Uruguay/ mapa de la "estratificación" social [Mario Arregui]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Sep 16 13:56:28 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 16 de setiembre 2014

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A l’encontre – La Breche

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Uruguay

Cuesta arriba, cuesta abajo

Uruguay en clases

Mapa de la estratificación uruguaya: una sociedad mesocrática, con una buena
distribución para América Latina pero mala ante Europa, cuyo nivel de
pobreza depende del ciclo económico y del sistema de enseñanza

Miguel Arregui

Que Pasa, 13-9-2014

http://www.elpais.com.uy/

El viejo estereotipo de un Uruguay de clases medias es cierto, al menos para
los estándares latinoamericanos. El 60,2% de la población ocupa esa franja
tan dinámica y a la vez amortiguadora, según un estudio reciente del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

La clase alta estaría formada por el 5,3% de la población uruguaya, unos
175.000 individuos y, en el otro extremo, el 8,1% (unas 270.000 personas)
serían pobres. Mientras tanto el 26,4% de los habitantes del país, ubicados
entre los pobres y la clase media, estaría en un lugar vulnerable: "una
situación que supera el umbral de la pobreza pero no alcanza el nivel de
seguridad económica que define a la clase media".

Quiénes son

El estudio de Naciones Unidas considera "clase media" a quienes tienen
ingresos per cápita de entre 10 y 50 dólares al día (entre 240 y 1.200 pesos
uruguayos al día de hoy). En otras palabras: una familia promedio uruguaya,
compuesta por tres miembros, integra la clase media si su ingreso mensual
suma entre 22.000 y 110.000 pesos. Luego, según su ingreso, pero también la
cantidad de miembros y, sobre todo, su patrimonio, caerá en categorías más
precisas, como clase media-baja, media-media y media-alta. Mientras tanto
los "vulnerables", aquellos que están a un paso de la pobreza, en Uruguay
serían quienes tienen ingresos diarios per capita de entre 100 y 250 pesos.

Toda esta información surge de convenciones estadísticas, es cierto, pero
son parecidas a la realidad. Los estamentos más bajos de la clase media son
muy vulnerables. El más mínimo tropiezo los devolverá a la pobreza, pues no
siempre tienen las habilidades, las herramientas y un entorno social que los
sostenga. Suelen ser obreros y empleados con escasa formación,
cuentapropistas informales, empleados precarios.

La clase media más consolidada, en tanto, se integra con gerentes,
profesionales, técnicos, burócratas de rangos medio y alto, obreros y
empleados calificados, empresarios y comerciantes medios, docentes,
intelectuales, rentistas y jubilados con buenos ingresos.

Uruguay es el país con la clase media más extendida de América Latina (60,2%
según el citado informe del PNUD), seguido por Argentina (54,4%) y Chile
(44%). En el otro extremo, muy lejos, están varios países de América
Central, donde media una abismo entre los estamentos. "Las diferencias entre
Uruguay y los países en el extremo inferior son dramáticas", señala el
informe.

Criterios opinables

Sin embargo Uruguay no es una nación tan mesocrática si se la compara con
Europa. Tiene la mejor distribución de la riqueza de América Latina, pero es
muy mala si se la compara con Europa y vastas regiones de Asia. El 20% de
los hogares más pudientes concentra alrededor de la mitad de la riqueza.
Uruguay habitaría entonces una suerte de Purgatorio entre Europa y América
Central.

Cualquier división en "clases sociales" es opinable y cambiante según los
criterios y el período histórico, pues las sociedades se han tornado
particularmente complejas y móviles.

"Clase media" se define por exclusión: está integrada por aquellos que no
son los más ricos ni los más pobres. Pero los límites son imprecisos. Así,
por ejemplo, en julio de 2013 el entonces ministro de Economía yFinanzas,
Fernando Lorenzo, afirmó en una comisión de la Cámara de Representantes que
tanto como el 72,1% de los pobladores de Uruguay pertenecía a la muy
venerada clase media, que estaba integrada por casi 2,5 millones de
personas, 800.000 más que al finalizar 2005. Dos de cada tres de ellos tenía
educación Primaria y Secundaria y el 35% restante había recibido educación
terciaria y técnica, señaló Lorenzo.

Las cifras varían drásticamente si se aplica un criterio más restrictivo
para definir la "clase media", además de las otras clases sociales.

Un estudio de 2012 del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) concluyó
que el 16,5% de los hogares uruguayos integran la clase alta, otro 52,8% la
clase media y el 30,7% restante pertenecía a la clase baja. Así, según este
estudio, la clase media no trepa al 72,1%, como estimó el ex ministro
Lorenzo, ni al 60,2%, como calcula el PNUD, sino a poco más de la mitad de
la población uruguaya.

La clase alta

Según ese estudio del Cinve, realizado por las investigadoras Cecilia Llambí
y Leticia Piñeyro, desde 2008 a 2011 creció la clase alta (de 14% a 16,5% de
los hogares), la clase media se mantuvo y se redujo la clase baja (de 33% a
30,7% del total de hogares).

En el seno de la clase alta había un sector particularmente rico, que
significaba el 4,7% de los hogares del país. Asimismo, dentro de la clase
media era posible distinguir clase media-alta (16,4% de la población total),
clase media-media (18%) y media-baja (18,4%).

En 2012 los hogares de Montevideo de clase alta eran el 22,7% del total
(11,8% en el interior), la clase media el 53,7% (52,4% en el interior) y la
clase baja el 23,7% (35,9% en el interior).

El estudio tomó en cuenta los resultados de la Encuesta Continua de Hogares
que realiza el INE y del censo 2011. Se consideró el ingreso de los hogares,
la calidad de la vivienda y sus servicios, su equipamiento, la posesión de
automóvil, las posibilidades de consumo e inversión del núcleo familiar, el
nivel educativo y otras variables que contribuyen a definir un perfil de
clase.

Rasgos de la pobreza

La reducción de la pobreza depende en primer lugar del crecimiento
económico, con su secuela de empleo y aumento del salario real. Las
prestaciones del Estado (seguro de desempleo, asignaciones familiares,
"salario social", sistema público de salud) también contribuyen a sacar a
cierto segmento de una situación de indigencia o pobreza y empujarlos hacia
arriba.

Uruguay lidera en la cobertura de pensiones para adultos mayores, sostiene
el estudio del PNUD. Las jubilaciones y pensiones relativamente altas
sacaron de la pobreza a muchos ancianos, que incluso se mantuvieron en la
"clase media" en 2002, cuando el Estado continuó pagando pensiones y
salarios públicos a costa de una altísima desocupación en el sector privado
y el quiebre de miles de empresas.

La pobreza, hasta cierto punto, se vincula al trabajo informal:
cuentapropistas, empleados sin derechos sociales y otras formas precarias de
ocupación. Más del 60% de los trabajadores son informales en Bolivia,
Guatemala, Honduras, Ecuador, El Salvador, Perú y Colombia, según el PNUD,
en tanto rondan el 32% en Uruguay y Chile.

La extensión de la clase media uruguaya y la caída de la pobreza tienen
mucho que ver con el ingreso. En abril el Banco Mundial divulgó un informe
que señala que Uruguay tiene el mayor nivel de ingreso per capita (medido
según paridad de poder adquisitivo, o PPA, que compara la capacidad de
compra en cada país), con 17.343 dólares al año. Le siguen Venezuela (que
reportó 16.377 dólares, aunque su distribución de la renta sigue siendo de
las peores de América Latina), Panamá (15.369 dólares) y Brasil (14.369).
Los ingresos más bajos se registran en Haití, Nicaragua, Honduras y Bolivia.

Evolución de la pobreza

La extensión de la pobreza y de la indigencia (pobreza extrema) en Uruguay,
si se la mide exclusivamente por el ingreso, ha variado según el ciclo
económico. Aumenta en períodos de recesión o crisis y disminuye en épocas de
auge.

En Uruguay se considera pobre a quienes tengan un ingreso per capita mensual
inferior a unos 9.500 pesos (menos de 6.500 pesos en el interior del país,
donde algunos componentes de la canasta de bienes y servicios básicos, como
la vivienda, son más baratos). En consecuencia, es pobre para las
estadísticas una familia montevideana de tres miembros con ingresos por
debajo de 28.500 pesos, incluyendo salarios, prestaciones sociales,
servicios de salud, etc. Y son indigentes aquellos que ni siquiera pueden
acceder a una canasta básica de alimentos que cuesta alrededor de 2.500
pesos mensuales por persona.

La medición de la pobreza por el ingreso no permite ver otras cuestiones de
fondo como la calidad de la vivienda, si los niños y adolescentes reciben
educación formal o si los miembros del hogar tienen cobertura de salud, como
sí lo hace el método de las "Necesidades Básicas Insatisfechas" (NBI). Éste
método alternativo considera que un hogar es pobre cuando,
independientemente de la suma de dinero que obtiene como ingreso, no puede
acceder a bienes y servicios básicos para el desarrollo de sus miembros:
calidad de la vivienda, acceso a la enseñanza y a la salud, etc.

Según un estudio sobre los datos del censo de 2011, el 34% de los hogares
uruguayos tenía al menos una Necesidad Básica Insatisfecha. Los mejores
registros se daban en Montevideo (aunque con gran disparidad según barrio),
Flores, Colonia y Florida, y los peores en Artigas, Salto, Rivera y las
zonas oeste y noreste de Montevideo. Las NBI más comunes eran la falta de
una "vivienda decorosa" (hacinamiento, falta de espacio suficiente para
cocinar) o carencias en la evacuación de excretas, en el abastecimiento de
agua o de "elementos básicos de confort" (calefacción principalmente). El
44% de los menores de 14 años que residían en Uruguay tenían al menos una
NBI.

Los barrios de Montevideo que registran mayores necesidades básicas
insatisfechas se ubican en el suroeste y noreste, según datos del Ministerio
de Desarrollo Social (Mides). Por el contrario, los hogares con menos NBI se
hallan en los barrios ubicados sobre la costa del Río de la Plata y en torno
al eje central de la ciudad que forma bulevar Artigas.

En términos generales, las necesidades básicas insatisfechas de la población
uruguaya, incluida la rural, disminuyeron sustancialmente desde la década de
1990.

En 1986, después de la grave crisis económica de 1982-1983, la pobreza
alcanzaba al 38,3% de los hogares uruguayos. La pobreza se fue reduciendo
-mientras crecían las clases media y alta- hasta alcanzar un mínimo de 11,7%
en 2001. (Los números son relativos porque el método de cálculo y la
amplitud de la muestra han variado con los años).

Pero en 2002, cuando la economía otra vez desbarrancó, se produjo un
incremento abrupto de la pobreza y de la desigualdad. Entonces el desempleo
promedio anual pasó del 10% al 17%, con picos trimestrales de 20%, lo que
significó que unas 135.000 personas perdieron sus trabajos. Muchos cayeron
en la pobreza junto a su familia, aunque no todos, pues los tejidos
familiares sostuvieron a un segmento de los abatidos.

La economía comenzó a salir del pozo en la segunda mitad de 2003, empujada
por el sector agropecuario. La mejora constante del empleo hizo que la
pobreza remitiera. Los más beneficiados fueron las mujeres, los menores y la
población del interior.

La pobreza en todo el país alcanzó al 34,4% de la población en 2006, 30,5%
en 2007, 22,4% en 2008, 20,9% en 2009, 18,6% en 2010, 13,7% en 2011, 12,4%
en 2012 y 11,5% en 2013 (que equivale al 7,8% de los hogares).

La pobreza es más alta en Montevideo (15,7% de las personas en 2013) que en
el interior (poco más del 8%). La indigencia, mientras tanto, un "núcleo
duro" que se resiste a desaparecer, en los últimos años se estancó en torno
al 0,6%.

Los hogares más pobres suman unos 30.000. Sus miembros, que suelen ser
numerosos, no se benefician de los momentos de auge económico ni se hunden
en los de depresión, pues no es posible ir más abajo. Según estudios
oficiales, en casi todos esos hogares hay algún miembro con antecedentes
penales y, en muchos casos, discapacitados intelectuales o físicos. Otras
características de este segmento: desocupación o trabajo esporádico, baja o
nula educación formal, ausencia de figuras parentales, violencia doméstica,
desnutrición, adicción a drogas, jóvenes que ni estudian ni trabajan,
hacinamiento (los niños comparten la cama con sus padres), vivienda
precaria.

Los "ni-ni"

La pobreza tiene una mayor incidencia en los niños, pues alcanza al 25,35%
de los menores de 14 años. En esa franja etaria el porcentaje más que
duplica e incluso triplica la media, según el año en consideración. En los
sectores menos pudientes, la tasa de fecundidad más que duplica la que
exhiben las clases medias y altas.

Según el ya citado estudio del PNUD, Uruguay y Perú cuentan con la menor
población de "ni-ni" (jóvenes de 15 a 24 años que no estudian ni trabajan)
de América Latina: 15,3%. La tasa más alta la tiene Guatemala (25,1%). Sin
embargo, entre los jóvenes en situación de pobreza la mayor proporción de
quienes no estudian ni trabajan está en Uruguay, con un 40,3%.

En suma: los hogares más pobres son más numerosos pues las parejas tienen
más hijos, y dos de cada cinco miembros jóvenes son "ni-ni", lo que
contribuye a perpetuar la miseria.

Según los pensadores liberales, la educación es la principal causa de
discriminación y generadora de futuros ricos y pobres.

El sentido de la pertenencia

El tope de la clase alta, el sector con mayor patrimonio y mejor nivel de
vida de la sociedad, suele contar con cabezas de familia -él o ambos- con
educación universitaria. También es probable que hayan heredado una sólida
empresa familiar —comercial, industrial o agropecuaria—, o en todo caso
ocupan los más altos cargos gerenciales de grandes firmas. Suelen vivir en
casas o apartamentos lujosos en barrios del sudeste de Montevideo -Carrasco,
Punta Gorda, Malvín, Buceo, Pocitos o Punta Carretas-, sus hijos concurren a
prestigiosos centros de enseñanza privada, integran grupos de presión o de
influencia socio-política y llevan un modo de vida suntuoso aunque discreto.
La pompa, en todo caso, es más patrimonio de los "nuevos ricos", los recién
llegados al gran estándar de vida gracias a carreras o negocios exitosos.

Un criterio de clase estrictamente economicista, que mida sólo los ingresos,
induce a error. Hay sentidos de pertenencia y hay herramientas que favorecen
la permanencia, el ascenso o el descenso en la escala socio-económica.

Se puede integrar la clase media-alta (o la alta-baja, según se mire) por
tener ingresos elevados, aunque aún no se haya acumulado mucho en inmuebles
o activos financieros, por ejemplo. Y también se puede pertenecer a ese
sector si se posee un buen patrimonio, aunque los ingresos actuales sean
relativamente bajos.

Quienes integran la clase alta desde hace mucho tiempo comparten una
cultura, como también las otras clases. Un "nuevo rico" suele ser ostentoso
como no lo son los ricos de larga data. De igual forma, se puede zafar de la
clase baja por un incremento de los ingresos, poseer automóvil y dinero en
el bolsillo pero permanecer en la marginación social, muy ajenos a los usos
y costumbres de la muy melindrosa clase media. También se puede caer de la
ansiada clase media, como ocurrió con decenas de miles de familias en crisis
como las de 1982 o 2002, y guardar el bagaje cultural que permita el regreso
apenas la economía de oportunidades. De la misma forma, algunos sectores de
clase media con formación y trama familiar sólida no caerán en la pobreza
por un tropiezo económico. Así, por ejemplo, alguien que pierda su empleo
por algún tiempo será sostenido por su cónyuge o familiares y continuará
habitando un hogar confortable, sin "necesidades básicas insatisfechas". En
el extremo inferior de la escala social, los pobres más pobres no tienen
herramientas para aprovechar los ciclos de bonanza económica. La extrema
pobreza es un "núcleo duro" difícil de vencer (ver nota central).

Movilidad social y confort

En 2013 el 97,6% de los hogares tenía refrigerador (con o sin freezer), el
81,9% disponía de calefón, el 77,4% incluía lavarropas, el 64,8% tenía
teléfono fijo, el 66,1 % disponía de computadora, el 61,1% utilizaba horno
microondas, el 65,1% contaba con conexión a televisión para abonados ("TV
cable"), el 87,8% tenía uno o más televisores color, el 52,8% accedía a
Internet, el 34,7% poseía moto o ciclomotor, el 25,7% equipos de aire
acondicionado, el 6,6% utilizaba secadora de ropa y el 3,6% un aparato
lavavajillas.

Según la Instituto Nacional de Estadística, en 2013 el 38,5% de los hogares
poseía automóvil o camioneta, pese a que son muy caros para los estándares
internacionales.

En casi medio siglo (1963-2011) la población uruguaya aumentó 26,6% y los
hogares 52,4%. El tamaño del hogar promedio cayó de 3,39 personas en 1963 a
2,82 en 2011. En un cuarto de siglo se duplicó la cantidad de hogares
unipersonales hasta llegar al 21,6% del total. El 40% de los octogenarios
vivían solos.

El 61,5% de los pobladores de Uruguay eran propietarios de su vivienda,
aunque solo el 40% había terminado de pagar el terreno y la construcción.
Ese porcentaje de propietarios era mayor en el quintil más rico (el 20% más
solvente de la sociedad), donde alcanza a 70,2%. En el quintil más pobre, la
proporción de propietarios bajaba a 52,4%.

La población de Montevideo tiene una mayor proporción de ricos que el
interior, y también mayor proporción de indigentes: los dos extremos.

Un estudio del Banco Mundial divulgado en 2013 señala que si bien el tamaño
de la clase media uruguaya se redujo entre 2000 y 2010, afectada duramente
por la crisis de 2002, creció con vigor si se toman períodos mayores y se la
compara con 1989. El mismo estudio, sin embargo, señala que la movilidad
social en Uruguay no es muy generosa. El 30% de las personas cambiaron de
nivel económico en Uruguay en lo que va del siglo XXI. Según el mismo
análisis del Banco Mundial, el país con mayor movilidad en estos momentos es
Chile -la economía más dinámica de la región en las últimas décadas-,
seguido por Brasil, Colombia, Ecuador y Bolivia. Sólo Argentina, Venezuela y
Paraguay tienen peores registros de movilidad social que Uruguay.

Pero, a la vez, Uruguay tiene una escasa movilidad descendente relativa. "En
países como Guatemala, Nicaragua y Venezuela, hay una probabilidad del 30%
de caer en la pobreza, mientras que en Bolivia, Honduras y Paraguay, la
probabilidad es del 20%. En el otro extremo, países como Brasil, Chile y
Uruguay siguen mostrando bajas tasas de movilidad descendente", indicó el
informe del Banco Mundial.

Clases sociales y estadísticas

14% del ingreso total de los uruguayos es percibido por el 1% más rico,
según dijo a El País la economista Andrea Vigorito, quien trabaja con datos
oficiales. La media en los países desarrollados es que el 1% más rico
percibe el 10-12% del ingreso, en tanto en Colombia o Ecuador concentra
alrededor del 20%.

19% de los uruguayos tiene educación terciaria completa (10,8) o incompleta
(7,8%). La enseñanza superior es más común entre quienes tienen entre 25 y
29 años (30,6% del total). El poseer educación superior es uno de los
distintivos básicos de las clases media-alta y alta, aunque no sea condición
excluyente.

72% de los jóvenes del quintil más alto de la sociedad (el 20% más rico)
termina la enseñanza básica superior. Pero sólo el 10% de los jóvenes
perteneciente al quintil más bajo de la sociedad (20% más pobre) culmina la
enseñanza media superior. Los niveles de enseñanza formal son fiel reflejo
de clase social.

62% de los uruguayos contaba en 2013 con una mutualista (asistencia médica
colectiva) o un seguro privado, en tanto el resto de la población dependía
del sistema de salud del Estado (ASSE), incluyendo los hospitales Militar y
Policial, disponía de una emergencia móvil o no tenía cobertura alguna.

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