Brasil/ hora de organizar el "partido de las luchas reales" [Plínio de Arruda Sampaio Júnior - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Dic 26 00:19:46 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

26 de diciembre 2015

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Brasil

Entrevista a  Plínio de Arruda Sampaio Júnior, economista y profesor de la
Unicamp

“Es hora de organizar el partido de las luchas reales”     

Alexandre Haubrich *

Correio da Cidadania

http://www.correiocidadania.com.br/

Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

El cierre de un año turbulento, marcado por una infinidad de crisis, exige
el análisis del cuadro general y una reflexión sobre sus causas y
consecuencias. A continuación, editamos los pasajes más destacados de la
entrevista que el periodista Alexandre Haubrich le realizara a Plínio de
Arruda Sampaio Júnior, economista y profesor da Unicamp (Universidad
Estadual de Campinas). En ella, Plinio analiza la coyuntura política
económica de 2015, debate la actual crisis de la izquierda recurrente del
quiebre del pacto lulista, y propone la unidad en torno del “partido de las
luchas reales”. (Redacción de Correspondencia de Prensa)

- ¿ Cuáles las diferencias más importantes entre el inicio del segundo
gobierno Dilma y los tres primeros gobiernos del PT?

El segundo gobierno Dilma sufre las consecuencias de las graves
contradicciones acumuladas en los tres gobiernos anteriores. Los problemas
de agravaron por la metástasis de la crisis económica y por la absoluta
falta de liderazgo y creatividad de la presidente. El agotamiento del ciclo
de crecimiento impulsado por la bola especulativa internacional destruyó las
bases del llamado neodesarrollismo, dejando como legado una crisis económica
de gran envergadura y difícil solución. 

El fin de la “paz social”, cuyo marco puede ser asociado a las revueltas
urbanas que paralizaron el país en 2013, solapó el apoyo del llamado
lulismo, desatando una monumental crisis política institucional, cuya
esencia radica en el quiebre espectacular del sistema de representación que
sustentaba la Nueva República. Las falsas soluciones del modo petista de
gobernar explotaron en las manos de Dilma, probando que es imposible
resolver problemas fundamentales de la sociedad sin enfrentar sus causas
estructurales, la segregación social y la dependencia externa. La fantasía
construida por Lula se deshizo en las manos de Dilma. 

- ¿El segundo gobierno de Dilma te sorprende?

Para quien observa la realidad desde una perspectiva crítica, era previsible
que, para la clase trabajadora, el segundo gobierno Dilma sería más
desastroso que el primero. La campaña de 2014 fue una disputa cerrada entre
candidatos comprometidos con el status quo, donde cada uno buscaba
calificarse delante de la burguesía nacional e internacional como el mejor
apto para hacer el “ajuste” de la economía y de la sociedad bajo las
exigencias del capital en tiempos de crisis económica mundial.

Cuando la Dilma candidata decía que no haría el “ajuste” contra los
trabajadores ni que la vaca tosiese, camuflaba sus compromisos con los
dueños del poder. Su programa electoral se encuadraba integralmente en la
agenda liberal. Las grandes constructoras, mineras, empresas de agronegocios
e instituciones financieras sabían de eso y no ahorraban recursos para
financiar su elección. Tampoco le faltó apoyo de la comunidad internacional
(eufemismo para designar el imperialismo). Por tanto, era previsible que
Dilma estaba comprometida hasta el pescuezo con el “ajuste neoliberal”.
Reconozco, sin embargo, que no esperaba una rendición tan rápida a la pauta
reaccionaria, su patente cobardía y su total falta de sensibilidad para con
el sufrimiento de los trabajadores. 

- ¿Cuál es el momento de inflexión que llevó a la ofensiva conservadora que
hemos visto en la sociedad brasileña? 

La giñada conservadora fue doblemente condicionada. Por un lado, la sociedad
brasilera recibió los eventos del “régimen de austeridad” que se impuso
sobre el mundo capitalista a partir de 2010. La “solución norteamericana”
para la crisis económica supone una brutal ofensiva sobre el trabajo con los
retrocesos democráticos correspondientes. El deterioro del nivel tradicional
de vida de los trabajadores requiere de un padrón de dominación más duro y
autoritario. No por casualidad, las calificadoras internacionales de riesgo
incluyen en su análisis la presencia o no de leyes antiterroristas que
criminalizan la lucha social. Por otro lado, el giro conservador responde a
la necesidad de contener los vientos de cambios provocados por las revueltas
urbanas de 2013. 

La polarización de la lucha de clases, provocada por el agotamiento del
ciclo de crecimiento y por la quiebra del lulismo, queda patente cuando se
observa el contenido de la lucha de clases. Para los de abajo, el
“mejorismo” de los años Lula fue poco. La juventud fue a la calles para
exigir políticas sociales y reformas democráticas. Para los de arriba, el
“mejorismo” petista fue mucho. Sintiendo que sus privilegios seculares
pueden ser amenazados, la plutocracia brasilera muestra los dientes y afilas
sus uñas.

La clase dominante sabe que el ajuste ortodoxo implica grandes sacrificios
para la población y ve con miedo la emergencia del pueblo en la historia.
Juventud luchando por la movilidad urbana, estudiantes ocupando aulas para
exigir enseñanza pública, trabajadores haciendo huelgas por salarios y
derechos, indios luchando por su tierra y sus ríos, protestas contra la
falta de agua, sin techos ocupando terrenos, etc. Todo eso es altamente
subversivo y aterroriza a las clases dominantes. 

- ¿ Cuáles las raíces de las crisis económica y política? ¿Alguna vino antes
del otra?

Las crisis económicas y políticas se condicionan recíprocamente, pero poseen
dinámicas propias no pueden ser reducidas una a la otra. La crisis económica
es determinada en última instancia por la necesidad de “ajustar” la economía
brasilera a una posición todavía más subalterna en la división internacional
del trabajo. La crisis política, evidencia la quiebra del sistema de
representación y es determinada por el fin de la “paz social”. 

La primera queda patente con el fiasco del llamado neodesarrollismo. Donde
una nueva rodada de modernización de los padrones de consumo, profundizó el
carácter subdesarrollado y dependiente de la economía brasileña. La segunda
es caracterizada el agotamiento del “mejorismo” lulista, cuya esencia
consistía en aprovechas el pequeño aire generado por el crecimiento
económico para reforzar las políticas asistencialistas y mitigar (no
revertir) el proceso de concentración de ingreso característico del modelo
económico brasilero. 

La crisis política extrapola el problema de la crisis insoluble del gobierno
Dilma. Es el régimen instaurado en la Nueva República que ya no agrada a los
de abajo, que exigen que las promesas de la Constitución Ciudadana sean
cumplidas; ni a los de arriba, que precisan erradicar lo que resta de
contenido democrático de la Carta de 1988 para tener condiciones de
profundizar la reversión neocolonial exigida por el ajuste liberal. 

- ¿Cuál es la mejor forma de que los trabajadores y la izquierda se
organicen para enfrentar tanto el avance conservador como en general el
ajuste fiscal?

La lucha de clases se polariza entre dos partidos: el partido del “ajuste” y
el partido “contra el ajuste”, el polo conservador y el polo de la
transformación democrática. Las formas más eficaces de frenar la ofensiva
del capital serán definidas concretamente en el proceso de la propia lucha.
Algunas directrices generales, no obstante, pueden ayudar a la tarea de la
reorganización de la clase trabajadora. 

Para vencer al partido del “ajuste” es preciso, en primer lugar, salir de la
trampa que reduce la política a las opciones binarias, dejando a la sociedad
brasilera entre la cruz y la calderita, la opción del ajuste duro y franco y
la opción del ajuste un poco menos duro y disimulado. En tanto el horizonte
político siga monopolizado por las propuestas del orden liberal, el radio de
maniobra de los trabajadores es mínimo. Para salir de ese antro estrecho, es
preciso dejar de lado cualquier ilusión de una vida mejor sin romper con los
parámetros del orden global. 

Esto coloca la necesidad de radicalizar la crítica y crear instrumentos
políticos necesarios para el cambio. Es el proceso de lucha y aprendizaje
que hace avanzar la constitución de un sujeto histórico capaz de abrir
nuevos horizontes para la sociedad. En términos prácticos, los trabajadores
precisan comprender que para derrotar el ajuste, precisan derrotar la
política económica, precisan derrotar el modelo económico, precisan cambiar
las bases del Estado brasilero y crear alternativas económicas concretas. No
es una tarea fácil, pero es la tarea histórica que se coloca (…) 

- ¿Cómo ves la formación de los frentes como el Pueblo Sin Miedo y el Brasil
Popular, en la actual coyuntura?

La iniciativa del Pueblo Sin Miedo de organizar a la población para
enfrentar el ajuste neoliberal es positiva, pero insuficiente. El ajuste no
es una política del ministro Levy que puede eventualmente ser derrotada con
su sustitución (1) por un nombre más potable. Es un engaño imaginar que el
gobierno Dilma esté en disputa. Dilma está totalmente sometida al gran
capital y actúa de acuerdo con los dictámenes del ajuste neoliberal. 

Por tanto, es imposible ser contra el ajuste y apoyar veladamente al
gobierno. El hecho de que Dilma sea un “mal menor” comparada a Aécio (Neves)
y Temer no cambia en nada la situación. Si los que combaten el ajuste quedan
presos de la disyuntiva del “mal menor”, el partido “contra el ajuste” -el
partido de las víctimas del capitalismo- no tiene como afirmarse como una
referencia capaz de abrir nuevos horizontes para la sociedad brasileña. Los
que luchan contra el ajuste no pueden quedar rehenes del Estado. 

El Frente Brasil Popular es una iniciativa desesperada de los petistas para
intentar salvar a Dilma. Compuesto de movimientos sociales y sindicatos
enroscados al Estado, el Frente no dio ninguna señal de vigor para liderar
grandes movilizaciones de masas. El agravamiento de la crisis económica y
del desempleo debe disminuir todavía más su capacidad de convocatoria. No
creo que consigan ir más allá de un amague. 

- ¿Qué alternativas ofrecer hoy a los partidos de izquierda y movimientos
sociales? ¿Están prontos para hacer ese enfrentamiento?

La izquierda precisa organizar a los trabajadores para resistir la nueva
ofensiva del capital y crear una alternativa al capitalismo. Sin lucha, el
costo de la crisis será volcado en las espaldas de los trabajadores. Sin
grandes transformaciones sociales, no hay como evitar el avance de la
barbarie. Lo fundamental es crear una fuerza política para que la economía y
la sociedad sean organizadas en función de las necesidades efectivas del
conjunto de la población. 

El punto de partida es superar cualquier ilusión de que los problemas graves
de la población brasileña pueden ser resueltos con crecimiento y
“mejorismo”. El crecimiento y el “mejorismo” mitigan los problemas del
pueblo, pero son funcionales a la reproducción del subdesarrollo y de la
dependencia. El compromiso de la izquierda es con la “revolución brasilera”.


- ¿La socialdemocracia en Brasil llegó a su límite?

La socialdemocracia no llegó al límite porque ella en verdad nunca existió
en Brasil. No hay bases objetivas y subjetivas para una política reformista
en Brasil. De un lado, el capitalismo brasilero depende de un padrón de
acumulación que se sustenta en la superexplotación del trabajo y en la
presencia dominante del capital internacional. En esas condiciones, no hay
espacio para políticas que pretendan enfrentar la segregación social y la
dependencia externa, las dos causas fundamentales de los males del pueblo.
De otro lado, la sobrevivencia del capitalismo dependiente requiere de un
padrón de acumulación que funciona como una democracia restringida,
herméticamente cerrada a las demandas de las clases populares. 

En tales circunstancias, no hay espacio real para que la lucha política
institucional avance al punto de poner en riesgo las estructuras del
capitalismo dependiente: la segregación social y la dominación imperialista.
La intolerancia en relación a la movilización del conflicto social como
forma de conquista de los derechos colectivos -la esencia de un régimen
político democrático- cierra las puertas a cualquier tipo de experiencia
reformista. 

En Brasil, el compromiso de la burguesía con la democracia acaba en el
momento en que ella pone en riesgo sus privilegios. El “mejorismo” de Lula
pasó muy lejos de cualquier propuesta socialdemócrata. Lula no reformó nada.
Su gobierno profundizó el subdesarrollo. El PT representa la “izquierda” del
orden, el orden comprometido con la reproducción del capitalismo
dependiente. 

- ¿Cuáles son los elementos que ya tenemos para desencadenar la Revolución
Brasilera y cuáles nos faltan?

La revolución brasilera está en curso. Ella es impulsada por las luchas
reales de todos los que se baten con intransigencia contra la intolerancia
de los ricos en relación a cualquier cambio que amenace sus privilegios. En
perspectiva histórica, ella debe ser entendida como el desenlace de un largo
proceso histórico, impulsado por la necesidad de concluir la larga
transición del Brasil-Colonia de ayer al Brasil-Nación de mañana. Su punto
culminante es la superación definitiva de las estructuras económicas,
sociales, políticas y culturales responsables por los dolores del pueblo (…)

Las condiciones objetivas que determinan la revolución brasilera ya están
maduras hace algún tiempo y quedan patentes en la relación perversa entre
desarrollo capitalista y reversión colonial. En otras palabras, es la
absoluta incapacidad de la burguesía brasilera en defender los intereses
nacionales y resolver los problemas fundamentales de la población lo que
pone a la revolución brasilera en el orden del día. La revolución social es
el único medio de evitar la barbarie. 

Las condiciones subjetivas de la revolución brasilera todavía faltan
construirse. El sujeto de la revolución está ahí para quien lo quiera ver.
Son los trabajadores sin tierra que luchan por un lugar al Sol, son los sin
techos que luchan por vivienda, son los estudiantes y los profesores que
defienden la escuela pública, y la juventud que exige movilidad urbana, son
los indios que luchan por su sobrevivencia, son las mujeres que batallan
contra la doble explotación, son los trabajadores que no aceptan el quite de
derechos sociales. En fin, es el pueblo brasilero que lucha por una vida
digna. 

Las formas de la revolución también ya fueron esbozadas en la Jornadas de
Junio de 2013. La fuerza propulsora de la transformación social es la
revuelta avasalladora del pueblo contra sus opresores. Eso ya existe de
manera difusa y fragmentada. Falta unificar los sujetos dispersos en torno
de un programa revolucionario. Falta crear instrumentos políticos que
permitan transformar la energía difusa de las masas inconformes en fuerza
política condensada. Falta organizar el partido de las luchas reales. Esto
está siendo construido lentamente por todos los que luchan con
intransigencia en defensa de los intereses estratégicos de los trabajadores.
Es imposible prever cuando tal construcción sufrirá un salto de calidad. Si
demora mucho, Brasil se hundirá en un dantesco mar de barro. 

* Alexandre Haubrich es periodista de los sitios Jornalismo B y Jornal del
Sintrajufe.

Nota de Correspondencia de Prensa 

1) La entrevista fue realizada el 8 de diciembre de 2015 para el Jornal del
Sintrajufe, unos días antes de que Joaquim Levy fuera remplazado por Nelson
Barbosa como ministro de economía. 

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