Debates/ imperialismos y caos geopolítico [Pierre Rousset - François Sabado]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Oct 28 12:44:46 UYST 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 28 de octubre 2014

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A l’encontre – La Breche

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Debates

El caos geopolítico y sus implicaciones: notas de introducción para una
reflexión colectiva

Pierre Rousset

Viento Sur 

http://www.vientosur.info/

Traducción de Faustino Eguberri 

El caos climático es un nuevo dato estructural provocado por el
calentamiento atmosférico de origen humano (en este caso capitalista). El
actual caos geopolítico parece también un nuevo dato estructural provocado
por la globalización capitalista y las decisiones impuestas por las
burguesías imperialistas tradicionales.

Porque lo que está claro es que hay caos; y que sus causas son profundas.

Desde 2003 (al menos)/1, hemos intentado percibir las consecuencias en todos
los terrenos de la globalización capitalista, pero hoy es realmente
necesario hacer un análisis más sistemático de las causas del caos
geopolítico, de las dinámicas de crisis que están en marcha, así como poner
al día las respuestas que tenemos que aportar a una situación mundial
inédita en muchos aspectos. Estas notas intentan abordar estas cuestiones
para alimentar una reflexión colectiva. No pretenden ser exhaustivas. Otros
elementos son tratados en otros textos escritos por diferentes compañeros y
compañeras. Se apoyan a menudo en análisis ya compartidos, pero intentan
hacer avanzar la discusión sobre sus implicaciones: no es posible
contentarse con repetir idénticamente lo que decíamos hasta ahora. Con este
objetivo, a riesgo de simplificar demasiado realidades complejas, estas
notas “depuran” las evoluciones en curso, a menudo inacabadas, para destacar
lo que aparece de nuevo.

Imperialismos, tiempo largo, tiempo corto y cambios de marco

Los primeros debates de referencia sobre el imperialismo remontan a
comienzos del siglo XX, en la época de la finalización (en Occidente) de la
formación de los Estados nación y de los imperios coloniales -y de la guerra
interimperialista para modificar el reparto del mundo-. Todas las
definiciones del imperialismo sistematizadas desde entonces reflejaban este
contexto geopolítico. Pueden servir de “puntos de referencia” útiles
(incluso para tomar la medida de los cambios) pero, sobre todo, no pueden
servir de “norma” /2.

Las revoluciones posteriores a la primera y segunda guerras mundiales
cambiaron radicalmente el marco geopolítico, con una nueva configuración más
compleja, en la que se combinaban la oposición
revoluciones/contrarrevoluciones, “bloques” del oeste y del este (no
simplemente superpuestos a la oposición precedente), descolonización y zonas
de influencia más o menos exclusivas, rivalidades interburocráticas
(URSS/China) e interimperialistas en este marco...

La implosión de la URRS y, después, el paso de China al orden capitalista
mundial han modificado la situación de nuevo. Volveremos sobre ello. El
punto que quiero subrayar aquí es que el “desarrollo orgánico” del capital
no lo explica todo, ni mucho menos. Los factores exógenos han jugado en dos
ocasiones un papel esencial en la reorganización del mundo. Hay que tenerlos
en cuenta para comprender las decisiones tomadas por las burguesías
imperialistas tras la implosión de la URSS en 1991 y la globalización del
capitalismo.

En el tiempo corto (desde los años 1990 a la actualidad), se observa también
un cambio bastante radical. En un primer momento, las burguesías y los
Estados imperialistas (tradicionales) fueron muy conquistadores: penetración
de los mercados del Este, intervención en Afganistán (2001) y en Irak
(2003)... Luego vinieron el atasco militar, la crisis financiera, la
emergencia de nuevas potencias (China), las revoluciones árabes... todo ello
desembocando en una pérdida de iniciativa y de control geopolíticos. Más que
planificar la imposición de su régimen, Washington reacciona ahora en
función de las urgencias del momento. En la situación actual, para juzgar
qué constituye lo coyuntural y qué lo estructural, es necesario analizar la
relación entre el giro post-1989 y el giro que se dibuja a mitad de los años
2000.

Cuando las burguesías imperialistas se emancipan de lo político

Digamos que tras la implosión de la URSS, las burguesías imperialistas
creyeron que “había llegado” su tiempo. Eran libres para realizar su sueño;
a saber, un mercado mundial de reglas uniformes que les permitiera desplegar
a voluntad sus capitales. Por ello, las consecuencias de la globalización
capitalista solo podían ser muy profundas, multiplicadas, además, por
acontecimientos que, en su euforia, las mencionadas burguesías imperialistas
no habían podido prever.

1. El esquema clásico de las relaciones Norte-Sur o Centro-Periferia (el
Norte exportador de mercancías y el Sur de materias primas) ha cambiado
radicalmente con la internacionalización de las cadenas de producción, con
países convirtiéndose en exportadores importantes de mercancías industriales
(en particular en Asia: China, “taller del mundo”). Aunque la dominación
económica del “centro” perdure por otras vías (alta tecnología, estatus del
dólar US, financiarización, capacidad militar de los Estados Unidos, etc.),
estas modificaciones tienen, evidentemente, implicaciones considerables para
el movimiento obrero, pero también para las burguesías imperialistas.
Contribuye a relativizar la importancia de sus países de origen y facilita
su emancipación de lo político.

2. Constituir un mercado mundial “uniformizado” implica, en efecto,
emanciparse de lo político. Los modos “apropiados” de dominación burguesa
producidos por la historia específica de los países y regiones (compromiso
histórico de tipo europeo, populismos de tipo latinoamericano, dirigismo
estatal de tipo asiático, clientelismo redistributivo de múltiples tipos...)
son progresivamente puestos fuera de juego, ya que todos ellos erigen
relaciones específicas con el mercado mundial y, por tanto, trabas para el
libre despliegue del capital imperialista. Sin embargo, hacer inoperables
estos modos de dominación “apropiados” conduce necesariamente a una crisis
de legitimidad, incluso de ingobernabilidad, tanto más en la medida que las
políticas neoliberales agresivas desgarran el tejido social en un número
creciente de países. Lo que resulta llamativo, es que parece que eso a las
burguesías imperialistas les trae sin cuidado con tal de que su acceso a las
materias primas, a los centros de producción, a las vías y nudos de
comunicación, etc., permanezca asegurado En los tiempos imperiales había que
asegurar la estabilidad de las posesiones coloniales al igual que (aunque en
menor medida) en tiempos de la guerra fría las zonas de influencia. Digamos
que, hoy en día, esto depende del lugar y del momento... La relación con el
territorio cambia. Digamos también que si los jefes de Estado continúan
apoyando a “sus” transnacionales, estas últimas no se sienten ya
dependientes de su país de origen: la relación es más “asimétrica” que
nunca.

3. La relación con el territorio cambia y, por tanto, también la relación
con el Estado. Por ejemplo, los Estados ya no son los copilotos de proyectos
industriales de amplitud (ver el desarrollo de lo nuclear en Francia en un
decenio...) o de infraestructuras sociales (educación, salud...). Deben
contribuir a establecer las reglas que universalicen la movilidad de los
capitales, abrir todos los sectores a los apetitos del capital (salud,
educación, jubilaciones, etc.), destruir los derechos sociales y mantener a
su población dominada. Actualmente, un jefe de Estado es un simple
mayordomo. Por supuesto, algunos países siguen siendo más iguales que otros
y los Estados Unidos se permiten cosas que no autorizan en otros sitios. El
Estado estadounidense mantiene funciones reguladoras a nivel mundial que
otros ya no tienen, o que ya no tienen medios para imponerlas.

4. La globalización capitalista provoca la crisis por diversas razones, una
de las cuales adquiere un rol singular: una clase no domina duraderamente
una sociedad sin mediaciones, compromisos sociales, legitimidad (de origen
histórico, social, democrático, revolucionario..). Las burguesías
imperialistas liquidan siglos de “saber hacer” en este terreno en nombre de
la libertad de movimientos del capital; pero su sueño financiero es
irrealizable. Estos últimos años se convierte en un estado de crisis
permanente. Es lo que ocurre en regiones enteras.

La particularidad del capitalismo globalizado es que parece acomodarse a la
crisis como un estado de existencia permanente; es decir, consustancial al
funcionamiento normal del nuevo sistema global de dominación. Si es así,
tenemos que modificar profundamente nuestra visión de “la crisis” como un
momento particular entre largos períodos de “normalidad” de cuyas
consecuencias, las que estamos sufriendo y a la que aún no le hemos tomado
la medida debidamente.

Los nuevos fascismos

Una de las primeras consecuencias de la fenomenal capacidad
desestabilizadora de la globalización capitalista es,también, el
espectacular ascenso de los nuevos fascismos con base (potencial) de masas.
Algunos toman formas relativamente clásicas, como Amanecer Dorado en Grecia,
o anidan en nuevas xenofobias y repliegues identitarios. Pero actualmente,
el fenómeno dominante es la afirmación de corrientes fascistas con
referencia religiosa (y no ya el tríptico “pueblo/estado, raza, nación”). Se
manifiesta en todas las “grandes” religiones (cristiana, budista, induista).
Representa una amenaza considerable en países como India o Sri Lanka. Por
tanto, el mundo musulmán no tiene el monopolio en este terreno; pero es
claramente en él donde ha tomado una dimensión internacional particular, con
movimientos “transfronterizos” como el Estado Islámico o los talibanes (ver
la situación en Pakistán) y redes que se conectan más o menos formalmente
desde Marruecos a Indonesia, incluso (¿solo potencialmente?) en el sur de
las Filipinas.

Se puede discutir sobre la definición del concepto de fascismo. Estos
movimientos no están orgánicamente ligados al “gran capital” como en la
Alemania nazi, pero ejercen un terror de tipo fascista, hasta en la vida más
cotidiana. Allí donde existen, ocupan el “nicho político” del fascismo y nos
plantean problemas políticos nuevos (para nuestras generaciones) de la
resistencia antifascista a gran escala.

El término de “Islam político” remite a un amplio abanico de corrientes que
no entran todas en la misma categoría, ni mucho menos. Pero no hace tanto
tiempo, una parte significativa de la izquierda radical internacional
consideraba que el ascenso del fundamentalismo islámico (como el
talibanismo) tenía un carácter progresista y antiimperialista. Sin embargo,
incluso cuando se confronta a los Estados Unidos, representa una fuerza
contrarrevolucionaria temible. Con la ayuda de la experiencia, actualmente
son más raras las corrientes que mantienen posiciones "campistas", pero el
“campismo” sigue presente, como un reflejo pavloviano: se contentan con
condenar la intervención imperialista en Irak y Siria (que, realmente, hay
que hacer), sin decir nada sobre lo que es y lo que hace el Estado Islámico
ni llamar a hacerle frente.

Este tipo de posición impide totalmente plantear de forma clara el conjunto
de las tareas de solidaridad. Ya no basta con recordar la responsabilidad
histórica de los imperialismos, la intervención de 2003, los objetivos
inconfesados de la intervención actual o denunciar al propio imperialismo .
Hay que pensar las tareas concretas de solidaridad desde el punto de vista
de las necesidades de las poblaciones víctimas y de los movimientos en
lucha. Tomemos un ejemplo controvertido: desde este punto de vista, se puede
estar en contra de la intervención imperialista y a favor de proporcionar
armas pesadas por nuestros gobiernos a las fuerzas kurdas, que es una forma
de responder a un llamamiento insistente y repetido de las organizaciones
kurdas; ¿por qué negarse a hacerlo? No intento refugiarme detrás de un
argumento de autoridad, pero encuentro el texto de León Trotsky de 1938 /3,
que trata precisamente de estas cuestiones, realmente interesante y útil
para nuestros debates de de hace unos años (guerra de las Malvinas, por
ejemplo) y los actuales.

Los nuevos (proto) imperialismos

Después de 1991, las burguesías imperialistas tradicionales pensaban que
penetrarían en el mercado de los antiguos países llamados “socialistas”
hasta el punto de subordinárselos naturalmente e incluso se interrogaban
sobre si la OTAN tenía cumplía aún una función respecto a Rusia. Esta
hipótesis no era absurda como lo muestran la situación de China a partir de
los años 2000 y las condiciones de adhesión de ese país a la OMC (muy
favorables al capital internacional). Pero las cosas han evolucionado de
forma distinta y no parece que esto hubiera sido tomado en cuenta en un
inicio o seriamente por las potencias establecidas.

En China, se ha constituido una nueva burguesía en el interior del país y
del régimen, a través, principalmente, de la “burguesificación” de la
burocracia, auto-transformándose en clase propietaria por mecanismos que
ahora se conocen bien /4. Se ha reconstituido sobre una base de la
independencia (herencia de la revolución maoísta) y no como una burguesía
cuyo origen está orgánicamente subordinada al imperialismo. ¿Es China un
nuevo imperialismo? Al igual que con el concepto de fascismo, hay que
precisar lo que se entiende por imperialismo en el presente contexto
mundial. Por mi parte, utilizo la fórmula de "imperialismo en constitución"
(sin garantía de éxito) /5. Por el momento, baste decir que China se ha
convertido en una potencia capitalista para comprender que la geopolítica
del mundo contemporáneo es muy diferente de hace cincuenta años. Volveremos
sobre ello en el informe sobre la situación en Asia oriental.

Los BRICS han intentado actuar de forma concentrada en la arena del mercado
mundial, aunque sin gran éxito. Los países que componen este frágil “bloque”
no juegan todos en el mismo patio. China pretende jugar en el patio de los
más grandes. A Rusia, también miembro permanente del Consejo de Seguridad y
detentadora oficial del arma nuclear, le gustaría claramente, pero con
muchos menos medios. Brasil, India, África del Sur pueden probablemente ser
calificados de subimperialismos -una noción que se remonta a los años 1970-
y de gendarmes regionales, pero con una diferencia notable: gozan de una
libertad de exportar capitales mucho mayor que en el pasado. Ver el “gran
juego” abierto en África con la competencia entre Estados Unidos, Canadá,
Gran Bretaña, Francia, India, Brasil, África del Sur, China...

Dos conclusiones:

1. La competencia entre potencias capitalistas se reaviva, sobre todo, con
la consolidación de China, pero también de Rusia en Europa oriental. Sin
lugar a dudas, se trata de conflictos entre potencias capitalistas; ahora
bien, de conflictos cualitativamente diferentes de los del período anterior.
En el pasado, defendíamos la República Popular (y la dinámica de la
revolución) contra la alianza imperialista nipo-americana, sin alinearnos
jamás con la diplomacia pekinesa; en este sentido, estábamos en su campo. Se
verá (informe Asia) hasta qué punto la geopolítica regional se ha
modificado, lo que implica por nuestra parte un posicionamiento diferente,
“anticampista”.

2. Más en general, en lo que se refiere a la libertad de circulación de los
capitales, burguesías (incluso subordinadas) y transnacionales del “Sur”
pueden utilizar las reglas concebidas tras 1991 por las burguesías
imperialistas tradicionales para ellas mismas, haciendo más compleja que en
el pasado la competencia en el mercado mundial.

Expansión capitalista y crisis ecológica

La reintegración del “bloque” chino-soviético en el mercado mundial ha
permitido una enorme expansión capitalista alimentando el optimismo de las
burguesías imperialistas. Y alimentando, también, una aceleración dramática
de la crisis ecológica. No quiero extenderme sobre esta cuestión, pero sí
subrayar que:

1. En este contexto no se puede plantear la cuestión de la reducción de las
emisiones de efecto invernadero solo en el Norte; también hay que plantearla
en el Sur.

2. La resolución del tema de la “deuda ecológica” en el Sur no debería
favorecer el desarrollo capitalista mundial y beneficiar a las
transnacionales nipo-occidentales implantadas en el Sur o a las
transnacionales del Sur (del tipo de la agroindustria brasileña, etc.), lo
que no haría más que alimentar cada vez más crisis sociales y
medioambientales.

3. Sigue existiendo la necesidad de una solidaridad “norte –sur”. Por
ejemplo, en defensa de las víctimas del caos climático. Sin embargo, más que
nunca, en las relaciones “norte-sur”, lo que está al orden del día es una
lucha común “antisistémica” desde el punto de vista de las clases populares:
es decir un combate conjunto por una alternativa anticapitalista, una
concepción diferente del desarrollo en el “norte” y en el “sur” (pongo
comillas porque la heterogeneidad del “norte” y del “sur” es hoy tal que
esas nociones pueden ser engañosas).

4. Si bien el punto de partida es el combate socio-medioambiental para
“cambiar el sistema, no el clima”, tiene por base los movimientos sociales,
más que las coaliciones específicas sobre el clima. Me parece que, por
tanto, habría que volver a discutir la articulación entre los dos. Si no se
“ecologiza” el combate social (como lo que puede hacerse en las luchas
campesinas o urbanas), la expansión numérica de las movilizaciones “clima”
quedará en la superficie de las cosas.

5. Los efectos del caos climático se hacen sentir ya y la organización de
las víctimas, su defensa y su autodefensa también forman parte del combate
ecológico. Los efectos del supertifón Haiyan en las Filipinas superan en
amplitud todo lo que se había previsto. El futuro anunciado se ha convertido
en parte del presente. Esto tiene consecuencias desestabilizadoras que van
bastante más allá de las regiones directamente afectadas y provocan
tensiones en cadena (ver los refugiados de Bangladesh y los conflictos con
India sobre la cuestión de los emigrantes).

Un mundo permanentemente con guerras

Mi hipótesis es que no vamos hacia una tercera guerra mundial del tipo de
las Primera y Segunda, porque no asistimos a un conflicto por el reparto
territorial del mundo en el sentido que tenía en el pasado. Pero los
factores de guerra son muy profundos y diversos: nuevos conflictos
interpotencias, competencias en el mercado mundial, acceso a los recursos,
descomposición de las sociedades, ascenso de nuevos fascismos que escapan al
control de sus progenitores, afectos en cadena del caos climático y de las
crisis humanitarias de muy gran amplitud...

Esto quiere decir que ya hemos entrado de lleno en un mundo permanentemente
en guerras (en plural). Que cada guerra debe ser analizada en sus
especificidades. Sin embargo, necesitamos “puntos de referencia” para seguir
teniendo una brújula en una geopolítica muy compleja: independencia de clase
contra los imperialismos, contra los militarismos, contra los fascismos y el
ascenso de los movimientos identitarios “antisolidarios” (racistas,
islamófobos y antisemitas, xenófobos, castistas, fundamentalistas y demás).

En este contexto, la herencia “campista” es particularmente peligrosa.
Conduce a colocarse en el campo de un régimen (Assad...) contra una buena
parte del pueblo o de una potencia capitalista (en Asia oriental: Estados
Unidos en nombre de la amenaza china o China en nombre de la amenaza
estadounidense; Rusia u Occidente en el caso de Ucrania). En cada ocasión se
abandona a una parte de las víctimas (que se encuentran en el lado
equivocado), se alimentan nacionalismos agresivos y se santifican las
fronteras heredades de la era de los “bloques” cuando precisamente debemos
borrarlas.

Seguimos siendo tributarios de esta herencia más de lo que creemos. Cuando,
en Francia, hablamos de Europa, eso significa de hecho la Unión Europea o en
el mejor de los casos una Europa del Oeste ampliada y es en este marco en el
que elaboramos alternativas. Pero Europa, es también Rusia y hay que pensar
alternativas que incluyan los dos lados de la frontera ruso-oeste-europea
(incluso el Mediterráneo). Esta cuestión es particularmente importante en
Eurasia, pues es el único continente que ha sido hasta ese punto configurado
por la confrontación revolución/contrarrevolución y el enfrentamiento de los
“bloques”.

Los límites de la superpotencia

Los Estados Unidos siguen siendo la única superpotencia en el mundo; sin
embargo, pierden todas las guerras que han emprendido (de Afganistán a
Somalia). ¡Hasta ese punto es llamativo! La causa de ello está probablemente
en la globalización neoliberal que les prohíbe consolidar (en alianza con
las élites locales) logros militares temporales.

Quizá sea, también, una consecuencia de la privatización de los ejércitos,
jugando un papel creciente las firmas de mercenarios, así como las bandas
armadas “no oficiales” al servicio de intereses particulares (grandes
empresas, grandes familias...). Decididamente, el Estado no es ya lo que
era.

Se trata, también, de que esta potencia, por muy súper que sea, no tiene los
medios para intervenir en todos los rincones del mundo en condiciones de
inestabilidad estructural. Tendría necesidad de imperialismos secundarios
capaces de respaldarle. Pero la constitución de un imperialismo europeo ha
abortado; Francia y Gran Bretaña solo disponen de capacidades muy limitadas;
Japón debe romper aún las resistencias de la sociedad civil a su
remilitarización completa.

Las guerras están ahí para durar, bajo múltiples rostros. Por tanto,
beberíamos interesarnos, de nuevo, a cómo se desarrollan, sobre todo en lo
que respecta a las resistencias populares, para comprender mejor las
condiciones de su lucha, la realidad de la situación, las exigencias
concretas de la solidaridad...

Quien dice guerras debería decir movimiento antiguerra. Siendo las guerras
muy diferentes las unas de las otras, la constitución de movimientos
antiguerra en sinergia no es algo que carezca de dificultades. La mirada
militante dirigida desde Europa (occidental) sobre esta cuestión parece
pesimista, como consecuencia de la corrosión y la impotencia que ha
introducido el “campismo” en las principales campañas emprendidas en este
terreno. Pero sí que hay movimientos antiguerra, en particular en Asia. Y en
Eurasia, me parece que la superación de las fronteras heredadas de la era de
los bloques se hará esencialmente sobre esta cuestión.

Notas

1/ Ver la resolución del XV Congreso mundial de la IV Internacional
disponible en francés en ESSF artículo 3973. Les résistances à la
mondialisation capitaliste, une chance pour un nouvel internationalisme.

2/ Para una presentación de esta cuestión, ver en particular Michel Husson
“Notes sur l’impérialisme contemporain – Théories d’hier, questions
d’aujourd’hui”, http://hussonet.free.fr/ncs14w.pdf

3/ http://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/escritos/libro5/T09V234.htm

4/ Ver Au Loong Yu, China’s Rise : Strength and Stability, Merlin Press,
Resitance Books, IIRE, 2012. Traduction française partielle : « La Chine :
un capitalisme bureaucratique. Forces et faiblesses », chez Syllepse (2014).

5/ Voir sur ESSF (article 32424), Ambitions chinoises – Un impérialisme en
constitution : http://www.europe-solidaire.org/spi...

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Notas para el debate sobre "imperialismo y geopolítica" 

François Sabado

El texto de Pierre Rousset/1, así como el de Michel Husson/2 hacen mención a
las diferencias entre el imperialismo de finales del siglo XIX y principios
del siglo XX con el imperialismo global de principios del siglo XXI. Por mi
parte quisiera señalar dos grandes diferencias entre estas dos épocas
históricas:

•La primera tiene que ver con las transformaciones que se han dado en el
mundo, con la emergencia de China y de las nuevas potencias económicas
asiáticas que han desplazado el centro de gravedad de la economía mundial. 

•La segunda se refiere al movimiento obrero organizado. Un movimiento obrero
que si a finales del siglo XIX y principios del siglo XX estaba en
expansión, y que a comienzos de este siglo XXI se encuentra en plena crisis
histórica.

1. La profunda transformación del mundo

Tenemos que tomar conciencia de ella. No se trata de cambios o mutaciones
coyunturales que, una vez pasada la crisis, volverán al punto de partida.
Para tomar conciencia de su amplitud podemos tomar como referencia el
desplazamiento de los centros de gravedad económica que hemos conocido a lo
largo de la historia: en 1760-1780 el que se dio de Holanda a Inglaterra y
en el período de entreguerras mundiales el operado entre Inglaterra y
Estados Unidos. En esta ocasión, la única diferencia es que no sólo se trata
de un desplazamiento del centro de gravedad de un continente a otro, sino de
un cambio más global: económico, social, político, cultural… Se trata de una
transformación en la que Occidente (Europa y EE UU), que ha dominado el
mundo desde el descubrimiento de América, pierde su hegemonía en beneficio
de las nuevas potencias emergentes o de viejas potencias que recuperan su
fuerza 4 o 5 siglos después.

1.1 En las nuevas relaciones mundiales, Europa pierde peso y Estados Unidos,
aún cuando continúe siendo la primera potencia militar mundial, ha perdido
su hegemonía económica. En este contexto, la evolución de la crisis en EEUU
va a ser determinante, si bien la participación de los países del G7 en el
PIB mundial, que a principios de los años 1980 era del 56%, en el 2010 se
situó en el 40%. Las previsiones indican, además, que las curvas de
crecimiento de los exG7 de un lado y de China y las nuevas potencias
asiáticas de otro, van a cruzarse en las próximas décadas. Otro tanto podría
ocurrir con la renta per capita en los años 2030-2040. Tendencia confirmada,
también, por los índices de crecimiento de los diez o quince últimos años:
entre el 8 al 12% para China e India contra el 1 al 2% para EE UU, y el de
las reservas mundiales.

1.2 En esta crisis, el mapa del mundo se redefine y la competencia hace
estragos

Las nuevas relaciones de fuerza desembocan en nuevas tensiones económicas
inter-capitalistas o inter-imperialistas que, en determinadas contextos,
pueden desembocar en conflictos militares. El retroceso de Estados Unidos se
traduce en una crisis de su hegemonía. Aún cuando continúa siendo una
potencia mundial, su posición está debilitada en todas las guerras en las
que toma parte en el planeta. La relación de fuerzas en la situación actual
no es la misma que durante el "nuevo orden mundial" de los años 1990.

1.3 La crisis europea no puede explicarse al margen de estos cambios a nivel
mundial. La UE quiere adaptar el mercado laboral europeo al mercado mundial.
Ahora bien, la crisis en Europa puede adquirir una gravedad enorme debido,
justamente, a su débil posición en la competencia mundial. Alemania continúa
siendo uno de los principales países exportadores (47% del PIB, frente a
Japón, 17%, y China, 15%) pero también se ve afectada por la contracción del
mercado mundial. Por otra parte, con el fin de hacer frente a la competencia
mundial, las clases dominantes europeas quieren cargarse lo que queda del
"modelo social europeo". Desde su punto de vista, es necesario desmantelar
lo mucho de "social" aún queda en ese modelo. De ahí la ofensiva
especulativa que azota los mercados europeos. "Mercados" tras los que se
encuentran: banqueros, dirigentes de fondos de pensiones, de
multinacionales… que exigen elevar la tasa de plusvalía mediante la
reducción de los salarios, desmantelar la Seguridad Social e incrementar el
tiempo de trabajo. De ahí la brutalidad de las políticas de austeridad, cuyo
objetivo es adaptar la fuerza del trabajo a las exigencias de un mercado
mundial arrastrado por las relaciones sociales de las potencias emergentes,
que implica la reducción de 10 a 15 puntos del poder adquisitivo en los años
que vienen.

Pero, además, y eso es lo que le da un carácter agudo, explosivo, a la
crisis, a ello se le añade el tipo de construcción política que ha conocido
Europa: con divergencias o trayectorias económicas divergentes entre
diversos polos de la UE (Alemania y el círculo de Holanda, Austria, Europa
del Norte, la periferia sur de Europa, Francia en el centro…). Las
relaciones franco-alemanas reflejan la realidad económica, política e
institucional de Europa; una Europa sin un Estado europeo, sin una dirección
europea y carente de un plan de desarrollo y de respuestas concretas a la
crisis.

Por ello, las transformaciones que se están dando a nivel mundial conllevan
el declive de Europa y minan tanto los fundamentos de la democracia política
como las bases sociales y electorales de los grandes partidos tradicionales.
Crea, también, las condiciones para el desarrollo de tendencias
autoritarias. Es lo que reflejan los informes de la Troika y, en algunos
países de Europa del Sur, las crisis políticas nacionales donde la extrema
derecha puede situarse en el primer plano de la escena política. Si bien los
intereses de la burguesía mundializada no coinciden con el de una "opción
proteccionistas" de extrema derecha, no se puede descartar un "accidente
político" que sitúe a la extrema derecha a las puertas del poder.

2. Crisis histórica del movimiento obrero

2.1. El nuevo redespliegue del imperialismo no se puede comprender mas que
en el marco de la nueva relación de fuerzas entre las clases en las
metrópolis imperialistas. Relaciones de fuerza caracterizadas por un
debilitamiento histórico del movimiento obrero tradicional. En este
contexto, ¿cuál es la situación del movimiento obrero y de la izquierda?
Pensábamos (y la IV Internacional no era la única en hacerlo) que la
gravedad de la crisis económica posibilitaría una dinámica de recomposición
y de reorganización del movimiento obrero y de los movimientos sociales… Es
verdad que existen experiencias como la de Syriza, o la del movimiento
Indignados pero, a pesar de ello, la explosividad de la situación no se
traduce política, orgánicamente en estos movimientos: los sindicatos no se
fortalecen, tampoco lo hacen los partidos reformistas, la izquierda radical,
la izquierda revolucionaria… ni las corrientes de izquierda en las grandes
formaciones. Tamnpoco asistimos a la emergencia de nuevas organizaciones, si
exceptuamos Podemos. Es cierto que se dan nuevas expresiones organizativas,
pero por el momento son muy inestables. Además, retrospectivamente hablando,
podemos decir que desde el inicio de las crisis capitalistas en la historia
y si exceptuamos las coyunturas en las que el movimiento obrero había sido
físicamente eliminado por el fascismo o las dictaduras militares, nunca
antes habíamos asistido a una simultaneidad tan estrecha entre la crisis del
sistema capitalista y la existencia de un movimiento obrero tan débil para
hacerle frente.

2.2 El movimiento obrero se ve afectado por varios factores:

a) Desde finales de los años 1970, las contra-reformas liberales a escala
mundial provocaron un proceso de reestructuración de la fuerza de trabajo:
individualización, precarización, retroceso de derechos colectivos y
debilitamiento de las organizaciones sindicales. La desindustrialización
liquidó las grandes concentraciones obreras. Y no digamos nada del llamado
sector "informal". La gente obrera y empleada constituye más del 60% de la
población activa, pero su estructura social se ha modificado radicalmente.
En China, o en el resto de los países asiáticos, la industrialización ha
conducido a una expansión sin precedentes del proletariado, pero no estamos
más que en los inicios de su organización en movimientos independientes. Y,
en cualquier caso, actualmente tampoco existe una sincronización entre los
sindicatos y asociaciones o partidos en Europa, Estados Unidos y Asia.
Estamos frente a retrocesos en Occidente y procesos incipientes en el Este.

b) La formación de una conciencia socialista revolucionaria paga el tributo
del balance del siglo pasado; fundamentalmente, del estalinismo del corto
siglo XX, que para millones de personas fue identificado con el comunismo.
Un siglo XX que en sus últimos años dio nacimiento a la globalización
capitalista neoliberal.

c) Los partidos y organizaciones social-demócratas han sufrido una mutación
social-liberal o, mejor dicho, neoliberal, aunque guardan lazos históricos
con la social-democracia de antaño. Se trata de fuerzas políticas de
alternancia dentro del sistema, lo que les obliga a diferenciarse de los
partidos de derechas en función, evidentemente, de las especificidades
nacionales; pero están totalmente integradas en la gestión de la crisis. No
hay diferencias entre la social-democracia y los dirigentes de derecha
europeos. Los procesos de primarias y su parecido con el Partido Demócrata
de los EE UU van en el mismo sentido. Se trata de partidos cada vez menos
obreros y cada vez más burgueses. En cuanto a los partidos
post-estalinistas, o bien se han visto reducidos a expresiones sectarias
como el PCP-portugués o el KKE-griego, o bien se dedican a hacer seguidismo
de los partidos social-demócratas o a resistir tratando de tener una
política llamada "anti-liberal, pero de gestión de la economía y de las
instituciones capitalistas". Partidos como en PS en Francia evolucionan tan
a la derecha que dejan espacio para este tipo de formaciones que pueden
jugar un papel independiente en tanto que no se ven obligados a entrar
directamente en el Gobierno.

d) El efecto combinado del debilitamiento del movimiento obrero frente
durante más de tres décadas de ataques neoliberales con la política de las
direcciones de la izquierda mayoritaria, da margen de maniobra a la
burguesía mundial para "gestionar la crisis". Refuerza la posición de los
mercados financieros y profundiza los ataques contra las clases populares;
en los BRICS, incluso mejora la situación de millones de personas… Cuando no
existen salidas obreras, el capital siempre tiene una salida a la crisis. El
problema es que el coste social, ecológico y humano de su "solución" es cada
vez más terrible.

Notas

1/ Ver en VIENTO SUR "El caos geopolítico y sus implicaciones: notas de
introducción para una reflexión colectiva".
http://www.vientosur.info/spip.php?article9505.
<http://www.vientosur.info/spip.php?article9505> 

2/ http://www.vientosur.info/spip.php?article9358

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