fueron llevadas a un
paroxismo desenfrenado. La apelación a la emoción fue proporcional al
detrimento de la razón. La virulencia de las agresiones mutuas fue en razón
inversa a las reales diferencias entre los contendores. 

El elector fue sistemáticamente engañado. Las divergencias existentes entre
las dos alas del Partido del Orden son secundarias y circunstanciales. Los
que hoy están con el PT -Sarney, Maluf, Collor, Kátia Abreu- estaban ayer
con Fernando Henrique Cardoso y Collor de Mello y anteayer servían a la
dictadura militar. Mañana pueden perfectamente pasarse al PSDB. La excepción
de algunos extremados, los que mandan de hecho -el capital internacional y
la plutocracia nacional- están muy bien servidos en las dos candidaturas.
Basta ver el río de dinero invertido en ambas. 

La completa desconexión del debate electoral con la realidad transformó el
país en un manicomio. Sorprendido por el antagonismo entre petistas y
tucanos, un distraído que aterrizase en paracaídas podría imaginar que
Brasil vive una situación pre-revolucionaria, cuando, en verdad, lo que
están en cuestión es exactamente la conservación del status quo. La elección
fue apenas para escoger quien comandará el reciclaje del capitalismo liberal
implantado por Collor de Mello hace 25 años atrás. Nada más.  

El clima apocalíptico que tomó cuenta del segundo turno es un despropósito y
hace recordar a las legendarias guerras entre las familias Sampaio y Alencar
por la alcaldía de Exu en el siglo pasado. Para los que se alineaban  con el
clan Sampaio, la victoria, tenía consecuencia real (y viceversa), pero, para
los que no hacían parte de la contienda y estaban condenados a empujar para
sobrevivir, el resultado era indiferente. Las familias se alternaban durante
décadas en el poder sin que la miseria se modificase. 

Deliran los que imaginan que el país está ante una inminente ruptura
institucional. No hay movimiento golpista alguno, ni a la derecha ni a la
izquierda. La única conspiración en curso es aquella que une a las dos
fracciones del Partido del Orden contra el pueblo, patente en la complicidad
de ambas con la política de contra-insurgencia preventiva para contener el
conflicto social y en la hermandad a la hora de diseñar tenebrosas
transacciones. 

La pelea es una máscara, un teatro, y hace parte del juego electoral. Cuando
es conveniente, el antagonismo es inmediatamente suspendido. ¿Quién se
olvida de la idílica cena de Haddad (PT) y Alckmin (PSDB), muy confortables,
en un lujoso restaurante de París, en junio de 2013, pocos meses después de
haber intercambiado cobras y lagartos en la reñida disputa por la alcaldía
de San Pablo? En tanto las calles de San Pablo eran tomadas por jóvenes
trabajadores que luchaban contra el aumento de las tarifas del transporte
público, alcalde y gobernador estaban perfectamente de acuerdo en la
política de represión a las protestas y en la estrategia de negociación con
los gangsters que controlan los mega-eventos internacionales. 

Destituida de sustancia, la polarización entre las dos alas del Partido del
Orden sólo sirvió para degradar el ambiente político. El brasilero sale de
la campaña más descreído en los políticos y sin ninguna conciencia sobre las
causas de sus problemas y sus posibles soluciones. 

Nadie puede bañarse dos veces en la misma agua del río. El segundo gobierno
Dilma no será una repetición del primero. Por la fuerza de las
circunstancias, será más conservador y truculento. Las condiciones objetivas
y subjetivas que lo determinan se deterioran, estrechando sensiblemente el
radio de maniobra para acomodar, a través de la expansión del desempleo, del
aumento de los beneficiarios de las políticas compensatorias y de la
cooptación de los movimientos sociales, las maldades de una modernización
tramposa que profundiza la dependencia y el subdesarrollo. 

En la economía el escenario es sombrío. Los problemas acumulados en la farra
del consumo de bienes conspicuos, impulsada por la especulación
internacional, tienen consecuencias. El aumento de la dependencia externa
deja la economía brasilera a merced de los humores del mercado
internacional. El agravamiento de la crisis mundial, que entra en su séptimo
años sin perspectiva de solución, no abre espacio para el crecimiento. La
amenaza de movimiento de fuga de capitales sujeta al país al jaque mate de
la deuda externa. En ese contexto, las presiones de la gran burguesía
globalizada para que Brasil realice una nueva rueda de ajustes fiscales
empuja la política económica hacia una absoluta ortodoxia. Las veleidades
neo-desarrollistas son cosas del pasado. El próximo Ministro de Hacienda
será elegido directamente por el mercado y estará más cerca de Armínio Fraga
que de Guido Mantega.

En el ámbito de la sociedad, la perspectiva es creciente convulsión. La
modernización mimética que copia los estilos de vida y padrones de consumo
de las economías centrales, agrava los problemas fundamentales del pueblo.
La frustración generalizada con un cotidiano infernal agita los ánimos
polariza la lucha de clases. Sin vislumbrar salida para el circuito cerrado
que transforma la vida del trabajador en una pesadilla sin fin -en la
fábrica y fuera de ella-, el brasilero se torna en un barril de pólvora
pronto a explotar. El aumento de la violencia y el fin de la paz social
preanuncian un futuro de grandes tensiones y creciente turbulencia social.


En las altas esferas de la política, la clase dominante afila las garras
para enfrentar el conflicto social. La crisis del sistema representativo
refuerza el consenso a favor de las soluciones represivas contra la
inquietud social, aumentando la presión a favor de la criminalización de las
protesta social como presupuesto de la estabilidad democrática. El giro
conservador de la opinión pública, el aumento tremendo de la bancada de
diputados de la derecha más descalificada y la movilización de un clase
media histérica, desplazan el status quo sensiblemente hacia la derecha.
Interpelado por la juventud que fue a las calles para protestar contra los
desmanes de los gobernantes, el sistema democrático brasilero asume,
descaradamente, su carácter de clase y se afirma abiertamente como una
democracia de segregación social. La libertad política es exclusivo de la
plutocracia y se manifiesta concretamente en la posibilidad de elección
entre alternativas integralmente comprometidas con los parámetros del orden.


La presidenta retoma su puesto en el Planalto (sede del gobierno) en medio
del fango. Antes incluso de asumir el segundo madato, su credibilidad ya se
encuentra comprometida por la gravedad de las denuncias que apuntan a la
complicidad directa del Planalto con los esquemas de corrupción diseñados
por la alta cúpula de los partidos de su base aliada. De esta fiesta, no
habrá luna de miel. Ávida de volver al gobierno luego de la cuarta derrota
consecutiva, la oposición no dará tregua. Sin arsenal ideológico y
programático para diferenciarse cualitativamente del gobierno petista, sólo
le resta sangrar a Dilma del primer al último día de su mandato. 

Nadie sale impune por pactar con el diablo. Sin capacidad de movilizar a la
población y prisionera de compromisos inmorales, Dilma quedará en manos de
la mafia que, al mando de los negocios, controla el Congreso Nacional.
Víctima de su propia cobardía, que no le permitió enfrentar la tiranía de
los magnates de la información, será objeto diario del chantaje de los
grandes poderes mediáticos. Sin medios para defenderse, se tronará cada vez
más dócil a las exigencias del capital. Se osa desafiarlos, será
inmediatamente confrontada con el espectro del “impeachment” (juicio
político) democrático. Es el modo de funcionamiento de las democracias
burguesas contemporáneas en la periferia latinoamericana del capitalismo. 

Para quien se ilusiona con la posibilidad de una tardía redención del PT, la
resaca de la fiesta democrática será monumental La juventud romántica y los
hombres de buena fe seducidos por el canto de sirena del “corazón valiente”
luego percibirán en la piel un sentir de ingratitud de la presidenta. Cuando
la población vuelva a las calles para protestar contra los descalabros del
capitalismo salvaje, las disputas fratricidas entre las fracciones del
Partido del Orden serán suspendidas. Como hermanos siameses, las dos alas
del Partido del Orden estarán monolíticamente unificadas, armadas hasta los
dientes, para reprimir a los manifestantes con brutalidad, como si fuesen
enemigos internos que deben ser aniquilados, como ocurrió en junio de 2013,
en las jornadas de la Copa de 2014 y toda vez que el pueblo se levanta
contra los privilegios de los ricos. Pasado el riesgo inminente de
descontrol social, las dos fracciones volverán a pelearse en la disputa por
el del control del Estado. 

La falsa polarización entre la izquierda y la derecha del orden, solamente
será superada cuando los trabajadores no tengan ninguna ilusión en relación
a la posibilidad de que el capitalismo puede ser domesticado, sea por el PT
o por otro cualquiera. El capitalismo dependiente vive de la
superexplotación del trabajo y tiene en la perpetuación de un gran
reservatorio de pobreza uno de sus presupuestos. La situación se torna
todavía más grave cuando la sociedad enfrenta un proceso de reversión
neocolonial que solapa la capacidad del Estado de hacer políticas públicas. 

Del show de horror de la elección de 2014, queda una lección: para salir del
antro estrecho de las opciones binarias entre lo malo y lo peor, es preciso
que la izquierda socialista se unifique y entre en escena. 

  _____  

 



---
Este mensaje no contiene virus ni malware porque la protección de avast! Antivirus está activa.
http://www.avast.com
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20141028/9df17f7a/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa