América del Sur/Debates/ el progresismo, un espacio blando que se disuelve [Alejandro Horowicz - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Dic 23 14:14:19 UYT 2015


  _____  

Correspondencia de Prensa

23 de diciembre 2015

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

  _____  

América del Sur/Debates

Con Alejandro Horowicz, economista y sociólogo argentino

El progresismo, un espacio blando que se disuelve 

En 1985 publicó “Los cuatro peronismos”, un texto ya convertido en clásico y
materia de análisis precisamente este año. En diálogo con Brecha, Horowicz
habla sobre los primeros 15 años del siglo XXI y los límites del progresismo
latinoamericano.

Fabián Kovacic, corresponsal en Buenos Aires

Brecha, Montevideo, 23-12-2015

http://brecha.com.uy/

—¿Se termina una época en América Latina?

—Acá viene la vieja cuestión de la distancia entre los gestos y las
efectividades conducentes, como habría dicho el ex presidente argentino
Hipólito Yrigoyen (1916-1922). Entre decir que vas a hacer un Banco
Sudamericano y vas a tener una moneda común y tener un Banco Sudamericano y
construir una moneda común había un gran trecho. Eso hubiera permitido
encarar la crisis en otros términos. Pero a la hora de la verdad cada país
tiene que encarar la crisis con sus propios y limitados instrumentos, y eso
hace que para los sectores populares de Venezuela, Brasil o Argentina no
quede tan claro que esta ya es una situación superior y por lo tanto esos
gobiernos pierden electoralmente. Por lo tanto, como Venezuela en 18 años no
pudo resolver la cuestión alimentaria, tiene que seguir importando alimentos
porque es un país monoproductor de petróleo y depende de la cotización del
barril para resolver todos sus ingresos, no puede no ser un país que oscile
y que el precio del petróleo determine la calidad del resto de su economía.
No se trata tanto del voto que la oposición conquistó sino del voto que la
revolución bolivariana perdió.

—Con este panorama, ¿se puede afirmar que el progresismo es un espacio
político que se queda entre la izquierda y la nada?

—Así es. Y ese problema, a la hora de la crisis recesiva global, cuando ya
la crisis abandona Europa y empieza a golpear a la locomotora del mercado
capitalista que es China, y cuando China empieza a crecer más lentamente y
más orientada hacia el mercado interno y las exportaciones, esto no puede
sino volver a afectar los niveles de consumo global y a reducir el precio de
las materias primas.

—¿La caída de los progresismos da inevitablemente paso a una nueva derecha?

—Sin ninguna duda. Estamos ante la aparición de una nueva derecha, o bien
con la transformación de gobiernos como el de Dilma Rousseff, un gobierno
mucho más claramente orientado a toda la bancocracia globalizada.

—¿Eso pone en crisis definitiva la idea de un progresismo en Sudamérica?

—Eso pone en crisis la autonomía de la politik. Si se mira quiénes son los
que van a avanzar en Venezuela, Brasil, y quiénes ganaron en Argentina, se
entiende la fácil consigna de la canciller argentina, Susana Malcorra,
cuando dice que el Alca no es una mala palabra. Esto que era impronunciable
hace dos años ahora se dice a voz en cuello.

—Argentina después de 12 años de kirchnerismo, Uruguay ya con tres períodos
del FA, Brasil que va por su tercer período de gobierno del PT, ¿no pudieron
construir un sujeto político que los continuara?

—No lo parece. En primer lugar, porque la escala de la política no es más el
Estado nacional. La idea de que se puede hacer política en Argentina que no
sea una política pactada orgánicamente con Brasil, es ingenua. Y su
resultado salta a la vista cuando hay que negociar con poderes reales.
Entonces, cuando Brasil tiene que negociar solo con China, y Argentina hace
lo propio en soledad con China, ocurre que Uruguay, Bolivia, Paraguay y el
resto se joden. Y por lo tanto cuando tienen que explicarles a sus
respectivos pueblos cuál es la ventaja del Mercosur se ven en figurillas.

—Evo Morales y Rafael Correa, ¿pueden correr la misma suerte de Cristina,
por ejemplo?

—Ecuador sigue teniendo su moneda dolarizada. Y no es que haya una
dificultad técnica para salir de la paridad del dólar. Se trata de que para
tener una moneda que merezca el nombre de tal es preciso que el bloque que
la sostiene tenga el peso específico suficiente en el mercado mundial. El
yuan existe porque China existe en el mercado mundial. Pero para que exista
Ecuador, Brasil y Argentina tienen que servir de ancla de su moneda. Si esto
no se constituye, las posibilidades de Ecuador son pobrísimas. Basta con ver
que Ecuador importa helados. Cuando un país importa helados está en
problemas serios.

—¿El ejemplo boliviano es el único que tiene proyección futura en el campo
progresista de la región?

—Bolivia plantea un cambio del sujeto de la política. Aquellos que no
intervenían en política son los que están actuando y orientando ese Estado
plurinacional. Esa gente no va a soltar el poder, porque tardó cientos de
años en alcanzarlo. Alcanzaron la ciudadanía política y esto es un valor en
sí. Pero para los uruguayos, los argentinos, los paraguayos o los
brasileños, votar tiene otro peso específico.

—¿Estamos ante 15 años perdidos, en términos de políticas en manos del
progresismo?

—Estamos ante un tiempo donde esas políticas son extremadamente limitadas y
basta un cambio en la correlación de fuerzas internacional para que ese
espacio no prospere.

—Hay una cuestión de serias dificultades para plantear con firmeza el
progresismo, parece…

—El progresismo puede plantearse desde diversos puntos de vista y respecto
de diversos problemas. La palabra progresismo es una palabra blanda que
sustituye a la palabra izquierda, y es, en general, una suerte de
degradación de la palabra izquierda que en las formulas periodísticas se
define como centroizquierda. Es decir: es claro que ya no es de izquierda.

—Las políticas progresistas resultan entonces lábiles y bamboleantes entre
el poder fáctico financiero.

—El progresismo tiene naturalmente esa labilidad constitutiva. Y es
básicamente un modo de compromiso blando donde las líneas duras no se
formulan, es un modo donde la política y la victoria electoral resuelven el
conflicto. En última instancia, un discurso hábil, una acentuación adecuada
y una gesticulación inteligente resuelven la cuestión. Es una especie de
transcripción pequeñoburguesa de conflictos más significativos.

—El kirchnerismo es un ejemplo de esa definición.

—Digamos que sí, claro.

—¿Qué quedó del kirchnerismo?

—Del kirchnerismo no queda nada.

—¿Por qué?

—El kirchnerismo no construyó un programa para el partido del Estado y por
lo tanto no pudo reformular el proyecto anterior. Simplemente le pudo poner
alguna clase de límites al poder real en 2003 sin que los valores del
proyecto anterior hayan sido puestos jamás en tela de juicio. No construyó
un sujeto político. Wilhelm Reich, en Análisis de masas del fascismo,
sostiene que el marxismo explica bastante bien por qué suceden las guerras
inter-imperialistas. Lo que no puede explicar el marxismo es por qué los
obreros se hacen matar alegremente en esas guerras. Aquí entra la cuestión
de la subjetividad, y en el caso argentino hay que hablar de una política
construida en todos estos años sin sujetos políticos. El sujeto no tiene
ningún lugar y por lo tanto la objetualización es total. En esos términos no
se trata de qué es lo que tengo y qué no tengo sino de qué objetos tengo y
no quiero que vos los tengas. La Cámpora es a la Juventud Peronista de 1973
lo que Cristina Fernández es a Juan Perón. El kichnerismo en su mejor
versión nunca tuvo al movimiento obrero. Y no me refiero a las direcciones
sindicales.

—¿Este análisis es aplicable a cualquier identidad política?

—Te diría como respuesta que la política global es una política sin sujetos.
Si una identidad política en 12 años no pudo parir otro candidato que Daniel
Scioli no tiene a dónde volver. Ya no queda nada del kirchnerismo como
expresión del progresismo. Argentina no tiene veta progresista ni de
izquierda. Hoy el mundo ya no tiene ni veta progresista ni veta de
izquierda. A la hora de la verdad los progresistas nunca dejan de ser los
socios de los regresivos.

—¿Y los movimientos sociales que aparecen con las asambleas comunitarias en
la cordillera en lucha contra la megaminería? ¿No protagonizan acciones
políticas?

—Son casos muy puntuales, por problemas muy puntuales. Como movimiento
político por constituirse en alternativa no existen desde la semana pasada.
El consumo consume y el trabajo es un trabajo que mata. Si uno mira qué pasó
en Grecia y observa el referéndum griego, no se puede creer que después no
haya pasado absolutamente nada. Porque esa situación no es solamente griega
sino portuguesa, española, irlandesa, italiana y bastante francesa también.

—¿Se apaga el fenómeno progresista en América del Sur?

—Insisto, la política sin sujetos no tiene futuro.

  _____  

 



---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20151223/65e5dc25/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa