Argentina/ FIT: la derrota de Altamira ante el "pibe trosko" [Pablo Stefanoni]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ago 13 15:30:40 UYT 2015


  _____

Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 13 de agosto 2015

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

www.alencontre.org <http://www.alencontre.org/>

  _____

Argentina

El FIT en las PASO

El pibe trosko

Pablo Stefanoni

Revista Anfibia, Buenos Aires

http://www.revistaanfibia.com/

Entre las sorpresas de las PASO aparece la inesperada derrota de Altamira,
el histórico líder del Partido Obrero. Nicolás Del Caño, un treintañero de
rasgos aniñados, que sin ser carismático construyó su legitimidad poniendo
el cuerpo en las protestas del cordón industrial de la Panamericana, se
convirtió en el presidenciable más joven en la carrera a octubre. Pablo
Stefanoni explica por qué se alteró la relación de fuerza dentro del Frente
de Izquierda y quién es el militante que no habla de la economía mundial y
fue acusado por su rival de sacar votos de la izquierda kirchnerista.

Los militantes de la lista “Renovar y Fortalecer” del Frente de Izquierda y
los Trabajadores (FIT) habían planificado un acto en la calle, pero el
diluvio que acompañó intermitentemente la elección del domingo pasado los
amontonó en el hotel Bauen, su bunker electoral. Los primeros datos de las
provincias, apuntados por los fiscales, arrancaban un optimismo moderado
entre los dirigentes –ganarle a Jorge Altamira, de la lista Unidad, no era
una tarea fácil–, pero pasadas las 22.30, cuando comenzaron a cargarse los
datos oficiales, la posibilidad de vencer al viejo líder del Partido Obrero
mutó en euforia y en una consigna que tenía a su favor el apellido del
candidato: Nicolás del Caño, 35 años.

— ¡Paso, paso, paso!¡ Se viene el Delcañazo!

Vencer a Altamira no es el único haber en el currículum de Del Caño desde
que a los quince años, en su colegio secundario, comenzó una militancia que
ya lleva dos décadas. En 2013, este cordobés “naturalizado” mendocino, que
llegó a la provincia cuyana “a construir el Partido de los Trabajadores
Socialistas”, obtuvo un sorprendente 14% de los votos y logró una banca para
diputado nacional que pocas semanas antes era una meta propia del mundo de
las utopías (el Congreso fue tradicionalmente esquivo a la izquierda radical
argentina). Luego obtuvo un segundo lugar para intendente de Mendoza, por
encima del Frente para la Victoria. Y ahora, ganándole al principal
personaje del trotskismo vernáculo, se transformó en el candidato
presidencial del FIT de la interna que integran el PO, el PTS y la Izquierda
Socialista.

Ningún militante durmió la noche del domingo al lunes. Lo que se pensaba (al
menos desde la lista liderada por el PO) como una victoria fácil del
histórico Altamira (73 años) sobre su joven rival, acabó en un camino que
pareció eterno hacia una ajustada y sorpresiva derrota. Impulsivamente,
muchos apretaban el F5 para actualizar la página del escrutinio y compartir
ansiedades en las redes hasta que se hizo el silencio y las caras de
decepción abundaron en el bunker de la fórmula Altamira-Giordano, aunque en
una primera instancia pensaron en revertir la amplia diferencia de Del Caño
con los votos de la Provincia de Buenos Aires, que tardaban en ser
ingresados al sistema oficial de cómputos. Eso, al menos, dijeron en su
conferencia de prensa. Pero con el paso del tiempo, las fuertes diferencias
que la lista “Renovar y fortalecer” conseguía en el interior del país,
sumadas a una buena elección en Capital y Provincia de Buenos Aires dieron
paso al “milagro” Del Caño por escaso margen. El FIT de conjunto obtuvo un
significativo 3,3%, casi empatado con Margarita Stolbizer.

Así, paradojas del avance de la izquierda trotskista, los “milagros” abundan
en el espacio de los seguidores de León Trotski, aquel líder bolchevique,
jefe del Ejército Rojo, caído en desgracia tras la muerte de Lenin y
salvajemente ejecutado con un piolet en México, en 1940, por un sicario de
Stalin. Claro, no se trata de milagros religiosos sino electorales: el
primero fue precisamente el de Altamira: trascurría el año 2011 y, en el
pase del programa de Gustavo Sylvestre a Jorge Rial en radio La Red, surgió
la idea de “darle una mano” en Twitter al histórico candidato para que
pudiera “pasar las PASO” (con los votos de la izquierda hasta ese momento
quedaban abajo del piso necesario del 1,5% para competir en las generales).
Rápidamente la inventiva se transformó en hashtag: #unmilagroparaaltamira y
luego se transformó en votos para el FIT. Pero ahora el milagro lo hizo Del
Caño, quien desafió al “decano” de la izquierda local con un discurso
generacional que enervó a las huestes del PO –que lo consideraron casi una
falta de respeto–y, al mismo tiempo, su triunfo acompañó el crecimiento del
PTS en varias provincias y en la arena del sindicalismo combativo. En los
últimos años, el FIT logró crecer, en paralelo, en el movimiento obrero,
estudiantil y en las urnas desde las escasas cifras cosechadas décadas
atrás.

***

El FIT se constituyó en 2011 para atravesar las Primarias Abiertas,
Simultáneas y Obligatorias (PASO) y agrupó a tres partidos trotskistas. El
PTS de Del Caño, al igual que Izquierda Socialista, provienen del viejo
Movimiento al Socialismo (MAS). Esa fuerza fue la última expresión política
de la corriente liderada por Nahuel Moreno –quien fundó su primer grupo en
los años 40– y contra ella emergió, hace medio siglo, el pequeño grupo
Política Obrera, más tarde Partido Obrero, fundado por Jorge Altamira.

El MAS logró un fuerte desarrollo en los años ‘80: Luis Zamora llegó al
Congreso Nacional y Silvia Díaz a la legislatura de la provincia de Buenos
Aires mediante una alianza con el Partido Comunista. Zamora quedó en el
recuerdo por su repudio a la visita de George Bush padre, recibido con toda
la pompa y cipayismo por el peronismo menemizado. Y Díaz, por un debate con
la ucedeísta Adelina D’Alessio de Viola en el plató de Susana Giménez: la
diputada trotskista insistió con que en Europa del Este –era el año del
derrumbe– la gente quería socialismo con democracia, y la autodenominada “la
negra de la UCeDé” contestó con desparpajo: “Socialismo con democracia, ¡las
pelotas!”. Pero poco antes, muerto el líder fundador, el PTS había roto con
el MAS desde la Tendencia Bolchevique Internacionalista que acusaba al
partido de abandonar el internacionalismo y haberse vuelto
“nacional-trotskista”. Por esos años, Del Caño comenzaba la primaria. Ya
Altamira tenía una fuerte presencia en los medios, pero pocos votos.

El líder del PO logró una gran exposición pública entre fines de los 80 y
comienzos de los 90. En la campaña de 1989, participó de un famoso spot en
el que gritaba “Que Richard Handley (el número uno del banco) y el Citibank
vayan a laburar”. El propio Bernardo Neustadt, el periodista-símbolo de la
época, sintió alivio de que las elecciones hubieran quedado atrás por una
sorprendente razón: “Por fin terminó la campaña electoral, por fin no vamos
a tener que escuchar a Altamira”, escribió en Ámbito Financiero.

Estaba en todos lados. Hasta Moria Casán se fijó en el jefe del PO y lo
llevó a “su cama”, en la que la diva recibía a los políticos en camisón:

—Yo represento a la derecha y a la izquierda, ¿con cuál te quedás, Jorge?
–lanzó la diva apuntando sus manos a sus legendarias tetas desde A la cama
con Moria, emitido por canal 9. Todos los militantes estaban frente al
televisor.

—Te voy a decir qué reflexión me merece –amagó circunspección un Altamira
con bigote–Yo, mirándote a vos, es la única vez que acepto eso de que los
extremos se tocan, soltó entre carcajadas grabadas.

Pero sus éxitos mediáticos no se traducían en votos: el líder trotskista
sólo pudo congregar 45.762 en las elecciones de 1989 que ganó Carlos Menem,
un mísero 0,27%. La distancia entre exposición pública y cantidad de votos
contados en las urnas no podía ser más grande. Y su figura, hasta la década
de 2010, se mantuvo asociada al ala radical de una izquierda con escasos
éxitos electorales.

No obstante, el trotskismo en su conjunto fue siempre una fuerza
significativa en el mundo de las luchas sociales argentinas. Y hoy, tras la
crisis del viejo PC y de parte del centroizquierda no peronista, el FIT se
transformó en un polo de reagrupamiento político y logró acaparar para sí
mismo el significante “izquierda”, una marca que se traduce en votos.

—El trotskismo es a la izquierda lo que el peronismo es al país, una
singularidad argentina en varios aspectos. A diferencia, por ejemplo, de
Francia, donde el trotskismo también fue importante y se constituyó de
manera más tradicional, contra un PC fuerte, en nuestro país el trotskismo
creció en el espacio creado por el desencuentro histórico entre el peronismo
y la izquierda tradicional (socialistas y comunistas) y tuvo incidencia en
varios frentes, inclusive en la guerrilla (PRT-ERP) –dice Claudio Katz, uno
de los fundadores del colectivo Economistas de Izquierda y militante y
dirigente del PO durante más de 20 años.

***

El triunfo de Del Caño es un duro golpe a un viejo dirigente que buscaba ser
la personificación de la izquierda que crece desde el “milagro” de 2011. Sin
competidores de peso, el líder trotskista sentía, como lo decía abiertamente
el PO, que era el candidato “natural” a la presidencia por este espacio, el
hombre al que le había llegado su hora luego de medio siglo de lucha contra
la adversidad política. Para ello hacía valer sus pergaminos de una vida
puesta al servicio de la construcción del “partido revolucionario”, de un
vivir ideológicamente de acuerdo al sueño eterno de la revolución.

Proveniente de una familia obrera (de padre peronista, trabajador gráfico),
José Saúl Wermus adoptó el seudónimo de Jorge Altamira, que según contó en
alguna oportunidad fue inspirado enel actor cómico Juan Carlos Altavista,
aunque no era un seguidor de Minguito. Pero no sería difícil encontrarle
otros significados psi, de hecho su tono en los debates televisivos raya
muchas veces en la soberbia y su tipo de voz lo lleva más o menos
rápidamente del énfasis al grito llano. Su tonalidad suele expresar
desprecio intelectual por sus oponentes: además de su propia autopercepción,
Altamira habla desde la seguridad de quien tiene una teoría capaz de
aprehender y procesar correctamente la realidad, de un faro que, tarde o
temprano conducirá a un buen puerto, al gobierno obrero, al socialismo. Un
“imperturbable”, lo definió con aprecio Beatriz Sarlo. Un enemigo a muerte
de post- y neos-, y un líder vitalicio de su partido, porque su partido se
fundó en derredor de su figura (algunos jóvenes dirigentes hasta imitan su
estilo). Todo esto lo volvió en ocasiones una figura casi querible, a veces
con tonalidades folclóricas, en ocasiones un “anticandidato”. En 2000, al
calor del voto bronca, logró una banca en la legislatura porteña.

Frente a él, Del Caño, de rasgos algo aniñados, aparece poco formado, con un
perfil más propio de la “política de redes”, alejada de los debates más
librescos del marxismo de los ‘70, sencillo en sus formas y más apegado a la
práctica que a la teoría. No habla de la economía mundial sino de
“reivindicaciones de los trabajadores”,a veces patina en los debates, como
cuando tuvo que explicar qué haría con la policía en caso de ganar, y su
legitimidad la construyó “poniendo el cuerpo en las luchas” (obreras y de
derechos humanos), muchas de ellas en el cordón industrial de la
Panamericana. La de la fábrica Lear fue una de sus batallas-símbolo. El
obrerismo es parte de la identidad del PTS que incluso, en los 2000, se
resistió a intervenir en la organización del movimiento piquetero, de la que
sí participó el PO. Desde el Congreso, Del Caño interpeló con dureza a el ex
jefe de Gabinete Jorge Capitanich y desde las calles peleó con el Secretario
de Seguridad Sergio Berni.

En esta campaña, Del Caño y su compañera de fórmula, la abogada de derechos
humanos Myriam Bregman (que actuó como defensora del desaparecido Julio
López), hicieron hincapié en los altos salarios de los políticos…“que un
diputado gane como una maestra” se transformó en una de sus consignas
lanzadas desde spots o programas como Intratables para llegar al mundo de
quienes no miran programas políticos (la amplia mayoría de los
telespectadores). También el PTS da amplio espacio a las demandas LGBT y de
género.

—Trotski no es sólo es un teórico para nosotros, es una inspiración sobre la
vida revolucionaria, su tenacidad en la adversidad nos sirvió de inspiración
en los años ‘90 –me dijo hace unos años desde una mesa de La Giralda, cuando
aún no se sentía cómodo con su traje de figura emergente. No perdió su
tonada mediterránea. Desde que había dado el batacazo en Mendoza, se había
trasladado a Buenos Aires, y se había puesto un saco oscuro, camisa y
zapatos formales. Pero su estilo dejaba ver al militante tras esas
vestimentas con las que, probablemente, buscaba ganar respetabilidad en el
mundo político y parlamentario.

Si le preguntan por un disco dice Oktubre (de los Redonditos  de Ricota),
por una comida, “asado a todo trapo”, por un lugar ideal, las sierras del
Córdoba, por un hecho político emblemático, el Cordobazo, por un equipo,
Belgrano de Córdoba y Godoy Cruz, por una afición, el ajedrez.

Sus padres eran militantes trotskistas, y uno de sus abuelos fue fundador
del Partido Comunista en Villa María. Dice haberse involucrado como
militante secundario en la lucha de los universitarios contra la privatista
Ley de Educación Superior que terminó imponiendo Menem en 1995. Ya en el
PTS, le fue encargada la tarea –común en los partidos trotskistas– de ir a
armar el partido a la provincia de Mendoza (Del Caño viajó cerca, décadas
atrás otros llegaban hasta tierras lejanas, como Guillermo Almeyra, quien
según cuenta en su reciente libro Militante crítico viajó hasta Yemen a
construir el partido trotskista posadista).

En Mendoza se involucró en las luchas de los ajeros, de las bodegas y de los
estudiantes, y sobrevivió con diversos empleos, desde venta de ropa hasta un
call center. Por eso, suele insistir, conoce los reclamos y los
padecimientos de los trabajadores precarios, ignorados a menudo por los
sindicatos. Allí también estudió sociología en la universidad. En general,
no pontifica, habla con tono calmo y busca convencer al interlocutor de la
“coherencia” ideológica del proyecto que representa. En el trotskismo, esa
consecuencia con principios fundacionales, esa no-claudicación, es un
capital, real o imaginado, que puede generar divisiones por temas que el
común de los mortales consideraría ininteligibles. Pero hoy esos debates se
pueden combinar con eficaces jingles roqueros distribuídos en las redes
sociales, como el que reza “Abran paso a Nico/ que ha llegado Nico/ No anda
en autos caros, ni en barrios privados/ Es un joven luchador, pone su banca
para el trabajador/ Vamos juntos con Del Caño y el FIT”.

Sin ser una persona carismática, Del Caño trasmite un aire de autenticidad y
de “persona normal” que contribuyó a concentrar en su figura el rechazo a la
política tradicional, a la “casta”. Ese estilo le permitió destacarse en los
debates electorales en Mendoza y ahora ganar las “Paso de los trotskos”,
como ironizaba, un meme difundido en las redes sociales sobre la aridez de
la pelea, proponía: “Cortá con tanta dulzura”, como la gaseosa, y llamaba a
votar al FIT.

El ascenso de Del Caño movió incluso al tradicional y derechista Partido
Demócrata –cuyos militantes son apodados “los gansos”–, a dedicar un spot al
candidato del FIT en 2013: “Para muchos puede ser chistoso votar a la
izquierda, pero nos puede traer problemas”, dicen dos jóvenes dirigentes,
quienes acusan al dirigente trotskista de querer transformar a Mendoza en
una nueva Cuba. Poco después, uno de los intendentes demócratas comparó, no
sin exagerar, el agresivo spot con “el cajón de Herminio Iglesias del ‘83”.
En marzo de 2015, el diario Los Andes titulaba una entrevista a Noelia
Barbeito (33 años), entonces candidata a gobernadora y senadora provincial:
“Las grandes bodegas podrían ser nacionalizadas”. Obtuvo un 10% de los
votos. “A propósito de Del Caño: ¿Quién fue Trotski?”, tituló hace unos años
un diario cuyano.

En Mendoza está la clave del triunfo de “Nico” del Caño. El domingo el FIT
obtuvo allí un inédito 9% para la categoría presidente y el candidato del
PTS derrotó a Altamira por 92% a 8%. Pero también el candidato “joven” hizo
gran diferencia en Jujuy (70 a 30) con casi 4% de los votos a escala
provincial, pese a que el emblemático sindicalista Carlos “Perro” Santillán
llamó a votar por Altamira. Alejandro Vilca, un recolector de residuos
referente del PTS local, tiene calado político y electoral. Y Del Caño logró
también pelearla en capital y provincia de Buenos Aires, donde ganó
Altamira.

***

El FIT tiene hoy concejales,diputados y senadores a lo largo y ancho del
país (incluyendo tres diputados nacionales). Cada uno de sus dos principales
partidos tiene su bastión: el del Partido Obrero es Salta, donde desde 2001
se consolidó como una significativa fuerza provincial. El del PTS es, como
ya mencionamos, Mendoza. La diferencia –en lo que refiere a las PASO– está
en el tamaño de cada provincia y en los guarismos actuales: mientras el FIT
obtuvo el 9% en la provincia cuyana, y sólo llegó al 3,3%, en Salta. En la
Ciudad y provincia de Buenos Aires, Altamira sacó distancia a Del Caño pero
este pudo conseguir alrededor del 44% y hacer valer su diferencia mendocina.

En Salta el trotskismo consiguió, de la mano de Claudio del Plá, un pequeño
paso en la gran meta trotskista: avanzar entre el pueblo llano, y el PO (el
PTS recién obtuvo su personería allí, aunque este domingo obtuvo un 20% en
la interna del FIT) se transformó en una verdadera izquierda popular. En
2013 los candidatos trotskistas consiguieron casi el 30% de los votos en la
capital provincial –primera minoría del Concejo Deliberante– y Altamira
habló de un “vuelco en masa del peronismo a la izquierda”. Ganarle los
obreros al peronismo es su propio “sueño eterno”. Quizás ningún otro
periódico como Política obrera primero, y Prensa Obrera después, haya
titulado más veces en su historia: “La crisis del peronismo”, crisis que
Altamira calificaba invariablemente en sus editoriales de “colosal” (o
cadáver insepulto, en palabras del exdiputado Néstor Pitrola). Los mismos
que iban a la procesión de la virgen comenzaban a votar por la izquierda,
analizaba Altamira en los medios. Uno de los factores que favorecieron su
crecimiento es sin duda la debilidad local del progresismo: el
centroizquierda no peronista es pequeño y el kirchnerismo ahí no es
centroizquierda, es el peronismo puro y duro de Juan Manuel Urtubey. Si
alguien quiere votar contra la “casta”, el PO es una buena opción. Pero el
sueño de ganar la intendencia salteña se evaporó. Crecieron en votos para
gobernador –aunque los cargos ejecutivos siguen siendo siempre esquivos a la
izquierda radical, llegaron a superar el 7% en abril pasado–, pero en la
capital provincial el PO pasó de nueve a tres concejales.

El problema de la izquierda, dice Juan Manuel Chalabe, director de Qué pasa
Salta, está en la gestión: ahí no pudieron mostrar éxitos significativos.
Pero el periodista salteño destaca una de las claves del desarrollo
trotskista. “En cualquier lucha –sea por salarios, por la tierra, contra la
impunidad, o por lo que sea– siempre hay un dirigente o parlamentario del PO
apoyándola y eso los fue consolidando”.

Este debilitamiento relativo (además de la importancia relativa de cada
provincia), colocó a Mendoza en el centro del FIT y junto al crecimiento del
PTS en capital y Gran Buenos Aires explica que el batacazo cuyano haya
tenido tanto impacto.

En las PASO, el líder del PO tuvo el apoyo de Izquierda Socialista (socio
menor del FIT) y de los nuevos integrantes y adherentes del frente
–resistidos por el PTS–, como Pueblo en Marcha (compuesto por un sector del
Frente Popular Darío Santillán y otras expresiones de la izquierda
independiente) y del Comité de Reconstrucción del Comunismo Revolucionario
(nombre algo anacrónico de los maoístas que se fueron del PCR). El PO había
habilitado la entrada de esos nuevos socios y les dio lugares “no
expectantes” en sus propias listas, mientras el PTS rechazaba de plano
incluir a los “populistas”. Paradójicamente, el altamirismo, otrora
considerado el ala más sectaria de la izquierda, se presentó como vector de
la ampliación del FIT.

Por su parte, el PTS es sede de una paradoja: es más “duro” en algunos
aspectos de su discurso (énfasis en los obreros industriales, crítica a los
nuevos miembros no trotskistas del FIT, hostilidad a izquierdas globales
como Evo Morales, Podemos o Syriza), pero al mismo tiempo aparece como más
amigable al debate, plasmado en iniciativas como la revista Ideas de
izquierda, La izquierda diario, PTSTV o Instituto de Pensamiento Socialista
Karl Marx, que publica obras de los clásicos del marxismo. Uno de los
dirigentes más importantes del PTS es Emilio Albamonte, poco expuesto,
aunque ahora se lo puede encontrar en artículos o videos del diario virtual,
muchas veces ocupándose de los problemas de la Fracción Trotskista de la
Cuarta Internacional.

En su campaña, el PO subestimó el discurso generacional, al considerarlo
casi frívolo o una afrenta a la trayectoria de su líder. Pero en la historia
de las disputas intelectuales, el juvenilismo y el posicionamiento
generacional es parte de grandes batallas y hoy atrae no pocas adhesiones,
especialmente cuando Altamira viene presentándose desde los años 80 y su
desempeño en las urnas encontró muchos escollos. Ya ocurrió algo similar en
Francia con el éxito del joven cartero trotskista Olivier Besancenot en los
primeros años 2000 y Del Caño parece expresar un fenómeno similar: la
identificación con un personaje que parece buscar no serlo. Al mismo tiempo,
el PTS brega por hacer valer, con ahínco, su crecimiento sindical en las
industrias de la zona norte del Gran Buenos Aires y lo contrapone a una
supuesta poca atención de sus aliados a las luchas propiamente proletarias.

En efecto, el crecimiento sindical de la izquierda comenzó a preocupar a
algunos de los eternos dirigentes sindicales. Ricardo Carpena reveló en
Clarín el año pasado que “un puñado de decisivos gremialistas de la CGT
Azopardo deliberó en forma reservada acerca de un tema que empieza a
trastornar a muchos dirigentes: cómo evitar el avance de la izquierda en sus
sindicatos”. Hace unos días, algunos Gordos sindicales, conocidos por su
macartismo, incluyeron a Altamira entre los presidenciables a los que
convocaron a conversar: el jefe del PO fue con sus propios planteos, pese a
las críticas del PTS, reacio a sentarse en la misma mesa con “los
burócratas”.

Poner el cuerpo define al trotskismo actual (por ejemplo, en comparación con
el denominado “progresismo”). Un momento que marca al ascenso de la
izquierda fue precisamente la muerte del militante del PO Mariano Ferreyra
en 2010 a manos de una patota sindical ferroviaria, que llevó a José Pedraza
a la cárcel y tuvo amplia repercusión mediática, generó diversas expresiones
de solidaridad y reforzó la autoridad de una izquierda que está en las
calles.

Ese crimen tuvo resonancia también entre la militancia universitaria, donde
el trotskismo ya venía creciendo y capturando centros de estudiantes y la
propia Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA).—El trotskismo, que
ya tenía redes, pudo capitalizar la crisis del radicalismo en la UBA. Sus
militantes logran conducir el descontento interno (precarización espacial,
laboral, etc.) en la universidad y tocar ciertas teclas de indignación de
estudiantes con sensibilidad social. Pero sus dirigentes no logran
visibilidad en tanto estudiantes: la mirada siempre está puesta en la
política nacional, ahí tienen un límite –dice Rodrigo Hobert, quien escribió
una tesis sobre política universitaria e investiga en el Instituto Gino
Germani. El centro de irradiación es la Facultad de Ciencias Sociales. Allí,
además de la influencia en el centro de estudiantes, Pablo Rieznik
(referente del PO) tiene la cátedra de Economía más concurrida y Christian
“Chipi” Castillo (hasta hace poco, diputado provincial del PTS) llegó a la
dirección de la carrera de Sociología.

***

En estos años, George, como algunos militantes comenzaron a llamarlo (el
periodista trotskista Diego Rojas es uno de los artífices de la construcción
del Altamira pop en las redes sociales), ha cambiado su look –suele vestir
elegantes trajes con corbata, ya sin bigote– y moderó su tono –se muestra
más afable en el trato–. Su dogmatismo, en una época de borocotización
ideológica, de superficialidad discursiva, de tinellización de la política y
de candidatos libreteados por publicistas tipo Durán Barba, devino para
algunos sinónimo de coherencia, de imperturbabilidad. Hasta el grupo
artístico Plaza Miserere hace bailar rap al muñequito animado con su rostro
o junta a Star Wars con Björk, con un estribillo en el que la cantante
islandesa parece decir “Alta-mira”. Pero todo esto no ha removido la
resistencia a votarlo de una parte de los votantes de la izquierda: dentro
del FIT se fue cocinando una disputa política-generacional que Del Caño
consiguió politizar en su favor.

Si el FIT empezó con algo de camaradería –alimentada por el éxito en las
urnas– las lógicas de suma cero entre sus integrantes la fueron erosionando:
las primarias fueron el último escalón de un deterioro plagado de insultos
mutuos (“sectarios”, “autorreferenciales”, “centristas”, “usurpadores de
bancas”…). El frente no logró armar un bloque común con sus diputados aunque
se mantiene el acuerdo de rotación de bancas, cada dos años, entre sus
principales fuerzas.Y por momentos, debates como los que sostiene el PTS
respecto a las supuestas tergiversaciones del PO respecto de lo que debe ser
un Frente Único según la Internacional Comunista post Revolución Rusa,
pueden volverse insoportables.

***

En verdad, el FIT llegó a las internas por un juego de enredos: primero fue
el PTS el que abrió la posibilidad de dirimir las candidaturas en primarias,
frente al PO que consideraba a Altamira figura puesta para ese cargo –sin
discusión–. Pero luego, frente a una supuesta impasse de la alianza, fue el
PO quien se unió a IS para impulsar esa salida. Ahí el PTS, posiblemente
imaginando una derrota, respondió con una frustrada propuesta de unidad
materializada en la fórmula Altamira-Del Caño. Pero el resultado confirmó
que el crecimiento del PTS en algunas fábricas, provincias y sectores
juveniles podía encontrar una oportunidad en la imagen de anquilosamiento
del PO (sus candidatos jóvenes existen, pero aparecen bajo el ala patriarcal
del líder partidario) y alterar las relaciones de fuerzas al interior de la
coalición.

Las primeras reacciones muestran la dificultad para procesar los resultados.
Altamira reconoció que la elección que estaba haciendo el PTS resultaba
sorprendente y añadió que la misma no corresponde a su desarrollo
organizativo, que sacaron esos votos sin crecer. Ya en la campaña, el PO
había acusado a sus aliados/rivales de concitar el apoyo de sectores de la
izquierda kirchnerista… “Su planteo (de Del Caño) encontró simpatía en capas
poblacionales que pueden adherir a la izquierda, pero no a sus planteos más
de avanzada”, trató de justificar el periodista Diego Rojas desde una
columna en Infobae, buscando una supuesta compensación moral al esquivo
escenario. Rojas reconoce que pese a los aciertos del PO en la materia, la
campaña comunicacional de la lista “Renovar y fortalecer” fue superior y que
“la lista Unidad se equivocó al negarse a realizar un debate público y
masivo con el sector de Del Caño” (ese reclamo fue el eje final de la
campaña). Altamira había dicho que no iba a debatir para no “demoler” a su
rival y de ese modo, debilitar al propio frente. Quizás el problema se
sintetice en que jugar el juego de la democracia (¿burguesa?) y de las
elecciones requiere de los instrumentos y el lenguaje para jugar ese juego,
al menos si se quiere ganar votos (ahí todos los votos valen lo mismo, los
“conscientes” o no) que es lo que el PO quería conseguir el domingo. (El
resto de los partidos trotskistas o postrotskistas como el nuevo MAS o el
MST no lograron pasar el piso).

Un día después, el PO buscó destacar, además del buen número del frente, el
resultado de su lista: “Las PASO del Frente de Izquierda arrojan una muy
leve ventaja para la Lista 1, que encabeza el compañero Nicolás del Caño.
Cuando se complete el escrutinio provisorio, esa diferencia se situaría en
sólo 15.000 votos. La misma se explica fundamentalmente por el resultado
logrado en Mendoza, donde obtuvieron una distancia de más de 70.000. La
lista Unidad, que encabeza Jorge Altamira, ganó en tres de los cuatro
grandes distritos electorales del país; provincia de Buenos Aires, la Ciudad
de Buenos Aires y Córdoba; en Santa Fe fuimos superados por un escaso
margen. En el caso de la provincia de Buenos Aires, se destaca el triunfo de
nuestra lista en la 1º, 2° y 3° Sección del conurbano, donde se encuentra el
principal centro obrero del país. La lista Unidad también se impuso en las
Paso para la gobernación para la Provincia de Buenos Aires. Néstor Pitrola y
el Pollo Sobrero obtuvieron más del 56% de los votos y quedaron consagrados
como la fórmula bonaerense del Frente de Izquierda para las elecciones
generales de octubre. La lista Unidad, por el momento, estaría ganando
también en la categoría de Parlasur Nacional, que encabeza Marcelo Ramal del
PO”.

***

Las tres décadas de democracia ininterrumpida han ido calando, de manera más
o menos silenciosa, en la cultura política de la izquierda revolucionaria
(incluyendo la forma de hablar). Hoy es posible usar las bancas
parlamentarias para apoyar las luchas, pero ya no es tan factible ponerlas
al servicio de un combate por el “doble poder” al estilo de la Revolución
Rusa. Y para una izquierda no interesada en Gramsci y su teoría de la
hegemonía, ni en análisis “anti-instrumentalistas” del Estado, como los del
marxista greco-francés Nicos Poulantzas, afrontar este hiato entre viejos
programas y nuevas realidades puede ser una cuestión decisiva. Especialmente
si se da el caso de que el FIT –compuesto por fuerzas más acostumbradas a
resistir que a crecer– siga sumando votos y ocupando algunos lugares en ese
espinoso entramado llamado “Estado burgués”.

Katz cree que hoy el término trotskismo solo es válido como
autodenominación. “Desde hace veinte años ya no quiere decir mucho porque es
un concepto relacionado con la batalla contra el stalinismo y desaparecida
la URSS perdió sentido”, dice en una mesa del café Accademia. En ese marco,
el economista que participa de los debates del marxismo actual, cree que hay
dos problemas que conspiran contra el crecimiento el FIT: el “autocerco”
–mantener al frente como una alianza de tres partidos trotskistas, con el
ingreso subordinado de pequeños grupos, pero manteniendo la la exclusión de
otras expresiones de la izquierda como el MST o el nuevo MAS– y su
testimonialidad: “la ausencia de referencias a experiencias de gobierno
posteriores a la Revolución Rusa lo vuelve testimonial. Como su único
referente es lo ocurrido entre 1917 y 1923 en Rusia, y su hostilidad hacia
las actuales experiencias latinoamericanas es evidente, cualquier debate
sobre el poder siempre gira en el vacío, y la consigna de gobierno de los
trabajadores se vuelve una vaguedad. No aparecen como creíbles para gobernar
y eso lo afecta en las elecciones para cargos ejecutivos”. Con todo, el
economista apuesta a que ese “autocerco” político e ideológico se debilite
si el FIT sigue creciendo. Lo mismo apuestan los no trotskistas que ven al
FIT como un polo de reagrupamiento antisistémico.

Las elecciones del domingo pondrán a prueba la propia madurez de la alianza.
Como dijo Altamira, abandonar el FIT es equivalente a un “suicidio”
político. Especialmente en un contexto en el que la izquierda radical ha
revalidado sus títulos: no solo ha estabilizado sus éxitos desde 2011,
mejorando su desempeño en las urnas, sino que su candidato presidencial ha
quedado dentro del selecto grupo que “pasó las PASO”, con un centroizquierda
debilitado y la posibilidad de aumentar su cosecha hasta octubre y ampliar
–ambas listas internas– su presencia en el Parlamento y las legislaturas de
todo el país.

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
http://www.avast.com


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20150813/e5b6f2b1/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa