Memoria/ Hiroshima-Nagasaki: las verdaderas razones [Ross Harrold]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Ago 10 13:02:00 UYT 2015


  _____

Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 10 de agosto 2015

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

www.alencontre.org <http://www.alencontre.org/>

  _____

Memoria

70 años del holocausto atómico

Hiroshima-Nagasaki: las verdaderas razones

Ross Harrold

Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), Francia

http://npa2009.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

Los días 6 y 9 de agosto de 1945, en unos segundos, fueron aniquiladas las
vidas de al menos 150 000 japoneses. Las semanas y meses posteriores,
decenas de miles murieron aún, a menudo en medio de atroces sufrimientos...

Hoy, igual que entonces en el campo de los aliados, hay aún políticos y
"expertos" que afirman que, a pesar del horror, los bombardeos eran
necesarios para evitar la muerte de centenares de miles de soldados y
civiles en una guerra muy larga. Este argumento es falso y oculta las
verdaderas motivaciones del gobierno americano.

"Hacer una demostración de fuerzas"

En agosto de 1945, replegado a sus principales islas y Manchuria, Japón no
era ya capaz de ofrecer una resistencia consecuente. Ocho millones y medio
de japoneses habían abandonado sus ciudades. La producción de guerra se
había reducido al mínimo. En las refinerías de petróleo la producción había
sido reducida un 83%, la producción de motores de avión el 75%, la de las
cabinas de avión un 60%. Sicientas fábricas importantes habían sido
destruidas y el 90% de sus navíos habían sido hundidos.

Un estudio realizado por el ejército americano tras la guerra concluía que,
incluso sin las bombas, Japón habría capitulado ciertamente antes del 31 de
diciembre, quizás incluso antes del 1 de noviembre. En sus memorias, el
general Eisenhower hablará de su "convicción de que Japón estaba ya
derrotado, de que el bombardeo era completamente inútil" y que "la
utilización de una bomba (no era) necesaria para salvar la vida de
americanos". Más adelante, añade que el general MacArthur (el oficial de
mayor graduación en el teatro de operaciones del Pacífico) "pensaba que el
bombardeo era completamente inútil desde un punto de vista militar". En fin,
los Estados Unidos habían conseguido descifrar los códigos de comunicación
japoneses y sabían que Japón intentaba negociar y que incluso contemplaba la
posibilidad de rendirse.

Algunos analistas evocan el argumento de que, tras haber gastado sumas
colosales para desarrollar la bomba, había que utilizarla o que el disparar
las bombas permitía observar el impacto, en situación real, de esta nueva
arma. Por otra parte, si las dos ciudades no habían sufrido los bombardeos
"clásicos" infligidos a otras ciudades japonesas...¿era para medir mejor los
efectos de la bomba atómica?

Es completamente posible que tales cínicos argumentos hayan influido en la
decisión. En una conversación con el presidente Truman el 6 de junio de
1945, el Ministro de asuntos exteriores, Henry Stimson dice: "Temía que
antes de estar preparada, el Ejército del Aire hubiera destruido de tal
forma Japón que el nuevo arma no gozara de una situación suficientemente
creíble para mostrar su fuerza". Frente a esta observación, el presidente
"se ha reído diciendo que comprendía". En fin, en materia de cinismo y de
brutalidad, los aliados habían mostrado ya su capacidad de aterrorizar a las
poblaciones civiles con armas clásicas, en Dresde y en Tokyo (entre 80 000 y
100 000 muertos en cada ciudad).

El reparto del botín

Pero la razón de fondo se encuentra en la rivalidad entre las diferentes
potencias, en particular entre los Estados Unidos y la URSS, la potencia
emergente. Durante la guerra, los EE UU y la URSS, así como Gran Bretaña y
Francia, tenían necesidad de ayudarse mutuamente para derrotar al
imperialismo alemán y al japonés. Pero la rivalidad no estaba nunca muy
lejos, como mostró el rechazo de los aliados, en un primer momento, a abrir
un segundo frente al oeste, contentos como estaban de ver a Alemania y la
URSS debilitarse mutuamente en un duelo sangriento.

Por el contrario, a medida que Alemania y Japón retrocedían, se hacía cada
vez más urgente ponerse en la mejor posición para repartir el botín que
correspondería a los vencedores al final de la guerra: el reparto de Europa
y del Medio Oriente, así como de Asia.

Así, en la conferencia de los aliados en Potsdam en febrero de 1945, la URSS
se comprometió a que tres meses después de la derrota de Alemania, invadiría
la Manchuria ocupada desde 1931 por Japón.

A cambio de la intervención de sus tropas, Stalin reivindicaba la ocupación
de las islas Kuriles, la ocupación de Manchuria y el reparto del Japón. Pero
la puesta a punto de la bomba atómica y su prueba exitosa el 16 de julio (la
conocida como Prueba Trinity ndr) cambió la situación. Capaces ahora de
precipitar la rendición de Japón por el terror, los EEUU podían prescindir
de la ayuda de la URSS y evitar así estar obligados a concederle demasiado.
Stalin, funcionando con la misma lógica, se precipitó a invadir Manchuria
dos días después de Hiroshima, y entregarse a un saqueo en regla de ese país
al final de las hostilidades, aunque no pudiera ya pretender un reparto del
Japón. ¡Los japoneses se rendían a los americanos, no a los rusos!

La guerra fría no iba a tardar en llegar...

La "peste atómica", ¡nunca más!

El periodista australiano Wilfred Burchet fue el primer corresponsal
occidental en llegar a Hiroshima un mes después de la explosión: "Hiroshima
no se parece a una ciudad bombardeada. Se tiene la impresión de que un
rodillo compresor gigantesco haya pasado por la ciudad hasta hacerla
desaparecer. En el primer terreno de ensayo de la bomba atómica, veo la
devastación más terrible y la más espantosa después de cuatro años de
guerra. Los campos de batalla del Pacífico parecen el jardín del Edén en
comparación con esto (...). En el hospital he encontrado personas que no han
sufrido ninguna herida al caer la bomba pero que mueren actualmente de
secuelas turbadoras.

En Hiroshima, treinta días después de la primera bomba atómica que destruyó
la ciudad e hizo temblar al mundo, personas que no había sido alcanzadas
durante el cataclismo están aún muriendo de forma misteriosa, horriblemente,
de un mal desconocido para el que no hay otro nombre que el de peste
atómica. Sin ninguna razón aparente, se debilitan. Pierden el apetito.
Pierden el pelo. Aparecen manchas azules en su cuerpo, luego comienzan a
sangrar por las orejas, la nariz y la boca.

Al comienzo los médicos me decían que pensaban que eran los síntomas de un
debilitamiento general. Ponían inyecciones de vitamina A, pero los
resultados eran horribles. La carne comenzaba a pudrirse alrededor del
agujero dejado por la aguja de la jeringuilla. En todos los casos la víctima
moría".

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
http://www.avast.com


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20150810/b7970278/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa